Estos gráficos representan el Parque Residencial de SANTANDER.
Son los Bienes Inmuebles, de uso VIVIENDA, matriculados a 1.1.2015, clasificados por tamaño y fecha de inscripción.
Cada barra horizontal representa una década, la inferior es la más reciente (2010-2014), y la superior la más antigua (<1920).
Cada color es un tamaño, del más cálido (<60 m2) al más frío (>180 m2).
La barra inferior (DELVI) representa el cálculo hecho desde Otropunto de la Demanda Latente de Vivienda (la demanda latente se configura por las personas que no tienen vivienda y que por su perfil sociológico (edad) y socioeconómico (no están en desempleo) son potenciales compradores). Es una estimación del número máximo de vivienda que constituye la demanda encubierta de una zona y se basa en las personas con el perfil de los actuales compradores de vivienda pero que todavía no han constituido un hogar.
Son datos fríos, sin cocinar.
Información para la toma de decisiones.
Información para el conocimiento.
Santander es un municipio de 34,76 km2 y una ciudad situada en el norte de España, capital de la comunidad autónoma de Cantabria, la urbe más poblada de la comunidad autónoma, siendo además la cabecera del área metropolitana de Santander (formada por el municipio de Santander y por otros 8: Camargo, Santa Cruz de Bezana, El Astillero, Piélagos, Marina de Cudeyo, Villaescusa, Medio Cudeyo y Ribamontán al Mar) una conurbación de más de 300 000 habitantes que se extiende alrededor de la Bahía de Santander. El municipio limita al Norte con el Mar Cantábrico, al Este con la bahía, que lo rodea también por el Sur junto al municipio de Camargo y al Oeste limita con el municipio de Santa Cruz de Bezana. Su cota máxima, situada en Peñacastillo, es de 139 msnm y, su cota mínima se sitúa a nivel de mar. El 29.6.2005 Santander celebró el 250 aniversario de la concesión del título de «Ciudad».
Cuenta con 12 playas:
- Playa de la Virgen del Mar (aislada, 400 m de longitud, 40 m anchura arena dorada)
- Playa de la Maruca (en el barrio de la Maruca en Monte, 400 m de longitud y 40 m anchura arena dorada)
- Playa del Bocal (aislada, 200 m longitud y 10 m anchura arena dorada, junto al Oceanográfico)
- Playa de Mataleñas (próxima al Cabo menor, ocupa una cala al abrigo de altos acantilados y bordeada por la rasa mareal, de difícil acceso, son 125 m de longitud y 40 m de anchura de arenas doradas)
- Playa de los Molinucos (en la península de Mataleñas, 25 m de longitud y dependiente de las mareas, con arenas y bolos)
- Playas de El Sardinero
- La Primera
- La Segunda
- Playa de La Concha (250 m de longitud y 20 m de anchura de arenas doradas)
- Playa de El Camello (200 m de longitud y 50 m de anchura de arenas doradas)
- Playa de los Bikinis (rodea el sudeste de la Península de la Magdalena, 250 m de longitud y 30 m de arenas doradas)
- Playa de La Magdalena (900 m de longitud y 30 m de anchura de arenas doradas)
- Playa de Los Peligros (200 m de longitud y 70 m de anchura de arenas doradas)
El municipio de Santander comprende, la ciudad de Santander y los lugares de Cueto, Monte, Peñacastillo y San Román, localidades que antaño eran pueblos pero que actualmente son asimiladas por el centro urbano. En la actualidad, Cueto, Monte y Peñacastillo son barrios urbanos, mientras que San Román se ha convertido en una zona residencial de casas unifamiliares. Santander posee varios barrios que no están ordenados administrativamente ni tienen unos límites concretos, pero algunos de ellos sí que tienen cierta personalidad que les diferencia de las demás zonas de la ciudad.
- El Sardinero. Es el barrio más turístico de Santander y en el vive población de clase acomodada. En él se encuentra el estadio de fútbol, así como las playas de El Sardinero, La Concha, Mataleñas, El Camello y La Magdalena. En él también se encuentra el Palacio Real de la Magdalena acompañado de varias casas de la ‘Belle epoque’.
- Santander (centro urbano). En él vive la mayor parte de la población, aunque es una de las zonas en las que más decae el crecimiento natural debido al envejecimiento de la población y al elevado coste de la vivienda, que provoca el desplazamiento de la población joven hacia zonas de la periferia. Sus barrios son: Cabildo de Arriba, Centro, Cuatro Caminos y Puertochico.
- Castilla-Hermida. Aunque no es el centro de la ciudad, está bastante cerca de él y bien comunicado. Antaño barrio de pescadores y clase trabajadora, hoy está integrado en la ciudad y tiene los siguientes barrios: Castilla, Hermida y Barrio Pesquero.
- El Alisal. Es un barrio bastante nuevo y uno de los que tiene los mejores servicios de la ciudad (un Centro Comercial, empresas multinacionales, restaurantes tanto de origen regional como internacional…). En él se encuentra el Parque Científico Tecnológico, donde se encuentra el campus de la Universidad Europea del Atlántico (UNEATLANTICO). Abunda la población joven. Barrios: La Albericia, Alisal.
- Cazoña. El nombre de Cazoña podría proceder del de Carazoña (existe una Fuente KORZEÑO que mana, justamente, en el monte KAZOÑA). Se creó en 1973 como el primer barrio-dormitorio de Santander. Casi 40 años después, sus vecinos mantienen el mismo espíritu de zona tranquila en la que sus vecinos se limitan a descansar y dormir y eligen el centro de la ciudad para hacer su vida social. Recuperado ya del daño que hizo a su imagen el hecho de acoger a población gitana en sus calles, Cazoña reivindica mejoras para seguir creciendo como barrio. Consta de varios colegios y guarderías, un instituto, varias zonas comerciales, un hospital y centro de salud, un cementerio protestante y numerosos parques. Destaca por sus buenas comunicaciones, sus espacios abiertos y su tranquilidad».
- Entorno Cueto-Las llamas. Está situado alrededor de El Parque Atlántico de las Llamas, un gran parque de 11 ha que tendrá unas 35 en un futuro. Se sitúa desde la avenida Constitución , incluyendo la zona de expansión de Valdenoja, hasta la Avenida Los Castros. Barrios: La Pereda, Valdenoja, Fumoril.
- Monte. Limita con Cueto y tras el ‘boom inmobiliario’ ha quedado asimilado por la urbe en el área que limita con La Vaguada de las Llamas. Sus servicios son básicos, aunque mejoran con la instalación de cadenas ‘Fast Food’ y supermercados. Barrios: Corbanera, Aviche, Bolado y San Miguel.
- Peñacastillo. Se encuentra rodeando la peña de Peñacastillo, una montaña situada dentro del área urbana en la que se puede apreciar unas preciosas vistas de la ciudad. Se caracteriza por contener los principales centros comerciales de la ciudad (C.C. Peñacastillo, El Corte Inglés..) En el centro del barrio se pueden observar antiguas casas rurales, así como un amplio contraste con las nuevas grandes edificaciones de sus alrededores. Barrios: Nuevo Parque, Primero de Mayo, Nueva Montaña, Ojaiz, Adarzo, Camarreal, Lluja, El Empalme, La Lenteja, Campogiro-La Remonta.
- San Román de la Llanilla. Se trata de una zona de chalets y pareados que se encuentra en el límite entre lo urbano y lo rural. Barrios: Latorre, Somonte, Corban, El Somo, La Llanilla, El Mazo, Canda Landáburu, Lavapiés, La Gloria, La Sierra, La Candía, Corceño, La Cuevona, Pintores Montañeses, La Garita, La Canal, El Campizo, La Sota, La Regata y La Cavaduca (barrios existentes hasta 1986 cuando hubo una reordenación de calles eliminando unas y renombrando otras).
La Bahía de Santander ha estado habitada desde la prehistoria. La actividad marítima propició un notable crecimiento y expansión de la población como muestra la existencia de pequeños asentamientos dispersos por todo el contorno de la bahía. La presencia se ha visto propiciada por las óptimas condiciones naturales de la misma como lo ponen de manifiesto la serie de restos arqueológicos halladas en su entorno. El primer asentamiento importante que podemos destacar fue el ubicado en el cerro de Somorrostro y data de la época de los romanos. Así se ha puesto de manifiesto tras las excavaciones realizadas bajo la catedral santanderina. La información obtenida ha permitido afirmar que el puerto romano conocido como Portus Victoriae estuvo situado en este enclave geográfico.
El cerro de Somorrostro, en la actualidad fuertemente transformado y prácticamente oculto por los edificios del entorno, reunía las mejores condiciones, tanto físicas como estratégicas, para desarrollar las funciones comerciales y de defensa del asentamiento. En aquellos tiempos se trataba de un promontorio rodeado por el mar en tres de sus flancos y unido al resto de territorio por el istmo formado por la actual calle Alta, cuyo primer tramo que comenzaba a la puerta de la Abadía y a los pies de su torre fue desmontado para facilitar la apertura de la calle Isabel II y Lealtad tras el incendio de 1941.
El cerro de Somorrostro fue ocupado en época romana inmediatamente después de la conquista de Cantabria por las tropas de Augusto, momento al que deben atribuirse las fases más antiguas de las construcciones halladas, algunos muros y canalizaciones descubiertas en el curso de las excavaciones.
Durante el Bajo Imperio se produce una renovación de las instalaciones reutilizando materiales anteriores; así se deduce de la importante actividad constructiva que se aprecia en el yacimiento. A este periodo hay que atribuir las instalaciones termales y la fortificación con la que remataron el promontorio de Somorrostro.
La escasez documental existente hasta el siglo XII no nos permite conocer la evolución de ese núcleo romano. Sabemos que la villa medieval se organiza en torno a un antiguo centro monástico, que para entonces es ya una Colegiata de cierta importancia, edificada sobre el cerro de Somorrostro. Alfonso VIII concede un fuero de los más favorables con el que busca atraer a nuevos pobladores, sobretodo comerciantes y artesanos, que promuevan cierto desarrollo mercantil y económico que cubra las necesidades de una villa pesquera, a la vez que se entrega la jurisdicción sobre una amplia fachada costera, potenciándose así el carácter marítimo de la villa.
3 razones fundamentales determinan el plano del primitivo asentamiento: la forma alargada del cerro, el emplazamiento del castillo y de la iglesia, y la forma en que se produjo la ocupación del mismo. Las calles surgen de forma lenta, partiendo de la puerta del templo y creciendo a medida que la población se incrementa.
Cuando recibe el fuero, la extensión de Santander no iba más allá de media docena de calles, desarrolladas en lo alto del promontorio, adaptadas a su orografía en torno a la Colegiata y el Castillo que servían de núcleo defensivo fortificado. La más importante era la Rúa Mayor. Junto a ésta se desarrollan otras, como la Carnicería, paralela a la Rúa Mayor, así como las calles de Somorrostro y el Vergel, localizadas al Norte del Castillo y limitadas por la Ría de Becedo.
Con el fuero, la villa triplica su espacio en muy poco tiempo para dar cobijo a la serie de nuevos pobladores que se sienten atraídos hacia la villa aforada. Las características del cerro limita el crecimiento hacia el este generando un espacio lineal a lo largo del camino de Burgos (actual calle Alta). Razones funcionales unidas a la posibilidad de ampliar el puerto impulsa a efectuar una ampliación hacia el Norte del núcleo, hacia los espacios de la actual Iglesia de la Compañía, donde con el tiempo y junto a ella se levantará la Plaza de la Llana. Se planifica un nuevo asentamiento con mayor superficie útil que el existente.
Se produce una expansión hacia el Norte, planificada desde la Iglesia Colegial y gracias a la construcción de un puente de madera sobre la ría. La disposición de la nueva población es totalmente regular, con calles rectas y cortas organizadas en torno a una gran calle que es continuación del puente sobre la ría y discurre de Sur a Norte. El resto de calles creadas tuvieron orientación E-O, adaptadas al relieve para evitar fuertes pendientes. La ciudad está conformada entonces por la Puebla Nueva, o Baja, frente a lo ocupado antes del fuero, Puebla Vieja o Alta. Para ofrecer protección a quienes habían decidido asentarse en Santander, se levanta un muro que encierra ambas pueblas: la muralla.
La muralla contaba con una función no exclusivamente defensiva. Se pretendía con ella marcar la diferencia entre el espacio interior protegido por el fuero y el espacio exterior que dependiente de la villa contaba en teoría con un menor número de privilegios.
En la muralla se abren en principio siete puertas o postigos que poco a poco van aumentando según van creciendo las necesidades de comunicación con el espacio circundante y con la creación de nuevas zonas de ocupación. La puerta Rúa Mayor llegó a convertirse en la principal entrada a través del camino de Castilla, y a partir de ella surge un importante arrabal, existente ya en el S. XIII: el arrabal de Fuera de Puerta, de una única calle, bastante larga.
Desde su fundación la Puebla Nueva se proyecta como zona de habitación. Los principales edificios se mantienen en la zona alta. Con el tiempo, la paulatina importancia que adquiere el nuevo asentamiento obliga a duplicar los centros de actividad y, a finales de la Edad Media se encuentran en la Plaza Nueva los mismos equipamientos a los de la Puebla Vieja. La apertura de tiendas de todo tipo y carnicerías, el establecimiento del Convento de San Francisco, la construcción de fuentes para el abastecimiento de agua potable y la fijación de un espacio al aire libre para reunión pública terminan por convertir a la Plaza Nueva en el verdadero motor de la actividad económica y comercial de la villa, reservándose la Puebla Vieja al carácter tradicional y rancio ligado en gran parte a la presencia de la iglesia colegial. Incluso en el s XV en el entorno de la Plaza Nueva se establecen los grupos sociales más notables de la villa, si bien el emplazamiento original de la Rúa Mayor sigue agrupando al mayor número de ellos.
Si se observa la planta de la población del año 1300 aparecen 2 hechos urbanos nuevos que vienen a modificar y ampliar la planta del asentamiento: el arrabal de Fuera la Puerta, que incrementan de manera constante su superficie, y los conventos de órdenes religiosas que se establecen en la villa, en concreto los de Santa Clara y San Francisco.
Si bien el nuevo espacio planificado surge para dar respuesta al crecimiento de la población, el crecimiento experimentado desborda las previsiones como lo refleja el hecho de la aparición y crecimiento de los arrabales.
A mediados del XIII surgió el arrabal conocido como de la Mar o de la Pelleja, relacionado directamente con las actividades marítimas. Si el arrabal de Fuera la Puerta es prolongación de la Puebla Vieja, el de la Mar lo es de la Puebla Nueva. Está constituido por tres amplias calles de Norte a Sur: del Arrabal, del Medio y de la Pelleja o la Mar, levantada sobre un playazo que servía de embarcadero para las pequeñas naves. Este segundo arrabal de la villa permite el asentamiento de población que adquiere tierras en el exterior de la muralla con una doble ventaja: por un lado los precios de los terrenos y, por otro, la cercanía del mar y el puerto, espacios en los que la mayoría desarrollan sus actividades. A mediados del XIV el arrabal del Mar cuenta con entidad propia como se pone de manifiesto por el propio concejo al aplicarle el apelativo de arrabal.
Aún se conserva en el actual plano de Santander el trazado del viario de esta zona del Arrabal de la Mar, salvada del incendio de 1941.
Existen principalmente 2 modelos de vivienda: el modelo tradicional, traslación del tipo de vivienda rural, con huerta en la parte trasera de extensión similar; y el de casas torres derivados de las construcciones de tipo defensivo que acogían a los linajes que vivían dentro del recinto amurallado. Según avanza el XV, estos modelos, por la presión demográfica, varían. La huerta de la vivienda del modelo tradicional desaparece, ampliándose el espacio construido, y se produce una partición de las viviendas en medios y en tercios, siempre en sentido vertical, de forma que todas tengan acceso a la calle. El modelo generalizado de vivienda existente es el de vivienda con una fachada estrecha a la calle y mucho fondo. Las casas torres son viviendas con fachadas de mampostería completamente lisas, de escasos y pequeños huecos con una única puerta de acceso a medida que avanza el XV se van embelleciendo adaptándose al gusto urbano.
Puede hablarse de un tercer modelo de vivienda: el palacio urbano, relacionado con el lugar de residencia de los personajes principales de la villa, que en el caso de Santander se limita en principio al Palacio del Abad. Un segundo edificio por su tamaño y estilo fue denominado como el palacio del Santo Espíritu, hospital anejo al claustro de la catedral.
De esta manera, de acuerdo a los niveles de renta y a la adscripción social, el tejido urbano estaba integrado por los tipos de viviendas reseñados, variando de acuerdo a ello el tamaño y los materiales empleados para su construcción.
La actividad pesquera y marítima generó los excedentes que permitieron la construcción, no sólo de iglesias mayores, castillos y murallas con las que defender sus puertos, sino también para la fabricación de mayores y mejores barcos, así como la financiación de empresas mercantiles más ambiciosas. Las excepcionales condiciones de amplitud y seguridad de la bahía de Santander lo convirtieron en lugar preferido para la concentración de flotas comerciales y la formación de armadas. El puerto romano quedó incluido dentro de las murallas medievales, con entrada desde la mar defendida por dos torreones cuyo acceso se cerraba con cadenas en caso de necesidad. Por la actividad portuaria y la presión demográfica se colonizaron partes de la lámina de agua de la ría, al pie del cerro de Somorrostro y una estrecha franja al otro lado, que se remataron y consolidaron con frentes de muelles de madera. El centro del alargado puerto interior fue cortado por un gran puente peraltado de piedra de 5 ojos que conectaba las 2 pueblas.
Santander en el Renacimiento
Las actuaciones de la Villa de Santander en la Edad Moderna están guiadas por una voluntad de hegemonía de la ciudad. Entre 1500 y 1750 Santander sienta las bases de su expansión futura.
La economía de Santander cuenta, además de la pesca, el cultivo de la tierra y alguna actividad de tipo artesanal, con una actividad preindustrial en torno a la bahía con el Real Astillero de Guarnizo en 1582, la fábrica de artillería de Liérganes en 1617 y la de La Cavada en 1638.
La jurisdicción de Santander en la Edad Moderna incluye los concejos de Castillo, Cueto, Monte y San Román además de los barrios de Miranda, Cajo y Pronillo.
A finales del XVIII el recinto que ocupa la ciudad es el mismo del XVII. Sólo aumenta el caserío en la Rúa del Medio, Somorrostro, Santa Clara y junto a las Atarazanas. Sin embargo, el panorama urbano cambió porque las casas señoriales clasicistas y barrocas sustituyen a las antiguas casas torre y la construcción en madera fue dando paso a la construcción en piedra.
La plaza de la Llana es el corazón de Santander. Se trataba de un espacio largo y estrecho con fuente donde se asentaron tres edificios que configuraron la plaza como centro del poder: el Colegio de la Compañía de Jesús, la Casa consistorial, y el Palacio de Rivaherrera. El deseo de construir la Casa Consistorial en la plaza de la Llana existía desde 1532. Se ordenó diseñar en 1587, después de haber adquirido varios solares del 1565 al 1568 para ello. El clasicismo fue imponiéndose entre las familias dominantes de la Villa. La calle Ruamayor es la calle noble por excelencia.
En 1542 el Consejo de Castilla autorizó la construcción de nuevos muelles en Santander, que ampliaran los habilitados en época medieval. Se trataba de construir un largo contramuelle, un espigón que desde el principio de la calle de la Mar se dirigiera hacia el extremo del Muelle de las Naos o Muelle Viejo, protegiendo la entrada de la ría. Sobre todo, es una medida de seguridad militar antes que una ampliación del puerto. La obra fue diseñada por Juan Ugarte de Belsua y adjudicada por él mismo en 1545. Pero fue sacada de nuevo a concurso en 1551. En el 1552 aparece un nuevo plan que pretende ampliar notablemente la capacidad del puerto llevando al final de la Calle de la Mar el espigón que cerraría el puerto, estableciéndose un muelle a todo lo largo de esta calle, obra que se comenzaría en 1561, y que quedaría finalmente inconclusa. La infraestructura portuaria se acompañaba necesariamente de una infraestructura de caminos.
En 1698 la catedral abrió hacia el Norte una portada y escalera de evidente sentido urbanístico, que privilegiaba el eje de la calle del puente y la plaza Vieja, o de la Llana. Santander se llena de conventos, y con ellos unas zonas, las colindantes, que se deprimen por falta de rentabilidad inmobiliaria.
El puerto constituye el motor del desarrollo de Santander. A mediados del XVI nuevos muelles de cantería forman parte del paisaje urbano de la villa, como pueden observarse en el grabado de Braun. Con ellos Santander se convertía en el único puerto del cantábrico capaz de acoger las grandes flotas de navíos para el comercio exterior.

SANTANDER 1575
En 1575, G. Braun y F. Hogenberg realizan uno de los primeros grabados de la ciudad y de su entorno, grabado que nos permite observar el puerto, la villa y sus defensas así como 3 habitantes de Santander que nos transmite algunos aspectos y costumbres de la sociedad de la época. El paisaje urbano es claramente diferente al actual de la ciudad. Tal vez sea la antigua Iglesia de los Santos Cuerpos el elemento que nos permite conservar cierto hilo de continuidad histórica: de la Abadía, tras las reformas sufridas, se destaca la Torre-Campanario con las líneas que presenta en la actualidad tras la reconstrucción efectuada tras el incendio que afectó a la zona antigua de la ciudad en 1941, reconstrucción que mantiene prácticamente las líneas originales de la torre.
El grabado muestra una villa en su entorno geográfico. De este modo se reconocen algunas referencias espaciales actuales de los santanderinos. Cabe hacer mención a la peña que da nombre al lugar de Peñacastillo y el fondo montañoso de las cumbres de los Picos de Europa que hoy como ayer sirven de telón de fondo por el Oeste a la ciudad en los días despejados.
Los edificios más significativos los constituyen la Abadía, el Castillo del Rey, y las Atarazanas Reales. La Iglesia de los Cuerpos Santos, la Abadía, era la principal construcción de la villa por volumetría y en cuyo alrededor se desarrolla la villa. Pegada a ella se observa el Castillo del Rey en deficiente estado de conservación y a los pies de la iglesia, junto a la ría de Becedo, las ruinas de las Reales Atarazanas, el mayor edificio de los construidos durante los periodos medieval y moderno. Sus piedras sirvieron de material para otras actuaciones en la villa. Como complemento de la defensa se encuentran las murallas que bordean a la villa, y que se han visto desbordadas por el crecimiento de ésta dando lugar a los arrabales de Fuera la Puerta (prolongación del espacio urbano por la actual calle Alta) y el del Mar (actuales calles Arrabal y del Medio).
El resto del tejido urbano aparece constituido por las viviendas de los pobladores agrupados en la Puebla Vieja y en el nuevo espacio desarrollado de la Puebla Nueva. Como nexo de unión de ambos espacios se construye el puente cuya misión original era la de comunicar las dos zonas del tejido urbano salvando el arroyo de Becedo, pero que una vez rellenado este espacio permanecerá, si bien siendo objeto de transformaciones en cuanto a diseño y materiales, como elemento urbano singular del centro urbano hasta bien entrado el XX, conservando su misión de conexión transversal de las calles de la ciudad.
En el grabado pueden observarse de igual forma otra serie de construcciones presente en el territorio municipal. Se trata de las ermitas de devoción popular de las que sólo estaban en el recinto urbano tres en las Calzadas Altas (Consolación, San Nicolás y San Lázaro) y las dos de la zona de San Martín (las de San Mamés y San Martín). En el territorio del municipio se contabilizaban un total de 19.
El Santander colonial
Fernando VI el 29.6.1755 concede a Santander el título de ciudad. Es el símbolo del cambio y la oficialización de una realidad que se imponía de manera paulatina. Y también el espaldarazo necesario para asentar y proyectarse de cara al futuro.
A mediados del XVIII, Santander se convierte en punto clave del eje del colonial español. Durante siglo y medio, esta función determinará el cambio económico, social y físico de la ciudad. La terminación de la carretera de Reinosa, en 1753, permitió la llegada al puerto santanderino de los productos castellanos en condiciones desconocidas hasta entonces. El acondicionamiento físico del puerto, con el proyecto de un nuevo muelle que aseguraba mejores condiciones de atraque, facilitaba las maniobras de alijo y saneaba sus dársenas, hizo del puerto de Santander un centro mercantil marítimo, punto de llegada del tráfico colonial y de salida de una parte de los productos peninsulares destinados a los territorios coloniales. La villa pescadora y rentista se transforma, en poco tiempo, en una activa ciudad mercantil, cuyo eje es el puerto.
Se produce un considerable incremento de la población y una transformación de la sociedad, un cambio del perfil social de la ciudad. Los grupos terratenientes, las viejas familias, pierden de forma progresiva su hegemonía social, que han de compartir de una nueva burguesía o dejarla en sus manos. Unos se acomodaron al Santander mercantil, mientras otros se atrincheraban en su condición de propietarios del suelo dispuestos a explotar en beneficio propio el crecimiento explosivo de la población e impidiendo una ordenación urbana con visión de futuro. La burguesía santanderina pretende preparar su expansión futura sobre los rellenos de la concesión de Wissocq, en las inmediaciones de la estación de ferrocarril, el ensanche de Maliaño, ampliando el puerto hacia el interior de la población.
El ensanche atenta contra una manera de concebir ciudad, contra el concepto de “casa solariega”. Los propietarios del suelo se resisten y potencian el antiguo centro urbano. En el XIX, dos ciudades están obligadas a convivir, ni la casa consistorial, ni la catedral se trasladan del antiguo centro.
La demanda de alojamiento por parte de la nueva población determinó el estallido físico de la villa medieval. Santander compacta su casco urbano y se eleva en altura, hasta 4 y 5 plantas, aprovechando el viejo parcelario. Se superponen bodegas, habitaciones y sobrados, en un callejero estrecho, apenas modificado. La vieja villa, por las malas condiciones de vida que conlleva, se va convirtiendo en ciudad popular.
La ciudad inicia su expansión extramuros con el derribo de las murallas y el crecimiento periférico. Se trata de proporcionar vivienda y lugar de trabajo a los nuevo grupos sociales con mayores posibilidades económicas y para ello se inicia una nueva población en los rellenos provocados por la construcción del gran muelle de la ribera, con manzanas exentas, de 3 plantas, con aireación suficiente, gran superficie para cada vivienda, agrupación entre residencia y negocios mercantiles. El Muelle pasa a ser centro económico y social de Santander, dotado con el mercado del Este y la iglesia de Santa Lucía. La vieja villa se convierte en una ciudad popular y proletaria en la medida en que las condiciones de vida inherentes al nuevo diseño urbano no son del agrado de las nuevas clases acomodadas.
Los grupos sociales intermedios también demandan un espacio y se origina un lento pero significativo desarrollo de los bordes: cuesta de Santa Lucía, caminos de ascenso al Paseo del Alta, Cervantes y el viejo camino de Monte, cuesta de la Atalaya, San Simón y Río la Pila, camino del Alto de Miranda. La construcción se acomoda al entramado agrario por lo que aparece como desordenada.
El comienzo de la industrialización en Santander
Santander se incorpora a la sociedad industrial desde el impulso del la actividad comercial, vinculada al puerto y a las modernas comunicaciones. En el tránsito del XIX al XX, Santander experimenta cambios en su orientación económica, iniciando un nuevo rumbo como consecuencia de la crisis del comercio colonial y del desarrollo de las actividades industriales. Se invierten los capitales repatriados de las colonias generando una serie de fábricas en el municipio santanderino. Se localizan en Miranda, San Martín, el ensanche de Maliaño, Peñacastillo, Cajo, Campogiro, Pronillo o Alameda segunda y se orientan hacia los transformados metálicos y los bienes de consumo. Ya podemos observar los primeros esbozos de trama industrial. Se produce un incremento y una diversificación social de la sociedad santanderina. Estos establecimientos fuera de los límites consolidados de la ciudad, producen un impacto: se introducen piezas de peculiar fisonomía, diseñadas a base de pabellones de ladrillo, hierro y cristal, sobre los que destacan altas chimeneas, y varía el ritmo de la vida urbana según el comienzo y el fin de la jornada laboral.
El puerto experimenta un notable proceso de modernización en sus instalaciones para adecuarse a la nueva situación de puerto industrial. La sociedad santanderina reclama un proyecto de ordenación para la periferia inmediata, que genere suelo para edificar, que regule la altura de la edificación de acuerdo con las necesidades de salubridad y que resuelva con miras de futuro el viario, en su trazado y anchura, respondiendo a su vez a las necesidades de la industria existente. Infraestructuras nuevas, como el parque de bomberos de 1888, los edificios escolares o los depósitos de traída de aguas de 1884 dan forma a la nueva ciudad entre Pronillo y el viejo camino a Burgos.
El ambicioso proyecto de expansión urbana del ensanche de Maliaño elaborado por la burguesía mercantil, para su acomodo a mediados del XIX de grandes manzanas residenciales de las calles Castilla, Méndez Núñez y Cádiz se abandona, en parte por el riesgo presente después del accidente del barco Cabo Machichaco en 1893. Muchos de los inmuebles inicialmente previstos en la zona de Maliaño tienen que edificarse hacia el interior, con lo que las nuevas instalaciones portuarias quedan sobredimensionadas. La ciudad institucional vuelve al casco viejo, donde se renueva el edificio del ayuntamiento y proyectan nuevos equipamientos urbanos, como el mercado de la Esperanza. Las clases acomodadas se reorientan hacia el Este.
Se produce una consolidación paulatina del núcleo del balneario de Sardinero, una reducida concentración de instalaciones de baño, hoteles y de iniciales residencias, que resaltan el papel de los caminos que conducen a él por la costa y por el Alto Miranda. Se apunta el empuje de los negocios relacionados con el ocio. En esta línea, la ciudad recibe un amplio impulso como zona de recreo con su conversión en capital de veraneo regio, impulsada y promocionada mediante anuncios en prensa, aspectos que ponen de relieve los importantes cambios que en aspectos variados experimenta la sociedad y que se multiplicarán en los años posteriores con la incidencia que en el territorio ello genera (empleo de la publicidad, potenciación del ocio y del consumo con espacios específicos, etc.)

1899 SANTANDER
En 1896 2 propuestas del arquitecto municipal Lavín Casalís evidencian un salto en la configuración espacial de la ciudad. Se define el eje desde Cuatro Caminos a la Segunda Playa del Sardinero como el eje de configuración de la ciudad, mostrando un interés por aplicar las ideas urbanísticas del momento ordenando la extensión urbana, modificando y diseñando un modelo global de ciudad.
En segundo lugar diseña un plan de ensanche de la ciudad hacia el Noroeste y Este, respondiendo a las necesidades creadas por las funciones de ocio y las expectativas generadas por los propietarios del suelo como instrumento para localizar y ordenar la nueva demanda de vivienda, equipamientos e infraestructuras. El plan supone de igual manera un paso decisivo en la integración del Sardinero en la trama urbana de la ciudad, mediante la red viaria diseñada en los espacios de conexión ocupados por los barrios de San Martín, Tetuán y Miranda. La zona del Sardinero es objeto de un tratamiento singularizado proponiendo su desarrollo bajo la tipología de ciudad jardín.
A principios de siglo la ciudad de Santander se encuentra marcada por importantes transformaciones económicas y sociales. La formulación de una serie de proyectos e iniciativas, se ejecutasen o no, constituyen las bases para comprender su configuración urbanística entre 1898 y 1920. Debemos tener en cuenta el escaso desarrollo de ensanche de Maliaño, el relleno y posterior ajardinamiento de la dársena de la Ribera, el trazado de la Avenida Reina Victoria, la mayor presencia de edificaciones en el Sardinero, el papel de los caminos que a partir del casco consolidado lo comunica con el Paseo del Alta, el Sardinero o la zona de Cuatro Caminos. Así se configura una trama urbana desordenada y extendida espacialmente, colmatada en décadas posteriores hasta configurar la realidad de la ciudad actual.
Junto a estas actuaciones cabe citar de igual manera actuaciones individualizadas. Si bien Santander es una ciudad sin grandes monumentos históricos, a finales del XIX y primeras décadas del XX, se ejecutan una serie de edificios de bella traza que contribuyeron a enriquecer el patrimonio de la ciudad: Palacio de la Magdalena, edificios de Correos, Banco de España, Hotel Real, Palacio Los Pinares, Nuevo Ayuntamiento, Casa de Salud Valdecilla, Mercado de La Esperanza, Hipódromo de Bellavista, etc. Junto a estas construcciones de carácter oficial y público, cabe citar toda una serie de viviendas particulares (chalets y hoteles de familia) y casas de vecindad, de elegantes líneas arquitectónicas.
Santander: ciudad industrial y de ocio
El muelle ha dejado de ser el centro económico y social de Santander, pierde su naturaleza al rellenarse el borde marino e incluso su denominación oficial que pasa a ser la de Paseo Pereda. La ciudad que se había reorientado hacia la industria, lo hace también hacia los servicios de ocio, identificados con el verano. Santander aparece como una consistente y principal base industrial que pasa desapercibida y una imagen triunfante de ciudad de ocio, actividad secundaria en la vida urbana.
La industria da forma a todo un barrio, el de San Martín, que comprende desde Tetuán hasta el borde de la bahía y cuyo eje es el camino de Miranda, la actual Canalejas. El perfil Oeste de la ciudad, por Cajo, los terrenos de Maliaño y la península del Oleo, sede de Nueva Montaña, también forman parte del entramado industrial que es el soporte principal del empleo, junto con los servicios de transporte, vinculado al puerto y ferrocarriles. Entidades financieras importantes de ámbito nacional se asientan en Santander con destacada presencia del Banco Vitalicio y del Banco de España resaltado por el empaque de sus edificios.
Existe una renovación comercial impulsada por una clientela creciente de origen exterior, de elevada capacidad adquisitiva y de hábitos de consumo moderno, que acude a veranear a Santander. El veraneo desde el interior se convierte en una actividad lúdica, se hace más masiva, ya que se incorporan nuevos sectores sociales y los nuevos medios de transporte facilitan el desplazamiento. Tiene lugar una renovación del equipamiento hotelero, concentrado mayoritariamente en el Sardinero. Servicios de restauración y lúdicos, como el Casino, que adquiere ahora su máximo esplendor, completan el segmento de actividad vinculada al veraneo en Santander. Otras actividades lúdicas también relacionadas con el automovilismo, con la navegación marítima y aérea, con el deporte en general, se incorporan al elenco veraniego y perfilan el cambio del veraneo higienista del siglo anterior a la cultura lúdica de masas que se impondrá en el XX. Se desarrollan y ofrecen nuevas actividades para el tiempo libre, fuente de ingresos añadidos a las de alojamiento y restauración.
La recuperación de la fachada marítima del área industrial de Molnedo como espacio residencial propio suelda, con su área urbana, la nueva población del XVIII. Se expande por el camino de la Concepción, por el borde marítimo de Reina Victoria, por el Paseo del Alta y por la falda Sur de este, en edificaciones exentas, con porte de villas o chales, en amplios recintos. La ciudad se renueva también en su viejo núcleo, sobretodo a lo largo de la arteria central de la Ribera a Cuatro Caminos, por la primera alameda y calle Burgos. Se produce una cualificación de la ciudad con la renovación de edificios. institucionales, como el de correos, educativos, la implantación de nuevos equipamientos urbanos y el remodelado de espacios ya tradicionales como la avenida de Alfonso XII.
Reflejo ordenador cuya máxima expansión lo constituye el ensanche del Sardinero, que establece la configuración morfológica y tipológica que dará carácter a la ciudad balneario hasta los cambios derivados de la reciente especulación urbana.
La nueva imagen de Santander cuenta con respaldo oficial: la Corte se instala durante el verano en Santander con la proyección que tal hecho implica y como muestra de la categoría y calidad urbana que la ciudad ha logrado. El Sardinero se configura como una gran ciudad jardín de amplias parcelas para edificación exenta unifamiliar, del tipo villa o chalé, de la que aparecen, en este periodo de entre guerras, sus ejemplos más sobresalientes, debidos a la gran burguesía local y nacional, con un núcleo funcional central hotelero, lúdico y de servicios ordenado sobre los grandes ejes de la Cañía, avenida de Italia y borde marítimo. Estos años configuran el periodo en que se construye una parte sustancial de la edificación más emblemática de El Sardinero en un complejo y armónico conjunto de tipologías, de eclecticismo arquitectónico entre el regionalismo y el racionalismo.

1935 SANTANDER
La ciudad adquiere entonces algunos de los elementos urbanos más relevantes, como parte de su infraestructura de la que es un ejemplo la “Casa de Salud Marqués de Valdecilla”. El final de la guerra civil significó el fin de una cultura urbana. La ciudad rompe con su pasado de ordenación, racionalista, de raíz ilustrada
Santander y el incendio de 1941
El incendio del 16.2.1941 aparece como un hecho clave para entender las transformaciones de la ciudad desde 1939 a 1958. El incendio duró 3 días y fue preciso volar algunos edificios para abrir cortafuegos. Con el incendio se destruye la ciudad medieval intramuros y una parte del ensanche de Maliaño. Esto crea una gran oportunidad para emprender una operación de cambios morfológicos, funcionales y sociales. Se utilizó el incendio como excusa para sustituir la antigua edificación por otra más moderna, solucionar los problemas de tráfico, erradicar los usos tradicionales, expulsar a la población de menor nivel social y permitir, en su lugar, la instalación de las actividades terciarias y de los grupos sociales de elevado status.
Así, se redacta el Plan de Reforma Interior de 1941 para reconstruir la zona incendiada y poder dar respuesta a estos objetivos. Es un instrumento que define un nuevo modelo urbano apoyado en la división de la ciudad en áreas especializadas y orientadas hacia unas determinadas actividades y en la construcción de zonas espaciales específicas para cada grupo social. El plan propone una red viaria ortogonal en sustitución del tejido histórico, una reparcelación de los antiguos solares, regularizándolos y dándoles mayor dimensión, y una edificación claramente diferente a la tradicional de la zona.
Los nuevos inmuebles de mayor altura y densidad muestran el espíritu de la época con una vuelta al estilo nacional y detalles neoherrerianos, clasicistas y regionalistas, que tienen en la Plaza Porticada uno de sus más claros exponentes. Las funciones asignadas a esta nueva área son las comerciales, administrativas y representativas unidas al deseo de convertirla en un barrio residencial de calidad. La sustitución social es posible gracias al desalojo de la población afectada por la catástrofe y a la política de acomodar a los siniestrados de menores recursos económicos en viviendas baratas fuera del recinto reconstruido.
Estos cambios centrales también repercutieron en el conjunto de la ciudad, ya que gran parte de la población y las actividades expulsadas del centro se instalaron al margen del espacio urbano consolidado. Concretamente, en áreas más próximas a éste se construyeron grupos de vivienda en bloque de promoción pública y de calidad media-baja mientras que en otras más alejadas se emprendieron grupos de casitas unifamiliares con menores niveles de calidad, acogidos a campañas caritativas de entidades benéficas o del Auxilio Social, y destinadas a la población siniestrada de menores recursos económicos.
La ciudad de Santander consolida un modelo de crecimiento urbano periférico desarticulado, zonificado e incluso marginal. Se desarrolla una nueva estructura urbana apoyada en la segregación y en la asignación a los propietarios del suelo y promotores inmobiliarios de un destacado papel en su evolución urbanística. Este proceso de desorganización se confirma con la construcción desordenada en torno a los núcleos rurales de Monte, Cueto, La Albericia y Peñacastillo, así como en la colmatación anárquica de terrenos en los bordes del centro urbano tradicional. Las nuevas áreas se ubicaron sobre el viario preexistente generando graves dificultades de conexión entre las diversas piezas urbanas.
Una de las zonas que se reorganizó fue la del barrio pesquero con una evidente estrategia de renovación de los espacios centrales para los grupos sociales acomodados. La expansión de la actividad pesquera en los años 20′ acarreó una insuficiencia de espacio para el puerto pesquero. La población pesquera vivía en el barrio de Tetuán con una preocupación constante por las malas condiciones de salubridad e higiene que les rodeaban, y se les busca otro lugar apropiado para ellos en el interior de la bahía, en la dársena de Maliaño. En 1948 estaba terminado el muelle Norte, la escalera, rampa y lonja de contratación. En 1953 se terminó la rampa-varadero y las escaleras y rampas para el servicio del poblado y de los muelles de atraque. Así se daba acogida a todo un sector que necesitaba de mejores condiciones en los atraques y de amplias zonas para las labores posteriores a la captura, además de dar un alojamiento digno a la población pesquera en sus inmediaciones, iniciándose la construcción del poblado en 1942, antes incluso que el propio puerto.
A partir de 1948 se abre la posibilidad de depositar el producto de los dragados en el interior de la bahía, con la intención de rellenar algunas marismas. Ese mismo año ya se están rellenando las que servirían de base para el aeropuerto y las colindantes con la futura factoría de Campsa. Desde el punto de vista de expansión del propio puerto cabe destacar la decisión tomada de rellenar las marismas que en el futuro habría de sostener el complejo portuario de Raos.
La expansión urbana (1958-1985)
Después de un notable desarrollo de la industria que se evidencia más en el empleo que en la riqueza generada, a finales de los 70′ de produce una crisis del sector con un decrecimiento del beneficio industrial y una reducción del empleo. Serán entonces los servicios los que vendrán a ocupar el espacio económico y social abandonado por la actividad industrial.
El Plan Comarcal de Santander aprobado un año antes de la Ley del Suelo de 1956, ha sido el soporte legal básico del desarrollo espacial de la capital hasta 1987. En líneas generales, los objetivos del Plan Comarcal se dirigen hacia la definitiva distribución de usos o funciones específicas, residenciales, industriales o de servicios, en zonas del territorio diferenciadas, así como la segregación de la población en el mismo, a partir de criterios de índole social y económica.
Los usos residenciales, concentrados en torno al núcleo urbano y sus embrionarias expansiones hacia el Este y el Oeste, se dividen según las tres categorías de población que contemplan, y en función de ella se adjudican los espacios de mayor calidad ecológica y ambiental a los grupos de población acomodada, el Sardinero, Menéndez Pelayo, mientras que las localizaciones menos confortables como la ladera Norte de General Dávila o la vertiente Sur de la calle Alta se destinan a las categorías media y modesta. Salvo una indicación elemental de las tipologías edificatorias correspondientes a las categorías anteriores, manzanas aisladas o edificaciones aisladas, la definición de las condiciones de desarrollo del crecimiento del espacio urbano de Santander en un futuro es escasa.
La capital de Cantabria experimenta un crecimiento residencial sin precedentes, una expansión escasamente controlada, dirigida principalmente por los promotores, constructores y propietarios del suelo.
En los años 60′ Santander experimenta un periodo de fuerte crecimiento en la periferia e importantes transformaciones urbanas en las áreas consolidadas, que afectan primordialmente al centro urbano y a El Sardinero. El perfil urbano se transforma de forma significativa con el desarrollo de los edificios en alturas en un proceso acentuado en ocasiones por la orografía de la zona en la que se levantan. Antiguas construcciones de viviendas de vecinos o bien antiguas villas y palacetes son sustituidas por las nuevas construcciones rompiendo de manera evidente la fisonomía primitiva.
El boom inmobiliario en Santander se ha localizado en la década de los 60′ y principios de los 70′. Es el periodo en que se crea la residencia para la población asalariada de nivel medio y modesto, alojamiento masivo de baja calidad. En etapas posteriores el crecimiento se ralentiza y se elevan los estándares cualitativos de la vivienda. La expansión es fundamentalmente periférica a partir de los bordes de la ciudad existente a finales de los años 50′. De todas formas, son algunos sectores los que han soportado una mayor presión residencial, como la ladera Norte de General Dávila y el corredor de las calles de Castilla y Marqués de la Hermida que han aglutinado casi un tercio de la vivienda promovida en este periodo, con además altas densidades de vivienda. Les siguen en importancia los entornos de las calles Alta-Vargas, San Fernando- Camilo Alonso Vega y el polígono de Cazoña, con algo más de un 7%, sin olvidar el Sardinero, en cuyo espacio se han localizado, bien sobre terrenos libres, bien sobre el tejido residencial precedente, un 6.1% de dicha vivienda, aunque en este caso la densidad residencial siga siendo baja.

PP Polígono Menénez Pelayo – nov 1961

PP de Cazoña – INV. redactado por Domingo Lastra Santos. mayo 1963. Modificado Angel Hernández Morales nov 1980

PP El Sardinero. Jaime Carceller y Luis Lafuente. abril 1971
El puerto construye los muelles de Maliaño en sus tramos 8, 10 y 11, del muelle de la margen Norte y la estación marítima y terminal de transbordadores. Santander posee al fin una línea de atraque prácticamente ininterrumpida a lo largo de toda la zona de servicio. En 1976 comienza la construcción de los primeros muelles en las marismas de Raos. La creciente presión urbana sobre las instalaciones portuarias colindantes y permeables con la ciudad empieza a presentar un problema para su operatividad.
Santander a finales del siglo XX
En los últimos años, Santander parece sujeta a los flujos de una economía terciaria insuficientemente desarrollada que se alimenta a si misma. El movimiento de trasvase e instalación de la población es centrífugo en ámbitos colindantes al municipio. Este proceso ha corrido paralelo a la creación de infraestructuras de transporte, a la localización de equipamientos, esencialmente grandes superficies comerciales y de ocio, y a la reinstalación o nueva creación de establecimientos fabriles en estos ámbitos.
A finales del pasado siglo se dibuja una nueva estructura de funciones y relaciones con el territorio. Se produce la colmatación y extensión del área de Valdenoja, una de las más recientes expansiones de la ciudad hacia el Noroeste, en las proximidades del Sardinero. En el extremo opuesto, física y socialmente, encontramos el espacio destinado a albergar a los grupos sociales de economía más débil. La urbanización y la construcción de los primeros conjuntos residenciales en el Cierro del Alisal, continuación al Noroeste del polígono de Cazoña, constituye en el presente, el más significativo episodio de creación de tejido urbano en Santander.
La ciudad de Santander es una ciudad en la que la naturaleza aún está por encima del hormigón de las construcciones. Incluso después de los años de máxima expansión urbana, El Sardinero, por ejemplo, se ha transformado de lugar de residencia de verano en ciudad residencial permanente y los antiguos espacios verdes de Miranda, Los Castros, La Pereda y Valdenoja se han convertido en zonas residenciales que enmarcan las playas y en parten dominan el paisaje, pero sin ensombrecer su fuerza y su belleza.
Existe, desde los 80′, una política ambiciosa de intervenciones urbanas que a través de grandes proyectos de urbanización, de construcción o de expropiaciones, ha dotado a la ciudad de un conjunto de espacios públicos notable. La remodelación de numerosas plazas, como la de Italia, de México, del Pombo, del Ayuntamiento, de Numancia, de las Alamedas Primera y Segunda, han revalorizado el espacio interior urbano con el añadido de que en buena parte de ellas se han realizado concesiones administrativas para construir aparcamientos subterráneos. También se han incorporado al patrimonio y uso público grandes parque y jardines de propiedad privada, como La Magdalena, Mataleñas-Valdenoja, Altamira, La Marga o Dr. Morales. En este periodo de ha procedido a ejecutar una serie de obras emblemáticas, como el Palacio de Festivales, el nuevo Estadio de El Sardinero, la Estación de Autobuses, la reforma del Palacio de la Magdalena y la construcción de nuevos edificios para la Universidad de Cantabria.
El desarrollo de la ciudad en los últimos años se efectúa con modelos de consumo masivo de alojamiento, motivados por una demanda creciente, en parte especulativa que se sirve del mercado de la vivienda como alternativa de inversión, y en parte como forma de obtener una residencia secundaria motivada por nuevos hábitos sociales.
De cara al futuro se define una nueva ciudad, cuyo desarrollo superficial ha de estar guiado por los principios de racionalidad, de sostenibilidad y crecimiento armónico, con niveles elevados de calidad que favorezca la calidad de vida de los residentes en el municipio de Santander.
El Plan General de 1997 se elaboró con un horizonte de 8 años, tal y como se marcaba legalmente, de modo que en el año 2005 el municipio debería poseer una figura de ordenación actualizada.
El Plan vigente sigue “en funcionamiento” y la actividad urbanística de la ciudad ha continuado a buen ritmo hasta 2008, momento a partir del cual, la escasez de suelo y el cambio de las circunstancias económicas globales, han frenado la actividad inmobiliaria en Santander, al igual que en el resto del país.
Sin embargo, en el momento que repunte esta actividad es necesario tener un planeamiento adaptado, no sólo por la escasez de suelo disponible en el Plan General vigente, sino por las posibilidades de recualificación dotacional que los nuevos criterios de ordenación ofrecen de acuerdo con el actual marco normativo.
A esta cuestión debe añadirse que la gestión del Plan General vigente ha puesto en evidencia la necesidad de reenfocar la solución de problemas, algunos antiguos y otros más recientes, que deberán enmarcarse en el sistema de gestión urbanística propiciado por la legislación vigente y de acuerdo con los requerimientos actuales.
La Ley de Cantabria 2/2001, de 25 de junio, de Ordenación Territorial y Régimen Urbanístico del Suelo de Cantabria, estableció pautas específicas para la redacción de los Planes Generales de Ordenación Urbana, incorporando peculiaridades y matices que afectan a la resolución de los problemas urbanísticos.De este modo, el Plan debe actualizar su sustento legal y ajustarse a las restricciones y oportunidades que ofrece la nueva Ley del Suelo, la cual en su Disposición Transitoria primera, apartado 3, fija un plazo de 4 años para la adaptación de los Planes Generales a las determinaciones de la Ley, plazo que finaliza en el año 2005 y exige prever con anticipación el proceso de revisión del Plan General de Santander, dada la complejidad y requisitos que demandan los trabajos y tramitación correspondientes.
La aprobación de la Ley de Cantabria 2/2004, de 27 de septiembre, del Plan de Ordenación del Litoral, también conlleva una adaptación del planeamiento municipal a sus determinaciones. De este modo, en su Disposición Transitoria segunda, apartado primero, se establece un plazo de 1 año para el comienzo de adaptación del planeamiento, es decir, nuevamente, en el 2005.
La aprobación de la Ley 8/2007 de Suelo (en su versión refundida, Real Decreto Legislativo 2/2008, de 20 de junio, por el que se aprueba el Texto Refundido de la Ley de Suelo) y de la adaptación de la legislación autonómica a la misma, mediante la Ley 7/2007 de 27 de Diciembre de medidas fiscales y de contenido financiero, introduce algunas novedades en cuanto al planeamiento general se refiere, y a las que se dará cumplimiento en La Revisión del PGOU-Santander 2005.
Finalmente, y con independencia de las exigencias legales de revisión, la puesta en marcha de nuevas infraestructuras de comunicaciones, como son los nuevos accesos a la meseta a través de autopista y la posible llegada del tren de alta velocidad a Santander desde Madrid, pueden modificar el escenario de partida a corto y medio plazo con nuevas demandas para la ciudad de Santander, en lo que se refiere a su relación con el resto de Cantabria y a su reestructuración interna.

Estructura General del Territorio- PGOU 2002 SANTANDER
Como respuesta inmediata a las consecuencias que trajo consigo el incendio de 1941 surge la redacción del Plan Comarcal de 1954. Supuso soluciones muy diversas para la situación de la ciudad. Esta, que se recuperaba del incendio, estaba creciendo a impulsos de esa recuperación y necesitaba un planeamiento que mirara no sólo por el espacio de la ciudad hacia la bahía, sino por todo el entorno incluyendo zonas como el Sardinero.
El Plan Comarcal fue bastante genérico en sus concepciones de diseño pero muy preciso en las condiciones de intensidad de edificación de cada ámbito. Utilizó la idea de manzana para toda la parte en contacto con el núcleo principal y así se continuó con esa lógica en las reformas interiores necesarias todavía para recuperar el deterioro producido. Pero, junto a este fenómeno, apareció el uso del bloque aislado como garante de la vida higiénica en una ciudad de resonancias culturales, en que el Plan, aunque no lo definiera gráficamente, apostaba por él.
Como en la mayoría de las ciudades españolas de esta categoría, Santander se movía, en el campo del diseño urbano y al principio de esta época (1954–1984), entre experiencias tradicionales y experimentos modernos. Ahora bien, la materialización del uso de la edificación abierta tuvo lugar ya en los años 60′ y, por tanto, el bloque paralelo, igualitario y repetido se vio superado por experiencias y búsquedas de nuevas tipologías y espacios que se habían producido en esos años, especialmente el tratamiento del edificio residencial aislado como bloque escultórico.
Por tanto, hay 3 manifestaciones urbanas en este período: por un lado, las reformas interiores que continúan la lógica de ensanche, por otro la aparición del bloque abierto en configuración fundamentalmente paralela y, por último, el empleo del bloque aislado o escultórico que atiende sobre todo a expresar la tipología interior de las viviendas.

Area afectada por el incendio en 1941 – SANTANDER
La reconstrucción después del incendio.
En cuanto a la zona afectada propiamente dicha, la nueva ordenación, que adoptó la figura de un Plan de Reforma Interior escrito en 1941, se basó en una serie de principios fundamentales que pretendían mejorar la articulación y movimiento de toda la ciudad. El primero de ellos fue la mejora del sistema viario mediante un nuevo trazado para el tranvía que superaba las disfuncionalidades derivadas de las calles estrechas e irregularmente distribuidas del casco histórico. Para ello se aceptó un proyecto que seguía las directrices del modelo del ensanche, con una trama octogonal compuesta por calles amplias en las zonas de mayor confluencia de tráfico. Como ejemplo de esto último se podría citar el ensanchamiento de la antigua calle de “Atarazanas”, la cual más tarde pasó a llamarse “Avenida de Calvo Sotelo”.
El segundo criterio trata el aspecto comercial que se le quería otorgar al área de actuación. Además, se debía tener en cuenta que la zona incendiada se caracterizaba por constituir el área en donde estaban emplazados la mayor parte de los establecimientos comerciales de aquel entonces. En la nueva ordenación, las calles que se planteaban de carácter más comercial son “San Francisco”, “Avenida Calvo Sotelo” y “Juan de Herrera”. Por otra parte, se vio imprescindible crear un espacio que acogiera una plaza principal como nuevo centro representativo de la ciudad: la Plaza Porticada, sede hoy en día de algunos edificios oficiales.
Asimismo, la reconstrucción quiso revalorizar los edificios religiosos que ya existían en la zona, como la Catedral de Santander, la cual requirió una reconstrucción debido a los daños derivados del incendio; y de la misma forma se trató el caso la iglesia de la Anunciación, junto a la cual se construyó una plaza del mismo nombre.
Finalmente, la reconstrucción trajo consigo un fenómeno que cambió notablemente el funcionamiento de la ciudad: el desplazamiento de la población de clases bajas asentadas en las viejas casas del centro hacia la periferia, lo que originó el consiguiente crecimiento de la ciudad en sus márgenes. En principio, la vivienda obrera se situó en puntos aislados del casco urbano, generalmente distantes del centro. En estos casos, la gestión para la edificación partía de organismos estatales municipales que construyeron casas baratas de tipo casi o totalmente suburbial (200 «casucas» de Canda Landáburu en La Albericia, viviendas en el barrio de Campogiro en Peñacastillo y bloques de viviendas subvencionadas por la Obra Sindical del Hogar, en general de baja calidad, como son el Grupo Pero Niño (único barrio para clases modestas que se levanta en el espacio siniestrado), y en el extrarradio, los grupos de los Santos Mártires (162 viviendas), José María de Pereda, Pedro Velarde y el Barrio Pesquero. La situación tan alejada del Sardinero, la expansión que se acaba de citar y la conciencia de la bahía como un todo condujeron a la primera reflexión global con la figura (no empleada en ciudades de estas dimensiones) del Plan Comarcal (1954).
El Plan Comarcal de Ordenación Urbana de 1954.
Los autores del Plan Comarcal de Santander fueron Ángel Hernández Morales y Domingo Lastra Santos4. El Plan, aprobado en 1954 – y por ello no adaptado a la Ley del Suelo de 1956 – fue el soporte legal básico del desarrollo espacial de la capital hasta 1987. Se trataba de un documento que ratificaba las determinaciones del precedente Plan de Reforma Interior, sancionando las transformaciones materiales y sociales que aquéllas ocasionaron en la ciudad siniestrada. En líneas generales, los objetivos del Plan Comarcal se dirigían hacia la definitiva distribución de usos o funciones específicas (residenciales, industriales y de servicios) en zonas del territorio diferenciadas, así como a la segregación de la población en el mismo a partir de criterios de índole social y económica.
Los usos residenciales, concentrados en torno al núcleo urbano y sus embrionarias expansiones hacia el este y el oeste se dividían según las tres categorías de población que contemplaban, y en función de ellas se adjudican los espacios de mayor calidad ecológica y ambiental a los grupos de población «acomodados» (Sardinero, Menéndez Pelayo), mientras que las localizaciones menos confortables (ladera norte de General Dávila, vertiente sur de la calle Alta) se destinan a las categorías «media» y «modesta». Salvo una indicación elemental de las tipologías edificatorias correspondientes a las anteriores categorías (manzanas cerradas, edificaciones aisladas), es escasa la definición que el Plan Comarcal hizo de las condiciones en que habría de desarrollarse el crecimiento futuro del espacio urbano de Santander. Se fió este crecimiento en una planificación parcial posterior, más detallada, que no se elaboró, salvo los casos del Plan Parcial Polígono de Cazoña (1963) y del Plan Parcial Sardinero (1974).
Fuera por la necesidad de recomposición interna de la ciudad sacudida por el incendio, o por la continuidad de los denominados planes de Reforma Interior de comienzos del siglo XX, que llegaron hasta muy tarde, aparecen en Santander unos pocos, pero interesantes, Planes de reforma que seguían el estilo característico de crecimiento urbano mediante la forma de “ensanche”.
Dichos Planes afectaban sobre todo a zonas con problemas de tipo social. El diseño, evidentemente, no tiene nada que ver con los planes de reforma de los años 80, sino que están claramente emparentados con el modo de proponer esas reformas a finales del XIX y principios del XX, es decir, los Planes estaban sobre todo en función de las conexiones viarias que se pretendían, mediante el ensanchamiento de algunas calles y el derribo de numerosos edificios para obtener continuidad viaria. Falta, sobre todo, un esfuerzo por conseguir espacios libres peatonales o zonas de equipamientos.
Santander quizá sea la única capital de provincia española que posea unas propuestas con influencias evidentes del urbanismo que se estaba realizando por los 70′ y 80′ en los países nórdicos. Durante la década de los años 70′, parece que la ciudad sólo se dedicó a la materialización de la abundancia de planes que se habían forjado en la década anterior. En ello pensamos que influiría no poco la ralentización económica y la crisis de aquellos años.
Pero en los 80′ se observa una reactivación –común en otras muchas ciudades- que comienza sobre todo por el planteamiento de viviendas en consonancia con la vocación turística de Santander y en baja densidad. Aunque la mayoría de las propuestas no se llevaron a cabo tal y como fueron planeadas, son de gran interés por su novedad en la península; son obra en su mayor parte de TECNURBAN. Más adelante se analizan el Plan Parcial Cierro del Alisal y el Plan Parcial de Ordenación Cueto de Valdenoja (sector 1).
Sin embargo, antes interesa dejar constancia del Plan General que se revisó en 1984 por UIASA, donde su director –Javier de Mesones- trabajaba también con TECNURBAN
Plan General de Ordenación Urbana de 1984.
La Revisión del Plan supuso centrarse exclusivamente en la ordenación del territorio municipal, a diferencia del Plan Comarcal. El interés estaba avalado por la reacción de esos años ante los planes tan indefinidos formalmente que se venían realizando y que estaban en proporción directa al espacio abarcado por ellos. En Santander se previeron las infraestructuras de comunicación, teniendo en cuenta la próxima autovía, su entrada básica (por la vaguada) y sus entradas complementarias ya existentes. En esa zona se había desarrollado desordenadamente edificación aislada. Esto significaba, principalmente, apostar por una expansión en la zona norte, de manera que se lograse definir la terminación de la ciudad en esa parte. Por lo tanto, los nuevos suelos se previeron especialmente en esa área.
Sin embargo, el Plan también fue sensible a la recomposición del interior de la ciudad. Dejando aparte las zonas consolidadas, que remitían a ordenanzas generales, se definieron nada menos que 15 Planes Especiales. 5 de ellos eran de protección estricta de tipo paisajista; 7 de reforma, coincidentes con áreas degradadas u obsoletas por su uso; y 3 de ellos de protección y reforma interior (PERIs).
Se pormenorizaba especialmente las zonas más consolidadas, mediante la definición de viales y manzanas.
Plan General de Ordenación Urbana de 1997 (Bernardo Ynzenga).
Además de la crisis económica del período, el cambio de mentalidad no había cuajado en la ciudad y, sobre todo, eran soluciones demasiado ajenas a la idiosincrasia del lugar. Por eso, en Santander, los ecos del cambio de paradigma urbano que supuso la década de los años 70′ llegaron muy tardíos en cuanto al cambio de postura en el planeamiento. Se puede afirmar que los primeros planes influidos por la nueva mentalidad aparecen en la década de los años noventa, junto a las consecuencias que trajo la Revisión del Plan General (comenzado en 1992). De este modo, el Plan general de Bernardo Ynzenga supuso la puesta en marcha de un planeamiento definitivo y adecuado a la ciudad de Santander.
A partir del Plan General de Ordenación Urbana de 1997 se desarrollaron Planes Especiales de Reforma Interior (PERIs) siguiendo los patrones del diseño urbano que perduran hasta la actualidad y que son más acordes con el urbanismo español. Por un lado se buscaba la recomposición interior ya sea destacando el valor del Patrimonio Histórico, como el Plan Especial de Reforma Interior del Río de la Pila, o el valor del Patrimonio Natural, como el Plan Especial Frente Marítimo. Por otro lado se buscaba la recuperación de las tipologías tradicionales en los nuevos desarrollos, como el Plan Parcial de Ordenación Cierro del Alisal II (Proyecto modificado) y el Plan Parcial Sector 4 – Cruce Primero de Mayo. Aunque hubo más Planes que ejemplifican esa recuperación de las tipologías tradicionales, se analizarán los anteriormente mencionados por su peculiaridad, por el cambio de mentalidad de Javier de Mesones en el plan del Cierro del Alisal y por la recuperación de la manzana en el Plan del cruce Primero de Mayo.
El PGOU-1997 concentra sus proyectos en el crecimiento periférico a través de la ampliación del suelo urbano y de la clasificación de nuevos sectores de suelo urbanizable en torno a los núcleos rurales de Cueto, Monte, San Román y Peñacastillo, contribuyendo a crear un gran eje de crecimiento urbano al norte del municipio y completando lo propuesto en el Plan General anterior. Además de ampliar la superficie susceptible de ser urbanizada, el Plan considera como suelo rústico sin protección una importante proporción de la superficie de los núcleos rurales, lo cual implica futuras estrategias de reclasificación como suelo urbanizable, que aparecen claramente propuestas en el Avance del Plan General de 2007, en el que se puede constatar que al norte de la autovía se va a consolidar una gran área urbana separada del resto de la ciudad por el Parque de la Vaguada de las Llamas, mientras que el suelo rústico del municipio va quedando cada vez más reducido a una estrecha franja litoral.

PGOU-1997 SANTANDER
Se sigue sin dar solución a la importante necesidad de desarrollar planes de conservación o rehabilitación, ya que en el período de vigencia del PGOU-1997 tan sólo se ha aprobado el Plan Especial del Río de la Pila. La acción urbanística entre 1955 y 2007 se ha centrado en la expansión urbana a través del desarrollo de los diferentes planes parciales y en la ejecución de proyectos de urbanización. Sólo ha habido algunas remodelaciones de los espacios públicos centrales y la creación de parques o equipamientos. Por el Sur y a diferencia del plan anterior, propone una alternativa viaria rápida que deja un suelo de posible aprovechamiento, que será motivo de planes parciales inmediatos.
Plan Especial Frente Marítimo. Autor: Bernardo Ynzenga Acha. Declaración Conjunto Histórico: 1985, redacción: 1994, aprobación: 1995.
El frente marítimo de Santander ha tenido siempre una consideración especial por su significado: es la única ciudad del Norte de España que su paseo al mar tiene orientación Sur. Este hecho le ha conferido una representatividad que puede leerse en sus fachadas y en todo su recorrido. Por ello, el Plan Especial hace hincapié en la protección del patrimonio urbano y arquitectónico existente y en la rehabilitación de edificios y elementos deteriorados. Estudia pormenorizadamente las características históricas, compositivas, arquitectónicas, constructivas, dimensionales, ornamentales y figurativas de cada fachada, edificio y manzana. Posteriormente clasifica sus elementos en 3 niveles: característicos, integrados o inadecuados. Establece asimismo el tipo de actuaciones, obras y transformaciones permitidas en cada caso. Finalmente, se ocupa del espacio público, sugiriendo un tratamiento para el Paseo.
En el Informe “Análisis Urbanístico de Barrios Vulnerables 1996. Catálogo de Áreas Vulnerables Españolas”. Ministerio de Fomento‐Instituto Juan de Herrera. Escuela Técnica Superior de Arquitectura, Universidad Politécnica de Madrid.‐ HERNÁNDEZ AJA, AGUSTÍN (director) (1996), se identifican en 2001 como barrios vulnerables

Sector PINTORES MONTAÑESES
1.‐ Pintores Montañeses. El barrio se construye mayoritariamente entre finales de los años setenta y a principios de los 80′. Se desarrolla en distintas fases, la primera se corresponde con una promoción de vivienda pública terminada en el año 1976, es la parte más al norte del barrio; sin embargo la zona más al sur construido sobre una ladera, se edificó unos años después, entre 1978 y 1984, a cargo del Instituto Nacional de Edificación.
El barrio se ubica al oeste de la ciudad, conformando una pieza de proporciones alargadas que se organiza en torno al eje que forma la calle Jose María de Cossío. Al norte de este eje se sitúa el grupo de viviendas que da nombre al barrio de Pintores Montañeses; una promoción de vivienda pública de bloques lineales que conforman manzanas abiertas con zonas verdes intermedias. Los edificios no superan las 4 plantas y generalmente cuentan con un pequeño sótano que sirve de trastero. Son viviendas de 70 m2 con doble orientación norte‐sur.
Al sur de la calle Jose María de Cossío, el terreno asciende por una ladera que llega hasta el límite con la Avenida de Cardenal Herrera Oria. En esta zona, más conocida como Cazoña, se distinguen 2 tipologías edificatorias, que se entiende que varían según la década en que fueron construidos. Por un lado existe una pequeña promoción del año 1983 de 7 bloques de vivienda en el entorno de la calle María Blanchard; son bloques lineales de no más de 5 plantas con viviendas pasantes que rondan los 80 m2. Por otro lado encontramos bloques residenciales con tipología de torre, que pueden llegar hasta las 16 plantas de altura; en este caso las viviendas superan los 90 m2. En estas promociones se libera espacio de la parcela como zona verde privada pero de uso público. La edificación cede una buena parte de la superficie edificable para zonas verdesy espacios libres que permiten recorrer el interior del barrio a pie. Es un barrio muy residencial donde apenas existe comercio de proximidad.
además de
1.‐ BARRIO DE PESCADORES. Rodeando el puerto pesquero, fue construido por el Instituto Social de La Marina, la Obra Sindical del Hogar y el Gremio de Pescadores en los años 40′, para realojar a los pescadores de Puerto Chico después de producirse el incendio de 1941. En aquellos momentos, la zona de Ensanche de Maliaño aparecía casi vacía y la edificación existente eran mayoritariamente fábricas. Hoy el barrio queda rodeado por las instalaciones portuarias y la playa de líneas ferroviarias. Según los indicadores estudiados se observa que el índice de paro casi llega al 20% además la sección 009 presenta un 31% de personas sin estudios. El poblado pesquero constituye, en última instancia, un claro ejemplo de las prácticas habituales de segregación espacial de la población más marginal.
2.‐ LADERA SUR DE GENERAL DÁVILA. Desde la cornisa que forma la Avenida General Dávila hasta el llano que comienza en el eje de la calle del Cardenal Cisneros y calle de Guevara, se encadenan diversos barrios con problemáticas sociales y urbanas parecidas. Estos son: Altamira, Río de la Pila y Prado de San Roque. Su situación en ladera hace que los problemas de accesibilidad en toda esta zona sean importantes, aunque se están realizando diversos proyectos para salvar las fuertes pendientes, de manera que se han instalado escaleras mecánicas, y un pequeño funicular, y está prevista la instalación de más sistemas mecanizados. Es un barrio denso de calles estrechas con pocos espacios libres y equipamientos que presentan una alta tasa de desempleo.
3.‐ GRUPO OBISPO PEDRO VELARDE. Se ubica al sur de la Plaza de Cuatro Caminos, por detrás de la Plaza de Toros y sobre la gran barrera que suponen las vías del tren. Es un barrio de vivienda pública de los años 70′ que sirvió para albergar a la población obrera que llegó a la capital buscando trabajo en la pujante industria santanderina. Es un barrio con edificación en bloque lineal abierto con alturas que van desde las 3 hasta las 7 plantas con un amplio porcentaje de población envejecida donde la calidad del espacio público y la edificación es mala.
4.‐ CUETO‐MONTE. Son 2 pedanías situadas en la cara norte de la cornisa que forma la Avenida de la Constitución. Son el límite entre el medio urbano y el medio natural; en origen fueron pequeños núcleos rurales pero poco a poco fueron absorbidos por los desarrollos residenciales cercanos a la playa del Sardinero y al Parque de la Llamas, que han propiciado un fuerte desarrollo de promociones residenciales para clases mediasaltas. Se ha mantenido la población rural autóctona y es por esto que el índice de paro para estas secciones supera el 21%.
5.‐ CABILDO DE ARRIBA. Aunque no se han encontrado indicadores de vulnerabilidad, en el área comprendida entre la calle Alta y las calles Garmendia, Limón, Cuesta del Hospital, se localiza un grupo de edificaciones en muy mal estado de conservación. Se ha redactado un Plan Especial de Reforma Interior para el ámbito, aprobado recientemente. La zona se localiza en el cerro de Somorrostro, lugar donde se ubicó uno de los primeros asentamientos de la ciudad.
Los Grandes Desarrollos Residenciales pendientes de edificar en Santander acumulan 4.028.277 m2 de edificabilidad residencial para 32.379 viviendas, estando pendientes 3.651.710 m2 y 28.714 viviendas. Son sectores como AMPLIACION CERRO DEL ALISAL (170.065 m2 de suelo para una edificabilidad residencial de 148.200 m2 para 1.140 viviendas, iniciándose), SECTOR CRUCE 1 de MAYO (338.667 m2 de suelo para 307.970 m2 de techo para 2.369 viviendas, urbanizado al 100% y pendientes de edificar 1.768 viviendas), SECTOR SUP-1 (349.396 m2 de suelo para 178.602 m2 de techo para 1.588 viviendas, iniciándose), SECTOR SUP-11 (276.570 m2 de suelo para 248.934 m2 de techo para 1.300 viviendas, iniciándose), SECTOR SUP-2 (321.786 m2 de sielo para 181.441 m2 de techo para 1.631 viviendas, sin empezar), o SECTOR SUP-4 (912.017 m2 de suelo para 555.937 m2 de techo para 2.502 viviendas, sin empezar).
El Area Metropolitana de Santander reúne bastante más de un tercio de la residencia secundaria regional. Y este hecho debería tenerse muy presente por varios factores. Se trata, indiscutiblemente, de un motor de urbanización; un motor que, además, contribuye al elevado precio de la vivienda. Tiende, igualmente, a situarse en localizaciones próximas al litoral, presionando sobre éste. Demanda y consume servicios e infraestructuras que han de costear, en buena medida, los municipios, repercutiendo los costes en la población permanente. Sus tipologías son variadas, como lo es la demanda o clientela, pero en los tiempos más recientes la preferencia por la unifamiliar sigue una tónica generalizada.
Si el planeamiento y la ordenación del territorio tienen en cuenta la especificidad de las funciones productivas (industria, servicios) y las del transporte, deberían también considerar las características intrínsecas de la residencia que obra como plataforma de las prácticas turísticas en el entorno metropolitano de la bahía de Santander.
A pesar de su carácter local, las propuestas de planeamiento han configurado un área supramunicipal, como resultado de la urbanización de prácticamente la totalidad de la superficie de Santander y de la difusión del crecimiento en el resto de los municipios. Este último proceso se ha apoyado en la construcción de urbanizaciones de vivienda unifamiliar, que están contribuyendo a crear un modelo territorial disperso, en el que los núcleos de población tradicionales no aparecen definidos con nitidez y en el que destaca la proliferación de áreas residenciales aisladas, que además presionan sobre espacios de gran valor territorial.
Gentrificación y precariedad en un marco incomparable
Frente a la especulación, a una de las cestas de la compra más caras del Estado y al aumento del riesgo de exclusión, los vecinos se organizan para denunciar y plantear alternativas.
Tras una imagen de ciudad turística impecable, de «smartcity» por la que se distribuyen 20.000 sensores, asoma un Santander en el que el alto coste de la vida y la precariedad laboral complican la existencia. No envano es la capital autonómica que lidera el aumento de personas en riesgo de exclusión, que alcanza al 25,3% de la población, casi 150.00o vecinos.
Detrás de los grandes eventos como el Mundial de Vela o los Cursos de Verano de la Universidad Menéndez Pelayo, los y las santanderinas lidian con la falta de empleo estable – 9/10 contratos firmados son temporales- en la 8ª capital con la vivienda de compra más cara y un alquiler en el que se imponen los contratos «turísticos». El agua, gestionada por Aqualia (FCC), colocó a Santander en 2012 como la 2ª ciudad con la mayor subida de este servicio (15,5%) . Y en 2010, la cesta de la compra en la capital cántabra fue declarada por el Observatorio de Precios del Comercio como la 6ª más cara de España.
Barrios gentrificados.
«El barrio se ha ido dejando para que se caiga solo y acabe siendo un pelotazo urbanístico». En este enclave del centro, donde un derrumbe se cobró la vida de 3 personas en 2007, hace años que las empresas compran vivienda «a precio ridículo» mientras los planes de rehabilitación van pasando. ElPP, en el Consistorio desde 1987, dice que la ciudad «se reinventa», pero la conocida afición del alcalde De la Serna por las infografías no logra ocultar la gentrificación.
Miguel Ángel Hoyos, de la Plataforma Salvemos Prado San Roque, señala que por su barrio no pasan los barrenderos, ni hay recogida de basuras ni se cuidan los jardines, mientras el Plan de Ordenación Urbana infografía de por medio, amenaza con expropiaciones.
Hoyos lo considera «un deterior a programado». En el barrio de Tetuán, en 2008, un incendio arrasó 3 edificios humildes situados en una zona ocupada por clase media alta. El fuego fue atendido con ineficacia.
Hoy el Ayuntamiento se enfrenta a una multa por aquello, pero las casas tuvieron que ser derruidas porque se negó la licencia de rehabilitación. Por todo ello, van surgiendo plataformas vecinales que buscan sinergias, algo que el alcalde tilda de «plataformitis».
El icono de este movimiento es Amparo Pérez, que a sus 86 años luchó con la PAH contrala expropiación de su casa para construir un vial, hasta que con el derrumbe de la vivienda se le fue la vida.
Más allá del turismo, objetivo de aclarado del Ayuntamiento, Santander está viva, y en torno a centros socioculturales como La Vorágine, La Libre o Eureka revolotean grupos de consumo, redes de intercambio, una amplia diversidad de colectivos.. . iniciativas que ensayan la ciudad que no aparece en las infografías.
Cercanías. Una radiografía diferente de nuestras ciudades. La Marea-Diagonal 2016

2014 Propuesta frente marítimo -ARUP
«La reordenación del frente marítimo representa la oportunidad de crecer, de progresar, de expandir el espacio de uso público, generar actividad económica (. ..) reinventarse como ciudad y la ocasión perfecta para aumentar la calidad de vida de nuestros vecinos» (Alcalde de Santander)
La reconversión integral de 60 ha del Frente Portuario de Santander busca convertir a este puerto en el principal actor de la vida urbana y en el símbolo de la transformación que la ciudad proyecta a nivel internacional. La propuesta equilibra las actividades portuarias y pesqueras con otras más compatibles con el disfrute de la bahía, como espacios para la cultura, el ocio, el comercio y la naútica deportiva. El Plan consensuado entre 5 administraciones públicas concurrentes ya ha atraído la celebración del campeonato del mundo ISAF-2014 y lac construcción del Centro Botín de Arte y Cultura.
Hoy, 75 años después, movimientos sociales y asociaciones de arquitectos denuncian que el modelo nacido tras el incendio sigue vigente. El proceso especulativo sigue abierto, quizá, porque nada sustancial ha cambiado. Así, el Plan General de Ordenación Urbana vigente prevé unas 90 actuaciones que supondrán la salida de poblaciones tradicionales hacia la periferia y la «recuperación» de ciertos barrios para las clases medias altas. Ya no es el fuego purificador sino el desarrollismo arrollador el que da forma a la ciudad del siglo XXI.
La reconstrucción dejó la Santander que hoy conocemos y, fundamentalmente, como explica Ramón Rodríguez Llera en La Reconstrucción urbana de Santander, 1941-1950 (Centro de Estudios Montañeses, 1980), supuso la gentrificación del centro de la ciudad [el proceso urbano por el que la población más humilde de un barrio es sustituida por una de mayor poder adquisitivo] y aceleró la especulación burguesa. Los proyectos para la ciudad no solucionaron el grave déficit de vivienda media y barata y «la iniciativa privada se quedó con lo mejor del casco urbano y lo plagó de vivienda burguesa (alternada con la oficial y religiosa) de escasa demanda, pero con mejores perspectivas de acumulación capitalista».
El incendio dejó sin vivienda a un 8% de la población pero supuso la reingeniería urbana de una buena parte de la ciudad y, quizá, la primera gran burbuja inmobiliaria del siglo XX en España, si olvidamos el ensanche de la misma ciudad de Santander a finales del siglo XVIII o la especulación inmobiliaria del siglo XIX.
Santander, la ciudad en la que un incendio dio mayor gloria al franquismo (y a los especuladores)
Hoy Santander tiene una población de 173.957 habitantes y un parque residencial de 92.204 viviendas, de las cuales 3.092 son unifamiliares (el 3,35%). Datan de los 60′ aún 21.362 viviendas (el 23%), de los 70′ son 25.314 viviendas (el 27%), de los 80′ son 14.584 viviendas (el 16%), de los 90′ son 9.203 viviendas (el 10%) y de la década prodigiosa 2000-2009 son 9.517 viviendas (el 10%).
Cada mercado es local.
Cada municipio tiene su singularidad.
Cada municipio se retrata en su parque residencial.
…seguiremos analizando en próximas entregas los 250 municipios mayores de España