

Estos gráficos representan el Parque Residencial de GRANADA.
Son los Bienes Inmuebles, de uso VIVIENDA, matriculados a 1.1.2015, clasificados por tamaño y fecha de inscripción.
Cada barra horizontal representa una década, la inferior es la más reciente (2010-2014), y la superior la más antigua (<1900).
Cada color es un tamaño, del más cálido (<60 m2) al más frío (>180 m2).
La barra inferior (DELVI) representa el cálculo hecho desde Otropunto de la Demanda Latente de Vivienda (la demanda latente se configura por las personas que no tienen vivienda y que por su perfil sociológico (edad) y socioeconómico (no están en desempleo) son potenciales compradores). Es una estimación del número máximo de vivienda que constituye la demanda encubierta de una zona y se basa en las personas con el perfil de los actuales compradores de vivienda pero que todavía no han constituido un hogar.





Son datos fríos, sin cocinar.
Información para la toma de decisiones.
Información para el conocimiento.
Granada es una ciudad y municipio de 88,02 km2, capital de la provincia homónima, en la comunidad autónoma de Andalucía, situada en el centro de la comarca Vega de Granada, a una altitud de 680 msnm, en una amplia depresión intrabética formada por el río Genil y por el piedemonte del macizo más alto de la península ibérica, Sierra Nevada, que condiciona su clima.
En ella se encuentra la sede del partido judicial número 3 de la provincia; la de la archidiócesis que lleva su nombre, así como las del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía, Ceuta y Melilla, el Consejo Consultivo de Andalucía, el Consejo Escolar de Andalucía y el Colegio Notarial de Andalucía —compartida con Sevilla—. Granada alberga también la sede de diversas instituciones autonómicas de índole cultural y científica, como el Centro de Documentación Musical de Andalucía, la Biblioteca de Andalucía, el Instituto de Astrofísica de Andalucía, el Instituto Andaluz de Geofísica y Prevención de Desastres Sísmicos, el Instituto de Academias de Andalucía y el Centro de Estudios Escénicos de Andalucía —compartida con Málaga y Sevilla—. Además, es sede del Mando de Adiestramiento y Doctrina (MADOC) del Ejército de Tierra de las Fuerzas Armadas Españolas.

El relieve del municipio está marcado por su localización en el borde oriental de la depresión de Granada. Las sierras de Huétor, Arana y Nevada ejercen de cabecera de esta cuenca sedimentaria.
La depresión granadina ocupa una posición central en el conjunto de depresiones que forman el surco intrabético, un corredor natural entre las alineaciones montañosas de la Subbética y de la Penibética, que enlaza el Levante con el Mediterráneo. Las terrazas fluviales de los ríos Genil, Darro y Beiro dieron origen a su vega, bordeada por un anfiteatro de colinas cuya altitud media ronda los setecientos y ochocientos metros. Su situación geográfica permitió al asentamiento beneficiarse de las facilidades de comunicación en la circulación regional y de las ventajas defensivas ofrecidas por la elevada altitud de las cadenas montañosas que lo circundaban. Su base económica fue posible gracias a la riqueza agrícola de la vega. No obstante, por sí solo, el conjunto de factores geográficos no explica ni el predominio adquirido por Granada -respecto a otros asentamientos con similares condiciones, e incluso con mayores facilidades-, ni tampoco su continuado desarrollo urbano. Fueron factores históricos los que determinaron el aprovechamiento al máximo de las ventajosas condiciones ofrecidas por su situación y emplazamiento geográficos.
Por último, la red hidrográfica, jerarquizada por el río Genil, ha modelado y perfilado una gran llanura de sedimentación, formada por materiales detríticos donde predominan las arenas, limos y arcillas, en función de la cercanía al centro de la cuenca. Esta llanura aluvial es de gran riqueza desde el punto de vista de la agricultura y, junto a los yacimientos auríferos ligados a los ríos Darro y Genil, provocaron su rápida población.

Su área metropolitana incluye cerca de 500.000 habitantes, estando constituido par los 19 municipios de AIbolote, Alhendín. ArmilIa, Atarfe, Cájar, Cenes de la Vega,Cúllar-Vega, Churriana de la Vega, Granada, Huétor Vega, Jun, Las Gabias, La Zubia, Maracena, Monachil, Ogijares, Peligros, Pulianas y Vegas del Genil. Además 21 municipios se encuentran en su area de influencia directa, son al NORESTE, Alfacar, Calicasas, Cogollos Vega, Guevéjar, Nivar y Víznar; al ESTE, Beas de Granada, Dúdar, Gúéjar Sierra, Huétor Santlillán, Quéntar y Pinos Genil; al SUR Dilar, Gójar y Otura y al NOROESTE Cijuela, Chauchina, Fuente Vaqueros, Láchar, Pinos Puente y Santa Fe.

En el municipio existen 5 núcleos o unidades de población: Granada, Alquería del Fargue, Bobadilla, Cerrillo de Maracena y Lancha del Genil.
El municipio de Granada consta de 8 distritos, que forman a su vez un conjunto de 36 barrios; los más importantes son el Zaidín, el Albaicín, el Sacromonte, el Realejo, La Chana, Almanjáyar y la Cartuja,

Granada constituye un núcleo receptor de turismo, debido a sus monumentos y a la cercanía de su estación de esquí profesional, así como a la zona histórica conocida como La Alpujarra y también a la parte de la costa granadina conocida como Costa Tropical. De entre sus construcciones históricas, la Alhambra es una de las más importantes del país, declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1984, junto al jardín del Generalife y el Albaicín. Su catedral está considerada como la primera iglesia renacentista de España.
La Universidad de Granada es la 4ª a nivel nacional por número de alumnos y es uno de los destinos más populares por los universitarios europeos del programa Erasmus. En 2011, recibió del Ministerio de Educación un anticipo de 1,8 millones de euros en concepto de remuneración del personal investigador en formación; becas, ayudas y contratos de 256 investigadores dentro del programa de formación del profesorado.
Están concluyéndose las obras del Parque Tecnológico de Ciencias de la Salud que se centrará en la investigación médica. Asimismo, se están construyendo las infraestructuras necesarias para la conexión ferroviaria con trenes de Alta Velocidad (AVE), Además, se están terminando las obras del Metropolitano de Granada, que será inaugurado próximamente. Su aeropuerto, situado a 12 km. del centro de la ciudad, ha sido recientemente remodelado.
Fue capital del Reino Zirí de Granada, durante el siglo XI, y del Reino Nazarí de Granada entre los siglos XIII y XV. Tras la toma de la ciudad por los Reyes Católicos, se mantuvo como capital del Reino castellano de Granada, que ya era una simple jurisdicción territorial y que se mantuvo hasta 1833, momento en que se produjo una nueva división provincial en España, todavía vigente. Su escudo municipal ostenta los títulos de «Muy noble, muy leal, nombrada, grande, celebérrima y heroica ciudad de Granada».
La historiografía granadina ha sostenido 2 opiniones divergentes sobre los orígenes de la ciudad. La 1ª tesis afirmaba la continuidad histórica entre Granada e Iliberri (ciudad iberorromana mencionada en las fuentes antiguas e identificada como sede de uno de los primeros concilios de la Cristiandad). Mientras que la 2ª tesis negaba tal supuesto y situaba Iliberri al pie de Sierra Elvira.
De acuerdo con las últimas campañas arqueológicas realizadas en el Albaicín, parece confirmarse la hipótesis iliberritana. De ser así, la antigüedad del asentamiento se remontaría hasta el siglo VII aC. La interpretación de las evidencias arqueológicas suministradas por las excavaciones realizadas junto a la Puerta Nueva o de las Pesas, en la placeta de las Minas, sitúa en esta zona el emplazamiento del foro de la ciudad iberorromana de Iliberri. El lugar fue objeto de excavaciones a mediados del siglo XVIII, aunque en una operación falsaria llevada a cabo por el Padre Flórez, restos auténticos fueron mezclados con falsificaciones que pretendían dar por ciertas las falacias sacromontinas, y obligó a la autoridad pública a sepultar lo hallado.
En línea con esta tesis, algunos estudios sostienen que con anterioridad a la etapa musulmana, en la margen izquierda del Genil, al pie de la Alhambra por su lado sudoeste se había asentado una colonia judía (Garnata al-Yahud según las fuentes árabes). Durante algún tiempo coexistirán ambos núcleos (la ciudad iberorromana y la colonia judía) hasta acabar formando uno solo.
El proceso de desarrollo urbano de Granada ha seguido un modelo expansivo a partir de fajas concéntricas semicirculares, con cambios sucesivos en la orientación de su crecimiento. La primera ocupación residencial se produjo sobre las colinas de San Cristóbal, del Albaicín y de la Alhambra, por sus potencialidades estratégico-defensivas. A partir del siglo XI, con la monarquía zirí, la expansión del recinto se orientó hacia las terrazas fluviales. Fue un momento de crecimiento poblacional, acentuado por los movimientos migratorios dirigidos hacia la metrópoli musulmana, a causa de la presión militar castellana. Al modelo de ciudad acrópolis se sobrepuso el de ciudad en llanura, más adecuado para el desarrollo de las actividades comerciales.
En la primera fase de la ocupación cristiana, el plano de la ciudad se extendió hacia el NO, con la implantación del Hospital Real y de los barrios de San Lázaro y de la Duquesa. Después, en la etapa barroca, el recinto urbano se desarrolló hacia el O y el S, a partir de los caminos surgidos de las antiguas puertas de la muralla. Más tarde, durante el gobierno napoleónico, se potenció el eje del río Genil, con actuaciones en sus riberas. Finalmente, en el XIX el interés se centraría más en las operaciones de reforma interior que en las de ensanche, mientras que durante los 50′ y 60′, la expansión urbana se realizó sobre los sucesivos ensanches (a menudo espontáneos o no planificados), que extendieron el organismo urbano hacia el N, S y O.

Podemos distinguir 4 grandes periodos bien definidos en la historia urbana granadina: de formación, de transformación de la estructura urbana medieval, de gestión urbanística liberal y de urbanismo planificado. Aunque, en las líneas generales de su evolución se puede aislar una invariante: la estructura de la ciudad consolidada (la ciudad histórica) ha sido vista como obstáculo para el progreso. Hasta fechas recientes (PGOU de 1985), los programas urbanos desarrollados en Granada se han sustentado en políticas de ensanche y de reforma interior de la población, al margen o en contra de la ciudad heredada y de su realidad morfológica, topográfica y paisajística.
La ciudad musulmana de Granada fue el resultado de 2 momentos históricos (durante el interregno africano la estructura urbana zirí sufrió pocas transformaciones, aunque la lectura de algunas fuentes como Ibn Idari sugiere a los estudiosos que con lo almohades se realizaron algunas intervenciones sobre el recinto amurallado). El 1º periodo, a partir del siglo XI, con el establecimiento de la dinastía Zirí se formó el conjunto urbano, ampliando sus defensas y haciéndolo capital de la región, aprovechando sus ventajas geográficas.
El 2ª período comenzó en 1238, cuando Muhammad I Ibn Al-Ahmar fundó la dinastía Nazarí. Con los nazaríes la ciudad y su reino se convirtieron en el último reino islámico de la península ibérica, alcanzando cotas de esplendor y decadencia. El núcleo del poder se trasladó desde la alcazaba Cadima (vieja) de los ziríes, en el Albaicín, a la frontera colina de la Sabica, originando la ciudad palacio fortificada de la Alhambra.
La ciudad medieval islámica, tal como quedó conformada poco antes de la incorporación a la Corona castellana, y de los proyectos subsiguientes de reforma, será el objeto a transformar por espacio de casi 4 siglos, y, pese a las modificaciones habidas en su red viaria, y, en su morfología, la definición estructural del espacio urbano ha estado vigente hasta hace relativamente poco, con un centro funcional comercial y administrativo en torno al sector de Bibarrambla, Catedral, Ayuntamiento, y de una serie de fajas residenciales extendidas desde aquí hacia la periferia, cercana a los terrenos rústicos de la vega.
El espacio urbano islámico se configura sobre bases muy diferentes de las del occidente medieval cristiano. Frente a las bases jurídico-políticas concretadas en el municipio (con sus principios de autogobierno, autonomía local y representatividad), la razón fundamental de ser de la ciudad islámica es abrigar las familias de la comunidad en un espacio construido que les permita desarrollar su vida de acuerdo con las prescripciones coránicas. Todo en la ciudad islámica se ordena en torno a los lugares de culto (la mezquita) y de concentración. Los barrios frecuentemente coinciden con el perímetro vocal del almuecín que llama a la oración, frente al urbanismo de ascendencia clásica greco-romana, basado en la geometría y en la reglamentación.
La ciudad, en suma, está regida por una centralidad asociada a lo sagrado. Toda ciudad islámica tiene su centro. El centro de la Granada nazarí lo constituía la medina presidida por la mezquita aljama (sobre suyo solar se edificó la iglesia del Sagrario). En torno a este centro se desplegaban las actividades comerciales y los equipamientos públicos más importantes (Alcaicería, alhóndigas, fondaks como el Corral del Carbón, la madrasa) pero también los espacios residenciales. Próximos a las zonas comerciales, se concentraba una población de artesanos y mercaderes, a mayor distancia, barrios más o menos cerrados (harat) y los arrabales. Cada una de estas unidades urbanas se hallaba encerrada por su propia cerca, a la vez que un dispositivo amurallado conectaba las defensas de la ciudad palatina de la Alhambra con la barbacana de Bibataubín que defendía el valle del Darro.

Estructura urbana de Granada: supuestos asentamientos pre-islámicos
El espacio estaba rigurosamente jerarquizado. A cada función correspondía un tipo de circulación más o menos pública o privada. Los barrios eran unidades urbanas que poseían su propia identidad y un equipamiento autónomo: mezquitas, baños, tahonas y tiendas. La estructura corporativa de los oficios (a cuya cabeza estaban los alamines o alarifes) se correspondía con la distribución espacial de usos y funciones, al ocupar cada cuerpo de oficio los puestos de toda una calle, a la que daban nombre (zacatín, de ropavejeros; cuchilleros, etc.). El principio jerárquico que ordenaba el espacio urbano se correspondía con una red creciente de clausuras y segregaciones a partir de la familia y el linaje, y los grupos étnicos. Miembros de una misma familia ocupaban áreas urbanas contiguas y comunicaban sus casas mediante puertas falsas o pasadizos volados sobre la calle. En su origen, la toponimia urbana parece estar ligada al gentilicio de los habitantes que dieron nombre al asentarse a los barrios (Cenete, Gomérez).
El hábitat doméstico musulmán se concibe a partir de un elemento clave: el wasât al-dârt («el patio umbrío») es un espacio central, más o menos abierto hacia el cielo, que conforma el corazón de la vivienda. Distribuye, reúne, acoge todas las actividades cotidianas. Y es el centro de la vida femenina. La casa responde a la valoración de la intimidad y a la segregación social de la mujer. Por eso, la fachada (al-wajihah) no cuenta, la casa vuelve la espalda a la calle; al exterior predomina el paño ciego, mientras que lo que a ojos occidentales pudiera entenderse como fachada, por su ornamentación, se encuentra en el interior, abierto al wasât al-dârt. La casa, de pequeñas proporciones, se volcaba hacia el interior. Su estructura arquitectónica creaba vacíos en el interior de las manzanas, que contrastaban con el carácter compacto de un bloque urbano, apenas fisurado por callejuelas. La casa constaba de salas rectangulares flanqueadas por alcobas laterales con un único vano de ingreso abierto al patio sobre el que se disponían un grupo de ventanas cerradas por celosías a manera de respiraderos. En los casos más notables, el patio copiaría a escala menor la distribución de dos pabellones enfrentados con un patio rectangular centrado por alberca propia de la arquitectura palaciega.

Granada entre el s VII y el s XV
El principio jerárquico del espacio urbano islámico se manifestaba también de manera singular en el sistema viario. Constaba de un sistema radial que conectaba entre sí las diferentes puertas de las cercas, y de un sistema secundario que daba acceso a las viviendas. Esta red secundaria se organizaba a partir de adarves (callejones sin fondo, semiprivados) y atarbeas o pequeños vacíos generalmente de planta cuadrada, cuyos edificios colindantes estaban ocupados por tiendas de una misma mercadería. Asimismo, el principio jerárquico espacial reflejaba la estructura de la propiedad y del poder: las unidades residenciales conformaban agregaciones homogéneas a partir del módulo pequeño que regía la parcelación y la edificación, junto a grandes extensiones propiedad de la familia dinástica que se extendía por el interior del recinto urbano, aunque su mayor concentración se producía en el sector oriental de la población, próxima al campo del Príncipe.
El 2º periodo en el proceso de desarrollo urbano granadino coincide con los intentos de transformación del organismo medieval y con la definitiva expansión de los bordes de fijación del plano urbano a finales del siglo XVIII, tal y como observamos en el levantamiento topográfico de Francisco Dalmau.
La incorporación de Granada a la Corona de Castilla condujo inevitablemente a la transformación del orden urbano islámico. Transformación que no fue ajena en absoluto a un proyecto político de más amplio calado, la creación de una nueva forma de organización política, a partir de los Reyes Católicos: el Estado. Desde ese enfoque es como hay que entender el ciclo de experiencias urbanas desarrollado en Granada durante todo el siglo XVI y hasta la expulsión definitiva del elemento morisco del reino tras las revueltas de la década de 1570. La conquista del reino de Granada supuso su fusión en el entramado institucional castellano, y, sobre todo, la voluntad decidida de transformar políticamente un marco social y civil que resultaba incomprensible y molesto, no sólo a ojos de los nuevos pobladores, sino, sobre todo, para la Corona, es decir, para el naciente Estado. Derribo de ajimeces y cuerpos volados sobre la vía pública, ensanche de calles, institución del cabildo municipal, de la Capitanía General, de la Chancillería, desarrollo del programa parroquial (gracias a una Bula otorgada en 1501), creación del Hospital Real. Todo ello se inscribe en un doble registro. Por una parte, la modernización de una estructura urbana que se siente ineficaz. Por otra, la asunción por parte del estado del control del espacio urbano, de su sentido y de su función.
Prologando la primera edición impresa de las Ordenanzas de Granada figura una carta de merced de 20.9.1500, convertida en privilegio en 15.10.1501. Por medio de esa disposición, la Corona instituyó el Cabildo, con 24 regidores y su correspondiente aparato administrativo (entre el que destacaba el nombramiento de un Obrero, especie de arquitecto y sobrestante, y jueces de edificios); se ceden para ejidos (es decir, terrenos comunales) los osarios musulmanes; para casa de Cabildo, la Madraza y para Propios la renta de la hagüela (impuesto sobre casas, tiendas y censos, del que pertenecían tres partes a la Hacienda real y una al Ayuntamiento); asimismo, se cedían las casas de las Alhóndigas y se disponía que pudiese ubicar carnicerías y pescaderías y un peso del Concejo; los muros, cercas, puentes y alcantarillas quedan propiedad de la ciudad, etc.

1565 – Granada
Un nuevo orden urbano se superpuso a la estructura física de la ciudad bajomedieval. Las relaciones funcionales permanecieron inalteradas durante algo más de 3 siglos (la centralidad funcional de la medina continuará), a pesar de los cambios de alineaciones (apertura de plazas como la Plaza Nueva, volteada sobre el río Darro, ensanche y rectificación rectilínea de calles) y pese a la implantación de un nuevo tejido administrativo-religioso con las parroquiales.
Cambios importantes fueron la creación de las morerías (1494) y los intentos por ordenar y sistematizar el parcelario. El viajero alemán Jerónimo Münzer que visitó Granada en 1494 (2 años después de su conquista cristiana) decía que las casas de los moros eran como nidos de golondrina, por lo complicado de su trazado y, sobre todo, que una casa de cristiano ocupaba cuatro o cinco árabes. De ahí se infiere el proceso de agregación de parcelas que comenzó, y el de regulación de la disociación entre la propiedad del suelo y la del vuelo o edificación, de enorme trascendencia en el concepto del dominio en el mundo musulmán.
En una primera fase, con los Reyes Católicos y su hija doña Juana, la preocupación de la Corona fue asegurar el poblamiento y el ennoblecimiento de la antigua capital del reino nazarí. Porque la dicha çibdad sea mejor poblada e ennoblescida (Carta real de merced a la ciudad de Granada determinando la organización de su cabido, 20.9.1500). Corresponden a esta fase los proyectos góticos que intentaron modernizar la morfología urbana. En una segunda fase, el capital simbólico de la ciudad se asoció al proyecto imperial, con dos programas de una importancia extraordinaria: la residencia del emperador junto a los palacios nazaríes en la Alhambra, y el panteón de la familia imperial proyectado en la catedral.
Entre los siglos XVII y XVIII la ciudad consolidará las líneas de fijación del plano urbano y establecerá gracias a nuevos ensanches apoyados en implantaciones religiosas (sobre todo conventos) el perímetro del organismo preindustrial. Límite que funcionará hasta que los planes de ensanche proyectados en la primera mitad del siglo XX definan las áreas de contacto con los terrenos rústicos de la vega en función de su aprovechamiento económico y no de su carácter productivo, alterando el equilibrio campo-ciudad y conduzcan el proceso de creación urbano según las leyes del mercado del suelo.
La ciudad baja se desarrolló o a partir de la medina musulmana, emplazada en las terrazas fluviales del valle del Darro. El doble proceso de cristianización y castellanización de la ciudad hispanoárabe, tras su conquista en 1492, perpetuó -y acrecentó- las funciones comerciales y representativas confiadas a los equipamientos públicos ubicados en la margen derecha del río. La llanura fue el lugar preferido por los nuevos pobladores cristianos. Se consolidaron nuevos asentamientos en los bordes de contacto con la vega. Surgieron barrios nuevos organizados en torno a fundaciones religiosas.
La despoblación y el abandono sufridos por el barrio del Albaicín (tras la expulsión de la población morisca en 1571), la reactivación económica y el prestigio ideológico adquirido por la vieja medina, con el establecimiento del complejo catedralicio y la sistematización de la plaza de Bibarrambla, configuraron este sector de la ciudad baja como el nuevo centro urbano. Por ello estará llamado a desempeñar un importante papel en las reformas burguesas de la ciudad iniciadas en el siglo XIX y prolongadas hasta el primer tercio del XX.
En la confluencia de los ríos Darro y Genil surgieron otros 2 focos expansivos: los barrios de la Virgen y de san Antón. El área ocupa un vasto terreno, extendido a lo largo de la ribera del Darro, extramuros de la antigua cerca nazarí, hasta las inmediaciones del Genil. Dos construcciones religiosas polarizaron el crecimiento urbano: la basílica de Nuestra Señora de las Angustias y el Convento de san Antonio Abad.
La transformación en parroquia independiente de la iglesia de las Angustias aseguró el crecimiento urbano del sector, e instauró un centro devocional de gran atracción para la población granadina. La principal arteria de esta zona era la Carrera Vieja (después llamada de la Virgen), un espacio longitudinal en la margen del río Darro, esencial en su configuración morfológica. Además de servir como eje viario cumplía funciones representativas como lugar donde se desarrollaban procesiones y celebraciones cívicas. La carrera terminaba en el puente del Genil, reformada en 1685. En el entorno del puente el Concejo había determinado la plantación de unas alamedas, que en el siglo XIX se transformarían en jardines públicos. En sus cercanías discurría la Acequia Gorda. Esta canalización hidráulica, que conducía su caudal hacia las huertas de la vega, a cuya red de riegos abastecía, daba funcionamiento además a un conjunto de instalaciones fabriles que circundaban la periferia urbana: desde molinos de pan a tornos para la seda. Cuando las alamedas fueron transformadas en jardines, según los nuevos ideales del decoro y ornato públicos que guiaban las intervenciones burguesas sobre la ciudad, cambió radicalmente la función desempeñada por las riberas del río Genil en el conjunto urbano.
En el lado izquierdo de la Carrera se conformó el barrio nuevo de los monjes de Santa Cruz, originado en terrenos que habían sido huertas del convento de dominicos. La estructura del nuevo barrio se organizó también según el trazado a cordel, con una disposición ortogonal de su viario (que lleva nombres de santos dominicos) y un loteo en manzanas cuadrangulares.
Al otro lado del río Darro surgió el barrio de San Antón, asimismo vertebrado sobre un trazado en damero, con un eje principal, la calle de San Antón, y otro paralelo, la calle de San Isidro, subsidiario de este. El barrio articulaba la continuidad entre los barrios de la Magdalena y el de los monjes de la Santa Cruz, prolongando el tejido urbano del centro neurálgico de las actividades comerciales e institucionales concentrado en la ciudad baja, la antigua medina musulmana.
La conexión entre los barrios de San Antón y el de las Angustias se aseguraba mediante los puentes de Castañeda y de la Virgen volteados sobre el Darro entre 1675 y 1700. El paso del río por el centro de la ciudad era un dato territorial inexcusable, a la vez que cumplía una función esencial en el desarrollo de determinadas actividades artesanales e industriales, al poder verter a él sus desechos.
En el 3ª periodo concurren la gestión urbana liberal y el despegue económico de la ciudad, basado en la acumulación de capital generada por las industrias de transformación de los cultivos de remolacha en la vega. Durante esta fase, se llevan a cabo las empresas de transformación urbana de más hondo calado. El embovedado del tramo del río Darro comprendido entre Plaza Nueva y Puerta Real creó un centro funcional, con la consiguiente vertebración en el corazón de la vieja medina musulmana y de un eje comercial moderno que funcionará hasta finales del siglo XX. La apertura de la Gran Vía de Colón, supuso la crisis definitiva del sistema urbano medieval y el origen de una nueva sistematización viaria, cuyos efectos son bien patentes en la actualidad.

Pero, además, es durante este periodo cuando se definieron 2 categorías de gran trascendencia para la comprensión ulterior de la ciudad y de su morfología. Por una parte, fruto de los viajeros románticos, se originó una interpretación pintoresquista de Granada, acompañada de un impresionante ciclo iconográfico que privilegió una visión general de la ciudad basada en fragmentos escogidos de su paisaje urbano. A la vez, la crítica romántica a la ciudad burguesa estableció, por su consistencia ideológica, un horizonte interpretativo de gran operatividad: es la interpretación ganivetiana. Por otra parte, no se puede soslayar que la gestión urbana liberal, además de sus técnicas urbanísticas (ensanche, reforma interior, zoning) se apoyaba instrumental y conceptualmente en el ideal del decoro y ornato públicos. Ello supuso en la práctica la adopción de unos patrones formales en la edilicia anclados en la cultura arquitectónica ecléctica, y encontró en el control de la ordenación de las fachadas la manera idónea de entender y hacer la ciudad. Esto último, unido al incremento de la producción inmobiliaria y a la transformación de los inmuebles tradicionales en inmuebles de renta o plurifamiliares, convenientemente refacheados, condujo a la definitiva definición formal del centro histórico y funcional granadino.

1796 – Granada por Francisco Dalmau
Al carecer la ciudad de planes de ensanche o de reforma interior, el principal instrumento de intervención urbana en Granada durante décadas, fue el proyecto de alineación. Entre 1844 y 1885, el Ayuntamiento aprobó 198 proyectos de alineación; más de la mitad de los cuales eran simples reformados que se referían a menos de 20 calles de las 850 que tenia entonces la ciudad. La técnica de las alineaciones fue un ejercicio de planificación que no logró articular un plan general de reformas. Su aplicación, necesariamente fragmentaria, al favorecer la reparcelación exigida por la concentración del capital inmobiliario y la redistribución de la propiedad, ordenaba el territorio de las nuevas arquitecturas vinculadas a la cultura historicista. La operatividad de las alineaciones estaba condicionada por la inexistencia de un mecanismo expropiatorio expeditivo, por el precio desmedido a pagar para expropiar fincas urbanas, por la exigüidad económica de la hacienda local, y por la ineficacia de la propia administración municipal.

1812 – Granada
La primera oportunidad para la renovación urbana y arquitectónica del interior de la población la ofreció el proceso desamortizador. La desamortización (1836) permitió obtener espacios públicos en el interior del recinto urbano, previa demolición de las edificaciones religiosas cedidas a la Administración central o adquiridas por los Ayuntamientos y cuya restauración no pudo llevarse a cabo. Se abrieron nuevas plazas, como la del Carmen o de la Trinidad, que, con el desventramiento que suponían de la estructura urbana heredada, liberaron espacios en el compacto entramado urbano bajomedieval. La exclaustración también supuso una renovación importante del equipamiento dotacional e institucional. La demolición de los conventos de San Agustín y de Capuchinas, posibilitaron erigir mercados públicos sobre sus solares. En otros casos, las edificaciones mantenidas sufrieron un cambio de usos: parte del convento del Carmen fue ocupado por la nueva Casa Consistorial, el convento de la Merced, fue destinado a cuartel, etcétera.

A partir de la segunda mitad del siglo XIX dos datos nuevos dirigen el debate y la práctica urbanos: el ferrocarril y el embovedado del río Darro.
Al NO de la ciudad, las instalaciones ferroviarias generaron un polo de atracción hacia ese sector, y una importante tensión en el plano de la ciudad, puesto que se completaban con otra estación proyectada (y no construida) al S, en las proximidades del puente del río Genil. La vieja medina nazarí, ahora centro burocrático y comercial de la ciudad, se convertía en un incidente molesto para el tráfico interior de personas y mercancías, y el ferrocarril se mantenía alejado de la ciudad.
Las obras del embovedado sobre el río Darro (1854-1884) y la ordenación del barrio próximo a la plaza de Bibarrambla (apertura de la calle Príncipe y las nuevas alineaciones de la calle Salamanca) habían otorgado a esta zona de la ciudad una ventajosa posición relativa en cuanto a accesibilidad, lo que había hecho de ella el lugar preferido para el desarrollo de las actividades burocráticas y comerciales. Con el abovedado del primer tramo del Darro se redefinieron la imagen y el paisaje urbanos, al convertir las traseras de los edificios que volcaban sus desechos al río en fachadas, y se alteró la morfología y función de todo el conjunto comprendido entre plaza Nueva y Puerta Real.

1853 – Granada
La característica definitoria por excelencia de la gestión urbana liberal fue la quiebra que supuso la cesión de la capacidad de producir suelo por parte del Estado al privado. O sea, de entender que este podría ser mercancía apta para el mercado. Aquella cesión fue el voluntario abandono de un privilegio mantenido a lo largo de la historia urbana previa, pues sólo el poder estaba capacitado para diseñar la ciudad, calificar sus espacios y definir sus usos. A partir de esta cesión, la burguesía asumió la capacidad de programar el suelo, de lotearlo, de gestionarlo, de crear infraestructuras desde sus intereses o de fijar la clasificación por usos. Esta quiebra se constata en la historia urbana local con el episodio de la Gran Vía de Colón.
Las buenas expectativas abiertas por la expansión de la industria azucarera de la vega granadina, hicieron pensar a sus promotores en convertir a Granada en la sede de los negocios azucareros, y, no en colocar unos recursos financieros acumulados previamente. Pero para ello, había que realizar la tan esperada reforma interior de la población. La iniciativa partió de la cámara de Comercio e Industria, en 1890. Todo hace pensar que el proyecto había sido madurado por el presidente de la Cámara, Francisco López-Rubio, impulsor de las actividades azucareras y su socio, el arquitecto Francisco Giménez Arévalo. En 1894 el proyecto, firmado por el arquitecto municipal Modesto Cendoya fue aprobado. Al año siguiente se constituyó la sociedad anónima La Reformadora Granadina, promotora del proyecto, y, en 1934 se procedió a la liquidación de la sociedad.

1894 – Granada
Aunque, desde un enfoque funcional, la apertura de la Gran Vía supuso la conexión del centro comercial con el nudo ferroviario del noroeste; desde planteamientos estructurales, representó la desestabilización del equilibrio urbano tradicional. La yuxtaposición de un eje rectilíneo sobre el complejo entramado urbano de la medina cortó los vínculos existentes entre las redes primarias y secundarias que articulaban las circulaciones, y exigía para su funcionamiento la redefinición (no realizada) de todas las conexiones transversales a la nueva arteria (como la proyectada y no construida Gran Vía de los Liberales). Por otra parte, la tensión longitudinal de la avenida obligaba a su prolongación a través del barrio de san Matías, proyecto dilatado en el tiempo y objeto de contestación ciudadana, cuando se abordó a mediados de 1970. La construcción de la Gran Vía supuso la reordenación de 43.698 m2 de la ciudad, lo que trajo dos consecuencias. La primera, con el desmantelamiento de la estructura socioprofesional del barrio central de Granada, una segregación espacial en función de los niveles de renta. Esto contribuyó a la congestión de los barrios históricos, especialmente del Albaicín, al buscar en ellos alojamiento las clases más modestas y las categorías profesionales manuales (casi dos terceras partes de los habitantes censados). La segunda consecuencia, fue que, si bien se procedió a la renovación de un lote importante del parque inmobiliario del centro histórico, se hizo a costa de la demolición de edificios de indudable valor, y su sustitución por nuevos tipos inmobiliarios.

1910 – Granada
La ciudad liberal fue el resultado de una ruptura epistemológica en su gestión y en su construcción. Cuando el problema del alojamiento obrero y el de la disgregación del organicismo de la ciudad preindustrial se hacían cada vez más evidentes, se perfilaron dos alternativas: la planificación urbana (lo que significaba corregir el desequilibrio entre el Estado y el privado) y el rechazo antiurbano, materializado en la ideología ciudadjardinista.

1943 – Granada
Respecto a la planificación urbana, el Estatuto Municipal de 1925 contemplaba en su artículo 127 la obligación de redactar planes de ensanche para los municipios que entre 1910 y 1920 hubieran experimentado un aumento en su población superior al 20%. Las iniciativas del ensanche granadino fueron absorbidas por la política de viviendas baratas desarrollada durante la dictadura de Primo de Rivera. Pero el intento de disciplinar y solucionar el ensanche quedó reducido a la promoción de construcciones económicas en sectores muy localizados de la ciudad. Al amparo de esta política y junto a las tasas baratas (destinadas al alojamiento obrero), se desarrollaron promociones para las clases medias y medias altas. Las más representativas fueron las diferentes colonias de hotelitos que se emplazaron en el Paseo de la Bomba o en la Huerta de Belén. De este modo el espacio urbano quedó sometido a un principio de zonificación que distribuía los lotes residenciales de acuerdo con los diferentes niveles de rentación. El ensayo de esta práctica urbanizadora tendría una versión lingüísticamente más depurada en el Barrio Fígares.

1947 – Granada
El 4ª y último periodo en la evolución del asentamiento está dominado por el conflicto entre los intentos por disciplinar y regular la ciudad mediante el urbanismo planificado, y la presión de los intereses de las rentas del suelo, lo que provocará, unas veces, la abdicación del interés público a favor de los intereses particulares (consolidación de los asentamientos no planificados de las barriadas del Zaidín y la Chana, modificación de la Ordenanza de alturas de Calvo Sotelo, Campus de Fuentenueva); en ocasiones, la búsqueda de una concordia entre las plusvalías y los ideales de decoro urbano (reforma interior del barrio de la Manigua; proyecto de prolongación de la Gran Vía de Colón a través de san Matías); y, otras veces, el hacer valer la norma general.
La gestión urbanística durante la etapa de la alcaldía de D. Antonio Gallego Burín representó una solución de compromiso entre las 2 opciones en que se debatía la reflexión urbana desde los tiempos de Ángel Ganivet. Por un lado, estaba la postura que, basada en la crítica romántica a la ciudad industrial, veía en el pasado histórico una condición moral contraria a los procesos de reforma interior y ensanche en curso; una postura, en suma, que identificaba la organicidad del tejido urbano con el social (de ahí la defensa ganivetiana del aguador). Por otro lado, estaba la postura de quienes veían en la ruptura radical con los vínculos medievales de la ciudad la condición previa para garantizar que el espacio urbano fuese fuente de recursos económicos (gracias a las plusvalías del suelo, convertido ya en mercancía), y, soporte de las nuevas actividades financieras y productivas (identificadas ya con la idea de progreso). El compromiso entre ambas tendencias (postromántica y liberal) se materializaría en la doble dimensión de la reforma de Granada emprendida por el alcalde Gallego: Granada, ciudad artística, acometerá una transformación urbana que liquidará definitivamente el organismo preindustrial, lo despojará de sus connotaciones pintoresquistas y lo conducirá a una interpretación historicista.
La ideología que sustentaba la transformación urbanística de Gallego y Burín partía de un modelo culturalista -expuesto en su célebre conferencia sobre la Reforma de Granada (1943)-, construido a partir de unas categorías urbanas de inspiración hegeliana: la ciudad posee un espíritu, una esencia y los distintos episodios edilicios históricos son su epifanía; existe un eterno granadino. La reforma se concretaría jurídicamente en el Anteproyecto de Ordenación Urbana de 1943, anticipo del Plan de Alineaciones de 1951, que contribuyó a determinar físicamente la evolución de la ciudad de Granada (hasta 1973), y, a configurar todas sus contradicciones.
En el anteproyecto de 1943, la ciudad había quedado definida como una síntesis funcional entre la vieja estructura y los nuevos desarrollos. Buscaba establecer un equilibrio entre el pasado y la necesaria reforma y adaptación de su organismo. Determinaba la escala de su desarrollo: a partir de 250.000 habitantes, su crecimiento se apoyaría en ciudades satélites localizadas sobre los municipios de la vega. Las propuestas de ciudades satélites fue el objetivo en que coincidían los partidarios de las 2 opciones en que se escindía el debate ante la ciudad industrial: quienes apostaban por una ideología antiurbana y de abandono de la ciudad y quienes buscaban suelo barato. El Plan ordenaba los nuevos trazados urbanos con rotondas y glorietas, sangrando los barrios históricos con líneas rectas, utilizando una metodología más próxima a los sistemas barrocos que a la urbanística moderna.

1951 – plano de zonificación PG Granada
El Plan de 1951 retomó ideas ya esbozadas en el Anteproyecto (1943). El Anteproyecto había fijado los criterios de intervención territorial, dentro de los parámetros de reforma interior y de ensanche. La reforma interior ponía en crisis los ambientes históricos, a los que deliberadamente excluyó de cualquier intento de revitalización. Mientras que los ensanches proyectados densificaban las zonas expansivas de la ciudad. No obstante, entre el Anteproyecto y el Plan existía una diferencia metodológica, al introducir este con respecto a aquel principios de zonificación urbana. Con la reforma interior del barrio de la Manigua comenzó la reforma de Granada, a la vez que concluyó una operación iniciada décadas antes. El proyecto fue entendido como una doble actuación de saneamiento de un sector degradado del centro urbano: físico, al consagrar definitivamente la funcionalidad administrativa y comercial de la zona; moral, al erradicar las actividades marginales (prostitución) del área representativa de la ciudad. Pero a la vez, permitió recuperar a la hacienda local su capacidad financiera, con la puesta en el mercado inmobiliario de un lote importante de solares en pleno centro comercial. Además, la operación ilustra muy bien el alcance y limites de la metodología proyectiva impuesta por el alcalde a sus técnicos. Toda la gestión urbana del alcalde Gallego se asienta en un modelo político y administrativo personalista, fuertemente intervencionista sobre las decisiones de cada técnico municipal.
Por otra parte, la reforma de la Manigua ilustra sobre la contradicción inherente entre la aplicación de un modelo culturalista de intervención territorial y la realidad de los hechos urbanos. Señalemos que el objetivo último del Plan era dar forma a la ciudad. Participaba, pues, de una conciencia planificadora premoderna, es decir ajena a la nueva ciencia planificadora que el movimiento moderno aspiraba a crear desde el fin de la Gran Guerra. Que su fin último era conformar (dar forma) a la ciudad más que regular la aglomeración urbana a partir de la solución de los problemas planteados por el horizonte industrial y la sucesión de actuaciones de su gestión liberal, se deduce, ya no del análisis del discurso que informaba sus contenidos teóricos (La reforma de Granada, verdadero subtexto que condensaba su programa teórico), sino, sobre todo, del aparato normativo del propio Plan, las Ordenanzas de 1949 y de los documentos gráficos en que se materializaba (planos, alzados, perspectivas).
A partir de los 50′ aumentó el volumen general de la construcción y se consolidó definitivamente el proceso expansivo de la ciudad hacia la vega. Los barrios tradicionales, como el Albaicín, se hallaban congestionados, mientras que el incremento de la demanda de casas baratas para el alojamiento de la clase obrera motivó que diversos organismos locales se encargasen de la promoción directa de viviendas en terrenos rústicos, cuyos precios eran mucho más baratos. Así surgirían áreas residenciales no contempladas por el planeamiento municipal y que entraron en contradicción con el espíritu racional que animaba las previsiones del crecimiento urbano de Gallego Burín (que dejó la alcaldía en 1951). Desde principios de siglo, los pioneros del urbanismo moderno, en su diagnóstico de la ciudad industrial, habían detectado 2 hechos: el alto precio del suelo existente en los cascos históricos, y el problema del alojamiento obrero. Es decir, exactamente las dos dificultades que la planificación del espacio urbano granadino tenía ante sí como datos a resolver.
Técnicamente, el Plan de 1951, cuyo objetivo era dar forma a la ciudad, había adoptado aquellos métodos de planificación urbana denunciados por la urbanística moderna. A saber: definía un perímetro abstracto, al asumir el trazado del camino de Ronda (proyectado 2 décadas antes), lo que suponía fijar un límite a un posible crecimiento futuro; fijaba un viario basado en una jerarquía (barroca) de los ejes; y, zonificaba la ciudad, fijando el uso y función de cada zona. Como certeramente había vislumbrado la crítica moderna, esto implicaba informar al capital sobre donde invertir, es decir, donde retener suelo, encareciéndolo y dificultando su ocupación.
Los propietarios de suelo en las zonas de ensanche previstas, inmediatas al extrarradio, ambicionando los beneficios de quienes poseían solares próximos al casco, desarrollaron una doble estrategia que condicionó el desarrollo urbano ulterior. Por una parte, numerosos solares del ensanche quedaron durante décadas sin edificar, lo que imposibilitó conseguir suelo para el desarrollo de viviendas económicas. Por otra parte, la iniciativa privada logró modificar las ordenanzas de altura, aumentando la edificabilidad de los terrenos del ensanche próximo al cinturón de ronda, con lo que se configuró una faja de viviendas de alta densidad.
El alto precio de los solares del ensanche (reservados por los promotores a la espera de alcanzar los beneficios esperados) y la alta demanda de viviendas populares, en una aglomeración con sus barrios históricos congestionados y carentes de equipamiento e infraestructuras, en un momento en que la ciudad tenía que absorber la emigración procedente del campo, provocó dos situaciones contradictorias con las previsiones del Plan de 1951. De un lado, la fijación de un modelo de hábitat espontáneo, basado en fórmulas económicas de ocupación del suelo: la habitación en cueva, desarrollada principalmente durante las 5 primeras décadas del siglo XX. De otro lado, la conquista desordenada del espacio situado más allá del límite de la ciudad, en terrenos calificados como rústicos. Esto provocó la ruptura definitiva del equilibrio entre la ciudad y la vega, además de condicionar gravemente la ordenación futura de la orientación de los ensanches urbanos. 2 son los principales asentamientos surgidos de esta situación, ambos promovidos por organismos locales cuya intención era resolver el problema del alojamiento obrero, pero que, debido a la carestía del suelo en las zonas de ensanche previstas por el planeamiento hubieron de buscar terrenos baratos donde edificar. Aunque tales iniciativas tenían por objeto satisfacer la falta de viviendas para la clase obrera, su adelantamiento en suelo rústico ocasionó a la larga la revalorización paulatina de las propiedades circundantes y la puesta en crisis de la vega al favorecer mecanismos de actuación claramente especulativos, sin que la administración pareciese interesada en controlar el proceso.
El Patronato de Santa Adela, dependiente del Gobierno Civil, comenzó la construcción de un grupo de 722 viviendas en el pago del Zaidín. Estableció una nueva área residencial sobre terrenos rústicos en el camino de Dílar, en el corazón de la denominada Vega Alta, al otro lado del río Genil. Gallego Burín ya había pensado la edificación del barrio del Zaidín, aunque en la margen izquierda del río Genil. La promoción proponía una tipología edificatoria de vivienda en hilera unifamiliar de una planta, y optó por utilizar un lenguaje arquitectónico elemental, con un diseño próximo a ciertas propuestas de arquitectura popular elaboradas por la Dirección General de Regiones Devastadas, sin que su simpleza formal llegase a trascender en unos estándares compositivos adecuados a un programa de viviendas baratas. El patronato amplió después la construcción a 1.972 viviendas y por último a 2.012. Tras las promociones del patronato, la Obra Sindical del Hogar dio comienzo a la construcción de las 500 viviendas de la barriada Comandante Valdés en 1955-1957. Posteriormente se agregaron numerosas promociones, entre ellas las del Instituto Nacional de Previsión, las de la Diputación y las de la Policía Armada. Además de las implantaciones de particulares. El nuevo barrio vino a paliar las acuciantes necesidades habitacionales y dio asilo a gran parte de los damnificados por los terremotos de 1956, provenientes principalmente del Albaicín y del barrio de la Cartuja. Se desarrolló espontáneamente, sin planificación y con graves problemas infraestructurales. Y acabaría por configurarse como uno de los centros urbanos más activos y densamente poblados, cuyo crecimiento se hizo a costa de los terrenos fértiles de la vega, consolidando un proceso expansivo hacia el sudeste.
A unos 2 km del casco urbano, entre las antiguas carreteras de Málaga, Sevilla y Badajoz el Patronato de la Virgen de las Angustias, dependiente del Arzobispado, edificó el complejo residencial de la barriada de la Chana. El nuevo asentamiento se apoyaba sobre el margen de una carretera nacional, pero el aislamiento de la ciudad consolidada agravaría los problemas de comunicación y abastecimiento, sobre todo teniendo en cuenta la falta de infraestructuras que caracterizó la implantación y el déficit en los equipamientos.
Por inciativa de la Administración Central se encargó en 1965 la redacción del Plan Parcial Polígono de la Paz, al N de la ciudad, al otro lado del río Beiro sobre una superficie de 80 Ha. Se trataba, en el marco de una política estatal, de paliar la acuciante demanda de vivienda. El Ministerio de la Vivienda expropiaba los terrenos, planificaba el área, distribuyendo usos y dotaciones y sacaba a pública subasta las parcelas urbanizadas, a precio de costo. Los particulares debían edificar con arreglo a las normas establecidas. A fin de garantizar un equilibrio entre volumen edificado y población se proponían 3 tipologías edificatorias: edificaciones en manzanas con patio central en orden abierto y bloques exentos en doble crujía con un máximo de cuatro plantas y viviendas unifamilares de una o dos plantas. El proyecto constituía una experiencia consecuente ajena al modelo urbanístico irracional y especulador que comenzaba a tomar cuerpo durante los años 60′. Una decisión administrativa hizo fracasar el ensayo. El Ayuntamiento presionó para conseguir el terreno y realojar a los damnificados por las lluvias torrenciales de 1963, albergados provisionalmente en barracones. Eran unas 12.000 personas, procedentes de grupos sociales marginados, principalmente integrantes de barrios trogloditas afectados por las inundaciones.
La iniciativa privada se desinteresó entonces del proyecto, quedando desiertas las sucesivas subastas de terrenos. Este rechazo motivó la remodelación del plan, modificando las condiciones iniciales de aprovechamiento previstas. Volúmenes y alturas se incrementaron para movilizar los intereses del capital y de los grupos inmobiliarios, a la vez que las previsiones de equipamiento se incumplieron. Lo que empezó siendo una alternativa razonable a la irracionalidad urbanística que guiaba la actuación pública y privada sobre la ciudad acabó convirtiéndose en un área estructuralmente segregada y una bolsa de marginalidad social.

1973 – Granada
2 presupuestos marcarán la política oficial de desarrollo urbano a finales de 1950. En primer lugar, la existencia de una base institucional y legal en materia urbanística (Ley de Régimen del Suelo y Ordenación Urbana de 12 de mayo de 1956, cambio de denominación de la antigua Dirección General de Arquitectura por la de Arquitectura y Urbanismo, creación del Ministerio de la Vivienda en 1957, creación de la Gerencia de Urbanismo, adscrita al Ministerio de la Vivienda, en 1959). En segundo lugar, la superación de la etapa autárquica, hacia 1959, y la adopción, como instrumento básico para un mayor y más eficiente desarrollo, de la programación económica (vinculante para el sector público, indicativo para el privado), con el I, II y III Plan de Desarrollo y el Plan Nacional de la Vivienda, 1951-1976 (revisado en 1968). La promulgación de la Ley del Suelo obligaba a los municipios a revisar o redactar su planeamiento para adecuar sus determinaciones a las contempladas por el nuevo marco legal. Obligación incumplida por gobierno local de Granada, que se materializaría en el proceso de disgregación de la ordenación urbana y territorial prevista en el Plan de 1951, vigente de facto durante toda la etapa de subordinación del crecimiento urbano al económico, conocida como desarrollismo.
Tras más de 20 años de vigencia del Plan de Alineaciones de 1951, se procedió a revisar el planeamiento, con la aprobación en 1973 del Plan Comarcal de Ordenación Urbanística de Granada. Había sido encargado tras la concesión, en 1969, del Polo de Desarrollo Industrial de Granada (que incluía 20 municipios). Aunque en la esfera jurídica suponía la adecuación de la reglamentación urbana granadina a las bases legales y técnicas establecidas por la Ley del Suelo (1956), en el terreno de los hechos supuso la supeditación del desarrollo urbanístico al desarrollo económico, consagrando el valor especulativo del mercado del suelo, al establecer unas tipologías edificatorias y unas fórmulas de aprovechamiento de la edificabilidad, que en lugar de reconocer el casco consolidado (la ciudad histórica), la entendían en función de la disponibilidad económica del suelo.
De acuerdo con su contenido programático, el PCOU responde a la técnica de gestión urbana posliberal: la Administración pública se asegura un espacio que es el mínimo para hacer funcionar el conjunto de la ciudad (red de recorridos y red de servicios técnicos). La propiedad inmobiliaria tiene la gestión del resto del territorio, es decir, los terrenos servidos por estas redes (terrenos urbanizados, tal y como aparecen denominados en la legislación sobre el suelo). La administración debe realizar otros servicios públicos no vinculados al aprovechamiento de los terrenos privados (sistemas generales).
El PCOU establecía una red de viales jerarquizada de acuerdo con la capacidad y velocidad del tráfico rodado. La subordinación del viario a las exigencias del tráfico de vehículos no sólo agravaba el problema de la congestión urbana, sino que, sobre todo, consolidaba los recorridos según el modelo de calle corredor, con lo que imposibilitaba cualquier intento de revitalizar el uso del centro histórico a escala humana. Establecía un 2º cinturón de circunvalación a partir de la Redonda, y un 3º, más adelantado en la vega. Entre la zona de ensanches consolidados y el 2º cinturón de ronda proponía una faja paralela que excluía los usos residenciales. Por otra parte, la cohesión del territorio se sustentaba sobre una red arterial sobredimensionada que reconocía, de manera implícita, la crisis de la relación campo-ciudad (Granada-Vega), sin intentar siquiera proponer usos alternativos que posibilitaran su integración en modelos alternativos de desarrollo.
Respecto al aprovechamiento del suelo, fijaba a través de 17 calificaciones (12 para el suelo urbano y de reserva, 5 para el rústico) los diferentes usos y condiciones de aprovechamiento. A través de ellas se dibuja una tendencia clara hacia un uso residencial, proponiendo una tendencia expansiva al delimitar en la ordenación del suelo municipal zonas de ensanche actual, de nuevos ensanches y de transición. Preveía 13 polígonos parciales para el ensanche y expansión, que apuntaban predominantemente hacia el sector N de la ciudad, aunque también reconocían el crecimiento del borde S. Los usos dotacionales e institucionales se repartían proporcionadamente por toda la nueva periferia para corregir el déficit existente en todas aquellas áreas en que había crecido la ciudad.
La incidencia más notable del PCOU fue la forma propuesta de ocupación del espacio libre y su tratamiento sobre el espacio edificado. En el casco urbano consolidado asumía las consecuencias de las alineaciones contempladas en el Plan de 1951 y los procesos de producción de suelo producidos en los años anteriores. A partir de este núcleo preveía grandes zonas de expansión urbana, que en la práctica, asumían mecanismos de acumulación de suelo para su posterior desarrollo.
En línea con lo anterior, las tipologías edificatorias propuestas estaban disponibles tanto para las nuevas áreas de planes parciales como para el casco existente. Aunque incorporaba, como (lo había hecho el Plan de 1951) los bloques en ordenación abierta, su instrumentalización sirvió más que para descongestionar y planificar racionalmente los ensanches, para densificarlos, por la instrumentalización interesada de la tipología, entendida sólo como edificación en altura sin respetar la correspondiente relación entre volumen edificado y espacio libre circundante.
Las propuestas y determinaciones del PGOU de 1985 son inteligibles desde las premisas históricas que lo hicieron posible. Pueden agruparse estas en 3 categorías: políticas (relacionadas con el orden constitucional de 1978 y con la constitución de los ayuntamientos democráticos en 1979); particulares (referidas a la realidad urbana granadina, sobre la que pretendía actuar); y, metodológicas.

1975 – Granada y su entorno
El PGOU de 1985 era el resultado de la revisión del PCOU-Granada de 1973, y, de su adecuación a las determinaciones del texto refundido de la ley del suelo de 1976. Expresa en sus principios ideológicos y en su metodología el cambio político, institucional y normativo consagrado por el orden constitucional de 1978. El Pleno de la nueva corporación municipal surgida de las urnas en 1979 acordó el 19.10.1979 su revisión y ha estado vigente 15 años.
El PGOU se concibió como instrumento que paliase los desequilibrios derivados de la gestión urbanística precedente. Esta se había caracterizado por la dejación de la función pública del uso del territorio a favor de la mercantilización del suelo, sin arbitrar medidas correctoras que paliasen su abuso. Era una ciudad carente de equipamientos, con zonas altamente densificadas, faltos casi de ordenación, junto al abandono poblacional de los barrios históricos y el descuido por el mantenimiento de sus fábricas. A ello se unía el fracaso del modelo de ensanche hacia el N y NO proyectado por la administración central (Polígono de la Paz, reducido a una bolsa de marginalidad social) debido a la proverbial falta de previsión y a la improvisación características de la política municipal del suelo durante las décadas de 1960 y 1970. Por su parte, las determinaciones y las tipologías edificatorias contempladas en el Plan Comarcal de 1973 no sólo no habían puesto en crisis el modelo desarrollista que vertebraba la producción de la ciudad, sino que habían contribuido a su instauración como método de intervención urbana.
El PGOU de 1985 planteó entre sus objetivos prioritarios contener los procesos irregulares de expansión urbana, mediante los instrumentos de planeamiento dispuestos por la legislación (planes parciales y estudios de detalle) que desarrollasen en el suelo urbanizable programado por el propio plan sus estimaciones de crecimiento. A la vez, proponía una estrategia de equipamietos y de adecuación de las infraestructuras, paralela a programas de vivienda protegida, que viniesen a “acabar la ciudad”. Este concepto de acabado urbano es clave para entender los principios teóricos y metodológicos del PGOU. Al formular la práctica urbanística desde este enfoque se reconoce implícitamente el hecho urbano como un todo susceptible de ser conformado, es decir, el PGOU retoma de este modo la noción de forma urbana como medio de transformación de la ciudad misma y, coherente con esta idea, propone en suelo urbanizable “completar” el núcleo urbano actual. Fiel a sus líneas directrices generales de aceptar el centro histórico como factor determinante de la organización urbana, el PGOU acepta la estructura viaria interior existente, salvo rectificación puntual de alineaciones. Establece como solución a la congestión la adopción de medidas de gestión de la circulación urbana con la creación de nuevos viales transversales en la periferia municipal y en zonas poco urbanizadas, en torno a las principales carreteras nacionales y provinciales, con el objetivo de aumentar la coherencia interna de estos barrios y su conexión con la red primaria y establece una jerarquía de funciones respecto al tráfico urbano, interno y externo y las nuevas vías que relacionen la ciudad con otros ámbitos geográficos exteriores.
Uno de los aspectos más relevantes del nuevo plan respecto a sus antecesores consistió en asumir la conservación del centro histórico como uno de sus objetivos básicos. De este modo reconocía las reivindicaciones ciudadanas que, desde los 70′, propugnaban la recuperación de la ciudad histórica como alternativa crítica al modelo desarrollista sometido a los intereses de los grandes operadores privados que había regido la gestión urbana desde mediados de 1960.
El PGOU de Granada de 1.985, otorgaba un tratamiento al suelo no urbanizable diferido a la redacción de Planes Especiales de Protección. Si bien se debe matizar que el Plan General, propugna en su Memoria una cautela absoluta para este suelo con el fin de impedir que cualquier uso, edificación o parcelación puedan alterar las condiciones existentes. Estas consideraciones del Plan General estaban motivadas por entender que sobre todo la zona de Vega perteneciente al término municipal, manifestaba una clara vocación comarcal por lo que, las determinaciones sobre la misma deberían abordarse desde un planeamiento territorial de nivel comarcal. A pesar de esto, el haber renunciado expresamente desde el Plan General al análisis, canalización y ordenación de los procesos que en el suelo no urbanizable venían produciéndose, supuso una serie de tensiones en un suelo no exento ya de ellas.
El Plan General programó la redacción de 2 Planes Especiales de Protección para la totalidad del suelo no urbanizable del término municipal sobre todo sí el correspondiente al ámbito de la Vega no llegaba a redactarse en el ámbito comarcal. Los objetivos de los Planes Especiales de Protección respondían en cierto sentido a las características físicas y medioambientales del territorio municipal de ahí que se denominasen:
– Plan Especial de Protección Agrícola de la Vega aprobado definitivamente por Acuerdo Plenario en 1.990.

– Plan Especial de Protección Ecológica de las Cuencas de los Ríos Genil, Darro y Beiro, con aprobación definitiva por Acuerdo Plenario en 1.991.
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El PGOU-1999 de Granada, aprobado definitivamente en Diciembre de 1.999, marcó las directrices, criterios y objetivos en materia de ordenación del territorio.
Los Planes Parciales desarrollados como consecuencia de las previsiones del Plan de 1985 sumaron 3.013.847 m2.
En materia de equipamiento de la ciudad, y haciendo abstracción del resultado de las cesiones locales en estos sectores, el PGOU-85 generó suelo y oportunidades de reequipamiento de la ciudad, mejorando de manera importante sus estándares, si bien no siempre se respetan las localizaciones previstas para los grandes equipamientos.El suelo desarrollado, tenía una capacidad estimada de alrededor de 9.000 viviendas.
Así, el Palacio de Deportes, el Estadio Nuevo Los Cármenes, la estación de Autobuses, se sitúan en zonas de oportunidad por el desarrollo de Planes Parciales y en el caso de la Estación, a consecuencia del fracaso del sistema de intercambiadores Norte y Sur.
Del mismo modo, la mayor infraestructura de comunicaciones construida durante el periodo de vigencia del Plan, la autovía de Circunvalación, se produce como una reinterpretación crucial de la vía urbana que el Plan proponía como remate del borde Oeste de la ciudad, que pondrá en cuestión, definitivamente, la relación del organismo urbano con la vega.
La última etapa de gestión del Plan General de 1985, a partir de las modificaciones puntuales que acompañaban la Revisión de Programa, emprendida en 1990 y la aparición del texto refundido de la Ley del Suelo de 1992, se caracteriza por la superación de sus determinaciones mediante mecanismos sucesivos de aumento de sus techos edificatorios. Las condiciones de ordenación (altura y ocupación) sustituyen al alza a la edificabilidad máxima. En algunos casos, la redacción de Planes Especiales revisa las condiciones de ordenación. La edificabilidad realmente materializable resulta así un concepto no limitado, siempre que se importaran los aprovechamientos correspondientes. La valoración de las unidades de aprovechamiento a adquirir para producir tales acumulaciones de edificabilidad, ha permitido una alta rentabilidad de estas operaciones, reguladas a menudo mediante la figura del convenio urbanístico por el que el Ayuntamiento se obligaba a producir modificaciones del Planeamiento vigente (haciendo abstracción de los obligados trámites de participación pública).
El efecto más notorio de estas operaciones es que la ciudad consolidada y, particularmente, el centro histórico, ha resultado importador de aprovechamientos, aumentando su densidad. En estas condiciones, la rentabilidad de las operaciones de rehabilitación, sin aumento de edificabilidad, ha resultado comprometida.
Finalmente, a partir de 1996, se emprende la redacción de los Programas de Actuación sobre los ámbitos 2, 3, 4, 8 y 9 de suelo urbanizable no programado. (La programación de los sectores 10 y 11 de suelo industrial, propiedad de la Empresa Municipal de Vivienda y Suelo, se había iniciado años antes), como sistema de cubrir las necesidades de suelo en la etapa de redacción de la revisión del Plan Gereral. Los PAUS establecen excesos de aprovechamiento no materializable en sus ámbitos a favor del Ayuntamiento (Patrimonio Municipal de Suelo) cuyo destino, en una parte sustancial se destinaba a dotar determinadas parcelas municipales, obtenidas de la gestión del Plan Especial S. Lázaro y cuyo aprovechamiento debía adquirirse, según el mismo, mediante transferencia. Este mecanismo de nuevo viene a densificar áreas ya densas de la ciudad a través de transferencias de aprovechamiento provenientes de zonas aún no consolidadas.
El Plan General de Ordenación Urbana de Granada-1999 se aprobó definitivamente por resolución de la Consejería de Obras Públicas de la Junta de Andalucía el 9.2.2001, entrando en vigor con su publicación en el BOJA el 5.3.2001 y publicado en el BOP de 10.5.2001.
Con posterioridad, el 17.12.2002, se aprobó la Ley de Ordenación Urbañlstlea de Andalucía (LOUA), que entró en vigor el 20.1.2003.
Las Disposición transitoria primera de la LOUA, en su apartado 1 establecía que «desde la entrada en vigor de esta Ley serán de aplicación íntegra, inmediata y directa, cualquiera que sea el instrumento de planeamiento que esté en vigor y sin perjuicio de su vigencia, los Título II, III, VI y VII de esta Ley»; estableciendo unas reglas de equiparación de las distintas clases y categorías de suelo previstas por la LOUA a las situaciones fácticas y de ordenación establecidas por el planeamiento general vigente (apartado 2 de la mencionada Disposición), si bien, también señalaba que «sin perjuicio de la aplicación directa de los dispuesto en el párrafo anterior, el municipio podrá redactar una delimitación del suelo urbano consolidado que, tras el trámite de información pública por plazo de 20 días, le corresponderá aprobar».
El Ayuntamiento de Granada inició el proceso de adaptación a la LOUA y revisión de su Plan General. Dicho documento, que ajusta el modelo de ordenación vigente, teniendo en cuenta la regulación establecida por la LOUA y la evolución de las previsiones del Plan General, tuvo aprobación inicial el 21.12.2007, sometiéndose a información pública desde el 21.1.2006 al 16.4.2006.
En este periodo ha visto la luz el Decreto 11/2006, de 22 de enero, de la Consejería de Obras Públicas y Transporte de la Junta de Andalucía por el que se desarrollan procedimientos dirigidos a poner suelo urbanizado en el mercado con destino preferente a la construcción de viviendas protegidas, que se dicta, según su Exposición de Motivos, y entre otros objetivos, «con la finalidad de contribuir a una adecuada adaptación de los planes a la legislación urbanística actual, estableciendo el contenido, plazo y alcance de dichas adaptaciones, así como de regular un procedimiento de urgencia para la reducción de los plazos previstos».
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El Excmo. Ayuntamiento Pleno, en su sesión ordinaria celebrada 27.2.2009, entre otros acuerdos, adoptó el que con el núm. 111, literalmente dice: Aprobación de adaptación parcial del Plan General de Ordenación Urbanística de la LOUA. (Expte. 17267/08).
Con fecha 7.4.2009 se ha recibido en la Delegación Territorial de Agricultura, Pesca y Medio Ambiente de Granada, de la Junta de Andalucía, la solicitud presentada por el Ayuntamiento de Granada para la iniciación del procedimiento para practicar asiento de anotación accesoria de adaptación parcial en el número de inscripción 822, correspondiente al instrumento Plan General de Ordenación Urbanística (Revisión) de Granada, aprobado con fecha 12.5.2005, en el Registro Autonómico de Instrumentos Urbanístícos.
En el Informe “Análisis Urbanístico de Barrios Vulnerables 1996. Catálogo de Áreas Vulnerables Españolas”, Ministerio de Fomento‐Instituto Juan de Herrera. Escuela Técnica Superior de Arquitectura, Universidad Politécnica de Madrid. ‐HERNÁNDEZ AJA, Agustín, se identifican en Granada en 1991 los barrios vulnerables de 1‐ Almanjáyar, 2‐ Cartuja Oeste, 3‐ Cartuja Este, 4‐ Caserío de Montijo, 5‐ Norte de Churra, 6‐ Los Vergele , 7‐ Zaidín Oeste y 8‐ Zaidín Este; otras zonas vulnerables son, ZAIDÍN NORTE (Surge en 1956 al S de Granada, a 3 km del casco, en la margen izquierda del río Genil, ocupando los espacios de la Vega Rica. Por iniciativa del Patronato de Santa Adela, se construyen 2012 viviendas unifamiliares, que fueron ocupadas por los damnificados de los terremotos de 1956 y familias humildes procedentes de los barrios del casco antiguo altamente denisficados. Las edificaciones levantadas en sucesivas fases vinieron a paliar los déficits de viviendas después de la Guerra Civil. Más tarde en el mismo espacio periférico. La Obra Sindical del Hogar, construye 1050 viviendas en pequeños bloques de 4 y 5 alturas. A partir de este núcleo residencial, el barrio fue creciendo hacia la ciudad sin ningún tipo de planeamiento, carente de infraestructuras. Las edificaciones que constituyen el area forman un conjunto heterogéneo. Las primeras construcciones realizadas por el Patronato de Santa Adela, son viviendas unifamiliares de casas baratas, de carácter rural. La conservación de esta área es buena, a pesar de la baja calidad de la construcción. Posteriormente La Obra Sindical del Hogar construye pequeños bloques de 4 y 5 plantas, con un trazado viario quebrado y medianas dimensiones. A partir de este núcleo, el barrio crece de forma espontánea hacia la ciudad, sin ningún tipo de planificación urbana, desarrollada por la iniciativa privada. Las últimas construcciones, desarrolladas en los últimos cinco años, son viviendas de mayor calidad con mejor urbanización y ancho de calles. El barrio presenta una alta densidad de población y carece de espacios verdes. Las dotaciones, son importantes, se localiza en el área el Palacio de Deportes, Campo de Fútbol de Los Carmenes y un Continente. La urbanización es buena. El transporte público es abundante. Tiene numerosos comercios. La población es humilde y conviven con población gitana, creándose conflictos raciales. El mayor problema del barrio es el alto índice de desempleo), y LA CHANA (Surge en 1956 al NE de Granada, a 2 km del casco, en la margen de la carretera Málaga-Sevilla, por iniciativa del Patronato de Santa Adela, para paliar los déficits de viviendas después de la Guerra Civil y alojar a los damnificados de los terremotos de los 50′. Este núcleo estaba muy distanciado de la ciudad, ocupando los espacios de la Vega Rica y fue el origen de un barrio obrero densamente poblado. Las edificaciones que constituyen el área forman un conjunto heterogéneo. Las primeras construcciones realizadas por el Patronato de Santa Adela, son viviendas de baja calidad de construcción. A partir de este núcleo la Obra Sindical construye pequeños bloques de 4 y 5 plantas, con un trazado viario quebrado y medianas dimensiones. A partir de este núcleo, el barrio crece de forma espontánea hacia la ciudad, sin ningún tipo de planificación urbana desarrollada por la iniciativa privada. El barrio presenta una alta densidad de población y carece de espacios verdes. Las dotaciones, Centro Social, Asistencial, colegios, Instituto, Iglesias, se construyeron en épocas recientes para paliar la carencia de equipamientos).
En 2001 los barrios vulnerables identificados son 1‐ Almanjáyar, 2‐ La Paz, 3‐ Cartuja, 4‐ Monteverde/Caserío de Montijo, 5‐ La Chana, 6‐ Juventud, 7‐ Zaidín Chico, 8‐ Zaidín, 9‐ Zaidín/Vergeles y 10‐ Albaicín junto a las zonas de HAZA GRANDE: (Perteneciente al Distrito del Albaicín. Se caracteriza por su identidad y desarrollo independiente de otras zonas del Albaicín. En los últimos años se ha intentado fomentar la integración de esta zona tradicionalmente aislada, favoreciendo su accesibilidad. Con una alta tasa de paro en 2001, no se incluye en el catálogo por no alcanzar los 3.500 habitantes. Se percibe como una zona con una fuerte identidad y una asociación de vecinos activa, pero con habituales conflictos de vandalismo. Ha sido tradicionalmente ocupada por población de etnia gitana), CENTRO (Se trata de una zona de casco, colindante con la Alhambra, en la que se han detectado altos porcentajes de vivienda sin aseo o baño, aunque no se ha incorporado al Catálogo por no alcanzar la población mínima para ello. El área se corresponde con San Matías‐Realejo perteneciente al distrito Centro. Esta zona se ha sufrido, a lo largo de los últimos años, un proceso de mejora de muchas de las viviendas, en malas condiciones, resultando actualmente un problema, aunque existente, bastante puntual) y CARRETERA DE LA SIERRA (Zona mixta con una gran variedad urbanística. Se distinguen 2 zonas: la situada al N de la Carretera de la Sierra, que hasta hace unos años se componía principalmente de la tipología de casas‐chalet y palacetes, que a medida que se aproximaban a Lancha del Genil, se tornaban en viviendas autoconstruidas; y la zona S, colindante con la margen del río Genil, ocupada desde los años 70′ por promociones de vivienda colectiva, consideradas durante años como conflictivas. En los últimos años, la rehabilitación de las orillas del río ha supuesto una oportunidad para esta zona, que ha mejorado su situación).
Los Grandes Areas Desarrollos Residenciales en Granada suman una edificabilidad residencial prevista de 2.065.483 m2 para 19.683 viviendas, estando pendientes 10.231. Son sectores como FERIAL (187.312 m2 de suelo para 111.477 m2 de techo residencial para 1.094 viviendas, urbanizado al 100% y pendientes de edificar 1.039 viviendas), o el SECTOR LA AZULEJERA (263.084 m2 de suelo para 166.280 m2 de techo para 1.331 viviendas, urbanizado al 100% y sin edificar), o el SECTOR SAN JERONIMO (149.206 m2 de suelo para 115.242 m2 de techo para 1.044 viviendas, urbanizado al 100% y pendiente de edificar 712 viviendas).

Su apuesta lleva décadas enfocada hacia su gran area metropolitana.

Granada. Una ciudad que olvida a sus habitantes y que restringe la vida en la calle.
La ciudad de Granada, carente casi de tejido industrial y con la construcción en caída libre desde 2008, tiene al sector servicios como gran empleador, ocupando a cerca del 80% de los trabajadores de la provincia.
El turismo, con 2,5 millones de visitantes y generador del 15% del empleo, es la gran industria de la ciudad de la Alhambra. Pero el boom turístico y el apoyo institucional a la «marca Granada» está causando la gentrificación de barrios como el Albayzín o el Realejo, y ha provocado una emigración de las rentas bajas al área metropolitana granadina. ¿Consecuencias? Desestructuración comunitaria, aumento de la movilidad y del uso del automóvil, segregación social y degradación del medio ambiente y de la calidad del aire.
Entre 1970 y el añ0 2000, la población del barrio del Albayzín se ha reducido a algo más de un tercio. Este éxodo fue principalmente de personas jóvenes que se mudaban en busca de mayores comodidades.
Desde 2009, la ordenanza municipal que rige el espacio, aprobada con los votos de los grupos popular y socialista, restringe la vida en la calle. Jugar con la pelota, ir en monopatín o tocar la guitarra sin autorización se consideran ahora alteraciones de la convivencia. También la mendicidad y la prostitución.
Una quedada para hacer pompas de jabón fue prohibida por los agentes municipales, y se ha multado a personas por el mero hecho de estar bebiendo refrescos en la vía pública o paseando a un perro sin correa.
Granada se ha convertido así en una ciudad para el uso y disfrute del turista, pero no de quien la habita.
Cercanías: una radiografía diferente de nuestras ciudades. Diagonal-La Marea 2016
Granada ha vivido un urbanismo convulso en las últimas décadas (hoy puesto en tela de juicio) con anuncios de colaboración de la Junta en «80 auditorías», valorando, dicen “…procedimientos, modelos e incluso conclusiones” para poner las bases de un “nuevo modelo de urbanismo en esta ciudad”. Pero la hemeroteca nos deja una retahila, por ejemplo, en el entorno de la joya de la Alhambra:
«…Las más recientes y enconadas fueron las relativas a la construcción del nuevo aparcamiento del conjunto monumental según el proyecto de Peter Nigst, Eric Hubmann y Andreas Vaas, que ganó el concurso internacional convocado en 1989; la construcción del pabellón de acceso al Generalife, de Luciano Rodrigo Marhuenda, de 1997; la construcción del edificio para restaurante en el Rey Chico, del arquitecto granadino Rafael Soler Márquez, en 1996; la idea de construir un enlace mecánico para unir la Alhambra con la ciudad, en 1999, reavivada en 2011; y la más reciente, en 2015, con el proyecto de construcción de un espacio de recepción para visitantes y de servicios en la zona de transición entre el Generalife y los Alixares, conocido como ‘Atrio de la Alhambra’, proyectado por los arquitectos Alvaro Siza y Juan Domingo Santos. Otras contiendas vendrán, pero no está demás poner en claro que el origen real de muchas de ellas, que han llegado a escandalizar a la comunidad internacional por su virulencia, tuvieron su génesis en el período comprendido entre 1937 y 1977, cuando Francisco Prieto-Moreno Pardo desempeñó el cargo de conservador de la Alhambra. Así lo desvelan, con no poca sorpresa, los planos y memorias recogidas en el Archivo del Patronato…Hubo actuaciones inauditas. Entre ellas destacaron la fallida reconstrucción entre 1965 y 1966 del antiguo castillo de Santa Elena, en la Silla del Moro, con destino a restaurante; la construcción de un depósito de agua junto a Dar-al-Husa, también inacabado; el proyecto de un gran teatro junto a los albercones del Generalife que por fortuna no se acometió; la concesión de permiso para la construcción de un hotel de lujo en los Mártires; el derribo del antiguo carmen del Tejar y más especialmente, la ejecución de los Nuevos Museos en la Huerta de Fuente Peña. Todos estos proyectos son suficientemente explicativos de un concepto de desarrollo urbanístico incomprensible para el entorno de un bien cultural de la importancia universal de la Alhambra…
En abril de 2016 dimitían el alcalde y su concejal de Urbanismo, detenidos, por su presunta implicación en una trama de corrupción urbanística. Las pesquisas pretenden aclarar si una trama corrupta ha favorecido proyectos inmobiliarios y comerciales en Granada en 7 casos urbanísticos que habían sido denunciados en los últimos 8 años.
Sobre la llegada del AVE a Granada, se ha dicho de todo, y el soterramiento de las vías, y las conexiones con Loja… ¿2017? Y la ciudad cambiará… no se sabe si por el AVE o con el AVE, ¿estará preparada para más (turistas)?
Hoy Granada tiene una población de 235.800 habitantes y un parque residencial de 135.702 viviendas, de las cuales 12.067 viviendas son unifamiliares (el 8,89%). Aun existe un 8% del parque de viviendas anteriores a los 60′, y las viviendas que datan de los 60′ son 23.106 (el 17%), de los 70′ son 43.393 viviendas (el 32%), de los 80′ son 23.570 viviendas (el 17,4%), siendo de los 90′ 14.535 viviendas (el 10,7%) y de la década prodigiosa 2000-2009 datan 17.391 viviendas (el 12,8% del total).
Cada mercado es local.
Cada municipio tiene su singularidad.
Cada municipio se retrata en su parque residencial.
…seguiremos analizando en próximas entregas los 250 municipios mayores de España
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