Estos gráficos representan el Parque Residencial de LLEIDA.
Son los Bienes Inmuebles, de uso VIVIENDA, matriculados a 1.1.2015, clasificados por tamaño y fecha de inscripción.
Cada barra horizontal representa una década, la inferior es la más reciente (2010-2014), y la superior la más antigua (<1900).
Cada color es un tamaño, del más cálido (<60 m2) al más frío (>180 m2).
La barra inferior (DELVI) representa el cálculo hecho desde Otropunto de la Demanda Latente de Vivienda (la demanda latente se configura por las personas que no tienen vivienda y que por su perfil sociológico (edad) y socioeconómico (no están en desempleo) son potenciales compradores). Es una estimación del número máximo de vivienda que constituye la demanda encubierta de una zona y se basa en las personas con el perfil de los actuales compradores de vivienda pero que todavía no han constituido un hogar.
Son datos fríos, sin cocinar.
Información para la toma de decisiones.
Información para el conocimiento.
Lleida es un municipio de 212,3 km2 y una ciudad española, capital de la provincia homónima, situada en la comunidad autónoma de Cataluña, capital de la comarca del Segriá y la principal ciudad del ámbito territorial de Ponent-Tierras de Lleida. Su término municipal, se extiende en dirección NW-SE por Segrià, y abarca desde los límites administrativos con Aragón en el núcleo de Zumos hasta el límite con la comarca del Pla d’Urgell. Es el municipio más extenso de la comarca, ocupando un 15% de la superficie del Segrià. Aparte de la ciudad central, el municipio cuenta con las entidades descentralizadas de Zumos y Raimat, y los núcleos de población de Llívia, las Torres de Sanui y la Caparrella. Limita con Alcarràs, Almacelles, Alpicat, Albatàrrec, Artesa de Lleida, Alcoletge, Els Alamús, Corbins, Gimenells, Torrefarrera y Torre-Serona.
Las partes más bajas del término municipal corresponden al valle del Segre, a 140 m de altitud. Alrededor del mismo se encuentra la línea de colinas que enmarcan la llanura baja aluvial. Estos cerros son puntos relativamente inhóspitos para la vegetación y las actividades agrarias, pero se han convertido estratégicos para la implantación humana, como el cerro de la Seu Vella (199 m), el de Gardeny, la Caparrella, Alcoletge, los Mangraners, las Bòvila. La parte oriental del término pertenece a la llanura urgellenca, irrigada y transformada con los regadíos del canal de Urgell, con el Tossal de Moradillo (243 m) como única elevación destacable, mientras que en la parte más suroriental se encuentra secano por excelencia del término que toma la configuración en hondonadas y mesetas característica de los perfiles garriguenses. En perpendicular a los cerros situados a pie de río se encuentra la Sierra Larga (220 m), mientras que, en el norte de las Torres de Sanui, se ubica la llanura de la Cerdera, con el Tossal homónimo (334 m de altitud), que es el punto más elevado del término, y el Tossal de las Torres (332 m). Al norte se encuentran las mesetas de Raimat y Zumos, con la línea de colinas de la Sierra del Coscollar que cruzan el término para la parte de Raimat (plano siguiente). El 89% de la superficie municipal es plana y únicamente un 3% del término presenta pendientes superiores al 20% (se concentran en las laderas de los diversos colinas dispersos por el término). El predominio absoluto de los terrenos planos hace que no existen condicionantes geomorfológicos relevantes para la ocupación del suelo.
Lleida es una ciudad que se ha construido alrededor de la colina de la Seu Vella, con el río y el cerro de Gardeny como límites geográficos importantes. Es así en los primeros períodos de crecimiento de la ciudad. Aunque es en el período medieval cuando se hace el primer salto al otro lado del río, actual barrio de Cappont, no es hasta el siglo XX cuando vemos el primer crecimiento más allá del Cerro. A mediados del siglo XIX encontramos ya un ensanche consolidado y se puede ver la formación de los barrios más antiguos, como la Bordeta y Pardinyes, así como alguno de los núcleos agregados, un Zumos ya consolidado y las primeras edificaciones del núcleo de Raimat. Con la delimitación de la ciudad de 1975 vemos que esta sufrió un crecimiento importante entre 1956 y 1975, sobre todo en cuanto la barrio de la Mariola, Secano San Pedro y los Granados y, con respecto al suelo industrial, aparece el polígono de Entrevías y el inicio de lo que terminaría siendo el polígono del Segre. El gran crecimiento de la ciudad lo vemos a partir de 1975. La ciudad ha crecido de una forma más extensiva, uniendo y ampliando los barrios históricos y consolidando los núcleos agregados.
Parece que se puede encontrar población a la actual área de la ciudad de Lleida al menos desde el bronce final, que aparecen restos de poblamiento en el monte del Castillo. Los hallazgos en este lugar documentan una continuidad del poblamiento que lleva a la iberización a partir de los siglos VII y VI a. Los íberos de Lleida inscriben históricamente en la zona protohistórica de la Ilergècia y son conocidos por historiadores y arqueólogos como ilergetes. Tanto los autores clásicos como los diversos hallazgos arqueológicos de monedas permiten identificar este núcleo primitivo de población como Ilerda o Iltirta. En aquella época, su importancia e influencia debieron ser ya considerables, y así se extendió por encima de otros núcleos de población de menor presencia. Se cree que el territorio ilergeta comprendía las tierras que iban desde el Ebro en la sierra de Montsec y desde el Cinca en sierra de la Llena y los contrafuertes de la Alta Segarra. Los íberos de Lleida consiguieron influencia por la importancia estratégica del lugar que ocupaban. Por esta misma importancia estratégica, la ciudad no abandonó nunca el carácter de fortaleza y todas las invasiones, todas las culturas, han dejado su sello sobre las piedras milenarias y en la toponimia ciudadana. Parece que el poblado que precedió a la ciudad iberorromana edificó en lo alto de la Roca Soberana y que ensanchó sucesivamente hasta ocupar todo el plano inmediato. Bajo la dominación romana, la ciudad se expandió hasta la explanada bajo el portal del Sas, apertura artificial practicada en la Roca Media, quizás por ingenieros romanos pero con técnica ibérica. El nombre del portal, mencionando los años inmediatos de la conquista cristiana de Lleida (1149), puede venir del latín saxum, que significa «roca». Sucesivamente, la ciudad llegó hasta el plano de la Roqueta. Parece que el perímetro de dicha ciudad iberorromana tenía la forma de un cuadrilátero irregular, estrecho al N y abierto a poniente y probablemente, como la mayoría de ciudades fortificadas de la época, tenía cuatro portales de acceso. Esta sería la extensión urbana de Lleida en los días que Julio César deshacía el ejército pompeyano en los alrededores del Segre el año 49 aC.
De la ciudad de Lleida, que obtuvo la categoría de municipio en tiempos de Octavio Augusto en el siglo I dC y que acuñaba moneda, poseemos información de fuentes escritas y arqueológicas en la época del Imperio. Ya César (que estableció en Lleida su base militar contra los pompeyanos Afranio y Petreio), a sus Commentariorum belli civilis menciona los muros pétreos que daban un carácter inexpugnable en la ciudad (que parece que son los mismos muros puntiagudos, cortados a golpes de pico de la Roca Superior). Lucano, en el siglo I, a su Pharsalia explica que Lleida alzaba sobre una colina, dominando la llanura abundante y fértil, que sus fundamentos fueron construidos por una mano antigua, y que el Segre estaba atravesado por un puente de piedra con una gran arcada, lo suficientemente fuerte para resistir las riadas de la invernada. Este puente romano sobre el Segre subsistió íntegramente hasta la gran riada del 1329. La existencia del puente que menciona Lucano debía favorecer que la ciudad se expandiera por este sector, mucho más roto y pendiente que el de poniente, que debía ser protegido, ya de muy antiguo, por una prolongación de las murallas, para asegurar la comunicación del puente con el encaramada Ilerda. Estas murallas que descendían hasta el arenal del Segre, por la costa de San Juan y por la de San Andrés, debían favorecer el poblamiento de lo que los leridanos modernos llaman barrio del Canyeret. En 1970, cuando se derribó este antiguo barrio, aparecieron tramos de muros y restos de torrecilla. Borde el arenal del Segre nació el foro o mercado, cerca del puente. Este será el origen de la plaza de San Juan, donde parece que hubo las mejores construcciones en tiempos del Imperio, como un templo en honor de Hércules.
La alta edad media
En cuanto al desarrollo de la ciudad durante el tiempo de dominio visigodo, nada podemos señalar concretamente. Se sabe que el 449 Requiari, rey de los suevos, saqueó la ciudad y se cautivó a todos los vecinos notables, para cobrar un buen rescate. El 546, en Lleida se celebró un concilio, las actas son el único documento que da una cierta luz sobre la ciudad visigótica. Todo hace creer que la ciudad conservó y reforzó las fortificaciones romanas y como, fuera alguna excepción, la dominación germana transcurrió en paz, la ciudad debía crecer por la costa mencionada del Canyeret y junto a las vías que conducían al puente sobre el Segre, originarias de la Carrera Mayor y la Carrera Media, de capital importancia urbana en la historia de Lleida. El historiador É. Lévi-Provençal aporta noticias interesantes de la ciudad sarracena en los días del califato de Córdoba, transcritas de la crónica de al-Himyan’, del siglo IX. Según esta crónica, «Lleida es una ciudad importante de la frontera de Al-Andalus, población antigua, construida en la ribera de un río procedente de la Galia que tiene por nombre Sikar, del que se extraen cantos de oro puro. Lleida, situada en el E de Huesca, fue destruida en gran parte y repoblada; pero Ibn Ismā’īl ibn Musa ibn Lobo ibn Qasi, el año 270 de la Hégira (883 a 884), la rehizo. En la cima hay un castillo inexpugnable contra cualquier ataque y en condiciones de aguantar el asedio más prolongado. Bordea esta ciudadela una catedral-mezquita, de bella arquitectura, que fue edificada en 228 (832). La ciudadela domina una amplia explanada que se llama Maski-Kan. La ciudad de Lleida tiene una huerta muy rica, aunque las tierras de sus alrededores son estériles. Distribuidos por la huerta se ven muchos jardines y árboles frutales en abundancia. Sus pobladores se han especializado en el cultivo del lino, del que hay muchas plantaciones que producen buenas cosechas y de excelente calidad. El lino se exporta a todas las comarcas de las zonas fronterizas». En este relato vemos mencionados los rasgos perennes que siempre han dado carácter a Lleida: un bastión poderoso en la cima de un río fertilizante, con la fama de sus arenales auríferos y una huerta fecunda el plano.
Hay que añadir, además de los obradores donde se trabajaba el lino, los que trabajaban el esparto y el algodón, así como la fabricación de los apreciados cueros cordobeses. La fortaleza descrita por el cronista al-Himyan’, se llamaba entonces la Suda. Durante el dominio sarraceno, en la ciudad de Lleida debían quedar cristianos, que convivieron pacíficamente con los árabes la mayor parte de las veces. A lo largo de los 4 siglos de hegemonía musulmana subsiste el elemento latino, el romanismo, testimoniado en patronímicos de origen anterior a la invasión: Lobo, Fortunyols, Qasi (de Cassius), Gay (de Gaius) etc. Y en vestigios literarios que reflejan la existencia de una lengua románica o romance, el mozárabe, las variantes dialectales de la cual, aunque sometidas a la influencia arábiga, debían parecerse al habla de los cristianos del Urgell y la Segarra. La lengua arábiga sólo sería hablada correctamente por los funcionarios de los emires y por las personas más cultas. En documentos posteriores a la conquista de Lleida encontramos mencionado el Romeo o vicus donde habitaban los cristianos en tierra de moros, mientras que en Lleida los judíos vivían en la Coraza y, una vez recristianitzada la ciudad, veremos los sarracenos recluidos en la Morería. Así, las 2 religiones no afectos al Corán debían permanecer localizadas en la antigua vía general romana. Parece que el principal lugar de vivienda de los cristianos era la zona del Romeu (actual calle de Caballeros, ponente de la Suda). De hecho, por todo lo expuesto, podríamos atribuir el origen del poblamiento del Romeo y de la utilización de la fortaleza árabe de la Coraza (el territorio de la cual iba desde la vertiente de la Roqueta en la actual calle de la Palma, llamado la Asoc los últimos tiempos de la dominación sarracena) al deseo que desde principios debían sentir los árabes conquistadores señalar un lugar propio para los cristianos y los judíos refractarios a la asimilación musulmana. La ciudad de Lleida fue conquistada a los sarracenos por las fuerzas de Ramón Berenguer IV de Barcelona y Ermengol VI de Urgell el 24.10.1149.
Antes, los 2 condes habían acordado que la soberanía directa de la ciudad y de sus términos correspondería al de Barcelona, en lugar de Urgell. En cuanto a la propiedad dominical, el primero recibiría las 2/3 partes de la urbe, mientras que el segundo obtendría 1/3 parte. El obispo de Roda de Ribagorza, Guillem Pere de Ravidats, que había venido a Lleida con los condes de Barcelona y de Urgel, creyéndose sucesor de los antiguos prelados visigóticos, tomó a su cargo la restauración de la Iglesia leridana. El 30 de octubre de ese mismo año se consagró solemnemente al culto católico la mezquita mayor de los sarracenos, y los Condes, de acuerdo con un breve de Urbano II, concedían a la Iglesia todo tipo de diezmos y primicias, además de las mezquitas de la ciudad y sus bienes. Ejerciendo el dominio efectivo sobre la ciudad, los conquistadores la dotaron de una carta de población, instrumento jurídico para conseguir su forestación, ya que había que llenar el vacío dejado por los sarracenos vencidos. De estos, los que quisieran permanecer, tuvieron que trasladarse junto al portal de la Asoc, ya que el resto de la ciudad fue reservada a los repobladores. La carta de población, que afectaba no sólo la ciudad intramuros sino también su territorio extramuros, entendidos ambos como una unidad inseparable, favoreció notablemente la afluencia de repobladores (venidos mayoritariamente de Osona, Berguedà, Solsonès, la Ribagorza, el Pallars, la Segarra y la Noguera), que no sólo ocuparon los albergues vacantes de las parroquias en el interior de la urbe, sino que formaron nuevas agrupaciones humanas extramuros, como las que surgen pocos años después de la liberación de Lleida. Mientras Lleida quedó bajo la dominicatura de dos señores, el municipio fue regido por 2 castellanos representativos de la autoridad de aquéllos. Por el conde de Barcelona fue nombrado Guillem Ramon de Moncada, y por el de Urgell, Guillem de Cervera. Este régimen desapareció en 1228, cuando el Conde-Rey Jaime I, de acuerdo con la condesa Aurembiaix de Urgell, reintegró a la corona la totalidad de la señoría. Desde entonces, y para siempre, Lleida se convirtió en una población de fuero real.
La baja edad media
La prosperidad de Lleida contribuyó durante el siglo XIII a la del Principado. La época de las mayores realizaciones urbanas coincide con la de más pujanza de la corona catalano-aragonesa. Lleida obtuvo el 1213, en tiempos de Pedro el Católico, el uso y la señoría de los riegos de la huerta y se celebró la primera corte general. Jaime I libró la ciudad de toda atadura feudal y puso los cimientos de su poder municipal. Las huestes leridanas pugnan victoriosamente en Mallorca y en Valencia y se muestran heroicas y abnegadas a Panissars. En 1300 Jaime I creó el Estudio General y en tiempo de Pedro III se consolidó el organismo foral de la Paeria. Lleida precedió en el tiempo y en importancia el núcleo textil barcelonés: a finales del XIII y principios del XIV los tejidos leridanos eran extendidos por Aragón, Cataluña, Valencia y, incluso, Marsella. El gran desarrollo de la marina barcelonesa posterior y la rotura con Francia (1283) motivaron la decadencia progresiva de la industria de Lleida, por lo que a finales del XVI fueron inútiles los intentos de la paeria para revitalizarla. Durante el XIV la decadencia había agravado con las pestes de 1348 y 1380, y también contribuyeron las banderías, singularmente durante la lugartenencia de la reina María, esposa de Alfonso el Magnánimo. En tiempos de Juan II, Lleida tuvo que soportar una de las mayores tragedias de su historia. En Lleida comenzaron las turbaciones que caracterizaron el reinado de este soberano, con motivo de la inauguración de la corte general de 1460 y el encarcelamiento del príncipe de Viana, hijo primogénito de dicho monarca, y que contribuyeron a aumentar la tirantez entre Juan II y los catalanes. El rey, a pesar de la concordia de Villafranca, a principios de junio de 1462 invadía el Principado por las tierras del Pla de Lleida, y 2 años más tarde, la ciudad se veía sometida a un asedio que duró desde febrero hasta julio del 1464. La ciudad capituló tras haber luchado encarnizadamente. Juan II perdonó los leridanos con fianza de devolverles las libertades y los privilegios, pero no fue sin ver la ruina de más de 400 edificios, de gruesos paños de muralla y los portales de Magdalena y San Antonio por las minas subterráneas y las bombardas. La guerra aún se prolongó 8 años. Lleida, ciudad vencida, tuvo que pagar duras contribuciones que en dificultaron la restauración.
El castillo de Gardeny es conocido históricamente desde la época romana, se ha identificado como el lugar donde se estableció un campamento militar a mediados del siglo I aC durante la guerra civil entre César y Pompeyo. Más adelante, durante la ocupación islámica, se aprovechó para construir una defensa, dada su posición estratégica. Una vez conquistada Lleida, en 1149, el conde Ramón Berenguer IV, que había utilizado el castillo de Gardeny para sitiar la ciudad, cedió el puesto a la orden del Temple, que estableció aquí una encomienda.
La edad moderna
El reinado de Fernando I el Católico inició en Lleida un período de estancamiento que habrá de prolongarse, bajo el dominio de los Austria, hasta las guerras del tiempo de Felipe IV. Este período decadente sólo se vió alterado por la pugna de las oligarquías que se disputaban el poder municipal y por los intentos de algunos gremios de hermanarse contra los señores, imitando las Germanías de Valencia. La clerecía, cuando surgía una peste, organizaba plegarias y romerías, y los caballeros e hidalgos reunían en la cofradía de San Jorge. La paz, de hecho, sólo era turbada por el bandolerismo. La población, sin embargo, continuó creciendo. Pronto Lleida se espabila de este letargo. El choque de Cataluña con el conde-duque de Olivares, que movió el Principado a reconocer la soberanía de Luis XIII de Francia, arrastró también la ciudad a la lucha. En otoño de 1640, el lugarteniente de Cataluña, mariscal de La Mothe, envió para comandar la plaza de Lleida al general M. de Rogles, que vino acompañado de militares franceses. El nuevo gobernador, espoleado por los preparativos bélicos que hacía en Aragón el ejército de Felipe IV de Castilla, planeó la construcción de una gran ciudadela en la cima del monte, obra que se convirtió en el inicio de una porfiada tarea destructiva, de resultados bien funestos para la ciudad. El 6.1.1641 se puso la primera piedra de un baluarte que debía proteger el castillo del Rey, y el antiguo portal del Sas se convirtió en tresbolillo para comunicar una nueva línea de murallas andamios bajo la dirección de M. de Saint-Pol. Empezó la destrucción del barrio levítico de la Suda y, a la vez, el aislamiento de la Sede del resto de la población. Estos trabajos de fortificación sirvieron de poco. El 2.8.de 1644 Lleida se reducía a la obediencia de Felipe IV después de un breve asedio. El rey entró en la ciudad y, tras jurar sus privilegios y libertades, encomendó el gobierno de la plaza a Gregorio Brito, militar portugués que continuó las obras de la ciudadela y de derribo de la Suda. Así, Lleida se encontró preparada para soportar el asedio más catastrófico de su historia.
El 12.5.1646, Enrique de Lorena, conde de Harcourt, deseoso de hacer volver la ciudad a la obediencia del rey de Francia, el sitió con un ejército de 20.000 infantes, 3.600 caballos y un poderoso abastecimiento de artillería y de víveres. La ciudad, que había permanecido descontenta con la actuación del general Robles, de buen grado se puso a las órdenes de Brito y resistió durante 6 meses, durante los cuales se dieron ejemplos de heroísmo; se destruyeron albergues, hubo hambre, mortandad y privaciones y la ruina de la ciudad fue inevitable. Mientras tanto, el marqués de Leganés, por una estratagema, consiguió engañar al conde de Harcourt y librarse Lleida el 22 de noviembre, día de Santa Cecilia, por lo que el sitio es conocido como sitio de Santa Cecilia. Aunque un año después, la ciudad fue atacada por el príncipe de Condé, infructuosamente. Por causa de esta guerra quedaron despobladas todas los caseríos de la huerta y algunas villas del entorno, así como la totalidad de los monasterios extramuros. Después de las guerras del reinado de Felipe IV, siguieron varios años de paz que los historiadores actuales llaman de neoforalismo. Se beneficiaron la agricultura y los estudios universitarios. Hubo una rectificación del trazado de la muralla para reducir su perímetro. La paz de 60 años dentro del neoforalismo, en realidad, constituyó una especie de tregua, una preparación para la nueva tragedia, la derrota del 1707. Lleida, que en diciembre del 1700 recibió con alegría Felipe V y que festeja el fracaso de la ataque del archiduque contra Barcelona en 1704, buscó pronto en la dinastía austriaca la permanencia de unas libertades que no eran aseguradas bajo los Borbones. Aprovechando los progresos que en las comarcas vecinas iba obteniendo el rey-archiduque, que ya se llamaba Carlos III, la ciudad lo reconoció como soberano el 22.9.1705. Como se preveía un ataque del enemigo, el Consejo de la Paeria nombró una Junta o prohombres de Guerra para preparar la defensa. En efecto, a primeros de septiembre de 1707, un ejército de 40.000 hombres, comandados por el duque de Orleans, acosaba Lleida.
La resistencia fue vencida por la artillería francesa el 2 de noviembre, cuando esta perforó las murallas de Magdalena, mientras la infantería borbónica se lanzaba al asalto y la ciudad sufría el más duro de los saqueos, ya que ni siquiera se respetaron los refugiados en las iglesias, en su mayoría procedentes de los pueblos de comarcas. Sometida la ciudad, su mando fue dado al general Jean Chrétien de Landas, conde de Louvignies, el cual, como primera providencia, ordenó cerrar la Sede al culto y destinarla a cuartel militar. Posteriormente, Felipe V, por un decreto del 17.8.1717, suprimió el Estudio General y, 2 años más tarde, se abolió el Consejo General de la Paeria. La antigua ciudad foral, surgida en el siglo XII, había sido vencida definitivamente. El enderezamiento fue difícil. Las familias antiguas, dirigentes del movimiento antiborbónico, habían huido y permanecían en el exilio, mientras que el Secuestro Real había apoderado de sus bienes. La ciudad, convertida en cabeza de corregimiento, dependía del Consejo de Castilla y los asuntos municipales eran dirigidos por un ayuntamiento de su majestad. La clerecía y las órdenes religiosas, con las rentas disminuidas, levantaron iglesias y conventos noveles con materiales pobres y sin gusto. Sólo en la Sede Nueva divisa una concepción monumental. Los registros del Catastro Real, a partir del 1716, confiesan la falta de moradas, la gran cantidad de viudas y el gran número de familias que vivían en cuevas, establos, los campanarios de las iglesias y los albergues arruinados. El conde de Louvignies, al cerrar la Seu Vella y derribar los edificios que aún había dentro de la ciudadela, hizo imposible la rehabilitación del antiguo barrio de la Suda. Los sucesores de Louvignies en el gobierno de la plaza, marqués de Dubus, conde de Cron, Enrique de Wijelz, etc. Continuaron el engrandecimiento de la ciudadela a costa de la ciudad alta, y por un decreto real se prohibió de edificar a cierta distancia de las murallas, lo que provocó más escombros. En pocos años, pues, desaparecieron de la toponimia leridana nombres tan evocadores como el Bonaire, Joglars, la Roqueta, la Cenicienta, Peralta, Mossèn Carnicero, Teixidors, el crucificado del Decano, plano de los Gramàtics, Bodegas, Òdena, Moncada, Montearagón, la Cartuja, etc. Y si alguno ha sido empleado de nuevo, como el de la Suda para designar el castillo antiguo del Rey, su uso es de carácter erudito, no popular. Hasta que no caducó dicha prohibición, muchas familias humildes se construyeron casas con cañas, barro y cantos en las laderas de la costa de San Juan.
El siglo XIX
Tantas medidas defensivas no sirvieron de nada cuando, el 10.5.1810, el mariscal Suchet con un ejército de 13.000 hombres estableció el asedio de Lleida. La defensa de la ciudad, encomendada al general García Conde, fue vana, y 4 días después los franceses entraron, como en 1707, por el arrabal de Magdalena, el más expugnable de todos. Una de las vueltas del castillo medieval y las de la capilla real cayeron como una avalancha sobre el barrio de Magdalena y se hundieron muchas casas. La rocalla afectó también a la iglesia parroquial, que se derribó, y la Seu Vella, que salió muy dañada. La sacudida conmovió toda la ciudad. Bajo los muros derribados murieron soterradas más de 500 personas. Después de la explosión, el mando francés emprendió la rectificación de los muros y baluartes, obra que fue una de las últimas realizadas bajo inspiración de Vauban. A toda prisa se construyó una muralla que, desde el Balcón de Pilatos (solar del antiguo Palacio del Obispo), bajaba hasta la calle del Carmen por detrás Santa Magdalena. La ciudad quedó reducida, ya que dicho muro dejó fuera algunas casas del antiguo arrabal. Después de la ocupación francesa, siguieron varios años de buenas iniciativas, sobre todo en tiempos de los corregidores Adriani Escofet y De Aunós, que transformaron el arenal de Magdalena y la zona cercana al Puente Mayor en una vía moderna, llamada popularmente rambla Fernando. Con la desamortización de 1835, las órdenes religiosas tuvieron que abandonar los conventos, los que el gobierno progresista destinó a utilidad pública. Así, el Rosario es destinado en 1841 a Instituto de segunda enseñanza; el convento de San Francisco se instaló la Diputación y el jefe político superior (1836); los capuchinos, un manicomio; los Descalzos se fundó la Casa de Misericordia y la Maternidad; la Merced fue ocupada por una entidad política, y los conventos de los Agustinos y los Trinitarios fueron derribados para prolongar las calles de Caballeros y de la Pescadería respectivamente.
El siglo XX y los inicios del siglo XXI
Durante el XX, la Segunda República, la dictadura franquista, precedida por la guerra civil de 1936-39, y la transición a la democracia, con la restauración de los partidos políticos, han sido los hechos más importantes vividos por la ciudad de Lleida. En 1931, el triunfo absoluto de la Juventud Republicana, adherida a la Izquierda Republicana de Cataluña desde marzo de ese mismo año, había sido el fruto de muchos años de lucha, bastante reflejados en el movimiento de la Solidaridad Catalana (1907) , y en las campañas de Francesc Macià, candidato triunfante en el Segrià y las Garrigues, con el apoyo de la Cultural Catalanista, desde el semanario de Lleida «Cataluña» (1916). El 6.10.1934 terminó con el encarcelamiento de la mayor parte de los militantes del nacionalismo leridano, liberados tras el triunfo electoral del 16.2.1936. Los nuevos partidos de ideario marxista eran reunidos en el entendimiento llamada Alianza Obrera. La rebelión militar, en Lleida, se inició el 19.7.1936 de madrugada. Desde el comienzo, a manos de grupos de incontrolados armados, la ciudad sufrió una semana de terror con asesinatos de curas, frailes y gente de derecha, mientras que las iglesias eran incendiadas. Hasta los últimos días de 1936, que la Generalitat designó a Francisco Viadiu como delegado de orden público, no se controló la situación. Cuando parecía consolidado el orden republicano, la ciudad se vio turbada por el bombardeo del 2.11.1937, que ocasionó unas 300 víctimas y la destrucción de notables edificios como el Liceu Escolar. Todo hacía prever que el Segrià y su capital constituirían un próximo objetivo del mando franquista. Fue a comienzos de marzo de 1938 que el ejército del general Franco rompió las líneas del frente de Aragón, y el día 27 del mismo mes Lleida sufría un nuevo bombardeo. El ejército franquista entró en Lleida el 3 de abril y la población tuvo que soportar la estancia en una plaza sitiada, ya que las fuerzas republicanas permanecieron en la orilla del Segre hasta los últimos días de enero de 1939. Todo estaba preparado ya antes de entrar los franquistas en Lleida. Era la primera capital de provincia de Cataluña que ocupaba: se nombraron inmediatamente las autoridades militares y civiles, la gestora de la Diputación, un ayuntamiento presidido por un oficial militar jubilado; los profesores del Instituto y de la Normal, la delegación de la Sección Femenina, el Tribunal de Responsabilidades, la Junta Depuradora de Funcionarios, incluso el obispo Moll y Salord, que debía suceder al doctor Huix y Miralpeix, que había sido asesinado. Eran los días 3-8 de abril, se abolió la Generalidad de Cataluña y se creó una comisión liquidadora. El 25 de junio, la gestora de la Diputación comunicaba la derogación del decreto del 23.1.1932 de disolución de la Compañía de Jesús. Además se estableció el Juzgado, la Cruz Roja y el Primer Tribunal Militar con sus juicios sumarísimos. El ayuntamiento de Lleida, al constituirse de nuevo, no pudo ocupar la Paeria (que había restaurado el arquitecto Ramon Argilés y Bifet en 1930), ya que, como los otros edificios que daban a la Banqueta, estaba en la línea de fuego. El municipio franquista anuló los vales y el papel de todo tipo que, durante el Bienio Rojo, había sustituido la moneda. Tampoco eran aceptados los billetes de circulación normal en la zona republicana. El único mercado que quedaba era el del Plan, ya que el de San Luis se encontraba cerca del río y el de Magdalena, del todo destruido, en medio de un despoblado. En Lleida, el Movimiento y la Iglesia, como en el resto de España, pronto llegaron a identificarse, aunque también hubo excepciones. Esta compenetración a todos los niveles es lo que se ha convenido en llamar el nacionalcatolicismo: el sindicato vertical, el Frente de Juventudes, los colegios menores, el Auxilio Social, Educación y Descanso, la Sección Femenina, tenían sus consiliarios y asesores religiosos. La Acción Católica, la Adoración Nocturna, las congregaciones marianas, las juventudes Claretianas eran formadas por jóvenes y hombres que en su mayoría estaban adheridos o eran militantes de la Falange Tradicionalista y de las JONS. Cada grupo tenía su periódico, diario, semanal o mensual. A pesar del nacional catolicismo, buena parte del movimiento resistencial de posguerra tiene su origen en organizaciones y agrupamientos de filiación católica, que en un principio se añadieron a posturas afines al régimen para cambiar posteriormente (sobre todo a partir de los años 1950) y defender movimientos de izquierda y catalanistas desde sus sedes. Es el caso de la Acción Católica, que tiene un papel destacado en la formación de un incipiente movimiento sindical, sobre todo cobijado por la JOC y la HOAC, en los locales de las que se desarrolló, entre otras asociaciones, la agrupamiento local del sindicato clandestino Comisiones Obreras. Por su parte, las congregaciones marianas destacaron en la defensa de la lengua y la cultura catalanas y varias organizaciones parroquiales dirigidas a los jóvenes, y muy especialmente el movimiento scout, tuvieron un papel clave de resistencia antifranquista. Paralelamente, la sociedad civil leridana se fue dotando de instrumentos de expresión y de reafirmación. Destacó en este sentido la revista «Labor», que salió entre 1953 y 1959 y que reunió en torno a Francisco Puerta, su principal animador, un grupo de intelectuales y de profesionales que dieron fe de catalanidad, modernidad y de oposición al régimen en lo que entonces se podía decir o publicar. Desde finales de los años 1950, por una iniciativa privada de Jaume Magre, la Alianza Francesa, inicialmente una escuela de aprendizaje del idioma francés, se convirtió en un foco cultural muy relevante. Su director era también cónsul local de Francia y mantenía excelentes relaciones con el Instituto Francés de Barcelona. Esta situación permitió a la Alianza jugar con una cierta ambigüedad que detuvo más de una vez el gobernador civil. .
La ciudad de Lleida tenía un cáncer urbano en su Centro Histórico, fruto de las continuas guerras que, desde el siglo XV, la asediaron hasta la Guerra Civil Española. El año 1950, la antigua Seu aun conservaba el testimonio de su uso como cuartel, y la destrucción y la marginalidad circundaban esta joya de la arquitectura medieval. Ya en tiempos de la democracia, llevaron a la adjudicación del correspondiente concurso y encargo del Plan especial del Centro Histórico a un equipo formado por los arquitectos J. Busquets, R. Amadó, Ll. Domènech y R. M. Puig, el economista Carles Kinder y el abogado Tomás Pou. La idea básica del Plan, inspirada por Joan Busquets, fue llevar en paralelo el desarrollo del Planeamiento y la redacción de un proyecto singular, tutelado por la Administración, que sirviese para dinamizar la operación general y animar al capital privado. Este proyecto se centraba en el área conocida como el Canyeret. Hace falta imaginar inicialmente el Canyeret como un terreno abandonado, sin calles ni infraestructuras, con una pendiente muy fuerte de detritus de arcilla que, a la primera lluvia, iban a parar a la plaça de Sant Joan. La radical idea fue cortar la pendiente con un muro de contención para obtener un “solar útil” a una cota próxima a la plaza de Sant Joan. Esta franja obtenida permitía asentar los equipamientos deseados y, además, posibilitaba edificabilidad suplementaria a las construcciones de iniciativa privada de primera línea de la plaza, todo esto conectado por un vial que aseguraba el acceso. Para la conexión directa peatonal entre viales interiores y la Seu, se prefirió un ascensor sobre otras alternativas. Dibujar un trazado del futuro muro en tramos rectos mimetizaba la línea de la muralla del siglo XVIII y, por lo tanto, alteraba la lectura del conjunto monumental. Decidimos hacer una trazado curvo, siguiendo el instinto aproximado de las curvas de nivel, lo cual daba una altura variable al muro, que en la zona de poniente disminuía y se articulaba para dar lugar a un vial de conexión rodada entre la parte alta y baja del Canyeret.
La ciudad forma un tejido residencial compacto concentrado en el margen derecho del Segre, exceptuando los barrios situados en el margen izquierdo del río: Cappont, la Bordeta y Mangraners. Este último se encuentra aislado del resto de la ciudad por las zonas industriales adyacentes (Polígono industrial El Segre y Polígono industrial Camí dels Frares). Otros núcleos de población del término son Raimat, Zumos, Llívia, Torres de Sanui y la Caparrella. En el plano se puede observar la dispersión de la urbanizado residencial laxo por todo el término, especialmente en la Huerta de Pinyana, que evidencia la elevada presión urbanística sobre el suelo no urbanizable, que se ha analizado en apartados anteriores. Por otra parte, a lo largo de la carretera N-240 entre Lleida y Raimat se encuentran núcleos de dimensiones considerables de zonas residenciales laxas, la mayor parte de las cuales pertenecen a Alpicat, donde se ha urbanizado hasta el límite con el término municipal de Lleida, como la urbanización de la Miranda y Buenos Aires, adyacente al complejo del Club de golf Raimat. Según los datos extraídos de la Memoria social del POUM de Lleida, el volumen total del parque de viviendas actual en la ciudad de Lleida se estima entre 66.000-69.000 viviendas, de las que un 75%-80% serían viviendas principales (equivalentes a hogares, con una media de 2,7 habs/hogar). En cuanto a la antigüedad del parque de viviendas, el 31% del parque es de construcción anterior a 1970. Según datos del catastro un 3,5% del parque actual estaría en muy mal estado y otro 17% se encontraría en estado regular.
Los barrios donde se localiza el parque en peor estado son: Mariola, sobre todo en los bloques Ramiro Ledesma, las secciones centrales del centro Histórico, área entre Avda. de Madrid y Academia, en las áreas de consolidación inicial en los diferentes barrios de la ciudad con especial atención en Balàfia (bloques Hermanos Recasens y Franco Gaminde así como el área comprendida entre las calles: Garrotxa, Hospitalarios de San Juan, Alcalde Recasens y calle Penedès) y Pardinyes (el área comprendida entre las calles Jaume de Agramunt, Ramon Argiles, calle Tarragona y Avda. Pearson), así como edificaciones de la huerta abandonadas
Lérida es un importante núcleo de servicios y es la ciudad de referencia en materia de asistencia hospitalaria, centros educativos, oferta cultural y de ocio, etc. en una amplia zona que incluye las comarcas de la provincia leridana y algunas aragonesas. Según un estudio económico, el área de influencia comercial de Lérida se acerca a 500.000 habitantes.
La ciudad está bien comunicada por carreteras, autopista y autovías. La A-2 y la AP-2 la unen con Madrid y Barcelona) y la autovía A-22 con Huesca. En materia de transporte público, Lérida tiene una importante estación ferroviaria de la que parten trenes de alta velocidad, larga distancia, regionales y en un futuro de cercanías. Desde la estación de autobuses de la ciudad salen diversas líneas interurbanas que la conectan con prácticamente todos los pueblos y ciudades de su alrededor. En cuanto a movilidad interna, Lérida tiene con una red de autobuses urbanos de 23 líneas. Desde enero de 2010, además, está en funcionamiento el Aeropuerto de Lérida-Alguaire, ubicado a 15 km de la ciudad.
Barrios
- Centro histórico (Centre Històric): es la parte más antigua de la ciudad. Por la calle Cavallers se puede llegar a la Seu Vella, que se encuentra en lo alto del cerro que domina la ciudad (conocido como el «Turó de la Seu»). En esta zona entre otras, se encuentran la calle Mayor, la calle San Antonio, la calle Magdalena y la calle del Carmen. Destaca el gran número de locales comerciales que albergan, recibiendo por ello el nombre de «Eix Comercial» (Eje comercial), uno de más largos de Europa con más de 4 km de longitud, que alberga en la plaza de «Sant Joan» una de las escaleras mecánicas más altas de España.
- Cappont: junto con Pardinyes y Balàfia, es el barrio que más está creciendo. Con grandes centros de ocio y el campus universitario de la UdL. Está situado en el margen izquierdo del río Segre. Cuenta con el parque de los Campos Elíseos. Al final de estos se encuentra el recinto ferial «Fira de Lleida». Cappont se está perfilando como uno de los barrios más modernos de Lérida, en el que se están ubicando las principales firmas de hipermercados y centros comerciales nuevos de la ciudad.
- La Bordeta: situado en el extrarradio de la ciudad, es el barrio más poblado de Lérida. Entre este barrio y el de Cappont se está ejecutando la zona residencial conocida como Copa d’or, una de las actuaciones urbanísticas más importante de la ciudad.
- Magraners: es el barrio de acceso a la ciudad por el sur (carretera de Tarragona), aislado del resto de la ciudad por zonas industriales «Polígon Industrial dels Frares» (Polígono Industrial de los frailes) por el este y «pol. ind. de Mecanova» por el norte, por su oeste está en fase de urbanización, otra gran actuación residencial que sin duda renovará el barrio.
- Pardiñas: situado en una zona privilegiada rodeado de naturaleza, Parque de la Mitjana, y varias zonas de ocio y de paseo. Barrio históricamente vinculado al ferrocarril, la estación de Renfe lo separa del centro histórico. Con amplias calles y una rambla que es una de las más largas de Cataluña. Paralelo al río Segre se puede observar el palacio de congresos «La Llotja» y al lado un nuevo puente, que al igual que el palacio de congresos, tienen un diseño muy singular. Cuenta con el Pabellón Barris Nord.
- Baláfia: situado entre los del Secà de Sant Pere y Pardinyes. Está experimentando un gran crecimiento residencial sobre todo entre las zonas próximas al Secà de Sant Pere y la carretera de Torrefarrera (Valle de Arán).
- Secà de Sant Pere: barrio histórico al norte de la ciudad fundado por inmigrantes en las décadas de 1950 y 1960, también denominado como «El Secà».
- Universitat-Zona Alta: barrio del centro de la ciudad contiguo al casco antiguo, en él se sitúa el edificio del rectorado de la universidad (antiguo seminario) y la plaza de Pau Casals. Está delimitado por la Rambla de Aragón, calle Balmes, serreta de l’Escorxador, avenida Pius XII, calle Bisbe Ruano y plaza Ricard Vinyes.
- Zona Alta-Campo de deportes-Fleming: barrio donde se alternan grandes edificios residenciales con grandes centros comerciales y casas unifamiliares. Su nombre proviene del estadio de fútbol (U.E. Lleida) sito en la zona. Es la zona del ensanche de la ciudad.
- La Mariola: barrio histórico de la ciudad donde se ubican numerosos bloques de viviendas de protección oficial construidas durante el franquismo. Actualmente se está ejecutando un proceso de rehabilitación sufragado por Adigsa (Generalidad) y expandiéndose hacia el cerro de Gardeny.
- Ciudad Jardín: barrio residencial, de casas unifamiliares en su mayoría, situado a la salida de Lérida por la carretera de Huesca, donde se ubicará el nuevo jardín botánico de la ciudad.
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Rambla de Ferran-Estación
El Catálogo de Paisaje de las Tierras de Lleida, aprobado definitivamente en octubre de 2006, identifica unas unidades de paisaje en las que divide su ámbito de trabajo y en las que agrupan áreas del territorio que tienen un carácter similar sobre la base de los elementos naturales, culturales, visuales, perceptuales y simbólicos. De las 22 unidades de paisaje que identifica el Catálogo de Paisaje de las Tierras de Lleida, el término municipal de Lleida incluye parcialmente cinco.
Estas son:
Unidad 12: Paisaje fluvial del Segre: comprende la ribera del río Segre, caracterizado por parcelas pequeñas de forma alargada y estrecha, donde vive un importante porcentaje de la población de forma concentrada en la ciudad de Lleida y más dispersa en la huerta. entre los elementos de bosque destaca el buen estado de conservación del bosque de ribera de la Media.
Unidad 14: Regadíos del Canal de Aragón y Cataluña: se trata de una amplia llanura regada por la red de riego del canal, con un cultivo principalmente de vid y de cereal que ocupa la mayor parte del territorio, restringiendo las colinas la vegetación natural. Destaca el cerro de la Cerdera por la masa forestal que acoge y como mirador sobre la llanura.
Unidad 16: Huerta de Pinyana: la huerta es el referente paisajístico e identitario de la ciudad. Se trata de un territorio de parcelas pequeñas, adaptadas al relieve, dedicadas a la horticultura y los cultivos de frutales de fruta dulce. Se encuentra en el entorno más cercano del sistema urbano de Lleida, y por tanto afectado por las infraestructuras de movilidad, de servicios, etc., que alteran la imagen. Los cerros y colinas convierten miradores fantásticos sobre el territorio, teniendo el de La Seu Vella como principal referente.
Unidad 21: Plana de Urgell: se trata de un territorio llano transformado con la construcción del Canal de Urgell durante el siglo XIX. Destacan los arbolados de las banquetas y los márgenes los cultivos como hitos en el horizonte de la llanura
Unidad 22: Secanos de Utxesa: ejemplo del paisaje complejo entre el límite del río Segre y de sus afluentes. Actualmente se están transformando algunas zonas en regadío, por la construcción del canal Segarra-Garrigues. Sin embargo se trata de un reservorio para la conservación de los valores ecológicos y culturales asociados al secano tradicional, dedicada principalmente al cultivo del cereal. El Catálogo de Paisaje establece unos objetivos específicos para cada una de estas unidades, así como también analiza las amenazas y oportunidades de cada una de ellas.
La Lleida actual es fruto de un proceso histórico de más de 2000 años, pero sobre todo fruto de la planificación urbanística realizada a partir de mediados del s. XIX, que ha ido determinando su forma y su crecimiento. Durante la guerra de Separación, la ciudad había sufrido importantes asedios (1644-1647) que, junto con el cerco de la guerra en 1707, habían destruido buena parte de la ciudad. Los años sesenta del siglo XIX significan la inflexión hacia el nuevo desarrollo urbanístico de la ciudad. Dos hechos lo marcarán: la llegada del ferrocarril (1860) y el derribo de las murallas (1861 a 1893). La ciudad se libera de una barrera y adquiere otra que le marcará nuevos límites. Entre 1860 y 1912 se configurando la primera ronda, con el derribo del Baluarte del Carmen y la conexión con la estación del ferrocarril mediante un bulevar.

1865 Plan Fontseré – Lleida
El Plan Fontseré aprobado en 1865, se concibe para resolver las contingencias de la nueva situación. Además de realizar una cartografía cuidadísima de la ciudad, plantea el trazado del que sería la primera ronda de la ciudad, siguiendo el recorrido de las murallas y consolida red radial de caminos preexistente nacida de la distribución de los diferentes portales. Poco a poco, edificios públicos y emblemáticos se van construyendo en esta ronda y en las avenidas adyacentes, como la Prisión Provincial, la Maternidad, el Asilo Borrás, el Liceo Escolar, el Dispensario de la Gota de la Leche, el nuevo Matadero, el Campo de Deportes etc …
En 1921, sin embargo, se convocó el concurso para la redacción del Plan de Ensanche de Lleida que fue ganado por el equipo formado por Adolf Florensa y Ricard Giralt. El Plan fue aprobado en 1925, en base la redacción dada por Francisco de Paula Morera y Gatell a partir de la propuesta de Florensa y Giralt, y será el documento que marcará la forma urbana de Lleida prácticamente para todo el siglo.

El Ensanche de Lérida
El ensanche de Lleida se inició en el arenal de Magdalena hacia el 1828, como una continuación de la obra urbanística que había iniciado Blondel. El promotor de la urbanización del arenal fue el brigadier Luis María Andriani y Escofet, barcelonés; se trazó la calle del Jardín (posteriormente y hasta 1938 dicha calle del General Cabrinetty), donde estaba el muro que iba hasta el puente de piedra del Segre. Anteriormente, en 1826, Andriani edificó la puerta del León, de acceso al Castillo Principal. Hizo construir el jefe de ingenieros, Mariano Foncillas, una plazoleta ajardinada entre el muro y el arenal y se levantó un arco de ladrillo dedicado a Fernando VII con motivo de su llegada a Lleida. Será el origen de la popular Rambla de Ferran, que continuó su sucesor, el gobernador Carlos Fabre de Aunós. Sin embargo, la urbanización definitiva del arenal ocurrió después de que Isabel I publicara el decreto de enero de 1861 ordenando el derribo de las murallas de la ciudad. El maestro de obras Josep Fontserè redactó en 1865 el primer plan de ensanche de Lleida, que comprendía, además de la Banqueta o avenida de Blondel, la plaza de San Antonio (1870), dicho más tarde avenida de Cataluña, la rambla de Aragón (1872) y el paseo de Huesca o los Erals (1882), dicho posteriormente avenida de Prat de la Riba. En 1865 el arquitecto municipal, Agapito Lamarca, edificó la Maternidad y, en 1868, la fachada moderna de la Paeria, la Banqueta. El neogoticismo fue introducido por arquitectos posteriores, como Celestino Campmany, Julio Agelet y Zarazíbar y otros, en la construcción de la nueva iglesia de San Juan (1885), la restauración del templo de San Martín (1893), el Seminario Nuevo ( 1895), la Casa Armenteros (entre la Banqueta y la Calle Mayor), y el neorrománico en la Academia Mariana (1891). Una línea similar seguirán los arquitectos de principios del siglo XX, Enrique Lamolla, Ignacio de Villalonga, Joan Bergós, Manuel Casas, Adolf Florensa, Ramon Argilés y otros. El Modernismo en Lleida, que se inició con la construcción del Asilo Borràs en 1901, se consolidó en 1906, cuando el tarraconense Francesc Morera y Gatell se convirtió en arquitecto municipal. El período inmediatamente posterior fue de gran importancia en cuanto al seguimiento de los movimientos artísticos y arquitectónicos europeos más relevantes. Los edificios más representativos del Modernismo en Lleida y, posteriormente, del Novecentismo y nuevas corrientes estéticas son: el Monte de Piedad (1905), adquirido por la Normal en 1925; las Casas Nuevas del paseo de Boters (1914); la puerta de acceso a los Campos Elíseos (1908); la Casa Aunós (1911), convertida después en Hotel Palas, en entidad bancaria y finalmente adquirida por el ayuntamiento para situar diversas dependencias municipales; la Casa Melcior (1912), de la familia Almenar, en la plaza de San Francisco; la ampliación modernista del Matadero (1911-15), la parte antigua es neoclásica (1875); el Dispensario de La Gota de Leche, en la Banqueta; el Mercado del Plan (1920), en el plano del Agua; la iglesia de la Bordeta (1918), y las casas Plubins, Alonso de Olarte, Fontanals (1913) y Montull (1922), situada entre la Calle Mayor y la Banqueta. También es notable el edificio de la Cámara de la Propiedad Urbana (1936). De este periodo, lamentar que se hayan derribado los edificios modernistas del Asilo Borràs, ya citado, del Liceo Escolar Fundación F. Godàs (del 1913) y la Casa Mangrané (del 1918). Del período posterior a la guerra civil de 1936-39, que en renovación arquitectónica inicia bastante tarde, son construcciones destacables los edificios del Monte de Piedad (en la Banqueta) y de la Cámara de Comercio e Industria (1970); la Delegación de Hacienda (1970), la Casa de Correos, en sustitución de la antigua, modernista, y la Estación de Autobuses (1968). Hacia 1945 se instaló ante el Arco del Puente, el único portal que queda de las murallas (rehecho por la banda de la Banqueta en el siglo XVIII), un monumento a Indíbil y Mandonio, fundición de una obra de 1882 de Medard Sanmartí (muerto en 1891), que éste había titulado primer Indaleci y Indortes, y después Libres y que se conservaba en Vilanova y la Geltrú.
En él se establece el crecimiento más allá de la vía férrea, la creación de un barrio «industrial» en Pardinyes, junto al Recorrido, una barriada Jardín en el entorno del Hospital Provincial, y señala como límite urbano del actual Paseo de Ronda. La Guerra Civil impuso una parada repentina y largos años de reconstrucción, así como la renovación de edificios institucionales y públicos como el Palacio del Obispo, el Gobierno Civil, o incluso el núcleo de Zumos (Instituto Nacional de Colonización, 1954).
Los barrios de la Lleida contemporánea
En 1938, el perímetro urbano de Lleida era casi el mismo del 1861. Desde el derribo de las murallas (1871) sólo se habían poblado el arenal de Magdalena, la parte de poniente de la rambla de Aragón, el Cappont y la Bordeta. Los bombardeos y el asalto a la ciudad (3.4.1938), punto culminante de una guerra fratricida, ocasionaron muchas destrucciones. Días después, Lleida fue «ciudad adoptada por el Caudillo» y actuaron los servicios de la Dirección General de Regiones Devastadas (que edificaron la fachada de la Diputación, el Palacio de Justicia, el del Obispo, varios grupos escolares, etc.) y el Instituto Nacional de la Vivienda y la Obra Sindical del Hogar, que construyeron varios grupos de viviendas. La urbanización derivada del primer plano del Instituto Nacional de la Vivienda y, desde 1947, de un nuevo plan provincial, abrazó el sector septentrional de la ciudad. El desarrollo urbano ya se había iniciado antes de la guerra, a lo largo del paseo de Prat de la Riba (dicho de Huesca o los Erals antes del 1931 y del General Mola después de 1938), donde se edificaron en 1928 las casas Baratas. También se irá desarrollando la calle de Balmes, siguiendo el camino de Monzón (hoy carretera de Huesca), hasta la plaza (construida mucho más tarde) de Ricard Vinyes y hasta el Campo de Deportes. El Campo de Marte, desde que dejó de cumplir una finalidad militar, ha dado paso a nuevas vías públicas. La gran explosión demográfica de la posguerra posibilitó que la ciudad se desarrollara en torno al cerro de la Suda, con el campanario de la antigua sede como centro de la casería (como estaba previsto en el plan de Josep Fontserè de 1865), ya que al NE de la colina se ha hecho una urbanización que tiene como eje el Paseo de Ronda, que arranca del Puente Nuevo. En las afueras de la ciudad están los barrios de la Mariola, Santa María de Gardeny, el Campo de Deportes, Balàfia, el Secano de San Pedro, Llívia, los Mangraners, el Cappont, la Bordeta y Pardinyes.
No será hasta 1952 cuando se redactará, por parte de una Ponencia Técnica el PGOU Lérida-1957, aprobado definitivamente en 1957 y publicado en el BOE del 10.1.1958. Estaba formado por planos de ordenación y ordenanzas, proyectaba una ciudad para 127.639 habitantes, de 617,61 ha de superficie y 74 ha de zonas verdes. Definía y detallaba 15 sectores, correspondientes aproximadamente a los barrios actuales. En cuanto a las ordenanzas eran muy detalladas y diferentes para cada zona estableciendo diferentes grados de rigidez. Para el desarrollo del Plan del Ayuntamiento propuso 6 polígonos: Alcalde Areny, ronda- Plaza de los Labradores, Parcelación del Seca de St. Pedro, La Bordeta-Carretera de Artesa, Paseo de Ronda (Grupo 13 de abril-Plaza Europa) y Cappont (Finca Aunós). El Estado, por la su parte promoverá directamente el Polígono industrial El Segre, que se desarrollará en finales del 60, el de Sta. María de Gardeny, redactado y expropiado a mediados de 1960 y aprobado definitivamente en 1986, el del Canyeret, expropiado por el Ministerio de la Vivienda en 1967 y derribado en 1970, y, finalmente el Plan especial de la carretera de Huesca, que no se llegó a aprobar pero que se desarrolló parcialmente a través de parcelaciones y licencias de edificación de chalets y torres. Los años 60′-70′ supusieron, a pesar de las dificultades económicas y gracias a los fuertes movimiento migratorios, un gran crecimiento demográfico de la ciudad, la ciudad dobló su población, crecieron los barrios suburbanos, se construyó la variante de la carretera N-II, con el puente del Instituto y el Paseo de Ronda y también el Parque Alcalde Pons.
Hasta el 1964 la partida de la Mariola, al pie de Gardeny, era parcelada de pequeños huertos y alguna casa de veraneo. Se extendía entre el Matadero (1911), el puente del Agua y Vino, la Acequia Primera y el antiguo camino de Zaidín en Fraga, donde había varios molinos con sus esclusas y brazaletes (el del Porcar, el de ‘Agelet y el de Mora). El año mencionado se empezó a construir sobre el primero de estos molinos un bloque de viviendas; a continuación se construyeron otras calles y edificios y la parroquia de San Pablo Apóstol.
El barrio de Santa María de Gardeny, se empezó a construir en 1956. desde el camino viejo de Zaidín hasta el Juego de la Bola, y desde la Acequia Primera hasta Santa Teresita. Anteriormente a la urbanización, había huertos y sembrados y pasaba el brazalete de Vallcalent, con cañaverales, saltos de agua y senderos entre Fass, álamos y chopos; llamaba la partida del Ruiseñor. Existe la parroquia de Santa María de Gardeny (erigida en la posguerra), que atienden a los mercedarios. Es atravesado por el Paseo de Ronda. La urbanización del barrio llamado el Campo de Deportes fue posterior a la instalación de este centro deportivo en 1919. El nuevo Hospital Provincial (1924), las Casas Baratas (1928) y algunos chalets modernistas son anteriores al 1936. Las calles abrieron los años 50′, con el Grupo Tres de Abril, los chalets de la calle de Sierra de Prades y la planificación de la avenida del Doctor Fleming.
El barrio de Balàfia se desarrolló siguiendo la línea del ferrocarril de Barcelona a Zaragoza y la clamor de Noguerola, que entonces (1950) aún conservaba un puente, tal vez de origen romano, por donde pasaba el antiguo camino de Tamarit, que descendía del portal del Sas. La antigua partida, de origen árabe, está hoy totalmente edificada, construyeron y los bloques de Torrefarrera y los bloques del Obispo. Al NE de la ciudad, entre la carretera de Albesa y el Molino de Gualta (carretera de Alguaire), está el plano del Secano de San Pedro, que domina el pequeño valle de Balàfia y los huertos de Sant Ruf. Había alguna torre de campo como la Torre de Don Juan del Rey, militar de principios del siglo XIX, que durante el sitio de Lérida (1810) fue cuartel general del mariscal Suchet. En los 60′ llegaron inmigrantes del sur de España; primero se instalaron en barracas y luego en edificios de 3 y 4 pisos a lo largo del eje principal, la avenida de San Pedro, que evoca el nombre de un antiguo santuario que hubo en la Edad Media. Las 2 Pardinyes se extienden desde el Segre hasta el barrio de Balàfia, siguiendo el ferrocarril que las separa del centro de la ciudad. Las Pardinyes Bajas eran una zona de huerta que se empezó a poblar a principios de siglo por razón de la Estación del Ferrocarril e instalaciones cercanas, a través del viejo camino de Corbins. El vecindario pronto se extendió a las Pardinyes Altas, barrio poblado por ferroviarios. Su gran desarrollo se produjo en los años avanzados de la posguerra.
En 1969, atendiendo a la gran presión constructiva se promovió una modificación del Plan general y se cambiaron 13 artículos de las ordenanzas, incrementando las alturas y favoreciendo, en definitiva, la promoción inmobiliaria. Todo ello hace entrar en crisis el Plan del 57 y provoca, en 1973, la convocatoria de un nuevo concurso para la redacción de un nuevo PGOU-1977 que ganó el equipo Urbanistas Asociados S.A, formado por Lluís Brau y Carlos Teixidó, arquitectos, y Marçal Tarragó, economista. Se aprobó inicialmente el 29.7.1977. La tramitación fue muy larga y, finalmente, con las modificaciones introducidas por el equipo técnico municipal, se aprobó en julio de 1979 y publicado en agosto del mismo año. Este plan se desarrolló a través de muchos otros documentos urbanísticos como planes parciales y planes especiales que permitieran desatascar «Problemas antiguos» como la Ciudad Jardín, el Campo de Deportes, El Recorrido o el Canyeret. El objetivo principal del Plan es el recosido del barrios perimetrales de la ciudad con la dotación de equipamientos y servicios y su interconexión vial. En este periodo hay que destacar el esfuerzo en el inicio de las operaciones urbanísticas de recuperación del Centro Histórico, la creación del sector industrial del Camino de los Frailes, por parte del Incasòl y las políticas convenidas para construir algunas infraestructuras (saneamiento, canalización, variante Norte y puente de la Universidad) y equipamientos generales (Universidad, nuevos juzgados, INEF, Biblioteca de la Maternidad y Auditorio).
En 1996 el Ayuntamiento de Lleida firmó la Carta de Aalborg comprometiéndose a iniciar la Agenda 21 local para ajustar su estrategia de gobierno a los principios de sostenibilidad municipal. En 1999 se constituyó el Foro Ambiental de Lleida en el que se debatió y consensuar el Plan de Acción Local de Lleida. El 30.3.2000 el Plan de Acción Local estuvo ratificado por Pleno del Ayuntamiento. El Plan de Acción propone un conjunto de actuaciones con el objetivo de conseguir el desarrollo sostenible de la ciudad.
El 25.5.1999, se publicó en el DOGC el Plan General de Lleida 1995-2015 para su redacción por parte de la Oficina del Plan, que se inició en el año 1994, en base las previsiones de una población máxima de 188.452 habitantes para el año 2015, posibilitando la construcción de 31.362 nuevas viviendas en nuevos suelo urbanizables, que conllevan la clasificación de 2.241 ha de superficie de suelo y con numerosos polígonos de actuación de creación de nuevo tejido urbano. Esta expansión, junto con el suelo urbano pendiente de consolidar, conlleva la posibilidad de construcción de más de 40.000 nuevas viviendas. La ordenación de la ciudad prevista por el Plan prevé la consolidación con forma de ensanche reticular de la margen izquierda del río, hasta la variante Sur, y en el margen derecho del río, la consolidación de los crecimientos radiales a lo largo de las carreteras que constituyen las salidas históricas de la ciudad. Junto con estas previsiones, el Plan prevé un importante incremento de las zonas verdes y los equipamientos previstos en la ciudad en relación a los planeamientos urbanísticos anteriores. Ha sido, pues, en los últimos 40 años cuando la ciudad ha sufrido su mayor crecimiento, y hay que tenerlo en cuenta con las actuales circunstancias que deben comportarse un consumo más racional del suelo, para desarrollar ciudades más sostenibles desde el punto de vista ambiental y económico.
El planeamiento urbanístico general del municipio lo constituye el «Plan General Municipal de Ordenación urbana y territorial de Lleida 1995-2015″, fue redactado y tramitado entre 1994 y 1999, año en que fue aprobado y en el que además recibió el Primer Premio de Urbanismo de Cataluña y aprobado definitivamente por resolución del consejero de Política Territorial y Obras Públicas de fecha 23.12.1998 y publicado el DOGC núm. 2895, de 25.5.1999. El 16.1.2003, por resolución del consejero de Política Territorial y Obras Públicas, se aprobó el último texto refundido del Plan General de Lleida, publicado en el DOGC núm.3924, de 14.7.2003. El planeamiento urbanístico general tiene vigencia indefinida y es susceptible de suspensión, modificación o revisión. Con todo, cabe señalar que los trabajo de redacción del Plan General vigente se efectuaron en base las previsiones del desarrollo de la ciudad durante los siguientes 20 años, para el período 1995 a 2015. De acuerdo con la legislación urbanística vigente, el planeamiento general es objeto de revisión en cumplirse el plazo que se fija o al producirse las circunstancias que con esta fin se especifican. Con carácter general, son circunstancias que justifican la revisión de un plan las disfunciones entre sus disposiciones y las necesidades reales de suelo para crear viviendas o para establecer actividades económicas. El POUM-2015 constituye la revisión del PGOU Lleida 1995-2015. Corresponde al ayuntamiento la formulación del Plan de ordenación urbanística municipal. Su posterior aprobación y entrada en vigor conlleva la asunción de las competencias urbanísticas para la aprobación definitiva de los instrumentos de planeamiento derivado a favor el ayuntamiento.
De manera progresiva, a lo largo de los años de la vigencia de la regulación urbanística, se ha producido el desajuste del planeamiento urbanístico derivado de la propia evolución de la ciudad y del territorio. Desde la vigencia del Plan General, como es natural, la sociedad leridana ha variado en función de las cambiantes circunstancias económicas y sociales, más allá de la lógica del modelo fijado por el planeamiento urbanístico (que, forzosamente, resulta de hipótesis de desarrollo) e, incluso, ésta ha ido más allá en algunas de las previsiones concretas. En este sentido las infraestructuras de alcance general han supuesto un cambio sustancial en el modelo del desarrollo territorial de Lleida y de su entorno. Como elementos más significativos cabe señalar:
– La llegada del AVE, y su conexión posterior con Barcelona, que ha cambiado la escala del territorio de Lleida en relación a Cataluña, la Península y Europa
– La construcción del aeropuerto de Lleida-Alguaire, que genera unas nuevas potencialidades, hoy todavía por explorar en su totalidad, y que supone un cambio en las circulaciones de personas y mercancías a larga distancia
– La construcción del canal Segarra-Garrigues, que conlleva la consolidación del territorio de Lleida como primer polo de interés agroalimentario del sur de Europa y una nueva escala de la producción primaria
– Multitud de mejoras en infraestructuras de carácter regional y local, principalmente viarias, que han tejido un entramado de pueblos y ciudades alrededor de Lleida mucho más articulado y cohesionado.
En el ámbito residencial los elementos que en los últimos años han resultado claramente diferenciales respecto a las previsiones del Plan General son los siguientes:
– Los municipios de alrededor de Lleida han cambiado la relación de movilidad, en frecuencia y tipología, asumiendo un papel cada vez más especializado desde el punto de vista de la residencia.
– Un movimiento migratorio muy importante que, rebasando las previsiones del planeamiento, genera unas demandas de viviendas de nuevas tipologías y características y segregación espacial en algunos barrios de la ciudad y en algunos municipios del entorno.
– El fenómeno del incremento del trabajo temporal y de la movilidad en el trabajo, principalmente vinculados al sector primario y la construcción, han generado unas nuevas dinámicas de residencia, dotaciones y servicios no previstas anteriormente.
En el ámbito de la actividad económica los elementos más significativos del desajuste del planeamiento son:
– La consolidación de un modelo de ocupación del territorio muy disperso y nada especializado, a partir de la agregación indiscriminada de las previsiones individuales de cada municipio, que dan como resultado la previsión de unas reservas de suelo de importante extensión, pero sin constituir una polaridad importante del territorio leridano.
– A nivel local, el exceso en las previsiones del desarrollo de suelo con usos especializados de carácter logístico y terciario, mediante sectores urbanizables situados en el perímetro más inmediato de los ensanches residenciales.
Lleida cuenta con numerosos elementos del patrimonio arquitectónico y arqueológico catalogados y inventariados, algunos de los cuales han sido declarados o incoados a bienes culturales de interés nacional (BCIN). Según los datos disponibles en el inventario del patrimonio arquitectónico y arqueológico del Departamento de Cultura de la Generalidad de Cataluña, en Lleida se localizan 15 elementos del patrimonio arquitectónico declarados o incoados como BCIN y 12 yacimientos arqueológicos declarados como BCIN, además, están catalogados 180 elementos más del patrimonio arquitectónico y 78 yacimientos arqueológicos.


2006 PTPP del Ponent – Tierras de Lérida
El PTPP establece la estrategia de crecimiento potenciado para la polaridad regional que representa el núcleo de Lleida ciudad y la estrategia de crecimiento moderado por los núcleos de Raimat y Zumos. En cuanto a las áreas especializadas existentes, que son el resultado de implantaciones aisladas por el desarrollo de usos específicos -Residencial, industriales, terciarios, de equipamientos-, el PTPP asumió todas aquellas preexistencias recogidas por el planeamiento urbanístico entonces vigente y los asignó la estrategia de consolidación, aceptando su implantación con las características previstas por el planeamiento urbanístico, sin perjuicio de las acciones de mejora o de integración en el paisaje que convenga llevar a cabo. En su versión para aprobación provisional y definitiva, y fruto del proceso de evaluación ambiental del Plan, el PTPP establece una serie de separadores urbanos entre núcleos urbanos donde el crecimiento de estos podría representar una barrera para la conectividad ecológica. Dentro del término de Lleida identifica un separador urbano entre Zumos y Almacelles. El PTPP establece que el planeamiento y las actuaciones urbanísticas que se desarrollen deberán identificar los puntos críticos para el mantenimiento de la conectividad ecológica en el ámbito de planeamiento, prever las medidas de carácter urbanístico que permitan revertir su situación, evitar los usos urbanos susceptibles de reforzar el efecto barrera de las infraestructuras lineales y mantener los separadores urbanos establecidos por PTPP (art. 2.15 del PTP).
El Plan director urbanístico de las Areas Residenciales Estratégicas de Ponent (Terres de Lleida), aprobado definitivamente el 13.3.2009 (DOGC núm. 5401, de 16.6.2009) prevé un área residencial estratégica (ARE) dentro del casco urbano de Lleida, en un sector de 61,5 ha, entre los barrios de Cappont y de la Bordeta, alrededor de uno de los principales accesos a la ciudad, la carretera LL-11 (antigua N-II). El ámbito se sitúa entre la zona residencial de Cappont, la Fira de Lleida, el polígono industrial del Segre, el barrio de la Bordeta y una zona de cultivos. El Plan director tiene una posición jerárquica superior a la del planeamiento urbanístico municipal, por lo cual, el POUM debe incorporar sus determinaciones o, eventualmente, justificar razonadamente la no consideración de las mismas. El correspondiente proceso de evaluación ambiental al que ha sido sometido el Plan director de las AREs ha establecido los objetivos ambientales y las medidas específicas para cada una en el caso de la de Lleida, son los siguientes
1. Realización de un estudio de inundabilidad de detalle y asumir las consideraciones para una ordenación congruente con la LU.
2. Prever medidas en relación a la ordenación y la urbanización para reducir las afecciones acústicas, en especial los derivados de las redes de transporte.
3. Medidas para la permeabilización de la barrera que supone la red viaria y soluciones de integración con el tejido urbano adyacente.
4. Prever medidas para evitar molestias derivadas de actividades vecinas (olores, humos, ruidos …).
5. Mantenimiento y mejora de los elementos de interés arqueológico, arquitectónico y etnológico.
6. Mantenimiento o conservación de árboles de interés paisajístico preexistentes.
7. Prever medidas de accesibilidad al transporte público (estación ferroviaria, de autobuses y bus) para mejorar la conectividad del sector con el resto de la ciudad.
8. Prever medidas de ordenación del sector para la integración paisajística del entorno del canal de Seròs y la acequia del Fontanet.
9. Ahorro y eficiencia energética fijado en la reducción de un 10,6% (-5.242,3 MWh/año) del consumo de energía final en el horizonte 2015.
10. Aporte de energía de fuentes renovables fijado en un 8,25% (4.080,1 MWh/año) del consumo de energía primaria en el horizonte 2015.

Grandes Areas residenciales pendientes de edificar
Los Grandes Areas Residenciales pendientes de construcción presentan una edificabilidad residencial prevista de 3.665.795 m2 para 24.264 viviendas, estando pendientes 22.224 viviendas, en sectores de suelo urbaniable como SECTOR 19-A (414.367 m2 de suelo para una edificabilidad residencial de 353.770 m2 para 2.289 viviendas, iniciándose), SECTOR 19-B (227.665 m2 de suelo para 195.755 m2 de techo para 1.506 viviendas, iniciándose), SECTOR 2 (548.189 m2 de suelo para 219.276 m2 de techo para 1.096 viviendas, urbanizado al 100% y construido al 14%), SECTOR 20 (167.736 m2 de suelo para 142.873 m2 de techo para 1.345 viviendas, urbanizado al 15% y sin empezar la edificación), SECTOR 25 (276.330 m2 de suelo para 183.368 m2 de techo para 1.918 viviendas, iniciándose), SECTOR 42 (551.919 m2 de suelo para 220.768 m2 de techo para 1.104 viviendas, urbanizado al 100%, sin edificar), SECTOR 5 (442.121 m2 de suelo para 375.803 m2 de techo para 2.432 viviendas, urbanizado al 100% y edificado al 10%), o el SECTOR 9 (627.823 m2 de suelo para 521.872 m2 de techo para 3.684 viviendas, iniciándose).
En el Informe “Análisis Urbanístico de Barrios Vulnerables 1996. Catálogo de Áreas Vulnerables Españolas”. Ministerio de Fomento‐Instituto Juan de Herrera. Escuela Técnica Superior de Arquitectura, Universidad Politécnica de Madrid.‐ HERNÁNDEZ AJA, AGUSTÍN (director) (1996), se identifican en 1991 como barrios vulnerables 1-. Centro, en 2001 son 1-. Centro y 2-. La Mariola, y en 2006 1.‐ Centro Histórico y 2.‐ Príncipe de Viana y 3-. Noguerola, además de otras zonas vulnerables:
1.‐ LA MARIOLA. Barrio situado al sureste del casco antiguo, esta formado por un conjunto de viviendas sociales de distintas promociones que van desde el grupo Ruiz Alda de los años cuarenta de tipología similar a las casas baratas a distintos bloques sociales en altura. El barrio, claramente residencial y sin apenas comercio en planta baja, presentaba inicialmente problemas de calidad constructiva y falta de ascensor en las viviendas, y necesidad de mejora del espacio interbloque. Estas carencias unidas a distintos problemas sociales llevaron a poner en marcha el Proyecto de intervención integral en el Barrio La Mariola, que ha mejorado las condiciones del barrio. Éste, coincidente con el Barrio vulnerable 002 en 2001, se ha caracterizado históricamente por tener un gran número de vecinos de etnia gitana, aunque en los último años han llegado al barrio muchos inmigrantes.
2.‐BALÀFIA. El barrio se sitúa al norte del centro urbano, más allá de las rondas. Formado por un tejido diverso y poco definido, se localizan unos bloques de 4 plantas de la Obra Sindical del Hogar y otra promoción unitaria de casitas de 2 plantas de construcción muy sencilla, del Obispado (1957).
La Junta de Gobierno Local del Ayuntamiento de Lleida apruebó a finales de 2010 definitivamente el proyecto de urbanización del SUR 19A, un sector de 42 ha donde se prevé construir 3.145 viviendas, de las cuales casi la mitad son de protección oficial. Con esta nueva área residencial se da continuidad a la expansión urbana hacia el norte de la ciudad y se completa la fusión de los barrios de Balàfia, el Secano de San Pedro y Pardinyes.
Balàfia y el Secano de San Pedro son 2 barrios de la ciudad de Lleida situados al norte del núcleo urbano, el desarrollo urbanístico de los que se inició durante la posguerra para acoger a los inmigrantes que llegaban a la ciudad. En el caso de Balàfia, que con 13.151 habitantes (2008) es el barrio más poblado de la ciudad, sus orígenes se encuentran en la construcción de varios polígonos de vivienda pública (primero los bloques de Regiones Devastadas, luego los del Patronato Diocesano , y finalmente los de Obra Sindical del Hogar), alrededor del eje de la A-14 y la N-230 (Lleida-Viella y Túnel de Viella). El Secano de San Pedro, por su parte, tiene una población de 3.933 habitantes (2008) y es fruto de un proceso marginal de parcelación y posterior construcción de viviendas en unos terrenos rústicos, posteriormente legalizados, situados en una meseta elevado unos 20metros sobre los terrenos circundantes y desligado de la trama urbana. Durante los años 90′ se desarrolló el Plan parcial de Balàfia, que dio lugar a la urbanización de la zona conocida popularmente como los Barrios Norte y permitió integrar la trama urbana de los barrios de Balàfia, el Secano de San Pedro y Pardinyes.

Delimitación de la Trama Urbana Consolidad – LLEIDA
Lleida: servicios esenciales, en manos privadas.
A la gestión privada del agua se suma la externalización de la recogida de basuras, autobuses urbanos y atención domiciliaria.
Con una deuda municipal equivalente al 80% del presupuesto anual, los ciudadanos de Lleida se enfrentan a un proceso de privatización que se extiende a todos los ámbitos controlados por el consistorio, hasta ahora uno de los bastiones del PSC. En los últimos años, la ciudad ha ido perdiendo el control de servicios esenciales para ver cómo se cedían a empresas privadas: desde la recogida de basuras y el servicio de autobuses urbanos hasta la atención domiciliaria a las personas mayores.
Además, el abastecimiento del agua por parte de FCC-Aqualia convierte al municipio en la única capital de provincia catalana con un servicio totalmente privado. y esto acaba siendo un coste, sobre todo, para las familias más desfavorecidas. La Asamblea en Defensa de los Servicios Públicos de Lleida señala que el informe económico de la concesión no es público, y se producen cortes de agua con impagos muy pequeños apenas de 100€. «El Ayuntamiento dispone de un sistema de ayudas pero es puntual y muy limitado en el tiempo», lamentan desde el colectivo.
La creación del Consorcio Sanitario de Lleida ha puesto en pie de guerra a los profesionales del Hospital Arnau de Vilanova, el gran centro sanitario de la zona, al considerar que puede suponer un primer paso hacia su privatización.
Lleida mantiene un reto urbanístico pendiente: la rehabilitación de la céntrica Rambla de Ferran y su entorno, en suspenso por la crisis y que mantiene degradada parte de la ciudad. Con un índice de paro del 17%, por debajo de la media nacional, gran parte de la vida juvenil se desarrolla alrededor de la universidad, que debido a su vinculación con el entorno productivo destaca en los estudios agronómicos y forestales. La facilidad para moverse a pie y en bicicleta, con más de 35 km de carril bici, es uno de los aspectos positivos mejor valorados.
Cercanías: una radiografía diferente de nuestras ciudades. La Marea-Diagonal. 2016
…El documento «Proyecciones de población y de hogares para el municipio de Lleida. Horizonte 2030 «que adjunta como anexo, constituye la base de las previsiones de desarrollo demográfico de la ciudad para los próximos 15 años. El trabajo parte de cuatro escenarios, endógeno, bajo, medio y alto, para realizar una proyección demográfica del municipio de Lleida con el horizonte 2030.
A grandes rasgos, la hipótesis de un escenario alto representaría la continuación del crecimiento que el municipio ha experimentado en la década de 2000, mientras que la hipótesis de un escenario bajo sería similar al estancamiento demográfico de los años noventa. En medio se sitúa la hipótesis media, con una población de 161.500 habitantes para el año 2030. La hipótesis endógena muestra cómo evolucionaría la población de Lleida sólo con el movimiento natural (nacimientos y defunciones) con el resultado de que, en 20 años, sólo ganaría unos 3.000 habitantes.
Cualquier proyección demográfica a 20′ años posee un importante grado de incertidumbre dado el largo período que se cubre, mayorada en nuestro caso atendiendo al periodo actual de profunda crisis económica. No se pretende «acertar» la cifra final de habitantes sino mostrar cómo, según el escenario económico y las políticas que se desarrollen, puede evolucionar la población proyectada.
1.- El primer quinquenio del POUM, 2015-2020, estará marcado por la continuidad de la crisis y por la actual situación general. Para el 2º y 3º quinquenio, 2020-2025 y 2025-2030, se prever cambios en la actividad económica, básicamente de recuperación en el 2º y de crecimiento en el 3º, sin embargo, será cualitativamente diferente al de antes de la crisis.
2.- El sector de la construcción no tendrá el rol que ha tenido hasta ahora y el planeamiento urbanístico podrá centrarse mucho más en ganar calidad el suelo urbano al no tener que pensar nuevos ensanches para cubrir una gran demanda.
3.- El agua, la luz, las energías renovables y la sostenibilidad de la ciudad, tomarán mucha importancia en las propuestas y políticas urbanísticas.
4.- Las 2 actividades no terciarias más importantes, la industria alimentaria y la logística, deberán estar muy conectadas con infraestructuras existentes para recibir unos impulsos endógenos decisivos.
La primera actividad, la alimentaria, debe estar muy ligada Parque Científico. La segunda actividad, logística, debería apoyarse en el aeropuerto de Lleida-Alguaire destinado, preferentemente, al transporte de mercancías. El territorio de Lleida es grande y a nivel logístico puede jugar un papel de intermediación entre los dos sistemas urbanos potentes situados en los extremos, Barcelona y Zaragoza y de fuerte competencia con el más cercano de Tarragona-Reus-Valls
5.- En la medida de lo posible el planeamiento debe territorializar, es decir, tiene que ir más allá de lo que es la ciudad, ya que ha llegado el momento de la planificación plurimunicipal.
El sistema urbano de Lleida se debe potenciar desde la misma base de su planificación….
2015. El Ayuntamiento de Lleida confía en que la reapertura del Mercado del Plan como centro comercial outlet dinamice el Centro Histórico tras años de inversiones públicas. La Plataforma del Plan del Agua reconoce el impacto positivo del equipamiento pero reclama un mayor control a las actividades de venta de droga y de prostitución y propone actuaciones urbanísticas que favorezcan la atracción de familias. El barrio del Centro Histórico de la ciudad de Lleida ocupa cerca de 50 hectáreas entre el cerro de la Seu Vella y el río Segre, en un espacio que antiguamente estaba cerrado por la muralla medieval y que se caracteriza por la topografía accidentada. Se diferencian claramente 2 zonas: la parte baja tiene un fuerte carácter comercial y la zona alta ha sufrido en las últimas décadas un despoblamiento progresivo, el envejecimiento de la población y la pérdida de actividad económica. A diferencia de otros centros históricos, con presencia de numerosos elementos patrimoniales y edificios construidos con piedra, el de Lleida se caracteriza por haber sufrido muchas modificaciones a lo largo de los siglos y por la mala calidad de los materiales de construcción. En el año 2012 el Centro Histórico tenía 10.766 habitantes, de los cuales un 45% eran extranjeros, en su mayoría hombres jóvenes de procedencia africana atraídos por el bajo precio de alquiler de las viviendas.
Los proyectos de rehabilitación: En 1986 se aprobó el Plan especial del centro de Lleida y en 1988 se delimitó el Centro Histórico como Área de Rehabilitación Integral (ARI). A partir de 1994 la Empresa Municipal de Urbanismo de Lleida S.L. (EMU) se constituyó como órgano de transformación y gestión del suelo urbano en el ámbito del ARI. La estrategia que siguió fue revertir las plusvalías obtenidas de las actuaciones realizadas en zonas de nuevo crecimiento en la rehabilitación del centro histórico. Entre 1994 y 2004 se rehabilitaron 900 viviendas, se derribaron 240 y se construyeron cerca de 200 viviendas públicas. O el Parque Territorial Alcalde Pons-Les Basses d’Alpicat, o los sectores se actividad economica d’Almaceles (2010) o Torreblanca-Quatre Pilans (2010), el aeropuerto de Lleida-Alguaire (2012)…
Sorprendente Lleida, con un Avance del POM tan fresco y con verdades honestas sobre las incertidumbres de previsión de crecimiento, los planes de rehabilitación, la realidad de las Areas residenciales estratégicas, la reconfiguración de las áreas ferroviarias, las areas de actividad económica.
Estaremos muy atentos, después del Avance de POUM…
Lleida tiene hoy una población de 138.542 habitantes y un parque residencial de 63.572 viviendas, de las cuales 6.410 son unifamiliares (el 10,10% del total). Datan de fechas anteriores a los 60′ todavía un 10% del total, y de los 60′ son 9.430 viviendas (el 14,8%), de los 70′ son 15.175 viviendas (el 23,9%), de los 80′ son 8.383 viviendas (el 13,2%), de los 90′ son 9.521 viviendas (el 15,0%) y de la década prodigiosa 2000-2009 son 13.790 viviendas (el 21,7% del total).
Cada mercado es local.
Cada municipio tiene su singularidad.
Cada municipio se retrata en su parque residencial.
…seguiremos analizando en próximas entregas los 250 municipios mayores de España