Estos gráficos representan el Parque Residencial de VIGO, Pontevedra..
Son los Bienes Inmuebles, de uso VIVIENDA, matriculados a 1.1.2015, clasificados por tamaño y fecha de inscripción.
Cada barra horizontal representa una década, la inferior es la más reciente (2010-2014), y la superior la más antigua (<1900).
Cada color es un tamaño, del más cálido (180 m2).
La barra inferior (DELVI) representa el cálculo hecho desde Otropunto de la Demanda Latente de Vivienda (la demanda latente se configura por las personas que no tienen vivienda y que por su perfil sociológico (edad) y socioeconómico (no están en desempleo) son potenciales compradores). Es una estimación del número máximo de vivienda que constituye la demanda encubierta de una zona y se basa en las personas con el perfil de los actuales compradores de vivienda pero que todavía no han constituido un hogar.
Son datos fríos, sin cocinar.
Información para la toma de decisiones.
Información para el conocimiento.
Vigo es una ciudad y municipio de 109,06 km2 en la provincia de Pontevedra, conocida como la ciudad olívica, es una ciudad industrial, turística y de servicios, y es la gran ciudad del sur de Galicia y de las rías Bajas. Es el municipio más poblado de la comunidad gallega y el 14º de España, siendo la ciudad no capital de provincia más poblada de España, con cerca de 300.000 habitantes, de los cuales 200.000 lo estaban en la ciudad de Vigo, capital municipal, situada en el extremo N del municipio, los restantes 100.000 habitantes se distribuyen en 16 parroquias periurbanas y una parroquia rural, que albergan una elevada densidad de población, e incluye el archipiélago de las islas Cíes. En la ciudad diariamente viven, trabajan y estudian cerca de 500 000 personas, representando aproximadamente el 50 % de la población de la provincia de Pontevedra y el 16 % de la población de Galicia.
La ciudad es la cabecera y capital del Área metropolitana de Vigo, que se extiende por todo el S de la provincia, limitando al SE con la Comarca del Condado-Paradanta, al S con la del Bajo Miño, al N con la Ría de Vigo, la Comarca del Morrazo y la Comarca de Pontevedra y al O con el Océano Atlántico. El Área metropolitana de Vigo está formada además de Vigo, por los municipios de Bayona, Cangas del Morrazo, Fornelos de Montes, Gondomar, Moaña, Mos, Nigrán, Pazos de Borbén, Porriño, Redondela, Salceda de Caselas, Salvatierra de Miño y Sotomayor.
Vigo está situada en la parte occidental de la provincia de Pontevedra, de la que forma parte como municipio costero de las rías Baixas, y que limita al norte con la Ría de Vigo, al NE con el municipio de Redondela, al E con el de Mos, al S con los municipios de Porriño y Gondomar y al SO con el de Nigrán. Al otro lado de la ría, y justo enfrente de la ciudad se encuentran las villas de Cangas y Moaña, a 5 y 3,6 km de distancia, respectivamente, que forman parte del área metropolitana de esta ciudad.
La ciudad de Vigo se extiende en dirección NE-SO en la orilla sur de la ría homónima, a los pies del cerro llamado monte del Castro, al que acabó rodeando completamente debido al crecimiento urbano.
El término municipal ocupa todo el Valle del Fragoso, antigua vega agraria hoy transformada en zona periurbana, vertebrado por el río Lagares y encerrado por las estribaciones del monte de Penide, del monte de Cela, de los montes de Fragoselo y de la sierra de Galiñeiro donde se alcanza la altitud máxima de Vigo (Pico do Galiñeiro, 690 metros). Se trata de una amplísima cuenca o valle bordeada de sierras y montes de mediana altura y una estrecha franja litoral de 20 km de largo. La ciudad primitiva ocupaba las terrazas que bajaban por las laderas N y O del Monte del Castro hasta el mar, pero el descomunal crecimiento demográfico experimentado por la ciudad durante el siglo XX hizo que el núcleo urbano creciera hacia el valle y a lo largo de la orla costera.
El municipio está formado por 2 entidades singulares de población, que son la ciudad de Vigo y las islas de Cíes, más 18 parroquias, que son: Alcabre, Beade, Bembrive, Cabral, Candeán, Castrelos, Comesaña, Corujo, Freijeiro, Lavadores, Matamá,Navia, Oya, Sárdom,Sayanes, Teis, Valladares y Zamanes.
Además de éstas, en el pasado existieron las parroquias, ya desaparecidas, de Bouzas, Coya, Sampayo y San Juan del Monte.
Vigo es una ciudad que cuenta con un gran número de barrios. Históricamente los más conocidos e importantes, son los de: Coya, Bouzas, Balaídos, Arenal, Berbes, Calvario y el Casco Viejo. La importancia de los citados barrios en la ciudad, se debe a su importante densidad poblacional y a una gran cantidad de empresas e instituciones que se encuentran dentro de los mismos. Asimismo, el barrio de Chapela, aunque perteneciente al municipio de Redondela, funciona como un barrio más de la ciudad ya que toda la edificación se debe a la situación geográfica en continuo urbano con la parroquia viguesa de Teis.
Además de los atractivos propios de la ciudad, Vigo también es un municipio con una amplia oferta de playa y naturaleza, la ciudad cuenta con 38 playas y calas (sin contar las de las Islas Cíes), de las cuales sus principales características son su arena blanca y fina. Entre la numerosa oferta de playas en Vigo; nos podemos encontrar playas familiares, calas salvajes, playas nudistas y arenales con olas para la práctica de deportes náuticos.
En Mayo del año 2016, 9 playas de Vigo fueron distinguidas con bandera azul: Rodas y Figueiras en Islas Cíes, A Punta en Teis, Tombo do Gato en Alcabre, Argazada (que está integrada en Samil), Vao, A Fontaíña, Canido en Corujo y Fortiñon en Saiáns; La playa de Rodas fue elegida por el periódico británico The Guardian como la playa más hermosa del mundo, y también los parques forestales situados en las colinas que circundan la ciudad, casi todos ellos excelentes miradores. Además, municipio cuenta con varias importantes rutas de senderismo homologadas que recorren los montes y otros parajes del término municipal vigués. Las principales playas y espacios naturales de la ciudad son:
- Islas Cíes. Archipiélago que forma parte del Parque nacional de las Islas Atlánticas. En noviembre del año 2013 el Ayuntamiento de Vigo inició los trámites para que las Islas sean declaradas Patrimonio de la Humanidad.
- Playa de Canido.entre la playa del Vao y Cabo Estai.
- Playa de Carril. en la parroquia de Alcabre,
- Playa del Fortiñón. en la parroquia de Saiáns
- Playa de Samil. Es una de las mayores playas de Vigo y la más frecuentada por turistas y visitantes.
- Playa del Vao. Playa de gran calidad ambiental. En su extremo occidental se encuentra la villa romana de Toralla (s.III-IV d.C.).
- Monte de A Guía. en el barrio de Teis, y es un de los miradores más privilegiados sobre la Ría de Vigo. Este monte fue también un castro, uno de los 27 poblados fortificados de la edad del hierro que están catalogados en el municipio.
- Monte del Castro. Es un parque situado en el centro de la ciudad. Ocupa el espacio de un antiguo poblado fortificado castreño del que se puede apreciar una parte excavada en distintas intervenciones arqueológicas, con varias construcciones circulares (prerromanas) y cuadrangulares (forma proveniente de la romanización). El Castro de Vigo está datado entre los siglos VI aC al II dC. El mundo castreño coincide con la llamada Edad de Hierro en Galicia y la romanización en sus albores. En el parque también se pueden contemplar los restos de una de las fortificaciones del siglo XVII que formaban parte junto con el próximo castillo de San Sebastián y las murallas que rodeaban la ciudad antigua de la estructura defensiva de Vigo.
- Parque de Castrelos. en el barrio del mismo nombre, es el mayor parque urbano de la ciudad. En él se encuentra el Pazo de Castrelos, propiedad del pueblo de Vigo y transformado en museo desde que, en 1925 fuese donado por el último descendiente de la familia Quiñones de León, antigua propietaria. Castrelos esta plenamente armonizado como parque urbano y tiene un gran valor paisajístico y botánico por lo que fue declarado Jardín Histórico y Bien de Interés Cultural.
- Los extensos parques forestales situados en las afueras de Vigo: El Monte del Alba (se trata del punto de mayor altitud de la ciudad, con excelentes vistas sobre las Rías Bajas), el cercano Monte Cepudo, el Monte de los Pozos, el Monte de Beade, Monte Vixiador, Monte Galiñeiro, Madroa, Saiáns y Zamanes.
La economía de Vigo está basada, principalmente en el sector industrial, debido a la presencia en la ciudad de la fábrica de Citroën, la industria auxiliar del sector del automóvil, importantes astilleros y las diversas actividades del puerto y de la zona franca. Los otros sectores base de la economía viguesa son el sector pesquero, el comercio y el turismo, debido a sus playas y a las fiestas locales. Además en la ciudad están instaladas importantes instituciones, como por ejemplo la Agencia Europea de Pesca o la sede del Parque Nacional de las Islas Atlánticas de Galicia.

1597 – VIGO
Vigo es una ciudad vinculada al mar. El mar marcó su historia y su economía. Es una urbe cosmopolita como pocas, de espíritu emprendedor, con una gran vida social, en la que surgen a menudo nuevas tendencias de renovación cultural y social que se extienden luego a toda Galicia. Es la ciudad más habitada de Galicia con cerca de 300.000 habitantes, aunque su extensa área metropolitana hace que diariamente sea el centro de trabajo, estudio, compras y ocio de más de 500.000 personas.
Aunque en las laderas de las áreas más montañosas se encuentran monumentos megalíticos funerarios (mámoas y dólmenes), la existencia de Vigo como ciudad es reciente. Hasta bien entrado el siglo XIX era uno más de los muchos puertos marineros que se asentaban en las rías. Desde esa época, las sucesivas civilizaciones y culturas fueron dejando su pegada en la ciudad. Destacan los restos de la cultura castrexa (siglos VII aC-II dC) en el Monte do Castro, situado en el mismo centro de la ciudad. De época romana también llegaron al presente notables vestigios, como el del propio topónimo, derivado de la voz latina vicus, que significa aldea. En Vigo, “Vicus Spacorum”, el proceso de romanización se produce de forma temprana. Los vestigios arqueológicos muestran la existencia de una intensa actividad portuaria y comercial en el litoral vigués desde el siglo II aC hasta el siglo I dC, siglo en el que se establece la pax romana.
Tras el declive progresivo de la civilización romana, se vivieron unos siglos difíciles, durante los cuales la cultura, la arquitectura, o el resto de las artes, se sumieron en un período oscuridad. Sólo gracias a la iglesia se intentaba mantener algo similar a lo que habían aportado los romanos.
En el caso de la población viguesa, dependió durante muchos años del monasterio cisterciense de Melón. Desde inicios del siglo IX, comienzan a llegar a las costas españolas, primero por el Cantábrico, y luego por el Atlántico, los guerreros de las recónditas tierras escandinavas, los vikingos. El aumento de sus incursiones provocó que los habitantes de Vigo, al igual que los de otras zonas en tiempos de guerra, buscasen refugio en las zonas más fácilmente defendibles y se volvió a ocupar el Monte de el Castro. Es probable que durante mucho tiempo la ciudad pasase a casi desaparecer y lógicamente perdió la importancia comercial que había tenido en la época romana.
Surgen, entre los siglos XI y XIII, las primeras iglesias que heredan la nueva corriente románica que se ha impuesto por toda Europa, gracias a las órdenes religiosas como la de Clunny. A partir del siglo XII, en el que la ciudad comienza a recuperar población, Vigo sigue sometido al poder de la Iglesia y de los señores feudales. La parroquia de Santiago de Vigo era la más importante de la villa junto con el barrio de Santa María. El desarrollo de Vigo se vio limitado debido a que la Corona le otorgó a Baiona la facultad de comerciar por mar con otras ciudades.
Posteriormente, durante la Edad Media Vigo siguió siendo una pequeña población. A lo largo de la Edad Media y hasta el siglo XVII Vigo fue saqueada en varias ocasiones por vikingos, normandos, piratas berberiscos o, ya en tiempos más recientes, por los ingleses: duque de Láncaster (siglo XIV) y Francis Drake (siglo XVI). De todas formas, el episodio naval más significativo sucedió en el siglo XVIII, cuando la Flota de Indias, compuesta por 42 galeones españoles y franceses, fue atacada y hundida en 1702 por una flota anglo-holandesa en la ensenada de Rande, en la bahía de Vigo.A pesar de los continuos ataques de piratas, Vigo va creciendo. Gana importancia en este período la actividad artesanal y el comercio, pero la actividad más importante es la pesca de sardina.
En la era en que España e Inglaterra se ven sumergidas en innumerables guerras por el dominio de los mares, el pirata inglés Francis Drake intenta tomar la villa, fracasando gracias a la oposición de los vecinos. 4 años más tarde, en 1589, ataca de nuevo la ciudad, arrasando y quemando todo lo que encuentra a su paso. Los armadores vigueses organizan la defensa y consiguen la patente de corso de la corona para saquear los barcos comerciales enemigos.
Se tiene asimismo constancia de que en 1617 los piratas turcos intentan el asalto de la ciudad, siendo repelido por los vecinos. Llegarán a Cangas y arrasaran esta pequeña villa. Estos frecuentes ataques marítimos y las luchas contra Portugal en tiempos de Felipe III, dan origen a que en 1656 se inicie la defensa de la ciudad con la construcción de las murallas, el castillo en el monte del Castro y el castillo de San Sebastián.

1702 – VIGO
Durante la guerra de Secesión, en la que las potencias europeas se disputan la corona española, a la muerte sin descendencia de Carlos II, se enfrentan Francia contra Inglaterra, Holanda y Austria. En 1702 una flota francesa y española, que escolta a los galeones que transportan desde Cuba las riquezas de la corona española en América, la flota de la Plata, se ve amenazada a a su vuelta a España. Consigue esconderse en la Ría de Vigo pero es detectada por los barcos aliados de Inglaterra y Holanda. A pesar de la táctica defensiva española y francesa y la fortificación de la zona del estrecho de Rande y la ría, es destruida en casi su totalidad. Los ingleses se llevaron varios barcos con tesoros pero el resto fueron hundidos por las llamas y hoy se encuentran en los fondos de la ensenada de San Simón.

1787 – VIGO
Avanzado el siglo XVIII Carlos III rompe en 1778 con el monopolio de los puertos autorizados a comerciar con América y Vigo comienza a beneficiarse del tráfico de alto bordo. En esta época la villa de Vigo estaba completamente cerrada con una muralla, construida con motivo de la Guerra de Restauración Portuguesa ante el temor de una posible invasión. Cerca del mar estaba el bastión de Laxe y en el lado opuesto, el castillo de San Sebastián. A lo largo de la muralla se abrían 7 puertas: la de Falperra, Berbés, el Mar, Laxe, Gamboa, Sol y la del Placer.
A partir de mediados del XVIII, comienzan a arribar a la ciudad una cantidad cada vez mayor de aventureros comerciantes e industriales catalanes, los fomentadores, que harán que comience el verdadero desarrollo de la antigua población pesquera, convirtiéndose en uno de los acontecimientos más interesantes de la historia socioeconómica de esta región. Esta ciudad comenzaría a adquirir, gracias a esta savia nueva y la expansión que produjo en la pesquería especializada, un relieve creciente en la vida económica española, proliferando las fábricas de salazón, jabón y productos de cuero y lino

VIGO. Plano de Francisco Coello (1850) y Ensanche de Muller (1807)
El comercio marítimo y la pesca de la sardina en la bahía viguesa y su industria provocan que la población viguesa vaya aumentando progresivamente y se vaya asentando a lo largo de las playas del Arenal y de Guixar. Esto provoca que desde las administraciones locales se vean en la necesidad de llevar a cabo proyectos de reforma del litoral vigués. En 1807 el ingeniero militar Fausto Cavallero firma en Coruña el 1º Proyecto de Reforma y Ensanche de la ciudad con el título de «Proyecto para la situación de un muelle en la ría y fondeadero de Vigo, con proporcionada nueva aduana, competente aumento de población, suficiente seguridad de defensas para rechazar un golpe de mano por esta parte y todas las demás ventajas que requiere el bien deseado fomento de su comercio».
Durante la invasión del país por los ejércitos de Napoleón, Vigo fue igualmente ocupado. La resistencia popular dirigida por el militar Pablo Morillo y el orensano Cachamuíña, así como por figuras de la ciudad como el antiguo alcalde Cayetano Parada y cientos de vigueses descontentos con el dominio francés, provoca un levantamiento que termina con la expulsión estos y la independencia de la ciudad el 28 de marzo de 1809. Este episodio motivó la concesión en 1810 a Vigo del título de ciudad “Fiel, Leal y Valerosa”.

1828 – VIGO
En 1833 se acondiciona el camino real que lleva a Madrid, conocido como carretera de Castilla o de Villacastín. En 1836 se inician las obras de construcción de la Colegiata por Melchor dePrado, ya que el antiguo templo había quedado seriamente dañado después de la explosión de un polvorín en el castillo de San Sebastián en 1809.
A mediados del XIX se construye un nuevo muelle de piedra. A medida que la ciudad va creciendo, se decide iniciar el derribo de las murallas, que se habían quedado obsoletas en términos tácticos y defensivos, con lo cual se empieza a conseguir su expansión. Será también el inicio de las obras de acondicionamiento de la zona que se llamará Nueva Población, es decir la actual Plaza de Compostela, Marqués de Valladares y Montero Ríos, sobre terrenos ganados al mar.

1850 – VIGO
Las relaciones con América son cada vez mayores. Desde 1855 se establecen servicios de comunicación marítimos periódicos con La Habana, Buenos Aires y Puerto Rico. Una década después empieza la construcción del ferrocarril y las obras de relleno de la Ría para ampliar las instalaciones portuarias, inaugurándose la línea Orense-Vigo en 1881, que facilitará la unión de la ciudad con Castilla, ya que hasta ese momento tenía que ser por Portugal.

1853- Plan de Nueva Población de VIGO por José María Pérez.
En 1856 fue aprobado por el Gobierno el plan de Nueva Población de Vigo de José María Pérez, que contemplaba la creación de un relleno en la zona N de la calle Victoria, relleno que se pensaba extender más tarde por todo el Arenal. Los terrenos ganados al mar se destinarían a la construcción de nuevos muelles y una ciudad moderna organizada en un conjunto de manzanas rectangulares separadas por calles ortogonales. El Estado inició las obras de la primera fase del relleno – la comprendida entre el muelle de piedra de A Laxe y la futura prolongación de la calle Ramal, abierta en 1868, a finales de 1857, por la zona más próxima a la muralla, abandonando la obra en 1865. 5 años después estos terrenos –que finalmente serían lo único realizado del plan de Nueva Población- fueron concedidos para la terminación de su relleno y posterior urbanización y explotación a Emilio García Olloqui, quien en 1873 los cedió a su vez a una empresa que se constituyó entonces con el nombre de Empresa de los Terrenos y Muelles del Puerto de Vigo, integrada por influyentes personajes de la vida local entre los cuales su gerente, Manuel Bárcena y Franco, llegaría años más tarde a ser alcalde de la ciudad. A partir de 1876 comenzaron los problemas entre esta empresa y el ayuntamiento por causa de los terrenos de la Alameda, puesto que habían quedado incluidos en la concesión que el Estado había realizado a García Olloqui para ensanche de la ciudad. En el plan de Nueva Población se proyectaba dedicar a edificaciones los terrenos de la Alameda, trasladando el paseo público al N, a la nueva orilla definida por el malecón recién construido.
En este tiempo continúan abriéndose en la ciudad fábricas de salazón y de derivados de productos marinos, lo que provoca el crecimiento de la población asalariada y también de una burguesía financiera. Vigo se expande extramuros con la apertura de nuevas calles y la construcción de nobles edificios de piedra. En 1880 se crea la Caja de Ahorros de Vigo y un año después se constituye la Junta de Obras del Puerto.

1870 – VIGO
En 1898 se construye el nuevo cementerio de Pereiró, que sustituirá al antiguo de Picacho y pocos meses después serán enterrados en él más de 150 combatientes procedentes de la Guerra de Cuba. El puerto de Vigo recibía a los soldados malheridos procedentes de América, acogiéndolos y prestándoles la ayuda necesaria. Este hecho le otorgó el rango de siempre benéfica, por lo que desde entonces, el escudo de la ciudad guarda el lema de “Leal y Valerosa ciudad de Vigo y Siempre Benéfica”. A finales del siglo, la ciudad contaba ya con 15.000 habitantes.

1880 – VIGO
Con el tiempo, el puerto fue ganando importancia, convirtiéndose en el principal motor elemento dinamizador de la ciudad. En este sentido, sobresale el asentamiento de empresarios catalanes que se dedicaban al salado de la sardina a mediados del siglo XIX. Se inició de este modo el desarrollo de la economía urbana y la formación de un fuerte capitalismo mercantil, vinculado a empresarios catalanes, emprendedores locales y comerciantes y emigrantes enriquecidos retornados de América. Todos ellos favorecieron el desarrollo urbano contratando a los mejores arquitectos de la época para crear toda una serie de edificios en los estilos de moda en el período de tránsito del siglo XIX al XX: modernismo, regionalismo o eclecticismo. El polo económico continuó con altibajos a lo largo de todo el siglo XX, llegando a convertirse en la más poblada y dinámica de Galicia, junto con A Coruña.
El asentamiento de empresarios catalanes en el siglo XIX, en el barrio del Areal, propició el desarrollo de la industria de la salazón de pescado y el resurgimiento de una etapa de gran crecimiento de la industria pesquera. El puerto de Vigo comienza a asociarse a la imagen de emigración de miles de gallegos que se embarcan rumbo al continente americano.
Comienzan a crearse importantes empresas en la ciudad como los astilleros de Barreras (a finales del siglo XIX) y Vulcano, así como Pescanova y una multitud de empresas relacionadas con el mar. Otro símbolo de la ciudad fue el tranvía, que empezó a funcionar en 1914. La ciudad en este tiempo tiene una enorme actividad social, abundan los periódicos y semanarios, las asociaciones y las organizaciones de carácter político o sindical, pero todo este dinamismo quedó neutralizado con el estallido de la Guerra Civil.
Según avanza el siglo, Vigo absorbe el municipio de Bouzas en 1904 y el de Lavadores en 1941, agrandando su término administrativo y aumentando su población. A mediados de siglo se traza la Gran Vía y la ciudad sufre un gran crecimiento demográfico con la incipiente creación de barrios residenciales como el de Coia.
Interpretación urbana de una ciudad compleja.
La ciudad de Vigo es la principal urbe gallega por número de habitantes y es, junto a Coruña, el núcleo rector del sistema urbano de Galicia. A su tradicional dinamismo económico, se añade el reciente peso adquirido por una ciudad estratégicamente situada en un espacio transfronterizo emergente, hasta el punto de convertirla en una ciudad clave tanto para impulsar el desarrollo económico regional como para integrar los múltiples intereses gallego-portugueses.
La interpretación urbana de Vigo es compleja. Su historia urbana reciente está cargada de múltiples fracasos y su estructura urbana actual es de difícil lectura. Esto deriva en la construcción de una ciudad inacabada, compuesta por tramas urbanas poco o nada planificadas, urbanizada a saltos y poco atractiva para un visitante que busque encontrar orden e historia con relativa facilidad. Su pequeña pero interesante ciudad histórica está degradada, su magnífico puerto se desarrolla al margen de la ciudad, su atractiva pero movida topografía urbana no es del agrado de los peatones, su suelo rústico está escasamente protegido del proceso urbanizador. Sin duda, no es una “ciudad turística” al uso. Como espacio urbano no tiene un hito o postal que la identifique. Aquellos que recientemente se han intentado construir (por ejemplo el Museo del Mar, de César Portela y Aldo Rossi) no han tenido una integración adecuada en la ciudad y tampoco han servido para reforzar la identidad de los ciudadanos con su territorio. Parece que sólo su paisaje natural (ría de Vigo e islas Cíes) salva a la ciudad de un hipotético olvido en el mapa turístico de España.
Sin embargo, no podemos definir a Vigo como una ciudad en crisis (urbana, económica, cultural…) o degradada, ya que sus múltiples expresiones de vitalidad (desde las fallidas propuestas urbanísticas de contenidos utópicos, hasta una sociedad tradicionalmente activa o el éxito del movimiento cultural y artístico de tipo más o menos alternativo) la hacen especialmente atractiva para cualquier estudioso de los fenómenos urbanos y, por supuesto, también para el capital, que la elige por ser el principal centro industrial y económico de la Comunidad Autónoma.
La construcción del espacio urbano.
Durante las edades Media y Moderna Vigo era un pequeño núcleo dependiente de otras ciudades gallegas más influyentes, como Santiago de Compostela o la villa real de Baiona. El desarrollo urbanístico y el crecimiento demográfico de Vigo se produjeron a partir de dos importantes impulsos industrializadores. El primero en el siglo XIX (Revolución Industrial: industrialización de productos del mar y comercio marítimo) y el segundo en la década de 1960 (desarrollismo español: factoría Citroën e industria naval). En la actualidad, la Geografía Urbana de Vigo debemos hacerla en clave metropolitana. Como le corresponde a una ciudad de este nivel, Vigo es un centro terciario importante. Sin embargo, la industria sigue ocupando un lugar fundamental en la economía, el paisaje y la propia cultura de la ciudad.
Ciudad e industrialización
La vida urbana en Vigo como tal tiene un origen muy tardío. El desarrollo urbano se sitúa a mediados del siglo XIX. A partir de este momento, el despegue demográfico y urbanístico transformó una pequeña aldea en un importante núcleo ciudadano hasta el punto de convertirse en la ciudad más poblada de Galicia en 1910. Como ciudad de origen industrial, la primera fase de expansión urbana de Vigo está ligada al proceso industrializador de finales del siglo XIX especializada en la función portuaria (comercio marítimo y construcción naval) y la transformación de los productos del mar (primero salazón de sardina y más adelante conservas de pescado).
La llegada de inmigrantes catalanes en la segunda mitad del siglo XVIII fue clave para entender el despegue económico y demográfico de la ciudad. Las técnicas e iniciativas empresariales traídas por la burguesía catalana contribuyeron decisivamente en el relanzamiento de la industria salazonera de la sardina que, junto con la pujanza del comercio marítimo, fraguaron una etapa de gran dinamismo económico. Esto, a su vez, derivó en la necesidad de proyectar importantes transformaciones urbanas. Así, el mar y el puerto son elementos claves para entender no sólo el funcionamiento sino también la forma de la ciudad. Desde un principio, a diferencia de otras ciudades españolas y muchas europeas, las necesidades de nuevos espacios residenciales se proyectaron como expansión urbana, no a través de intervenciones más o menos puntuales en el interior de la ciudad intramuros.
De acuerdo con la legislación española de ensanches de población, Vigo aprobó hasta 6 proyectos de ensanche durante el siglo XIX. Factor que muestra el dinamismo económico, social y urbanístico que conoció esta ciudad durante este siglo. Sin embargo, el interés de una buena parte de estos planes no se corresponde con un similar desarrollo de los mismos. El único ejecutado de manera más o menos importante es el conocido como ensanche de García Olloqui denominado de “Nueva Población” (Nueva Barriada de Vigo), obra del ingeniero Julio Valdés. Este plan conllevó la urbanización y edificación de 9 manzanas de trama reticular y un parque urbano y zona verde central de gran significado para los vigueses, A Alameda. Este ensanche fue el arranque para otros rellenos realizados al mar, como es el caso de O Areal. Este último contribuyó a estructurar el frente costero y sirvió de soporte para la configuración del puerto y el frente marítimo.
La vitalidad demográfica, económica y constructiva de Vigo a principios de 1900 no derivó en la aprobación de planes urbanísticos de calidad. Ante los múltiples intereses que dificultaron un urbanismo consciente para Vigo, entre los que destaca la presión ejercida por la burguesía alóctona (catalana), la ciudad optó por centrar sus esfuerzos en la transformación de su principal motor económico: el puerto. La industria transformó la ciudad pero es el puerto el que dirigió el crecimiento urbano. Los años de tránsito entre los dos siglos son claves para el desarrollo del puerto de Vigo. En 1855 se estableció la línea regular Vigo-Liverpool-La Habana y en 1880 es reconocido como puerto de primera categoría. Desde entonces, sirvió de puerto de embarque para miles de emigrantes que se dirigían a América. Además, a la industria conservera y de salazón de pescado se añade la especializada en la construcción naval (principalmente pesqueros). En 1914, en Vigo existían 7 fábricas de vapores.
El dinamismo socioeconómico de Vigo durante el período 1880-1925 y sus transformaciones en el plano urbano tuvieron su expresión artística más importante en el estilo ecléctico del modernismo. La cantidad y calidad de las múltiples obras ejecutadas modelaron la escena y morfología urbana de la ciudad al gusto de la burguesía industrial. El ensanche de población, lugar de residencia de este grupo social, concentra la mayoría de la arquitectura modernista viguesa. En la actualidad, Vigo está considerada la ciudad gallega con más y mejores ejemplos de este tipo de arquitectura.
La ciudad que pudo ser
Entre este primer período planificador y la del desorden urbanístico provocado por el desarrollismo salvaje de los 60′, Vigo elaboró interesantes planes urbanísticos. El primero afectó únicamente al espacio portuario. El otro se aprobó durante el gobierno de la Segunda República e incluía la ordenación de toda la región urbana viguesa.

1913 – Anteproyecto Puerto de Vigo por Ing. Manuel Cabello
Mientras la lucha de intereses no logró articular un plan urbano de calidad, la autoridad portuaria, como una especie de gobierno municipal paralelo de enorme influencia política y económica, proyectó cómo había de ser el amplio territorio que estaba bajo su tutela y gestión. El ambicioso Proyecto del Puerto de Vigo, aprobado en 1913 y obra del ingeniero Manuel Eduardo Cabello, se desarrollaba a lo largo de unos 10 km y multiplicaba casi por 20 la extensión del puerto existente. En el caso de llevarse a cabo en su totalidad, el espacio portuario sería mayor que el de la ciudad compacta existente en la época. Las obras realizadas comenzaron en 1924 y finalizaron en 1959, cuando se terminó de dotar el actual muelle de trasatlánticos.
Por otra parte, frente al anterior proceso de concentración (ensanches), entre 1925 y finales de la década de 1940 se asiste a un crecimiento de la periferia. La imagen actual de Vigo debe mucho a esta expansión incontrolada, alejada de todo tipo de planificación. Pero, al mismo tiempo, fue durante este período (y en plena crisis económica) cuando se redactó el más ambicioso plan de ordenación de toda su historia, lo que permitió situar a esta ciudad en la cabecera de la planificación territorial española.

Proyecto de Reforma y Ensanche de Vigo por Pascual
El crecimiento demográfico registrado durante el primer tercio del siglo XX corre paralelo al proceso de urbanización de la ciudad. Vigo cuenta con planes urbanísticos desde principios del siglo XIX. En el 1932 se presenta el proyecto de “extensión y reforma interior de Vigo” diseñado por Antonio Palacios y aprobado dos años más tarde, pero que por la oposición al mismo nunca llegará a ponerse en práctica, dando vigencia a la planificación anterior -de Ramiro Pascual- hasta 1943. Es esta propuesta de Ramiro Pascual la que contempla por primera vez la articulación de una vía de comunicación por la parte sur del monte del Castro. Comenzará así la construcción de la Gran Vía, una de las principales obras urbanas del segundo tercio del siglo XX en la ciudad. La llegada de la fábrica de Citroën en la década siguiente hará que su localización condicione el crecimiento de la ciudad hacia el oeste y la nueva red de vías de circunvalación gire al su alrededor.
Nos referimos al Plan de Extensión y Reforma Interior (1934), obra del arquitecto Antonio Palacios. Sin duda, Vigo, como ciudad marítima abierta al Atlántico, fue capaz de leer perfectamente las nuevas posibilidades que se abrieron durante el gobierno progresista de la Segunda República. Palacios demostró un amplio conocimiento de la teoría urbana europea contemporánea. Como ejemplo sirve la ambiciosa propuesta de ordenación regional y metropolitana para Vigo que, influida por los principios del Regional Planning, es contemporánea del conocido Plá de distribució en zones del territori catalá (1932) de Nicolau Mª Rubió i Tuduri. Sin embargo, probablemente la característica más representativa del proyecto de Palacios es la carga utópica que cubre todo el plan, que lo hace todavía más atrevido e ilusionante. Sus propuestas más interesantes las resumimos en 3 principales:

1934 – Vigo por Antonio Palacios
1) La propia concepción del plan, que no debía ceñirse exclusivamente al municipio vigués sino que también debía englobar el hinterland de la ciudad. Palacios estimó la necesidad de ampliar el área de ordenación no sólo porque Vigo era una de las ciudades con mayor crecimiento del momento, sino también porque (según sus propias palabras), a pesar de que su población no sobrepase los 70.000 habitantes, en ella trabajan unas 200.000 personas y ejerce un área de influencia sobre un amplio territorio donde residen unos 500.000 efectivos. El estudio comarcal concebía a Vigo y su área de influencia sobre veinte ciudades satélites dependientes de la urbe principal.
2) Aunque predominan las ideas funcionalistas, Palacios introdujo, en perfecta comunión, diferentes concepciones de la teoría urbana del siglo XX: funcionalismo, culturalismo y el movimiento de las ciudades jardín.
3) Proyectó una interesante propuesta de reforma interior al modo de radicales propuestas de cirugía urbana, que tendría su plasmación en la apertura de una Gran Vía, la denominada Rúa de Galicia. En los alrededores de esta calle principal se localizarían los edificios administrativos y representativos de la ciudad. La concepción de la zona administrativa recuerda los proyectos futuristas del arquitecto italiano Sant´Elia de 1913. La obsesión de los arquitectos europeos de la época de construir en las ciudades un sector urbano especialmente dispuesto para paseo de invierno (París, Londres, Berlín, Nápoles o el más conocido de Vittorio Emmanuele en Milán), lo reflejó Palacios en su idea de lo que él denominó Pasaje Invernía, con similares características a estos otros más conocidos. A su opinión, la climatología del país y la desorganización del entramado comercial así lo demandaban.
La mencionada crisis económica, que afectaba también al urbanismo y, una vez más, los desafortunados dirigentes que gobernaron esta ciudad no permitieron la ejecución del plan. Lamentablemente, las ideas del Plan Palacios quedaron pronto en el olvido. La Guerra Civil y la posguerra supusieron la ruptura de España con la corriente cultural europea.
La idea de la creación de un puente que uniese las dos orillas del estrecho de Rande aparecía en la ciudad ya en la década de los 30. A pesar de que Antonio Palacios ya hiciera en los años veinte férreas defensas sobre la necesidad de unir las orillas, será en su plan comarcal de 1932 en el que proyecte con detalle un puente en ese lugar. Esta idea que, al igual que el resto del plan, nunca pudo ponerse en práctica, sí que fue recogida a mediados del siglo XX por Gerardo Campos. Este vigués distinguido fue un férreo defensor de la necesidad de la construcción de esta obra por los altos beneficios que traería para la ciudad. Tal fue su insistencia que en el 1958 el director general de carreteras, Pedro García Ormaechea, encargaría un primer estudio de la viabilidad de la obra. El proyecto no se retomará hasta que dos décadas después se apruebe el trazado de la Autopista del Atlántico. El proyecto del puente se encargará a Florencio del Pozo, Alfredo Passaro y Fabrizio de Miranda (fallecido en este 2015). La primera piedra se colocó en 1973 rematándose las obras en 1977, aunque el tráfico no comenzó a circular por el puente hasta 1981 cuando quedaron terminadas las prolongaciones de los accesos a tierra. En el momento de su construcción fue el puente tensado o atirantado, con la mayor luz central de la Península y una de las mayores del mundo, lo que lo convirtió en un emblema de la ingeniería del Estado y por supuesto en un icono para la ría de Vigo

1943 – VIGO
A principios de los 50′, la industrialización y la reforma administrativa del Estado generaron una notable transformación socioeconómica de España. El crecimiento económico motivó una paulatina concentración de la población en las ciudades, a la que el Gobierno intentó responder con el Decreto-Ley del Ministerio de Trabajo, de 1.7.1955, pondrá en marcha el 1º Plan Nacional de Vivienda, con el objetivo de construir 550.000 viviendas entre 1956 y 1960, distribuidas geográficamente atendiendo a las áreas de mayor dinámica urbana.
Para ello otro Decreto, de octubre de 1956, establece la línea de acuerdos entre el Instituto Nacional de la Vivienda y la Dirección General de Arquitectura y Urbanismo para la preparación de suelo urbanizado para el desarrollo de los programas de construcción de viviendas.
Con la transformación de la Dirección General de Arquitectura en Dirección General de Arquitectura y Urbanismo, esta pasó de ser un órgano meramente asesor, a contar con los medios suficientes para realizar una auténtica política urbanística y de suelo. En 1956, la Ley sobre Régimen del Suelo y Ordenación Urbana impulsó tanto la construcción integral de nuevos polígonos como el desarrollo de suelo apto para la intervención de la iniciativa privada:
A partir de este momento quedan atribuidas al nuevo Ministerio las competencias de dirección, estímulo, supervisión, inspección y tutela de los Ayuntamientos en materia urbanística, así como también la aprobación definitiva de los planes, mientras que la gestión directa a nivel local quedaba en manos de los Ayuntamientos, dependientes para todo lo demás del Ministerio de la Gobernación. Así, lo que pronto empezaría a manifestarse fue una gradual escisión en 2frentes no compenetrados, con objetivos no coincidentes, con muy diferente grado de comprensión y de aceptación de los nuevos derroteros que marcaba la Ley del Suelo y con muy diversa forma de entender, en definitiva, la tarea urbanística.
El deterioro de la práctica urbanística municipal se debió tanto a casos de corrupción administrativa como a interpretaciones indulgentes basadas en el desconocimiento, la falta de capacidad o la errónea imagen —a menudo idealizada— que los ayuntamientos se forjaban del futuro de su ciudad. El de Vigo fue uno de ellos.
En la década de los 60′, el Instituto Nacional de la Vivienda (INV) aprobó para Galicia 7 polígonos residenciales de gran tamaño en comparación con las ciudades consolidadas preexistentes. Todos sufrieron cambios en el periodo de vigencia de la Ley del Suelo, de 1956, y se encontraron terminados —salvo el polígono de Coya en Vigo— con la entrada en vigor de la Ley del Suelo, de 1975. Entre 1964 y 1975 se revisaron los planes generales de ordenación urbana de las ciudades gallegas. La confluencia de nuevos Planes Generales con los Planes Parciales en tramitación dió lugar a modificaciones de estos, que reajustaran sus parámetros a los de aquellos, de modo especial en lo referente a los requerimientos dotacionales. La exigencia de estos servicios fue incrementándose mediante modificaciones normativas y decretos que progresivamente incorporaron las demandas de los vecinos las figuras de planeamiento en tramitación las demandas de los vecinos, y conjuraron los déficits detectados en experiencias previas, provocando disminuciones de densidad y aumentos significativos de las superficies destinadas a equipamientos.
Los polígonos gallegos se desarrollaron en el marco del II Plan Nacional de la Vivienda 1961-1976, que preveía la construcción de cerca de 4 millones de viviendas. Su capítulo III establecía la normativa general en lo referente al enfoque del planeamiento urbano. Con una densidad media aconsejable de 500 habitantes/hectárea, se fijaron diferentes tipos de unidades urbanas, a efectos de establecer los equipamientos necesarios, a los que se llamó edificaciones complementarias.
Fue el primero que cuantificó este tipo de dotaciones, ya que la Ley del Suelo de 1956 únicamente había contemplado como obligatorias las zonas verdes, cuantificándolas en un 10 % de la superficie total del polígono. Ahora, las edificaciones complementarias se determinan sobre una estructura conformada por unidades residenciales, unidades de barrio y unidades de distrito, distribución que se apoyaba en las reivindicaciones que habían sido planteadas en el IX Congreso Internacional de Arquitectura Moderna (CIAM), de Aix-en-Provence (1953). La menor de estas unidades, el núcleo residencial, tenía una extensión inferior a 10 ha y 5.000 habitantes; la unidad de barrio, 40 ha y 20.000 habitantes, y la unidad de distrito 250 ha y 100.000 habitantes. 4 unidades residenciales formaban una unidad de barrio y 5 barrios una unidad de distrito, con una dotación de servicios complementarios acumulativa y de concepto laxo. Entre estos servicios complementarios se encontraba la arquitectura religiosa.
La reforma administrativa del Estado que se acometió a partir de 1956 se concretó en los llamados Polos de Desarrollo. El polígono de Coya surgió dentro del Polo de desarrollo Vigo-Porriño, uno de los 7 que sepusieron en marcha. El Ministerio de la Vivienda aprobó el Plan Parcial del Polígono de Coya —redactado por J. Gallego Fernández— el 23.6.1963, con una extensión de 75,03 ha y una previsión de 8.883 viviendas. Su sistema de edificaciones complementarias basculaba en torno a un amplio parque de 40 m de ancho paralelo a la avenida de Samil, al que se añadieron zonas verdes secundarias y un conjunto de equipamientos de pequeña escala repartidos por todo el ámbito de actuación.
8 años después (1971), la aprobación del Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) de Vigo —redactado por G. Blein Zarazaga— incidió en el Plan Parcial de Coya, principalmente en la necesidad de incrementar las zonas verdes, algunas de las cuales estaban ubicadas en terrenos ya edificados o destinados a edificación. Las fichas de características, aprobadas por el Ministerio de la Vivienda el mismo año 1971, no se adecuaban a las previsiones del Plan General, aunque suponían un incremento de las superficies destinadas a equipamiento en 53.858 m2 respecto a las previstas en el Plan Parcial. A pesar de todo, conforme a estas fichas, se desarrolló la mayor parte de la edificación del polígono, con diversas modificaciones y cambios de uso.
Zonas verdes ocupadas por la edificación, edificios en altura construidos en zonas destinadas a vivienda unifamiliar, ocupación de zonas de protección de viales, déficit de aparcamientos y de dotaciones: esta era la situación del polígono tras varios años de gestión. Ante esta situación, en 1975 se decidió acometer la remodelación general de Coya conjuntamente con la modificación del PGOU de Vigo. Redactado por José Luis Pereiro Alonso y Francisco Taracido Fraga, el nuevo documento fue aprobado el 12.6.1980.
Según consta en la memoria del propio documento, la remodelación del polígono de 1975 asignó 10.784 m2 para equipamientos religiosos: se mantuvo, por lo tanto, la superficie prescrita en las fichas de características de 1971. Dentro de esta superficie se realizaron 4 centros parroquiales: San Martín de Coya, Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, la Virgen del Rocío y el Santísimo Cristo de la Victoria.
Conviene recordar que la parroquia es una forma de organización territorial clave en Galicia. Aunque en las ciudades ha perdido gran parte de su valor social y ha permanecido únicamente como organización religioso- administrativa, en Vigo la estructura parroquial sigue estando muy presente, con un grado de aceptación comparable con el ámbito rural. Quizá esto sea debido al componente rururbano o de ciudad difusa que caracteriza a esta ciudad. Precisamente, uno de los territorios más marcados por este fenómeno era la antigua parroquia de Coya, de la que el polígono tomó su nombre, al asentarse en buena parte de su circunscripción.
Desde el punto de vista de la organización territorial de la diócesis de Tui-Vigo, los terrenos ocupados por el polígono de Coya se extendieron sobre la antigua demarcación de la parroquia de San Martín, que databa de 1752. En 1958 se constituyeron las parroquias del Santísimo Cristo de la Victoria y de San Antonio de la Florida, que abarcaban parte de su territorio, y esta también ajustó sus límites con Sárdoma y Matamá. En 1970, el obispo José Delicado Baeza erigió 2 nuevas parroquias: Nuestra Señora del Perpetuo Socorro y la Virgen del Rocío, la 1ª sobre territorio de Santo Tomé de Freixeiro y de San Martín, y la 2ª sobre barrios desmembrados del núcleo marinero de Bouzas y Coya. En 1982 se volvieron a restructurar los límites de San Martín, de la Virgen del Rocío y de San Miguel de Bouzas, debido al ritmo imparable de la transformación urbana de una zona originariamente de carácter rural. Al día de hoy, de los 7 arciprestazgos en los que se divide la ciudad de Vigo, el de Vigo-Polígono está conformado por 5 parroquias: las 4 citadas dentro del ámbito del polígono de Coya y la de San Miguel de Bouzas.
Las posiciones de los edificios religiosos previstos en Coya variaron durante la tramitación y ejecución del polígono, por existir diferencias entre los planes de 1963 y de 1975. En el plano de 1963 se ubica un centro parroquial en cada uno de los 4 sectores en los que se divide el plan parcial, tal como indicaban las normas sobre servicios
Tal vez uno de los aspectos más interesantes del polígono de Coya sea la ubicación de sus equipamientos dentro de su planificación general y, en concreto, de los equipamientos religiosos. Su afortunada consideración como dotaciones urbanísticas o edificaciones complementarias, establecida a través de la legislación que a lo largo de los años fue desarrollando y aplicando el Concordato firmado por el Estado español y la Santa Sede, en 1953, permitió que estos edificios comenzaran a funcionar como nodos sociales, intensificando así el uso estrictamente cultural o litúrgico que le era propio hasta el momento.
Aunque estos centros parroquiales tuvieron un origen difícil, por sus largos procesos de tramitación burocrática y de obtención de recursos para su construcción, su influencia desbordó —y sigue desbordando— el ámbito del polígono residencial en el que se insertan. Son elementos que colaboran en la fusión la nueva pieza urbana con los distintos tejidos de la ciudad y contribuyen a paliar sus déficits espaciales y sociales, tanto desde el punto de vista físico como identitario, a pesar de que en la actualidad este papel se ha visto alterado por la incorporación de barreras arquitectónicas que dificultan el encuentro con su entorno más inmediato, oscureciendo en buena medida los objetivos que tanto los planificadores de Coya como los arquitectos pretendieron alcanzar.
Además, se instalan nuevas industrias, como Citroën Hispania, al tiempo que mejoran las comunicaciones y se crean nuevos planes para ensanchar la ciudad. Vigo sufre un elevado crecimiento demográfico, pasando de los 30.000 habitantes que había en 1910 a los casi 300.000 de hoy en día. La notable expansión del Puerto de Vigo hasta nuestros días lo han convertido en el principal Puerto Pesquero de España y en uno de los más importantes del mundo. La industria automovilística, los astilleros, las conserveras, la construcción, la moda, etc., son algunas de las principales actividades económicas que convierten a Vigo en el motor económico de Galicia.
La proximidad de Portugal ha favorecido también el establecimiento de una estrecha relación comercial, cultural y de comunicaciones con el norte del país vecino, que ha beneficiado enormemente al desarrollo económico e industrial de la ciudad, convirtiéndose por excelencia en la gran ciudad comercial y de servicios del sur de Galicia y del Norte de Portugal.
Aunque el normal proceso de terciarización económica ha reducido el papel de la industria, Vigo es el principal núcleo industrial de Galicia y todavía confía su base económica a un potente sector industrial centrado en la factoría de Citroën y en las actividades propias de uno de los puertos pesqueros y comerciales más importantes de Europa. En Vigo se ubica la 2ª factoría del grupo PSA Peugeot Citroën en Europa, produciendo cerca de medio millón de vehículos anules, de los cuales alrededor del 90% son exportados fuera de España. El empleo directo generado por esta factoría se aproxima a los 10.000 trabajadores. Además, Vigo ocupa el 1º puesto en el mercado pesquero de Europa y, su puerto, es el 1º del mundo en productos del mar para el consumo humano y el 3º como puerto granitero. Vigo ha sido elegida como sede de la Agencia Europea de Pesca.
La potencialidad urbana y económica de Vigo desde 1960
La industria está presente en la historia local de la ciudad durante toda su época contemporánea. De ser un pequeño núcleo portuario a mediados del siglo XIX (35.210 habitantes en 1857) superó ampliamente los 130.000 efectivos en 1950. Pero es a partir de 1960 cuando se inició el auténtico despegue demográfico de Vigo. Esta etapa está capitalizada por la instalación (1957) y ulterior dinámica seguida por la factoría de Citroën y sus industrias auxiliares. El crecimiento demográfico de la ciudad entre 1950 y 1981 alcanzó el 50,41%, un índice superior al alcanzado por las ciudades rectoras del sistema urbano español (Madrid, Barcelona, Sevilla, Valencia o Bilbao). Pero este período tan optimista desde el punto de vista poblacional y económico coincide con los años más negativos para el planeamiento urbano y la construcción de la ciudad. La débil administración municipal abandonó nuevamente la ciudad a los intereses especulativos de una poderosa clase industrial. La respuesta del urbanismo al crecimiento demográfico y al desarrollo industrial fue muy pobre. Así, después de lograr articular un crecimiento más o menos ordenado hasta 1960, Vigo se abandonó a los excesos desarrollistas. La degradación de muchos espacios urbanos, la destrucción del patrimonio arquitectónico y la segregación son algunas de las consecuencias más negativas del dinamismo económico de los años 1960 y 1970.
Plan General Ámbito de regulación Vigencia
PGOU 1969 Todo el municipio No entró en vigor
PGOU 1971 Todo el municipio 1971-1988
PGOU 1988 Todo el municipio 1988-1990
PGOU 1988 Casco urbano 1993 en adelante
PGOU 1990 Parroquias rurales 1990-1993
PGOU 1993 Parroquias rurales 1993 en adelante
PGOU 2008 Todo el municipio No entró en vigor
A pesar de la aprobación en 1956 de la Ley del Suelo, el Ayuntamiento de la ciudad olívica no mostró inicialmente interés por elaborar algún instumento de planeamiento general de la ciudad, figura contemplada en la ley antes mencionada y que la urbe precisaba con urgencia, máxime el vertiginoso crecimiento urbanístico acentuado por los efectos derivados de la creación de una planta industrial de la entidad de Citroën o, en mucha menor medida, por otras iniciativas al calor de la creación de la Zona Franca a finales de los 40′. Hasta ese momento, y salvo ambiciosas iniciativas como el plan general del arquitecto Antonio Palacios (a pesar de ser aprobado definitivamente por la Corporación en enero de 1934, cuenta desde el principio con la oposición de los técnicos municipales, que lo tachan de excesivamente ambicioso, y los intereses de los propietarios del suelo. Éstos, tras una intensa campaña en su contra, consiguen anular el Plan, hecho aceleradoa partir de la sublevación militar del 18 de julio) en los años de la Segunda República convenientemente olvidado por una corporación controlada por los promotores urbanísticos, la ciudad había crecido mal que bien sólo reglamentada por una sucesión de planes parciales y de alineaciones (algunos ejemplos los representan los PP de Teis, Samil, A Florida; el plano de alineaciones y rasantes de Manuel Cominges…). Esta ordenación, escasamente ambiciosa, contribuía a un tratamiento de la ciudad fragmentario, impidiendo una visión de conjunto y con lamentables consecuencias en un aspecto vital para la ciudad, tal y como era las dotaciones de infraestructuras y servicios. Los agentes privados contaban con el total apoyo municipal prodigándose a lo largo de los 1960 construcciones al margen del parco planeamiento existente, ocupando terrenos sin los servicios urbanísticos imprescindibles, plasmando proyectos de urbanización sin redactar el correspondiente Plan Parcial (Canido, Toralla…), o recurriendo a aperturas de calles sin respetar las alineaciones oficiales (calles Badajoz o Logroño, por poner algunos ejemplos). Todo ello respondía a una actitud general asentada en un mal entendido desarrollismo, animado por una demanda de vivienda en aquel entonces en pleno apogeo.
Esta desidia por parte de las autoridades municipales es manifiesta cuando el Ministerio de la Vivienda recuerda, en consonancia con la Ley del Suelo de 1956, la necesidad de redactar un Plan General de Ordenación Urbana (PGOU en lo sucesivo) para la ciudad. No es hasta fines de 1961 cuando se inician los trabajos en esta dirección, una vez asumida la advertencia, con motivo del refrendo por parte del ministerio del Plan Parcial de Teis, de que no se visaría ningún Plan Parcial más si antes no se elaboraba un marco regulador de carácter general.
Así, en abril de 1965 el Consistorio aprueba el avance del planeamiento, en el que se preveía un extraordinario crecimiento demográfico e industrial para la ciudad. Este avance es la base del proyecto de Plan General que en 1966 el equipo redactor entrega al ayuntamiento, no satisfaciendo las exigencias de la corporación municipal, que seguía en estrecha sintonía con los intereses de los propietarios del suelo y de las constructoras. Como resultado en enero de 1967 el Pleno acuerda remitir un informe al equipo técnico en el que plantean importantes modificaciones, fundamentalmente referidas al sector central de la ciudad, donde propugnaban un incremento de las densidades edificativas y una merma de las zonas verdes y de los espacios libres, cambios rechazados frontalmente por el equipo redactor.
En contra de las opiniones de los técnicos, y apremiados por el Ministerio de la Vivienda, en mayo de 1967 se aprueba inicialmente el Plan, siendo sancionado con carácter provisional en marzo de 1969. El resultado es un documento de ordenación con sustanciales modificaciones respecto a las propuestas de sus redactores. Estas discrepancias entre la dirección técnica del Plan y la corporación municipal lleva al Ministerio a denegar su aprobación por resolución de 22.7.1969, imponiendo en calidad de Normas Subsidiarias y de Planeamiento el Plan General redactado por el equipo técnico sin los cambios propuestos por el ayuntamiento, normativa vigente a la espera de la aprobación con carácter definitivo de un PGOU.
La consecuencia inmediata es la iniciación de la redacción de un nuevo Plan General, que el consistorio encarga en agosto de 1969 a Gaspar Blein. El nuevo documento es un Plan muy semejante al denegado por el Ministerio, a pesar de lo cual cristaliza como norma ordenadora al ser aprobado inicial y provisionalmente por el Ayuntamiento a lo largo de 1970, y definitivamente por el Ministerio de la Vivienda en diciembre de ese mismo año aún con muchas modificaciones pero sin alterar la propuesta de delimitación de suelo urbano. Su característica fundamental es la desmesura en lo referente a las previsiones de crecimiento de la ciudad, llegando a estimar una población para la misma de 480.000 para el año 2000, muy por encima de los 285.000 habitantes actuales. También pensaban en un fuerte crecimiento de la ciudad hacia el O, asentando sus previsiones en la constitución de 2 nuevos distritos: Coia, donde en aquel momento se estaba desarrollando un importante polígono residencial, y un 2º espacio que situado al S del anterior llegaria hasta Samil. Estas exageradas expectativas llegaban al absurdo al referirse a municipios del área urbana que, a pesar de no entrar dentro de las directrices del PGOU, también eran objeto de estimaciones. Por poner algún ejemplo, para Porriño defendían 165.000 habitantes, hoy posee escasamente la décima parte; para Baiona pensaban en 65.000 moradores, 6 veces más de su población actual; para Redondela se quedaban en los 50.000 habitantes, en este caso se aproximaron más ya que «sólo» inflaban su población actual en 20.000 respecto a los que posee. Un plan caracterizado por la desmesura desarrollista y con escasas posibilidades de hacerse realidad aunque, eso sí, notablemente permisivo con la especulación urbana, amparados en la ilusión de la continuación indefinida de una coyuntura excepcional como fue la del desarrollismo de los 1960. En estos años el extraordinario desarrollo industrial atrajo a una gran cantidad de población del resto de Galicia, fenómeno que dinamizo de forma inusitada el mercado inmobiliario, lo cual justificaba una intensa actividad edificatoria; pero el gran crecimiento demográfico de la ciudad en aquel momento no tendría la continuidad esperada por los planificadores, revelándose ilusorias las cifras plasmadas en el plan.
El siguiente paso fue la aprobación de las bases mínimas, en junio de 1971, para la redacción de planes parciales, caracterizadas por la no previsión de la ampliación de zonas verdes y la amplia flexibilidad en la definición de solar. También contó con la oposición del Ministerio de la Vivienda, que impone una serie de notables cambios. De todos modos la planificación parcial subsiguiente fue un auténtico fracaso por la lógica del mercado inmobiliario vigués, fruto de un parcelario extremadamente fragmentado, desembocando en que sólo se edificaran 6.230 viviendas de las 59.243 previstas por los Planes Parciales derivadas del PGOU de 1971. El resto del planeamiento derivado (Planes Especiales de Reforma Interior, Estudios de Detalle y Planes Especiales) tuvieron un cumplimiento superior, pero sin generar tampoco un desarrollo edificatorio próximo al programado.
El planeamiento nacido a partir de la aplicación del PGOU de 1971 se puede resumir en un sonado fracaso. El resultado es una notable densificación del espacio residencial urbano, un aumento de las infracciones urbanísticas y un agravamiento de los problemas de dispersión del hábitat rural. Esta crisis precoz de un planeamiento inadecuado es más visible si cabe con el cambio en la legislación general derivada de la Ley del Suelo de 1975 (Texto Refundido de 1976), que impone a las autoridades municipales la redacción de un nuevo Plan General.
Esta circunstancia coincide con un cambio en la estrategia de los agentes inmobiliarios y de las autoridades locales, el urbanismo posibilista. En función de las posibilidades abiertas por el nuevo marco legislativo y la complacencia del poder local, los constructores asumen ciertas competencias urbanísticas, plasmadas en la apertura por ellos mismos de calles a modo de nuevos polígonos residenciales de iniciativa privada, práctica muy generalizada entre Gran Vía y Camelias, por aquel entonces los ejes del crecimiento del oeste de la ciudad.
La nueva ley forzó a la redacción de un nuevo plan adjudicado a la consultora Ardiplan Cinam Española S. A.. Al igual que el PGOU de 1971, también siguió un complicado proceso no exento de las habituales dificultades en un consistorio tan complejo como el vigués. Finalmente el nuevo PGOU es sancionado por Orden Ministerial en 1988, tras ser aprobado inicialmente y provisionalmente en sesiones plenarias de febrero de 1984 y julio de 1985. Sus previsiones fueron algo más modestas que las contenidas en su precedente, pensando que en 1993 Vigo tendría en torno a los 350.000 habitantes. Estas cifras seguían aún siendo a todas luces exageradas pues todavía pesaba el espiritu desarrollista visto en el PGOU de 1971, lo cual es explicable al no considerar la ralentización del crecimiento demográfico y urbano registrado a lo largo de la década de 1980 y tener muy viva la rápida expansión del período 1960-1981.
Este Plan reconoce claramente 2 realidades en el término municipal: la ciudad central y el restante territorio municipal. Para la primera se defiende una consolidación civilizada propugnando, como en el PGOU anterior, un desarrollo superior para los barrios occidentales (en términos cuantitativos, mientras que para el O de la ciudad pensaban en 9.100 viviendas y 33.397 habitantes más, para el resto del casco urbano limitaban la expansión a 3.700 viviendas y 13.579 habitantes); para la 2ª, a la que atribuían una fuerte expansión urbanística (12.700 viviendas y 46.608 habitantes añadidos), partían de la base de un esquema asentado en una concentración del crecimiento en aquellos núcleos exteriores en función de su potencialidad para soportar cierto crecimiento, así como delimitar aquellos núcleos objetos de conservación.
El objetivo final es conservacionista, ya que buscan la adaptación de los nuevos crecimientos al tejido urbano previo, aunque sin dejar de lado cierto exagerado optimismo heredado del desarrollismo precedente, tal y como se encargan de recordar en sus estimaciones para el año horizonte del Plan.
Este PGOU, en la forma en que se concibió inicialmente, tuvo una efímera existencia, pues la transferencia de las competencias urbanísticas a la Xunta de Galicia y la subsiguiente normativa autonómica (la Ley 11/85 de Adaptación del Suelo a Galicia, más conocida como LASGA) forzó su adaptación dando lugar al PGOU de 1990 que está reducido al medio rural por ser a ese entorno en el que se centraban las modificaciones exigidas por la LASGA. Dicho Plan tuvo aún menos repercusión, dado que fue rápidamente modificado al tener que recoger sustanciales cambios impuestos por la Xunta de Galicia a fines de 1991. Este último suceso dio como resultado que se subsanasen las deficiencias detectadas por la Xunta aprobándose un nuevo PGOU en 1993, norma actualmente vigente en la mayor parte del término municipal vigués aunque se mantiene el PGOU de 1988 para el casco urbano consolidado si bien con modificaciones a partir de la tramitación del PGOU de 1993.
Este nuevo documento centra, lógicamente, su atención en el espacio rururbano. En su tratamiento opta por un modelo territorial nucleado, bien relacionado y equilibrado en el que se complementen las funciones de habitar, trabajar y ocio, compatibilizándolas con la protección de las áreas de mayor calidad del territorio. Sus previsiones, dirigidas al año 2000 como horizonte, partían de la base de computar para el conjunto del municipio de 133.355 viviendas, de las que 91.350, corresponderían al casco urbano. Estas cifras significaban un 32,3% más respecto al censo de 1991: un 36,5% más en la ciudad y un 29,9% en las parroquias exteriores.
Estamos ante estimaciones mucho más realistas que anticipan un cambio desde políticas asentadas en el crecimiento a cualquier precio a otras perspectivas perfiladas en la contención y en una búsqueda de mayor calidad urbana. Evidentemente, en esta nueva actitud pesa el constatar la finalización de la notable expansión demográfica y urbanística que vivió la ciudad durante los años 1960 y parte de los 1970, pasando a una estabilización notable durante la década de 1980 cuando la crisis industrial limita la inmigración a la ciudad. De todos modos, siguen mostrando un optimismo notable dada la evolución de la población viguesa durante la última década del siglo pasado.
Entre los objetivos más destacados de este nuevo instrumento de planeamiento estaban la protección de los recursos naturales; la potenciación, estructuración y mejora de los núcleos existentes; se propone consolidar, completar y conservar los núcleos periurbanos; controlar el crecimiento del medio rural, evitando acciones incompatibles con el mismo. Un planeamiento lleno de buenas intenciones, intentando que uno de los grandes problemas de la ciudad de Vigo, como es el anárquico crecimiento en una corona periurbana extraodinariamente diseminada, fuese solventado respetando en lo posible el carácter rural de las parroquias aún no totalmente absorbidas por la dinámica urbana de la ciudad.
Desde hace ya algunos años estamos asistiendo a la difícil redacción de un nuevo PGOU que sustituya la ordenación vigente, necesidad que se convierte en imperativa una vez aprobada por la Xunta una nueva ley del suelo en sustitución de la LASGA. Una vez más, la tradicional conflictividad viguesa vuelve a ponerse de manifiesto, siendo extremadamente complicadoalcanzar un consenso entre los distintos sectores implicados de la ciudad. Un hecho que está agravado por la ya crónica inestabilidad en un consistorio en los que sólo hubo una legislatura con mayoría absoluta en el gobierno local. El resultado es la demora en la conclusión de un nuevo instrumento de ordenación que regule el espacio consolidado y el crecimiento urbano de una de las ciudades más caóticas, desde el punto de vista urbanístico, de Galicia.
La crisis urbana de los 80 y la temprana metropolización.
La crisis económica de los años 1970-1980 fue especialmente traumática y el tránsito del industrialismo al postfordismo fue complicado para una ciudad con tanto peso del sector industrial. La reconversión industrial acometida contribuyó, igualmente, a la agudización de una crisis urbana sin precedentes. Elevadas tasas elevadas de desempleo, cierre y privatización de factorías de construcción naval, conflictividad laboral y sindical, empobrecimiento urbano generalizado (O Calvario, polígonos de viviendas como Coia, y Casco Vello, fundamentalmente), graves problemas de drogadicción y delincuencia son sólo algunas de las manifestaciones de esta crisis en los ámbitos laboral y social. Como contrapunto, el carácter convulso de esta ciudad y su propia vitalidad favorecieron una emergencia cultural, sobre todo en lo artístico y lo musical, de enorme repercusión. Como nos recuerdan algunos “por la mañana había manifestaciones y por la noche, conciertos”.
En lo espacial, esta crisis urbana es también una muestra de la crisis de la ciudad compacta. En la década de 1980, el estancamiento demográfico de la ciudad se contrapone con un relanzamiento de las periferias (tanto de las parroquias de su extenso municipio como de los concellos limítrofes), constándose un proceso de metropolitanización muy avanzado para una ciudad de estas dimensiones.
En la actualidad, Vigo tiene una población municipal próxima a los 300.000 habitantes, y está considerada una ciudad media en el sistema urbano español. La vitalidad demográfica de la ciudad más poblada de Galicia durante los últimos 100 años es una expresión de su potencialidad industrial, como generadora de riqueza y demandante de mano de obra joven de dentro y fuera de sus límites municipales. Este proceso industrializador ejerce también una intensa influencia sobre el dinamismo de un territorio circundante caracterizado por el aumento casi constante en el número de efectivos y la obtención de indicadores demográficos más positivos que la media de Galicia y otros espacios urbanos. Por ejemplo, casi todo el crecimiento demográfico de Galicia entre 1960 y 1981 (etapa de máxima industrialización) se concentró en la región urbana viguesa. Algunas dinámicas metropolitanas (dispersión de la población y de las actividades por el territorio metropolitano) y la aparición de procesos de suburbanización y periurbanización comenzaron a adquirir protagonismo en la década de 1980.
El área metropolitana de Vigo (Mancomunidade da Área Intermunicipal de Vigo, MAIV) está compuesta por 12 municipios que suman un total de 425.456 habitantes en 2011 (más del 16% de la población gallega). Una cifra que superaría el medio millón de habitantes si se incluyesen algunos municipios del sur provincial (Baixo Miño) y otros que, situados al otro lado de la ría (Cangas y Moaña), están también directamente vinculados (funcional y culturalmente) a esta ciudad. Sea como fuere, estamos ante una región urbana en pleno proceso de expansión fundamentalmente en dirección sur (Región Norte de Portugal), donde entra en contacto (o competencia) con la potencialidad funcional y demográfica emanada desde Porto. Así, entendida como una ciudad clave para el desarrollo y la consolidación del denominado Eixo Atlántico, Vigo aumenta su influencia gracias a la construcción de un espacio regional más amplio como es la euro-región Galicia-Norte de Portugal.
El escaso desarrollo del planeamiento territorial supramunicipal, en buena parte motivado por la falta de voluntad política y por las escasas competencias administrativas del ente metropolitano, no favorece el proceso urbanizador sostenible. Una buena muestra de esta situación es el sobredimensionamiento del suelo urbanizable y la expansión descontrolada de la edificación por el suelo no urbanizable en los planes generales municipales de la región metropolitana. La especulación urbanística desempeña un papel fundamental en la urbanización del territorio metropolitano de Vigo, especialmente en todo el litoral turístico y de segunda residencia (por ejemplo en O Morrazo y Val Miñor).
La forma urbana de una ciudad inacabada.
Cuando se observa la ciudad de Vigo desde cualquiera de las elevaciones topográficas que la rodean, la percepción dominante es la desorganización del espacio urbano. Los límites morfológicos se diluyen. La interpenetración entre el campo (rururbano) y la ciudad dibuja un paisaje caracterizado por la existencia de amplios sectores de crecimiento edificativo difuso probablemente debido a sus graves problemas urbanísticos. Estamos ante una trama urbana desarticulada como resultado de la superposición de trazados urbanos históricos y usos del suelo de diferente génesis y morfología. La expansión poco planificada de Vigo facilitó el asentamiento de nueva población que edificaba, en muchos casos, sin atenerse a normas urbanísticas. A partir de 1960, el urbanismo no puso trabas al crecimiento demográfico y la expansión residencial. Una de las consecuencias fue la ausencia de una auténtica ordenación consciente del territorio y, en definitiva, la desestructuración urbana de Vigo. Como en otras ciudades españolas, es a partir del primer gobierno democrático municipal (1979) cuando se iniciaron las políticas urbanas encaminadas a ordenar la ciudad existente y planificar el crecimiento futuro bajo criterios más democráticos y sostenibles.
Aunque menos importante que otros procesos urbanísticos y socioeconómicos, el emplazamiento tiene una importancia relevante en la explicación de la organización espacial y la trama urbana de Vigo. La influencia de las pendientes es una constante en la construcción de la ciudad. En este sentido, el monte de O Castro, asentamiento originario de la ciudad e importante parque urbano en la actualidad, ocupa un lugar central en el plano. Aunque normalmente se identifique el centro urbano con la praza de España, en realidad Vigo cuenta con “muchos centros”, consecuencia de su accidentado proceso urbanizador y de su especial topografía. Desde el punto de vista del desarrollo urbano, el municipio de Vigo tiene una elevada ocupación: el 70% de la superficie está urbanizada con diferentes grados de consolidación, y de ésta, un 50% se caracteriza por el desarrollo continuo.
La morfología urbana de Vigo se estructura a partir de una serie de elementos urbanos principales. La pequeña ciudad histórica no tiene una relevancia destacada, primero por su reducida extensión superficial, segundo por la ausencia de patrimonio y elementos arquitectónicos singulares (sobre todo de carácter religioso) susceptibles de explotación turística y, por último, por su avanzado nivel de degradación. A pesar de las potencialidades de este barrio, sólo en los últimos años el planeamiento especial ha logrado resultados parciales. El pequeño, pero interesante, ensanche de población del siglo XIX es el espacio más revalorizado en la actualidad. En él se concentra la arquitectura de mayor calidad y el terciario más especializado (oficinas, comercio, etc.). No obstante, la mayor parte del plano urbano es reciente (siglo XX) y con una proyección prioritaria hacia el sur, a través de la Gran Vía y de la avenida das Camelias (las dos están situadas en las laderas este y oeste de O Castro, respectivamente). La importante actividad industrial produjo, además, importantes barriadas obreras, destacando el polígono de Coia (Plan Parcial aprobado en 1963). Una parte de esta barriada estaba destinada a dar alojamiento a los trabajadores de la factoría de Citroën. Por último, favorecido por la extensión superficial del municipio (109,1 km²), sobresale un espacio rururbano en forma de crecimiento periférico diseminado, poco planificado y con presencia dominante de viviendas unifamiliares. Hasta finales de la década de 1990, este suelo, inicialmente clasificado como no urbanizable, tuvo una valoración residual. La protección del mismo no sólo fue escasa, sino que durante el desarrollismo el Ayuntamiento articuló los mecanismos necesarios para facilitar el mayor número de edificaciones y el máximo aprovechamiento. Ante la escasez de vivienda, este suelo sirvió durante años para el asentamiento de población inmigrante del resto de Galicia que venía a trabajar al sector industrial. A pesar de los avances conocidos en los últimos años, su ordenación e incorporación plena a la ciudad no son los adecuados.
La proyección de la ciudad a través de crecimientos parciales durante tantas décadas produjo la aparición de múltiples “centros” y muchas “periferias”, lo que derivó en una forma y un plano difícilmente legibles. Las dificultades para aprobar la revisión del último plan general de ordenación urbana es un ejemplo de la realidad viguesa y de lo que Vigo quiere (o no) ser. No obstante, la ciudad es mucho más interesante de lo que a primera vista parece proyectar. El proyecto Abrir Vigo al Mar es la principal propuesta urbana destinada a integrar definitivamente el puerto y la ciudad. Algunos dudamos desde un inicio de sus éxitos y resultados. Lamentablemente, este proyecto no contribuye valorar todo el excelente patrimonio que encierra el espacio portuario y a transformar la imagen de una ciudad que debe tener en el puerto su principal hito de referencia urbano.
Una ciudad convertida en el principal polo industrial de la Comunidad Autónoma y cuyo crecimiento consigue desbordar a los municipios vecinos, convertidos de esta manera en algunos de los más dinámicos de nuestra región. Son años de un intenso crecimiento desde el punto de vista demográfico, de tal modo que en cifras absolutas entre 1960 y 1996 crece tanto como la totalidad de la Comunidad Autónoma. Pero dicho dinamismo poblacional responde a 2 etapas netamente diferenciadas por los distintos condicionantes socioeconómicos a los que se enfrenta.
Entre 1960 y 1981, en pleno desarrollismo prolongado en nuestra ciudad a pesar de la crisis de mediados de los 70′, asistimos a un crecimiento espectacular amparado en el fuerte proceso industrializador muy vinculado a Citroën, además de algunas iniciativas asociadas a los efectos beneficiosos derivados de la implantación de Zona Franca. En este momento Vigo se consolida como el principal centro industrial de Galicia y atrae, aunque en cantidades no tan relevantes como otras ciudades españolas, a una gran cantidad de inmigrantes alimentados por el éxodo rural, fundamental para entender la estructura de edades del municipio. Durante estos años, la principal beneficiaria es el casco urbano y las parroquias inmediatas, a las que con el tiempo se añade el espacio periurbano. Pero todo ello se desarrolla en un contexto de permisividad urbanística dominado por el caos más absoluto.
Durante la década de los 60′ el ordenamiento con que responden a esta notable expansión de la ciudad es limitado y fragmentario, predominando una postura de claro «laissez-faire» en una Corporación sumisa a los intereses de los propietarios de suelo y constructores. Los años 70′ ya contemplan el alumbramiento de un Plan General, el PGOU de 1971, figura nacida tras fuertes presiones desde el Ministerio de Vivienda y que resultó ser un fracaso. Su espíritu claramente desarrollista, dominado por la visión de los agentes urbanos locales, no impidió el desorden urbanístico característico de esta ciudad, al igual que el planeamiento secundario desarrollado a partir de este Plan.
Entre 1980 y 1996 el escenario cambia radicalmente. Son años donde la crisis se deja sentir con intensidad. Como consecuencia, el crecimiento de Vigo se ralentiza de forma extraordinaria, si bien los nuevos inmigrantes procedentes del resto de Galicia y de retornados contribuyen en gran medida a la superación de la crisis de los 1980. Al mismo tiempo, durante este final de siglo se detecta un interesante doble fenómeno: por un lado, la ciudad se convierte en fuente de emigración de población joven que se instala en los municipios vecinos (en especial de la costa S); por otro, este mismo movimiento genera desplazamientos inversos de muchos vecinos de esos mismos concejos hacia nuevas áreas residenciales del municipio vigués, escapando de los elevados precios de la vivienda que comienzan a gestarse en el hinterland olívico.
En la actualidad, se consolida el proceso de periurbanización, lo que deriva en la pérdida progresiva de peso de un casco urbano muy congestionado por años de irregularidades urbanísticas, donde se elevaron los volúmenes edificatorios y se limitaron al máximo las zonas verdes y los espacios libres.
Pero en el entorno rural del municipio la situación urbanística no es mejor: se edifica sin el más mínimo orden, aprovechando cualquier resquicio para nuevasedificaciones, y sin asegurar el acceso a los servicios urbanos esenciales, llegando a saturar una red caminera preexistente no sometida a las mejoras precisas para soportar las necesidades de desplazamientos provocados por el rápido crecimiento del parque de viviendas (muchas de ellas secundarias). El aumento demográfico convive con una inestable y errática política urbanística. Durante gran parte de esta 2ª fase siguió vigente el PGOU de 1971 y, a pesar de la necesidad de adecuarse a la nueva legislación general de 1976, no se consiguió sacar adelante un nuevo PGOU hasta 1988. Un Plan que nace lastrado por la necesidad de adecuarse a las primeras experiencias de legislación autonómica, al menos en lo relativo al medio rural que es donde en la actualidad se está asistiendo a una indisciplina urbanística más patente. Por esta última circunstancia, el Ayuntamiento se ve obligado a aprobar un nuevo plan, el PGOU de 1990, que apenas tiene transcendencia al ser rechazado por la Xunta de Galicia, situación que fuerza a la aprobación del hoy vigente de 1993.
Si la mayor parte de los 1980 estuvo regido por un Plan General obsoleto e irreal; a partir de 1988 el municipio estuvo dirigido, en su parte rural, por 3 planes distintos, provocando una desorientación entre los agentes del mercado urbano que tuvo pronta traducción en la continuación de la ya crónica indisciplina urbanística viguesa, por otra parte marcadamente favorecida por una inestabilidad política evidente. Por el contrario, el casco urbano sigue regido por el PGOU de 1988. Un Plan que, aunque está modificado parcialmente por los PGOU posteriores, no responde a los problemas actuales de la ciudad. Desde 1960 la ciudad de Vigo vivió una fuerte transformación lo que llevó a un incremento espectacular de su población. Pero, en cambio, fue incapaz de gestionar esta gran expansión, sometiéndose a una filosofía marcadamente desarrollista y a los intereses especuladores de propietarios y constructores.
González Pérez, Jesús M. y López González, Alejandro. 2003. La dinámica demográfica y el planteamiento urbano en Vigo desde 1960. Anales de Geografía de la Universidad Complutense nº 23 págs. 163-185.
10.6.2010, Medio Ambiente rectifica y exime a Vigo del Plan del Litoral porque el PXOM ya protege la costa viguesa. Así es el plan que la Xunta diseñó para la ciduad olívica
En el Informe “Análisis Urbanístico de Barrios Vulnerables 1996. Catálogo de Áreas Vulnerables Españolas”, Ministerio de Fomento‐Instituto Juan de Herrera. Escuela Técnica Superior de Arquitectura, Universidad Politécnica de Madrid, HERNÁNDEZ AJA, Agustín , se identifican 1991 los barrios vulnerables de 1.‐ Casco Viejo, 2.‐ Sector Bouzas‐Coia, 3.‐ Sector Teis, 4.‐ Sector Sampaio‐San Joan do Monte y 5.‐ Sector Cabral‐Penís junto alas zonas de POLÍGONO DE VIVIENDAS DE FENOSA (Polígono monofuncional formado por enormes bloques de más de 14 alturas promovidas por la empresa para alojar a sus trabajadores. El acceso a las vivienda se realiza a través un corredor interior situado cada 2 o 3 plantas. Se trata de unas viviendas con unas condiciones de habitabilidad muy deficientes, reducido tamaño y altura libre mínima. La población residente depende de la empresa lo que le hace muy vulnerable ante la crisis. Sin embargo no aparece como vulnerable según los datos censales por no llegar a albergar suficiente población para que cumplir los requisitos establecidos en la metodología), GRUPO SAN PABLO (Barrio aislado y hundido entre la autopista y el ferrocarril. El acceso único se realiza por un túnel que atraviesa ambas infraestructuras de transporte. se trata de una promoción de la Delegación Nacional de Sindicatos de 1961 formada por 80 viviendas de 4 alturas. La falta de identidad del barrio se refleja incluso en la denominación de las calles utilizando letras del abecedario. En los bloques situados junto a las vías de comunicación, estas infraestructuras pasan elevadas a escasos 4 m de las ventanas de la 1ª planta. La calidad ambiental es muy mala y el espacio urbano aparece muy degradado), POLÍGONO DE VULCANO (Mala accesibilidad y aspecto degradado. Promoción de la empresa para sus trabajadores en los 50′-60′. Mala calidad de la edificación en el espacio público. Espacio monofuncional que dependía enteramente de la fábrica. Sin equipamientos salvo la iglesia y el colegio y sin ninguna relación con la ciudad existente. Sin embargo, de trata de un barrio de trabajadores muy reivindicativo, muchos de sus residentes fueron “trasladados “ al polígono de Coia), BARRIADA ALVÁREZ (Situada en la zona de Lavadores, frente de la fábrica Alvarez (Cerámicas Santa Clara), se trata de una promoción de la empresa para sus trabajadores, realizada en los 50′. Formada por viviendas agrupadas en bloques de 3 plantas. Vuelve a ser un polígono monofuncional, sin equipamientos, ni relación con la ciudad existente y con una muy mala urbanización. El barrio depende de una fábrica que está en proceso de regulación de personal, atravesando una rotunda crisis económica y social).
En 2001 el Informe detecta como barrio vulnerable 1.- TEIS y otras zonas vulnerables como CASCO VELLO (El área se corresponde con parte de la zona más antigua de Vigo e incluye parte del antiguo recinto amurallado y de los arrabales de la Ribera y la Falperra. Forma parte del área delimitada en el proyecto presentado y seleccionado a la iniciativa URBAN. Existe un proyecto de rehabilitación del área gestionado a través del Casco Vello, constituido por la Xunta de Galicia y el Concello de Vigo), PENÍS/CABRAL (Es un asentamiento chabolista. Los pobladores son mayoritariamente de etnia gitana, procedentes de la región portuguesa de Tras os Montes, aunque algunos ya son naturales de Vigo. El problema existente no es de conflictividad social, sino de carencias en las viviendas), SECTOR BOUZAS‐COIA (Asentamiento marinero y de pescadores que en los 30′ alcanza su máximo esplendor al convertirse en la sede de la mayor flota pesquera del país. En 1963 se aprueba el Plan Parcial de Coia que supuso la transformación de un importante paquete de suelo rústico en edificable. En los 70′ muchas de las parcelas escolares estaban en manos de inmobiliarias. Zona con un gran sentimiento de pertenencia por parte de los vecinos que habitan allí y con una problemática importante de paro. En las zonas de borde con los astilleros, se empieza a detectar un alto porcentaje de población inmigrante), LAVADORES/O CALVARIO (Fue municipio independiente, se creó en 1836 dentro de un proyecto que pretendía la racionalización y centralización político‐administrativa de los municipios de la Provincia de Pontevedra. Su creación supone la desaparición de la antigua ciudad de Fragoso, dividiendo las aldeas entre las ciudades de Vigo. En 1941 fue anexionado al municipio de Vigo. Durante los primeros 10 años, formaban parte del municipio la parroquia de Santa Cristina (hoy parroquia de Lavadores): Candeán, Cabral, Beade, Bembrive, Valadares y Zamáns. En 1846 el pueblo de Teis se segréga de Vigo y pasará a formar parte de Lavadores. El barrio se encuentra en la parte E de la ciudad. Está limitado por una gran avenida: la calle de Urzaiz (ahora peatonal), donde encontramos gran cantidad de comercios. Al N limita con la calle Genaro de la Fuente, de grandes dimensiones, al E con la avenida Emilio Martínez Garrido y al O la avenida Alcalde Gregorio Espino. El área se denomina O Calvario y se compone de un conjunto de manzanas cerradas de entre 4 y 6 plantas de altura, con bajos comerciales. En el interior de las manzanas aparecen espacios de uso privado. Existen bastantes edificios abandonados que se encuentran en estado de ruina. La percepción que se tiene de éste barrio en el resto de la ciudad es mala).
Una de las características principales de Vigo es su sistema de asentamientos, fuertemente condicionado por su geografía. La Ría constituye un puerto natural y, además, en torno a ella se concentran la mayoría de núcleos principales de la zona. Además de la Ría, la presencia de los montes de Guía y Castro, y la de una ladera montañosa muy próxima al litoral condiciona la morfología de desarrollo urbano de la zona y su red de transporte.
Se aprecia un orden metropolitano radioconcéntrico de poblaciones basadas en coronas con origen en Vigo. A medida que la distancia entre el centro urbano y la ría aumenta, la población disminuye observándose en líneas generales una disminución geográfica en este sentido. Existe mucha heterogeneidad entre unas zonas y otras. Coexisten áreas urbanizadas con áreas que alternan espacios rurales y urbanos.
El resultado final es una ciudad alargada formada por 3 núcleos tradicionales: Santiago, Bouzas y Lavadores, con un desarrollo longitudinal en paralelo a la costa, como consecuencia de su emplazamiento sobre la estrecha banda situada entre la ría y los montes. Esto produce una trama densa y abigarrada, en ocasiones saturada. El centro histórico que se había convertido en una zona abandonada y degradada, se está sometiendo a planes de rehabilitación llevados a cabo por la Administración. En la periferia se localiza parte de la industria, y los polígonos residenciales de vivienda obrera. Este esquema, muy similar al de otras ciudades industriales españolas, ofrece la particularidad de que los desarrollos residenciales de la ciudad se realizan a través de una zona ininterrumpida de las llamadas “calles‐corredor” llevadas a cabo por la iniciativa privada, sin espacios libres, excepto los imprescindibles para la circulación de vehículos y las estrechas aceras.
Pero, además los Grandes desarrollos residenciales en Vigo, acumulan 13.190.636 m2 de edificabilidad residencial prevista para 101.466 viviendas, de las cuales 86.303 están pendientes. Son sectores en proceso de urbanización, como A.3.14 CHOUZO (104.724 m2 de suelo para 142.985 m2 de techo residencial para 1.100 viviendas, peendientes aun 899), o A.3.18 ESPEDRIGADA (106.709 m2 de suelo para 135.834 m2 de techo para 1.045 viviendas, pendientes 756), o S.12.R SABAXANS (511.858 m2 de suelo para 391.457 m2 de techo residencial para 3.011 viviendas, pendientes 2.851), o sectores aun no urbanizados como S.08.R CEREIRO (306.932 m2 de suelo para 158.748 m2 de techo para 1.221 viviendas), o S.14.R SECTOR FONTES-PERTEGUEIRAS (405.201 m2 de suelo para 195.777 m2 de techo residencial para 1.506 viviendas), o S.16.R SECTOR NAIA1 (195.680 m2 de suelo para 136.233 m2 de techo para 1.048 viviendas), o S.25.R COSTA CASTRELOS (346.476 m2 de suelo para 143.206 m2 de techo para 1.102 viviendas), o S.26.R PESCADEIRA (255.553 m2 de suelo para 154.555 m2 de techo para 1.189 viviendas), o S.42.R HERMIDA (345.050 m2 de suelo para 137.245 m2 de techo para 1.056 viviendas), o S.44.I MATAMA/VALLADARES (1.107.394 m2 de suelo para 637.882 m2 de techo para 4.907 viviendas) o S.53.I XUNQUEIRA (533.465 m2 de suelo para 201.574 m2 de techo para 1.551 viviendas).
En el período 1995-2001 Vigo obtuvo vía programa URBAN en el Barrio Histórico, coincidente prácticamente con el del Plan Especial de Reforma Interior (PERI) «Casco Vello», una importante ayuda: la degradación urbanística, el declive económico y demográfico, el deterioro de la vivienda, la carencia de servicios sociales y la presencia de fenómenos de exclusión social eran circunstancias que lo convertían en un candidato apropiado para acceder a las ayudas finacieras de esta Iniciativa Comunitaria. En 2016 con el programa FEDER ha obtenido 15 millones de € en el programa Vigo-Vertical, 8 corredores estratégicos que faciliten la movilidad peatonal entre la zpna baja del centro de la ciudad y el monte O Castro.
Vigo. Recuperar la ciudad para sus habitantes.
En el municipio más poblado de Galicia, con una extensión similar a la de Barcelona, cerca del 30% de la población depende de las ayudas sociales
Con 300.000 habitantes, Vigo es la ciudad más poblada de Galicia, pero lo que realmente la diferencia es su extensión, de más de 100 km2, similar a la de Barcelona y más del doble que la de Bilbao. Vista desde el aire, da la impresión de ser un municipio de límites irreconocibles. El núcleo urbano experimentó su gran expansión en la segunda mitad del siglo XX, impul ada por la atracción de mano de obra para la creciente industria (automovilística, factoría de PSA Peugeot-Citroén, y portuaria). Se extendió y, cuando ya no pudo más, se anexionó los montes que la rodeaban.
La débil Administración no desarrolló planes urbanísticos para dar respuesta al rápido crecimiento, lo que favoreció la degradación, destrucción de patrimonio arquitectónico y la segregación de amplias zonas. Aún hoy no se ha resuelto la relación entre el centro de la ciudad y sus b rrios. No sólo se aprecia en el grado de inversión en infraestructuras, mucho más precarias en las parroquias -aldeas penféricas-, sino en la movilidad dentro de la ciudad, donde no hay una red de transporte urbano eficaz que conecte el centro, las parroquias y los nodos industriales .
El centro histórico se ha ido viendo afectado década tras década por falta de interés de gobernantes y élites. Una ciudad industrial no tenía por qué ser bonita, sólo debía ser funcional y dar alojamiento a los trabajadores. Ahora su mal cuidado casco viejo se ha transformado en objeto de deseo y especulación. Se maquillan sus calles sin contar con las necesidades de sus habitantes, denuncian colectivos como Xentrificación Vigo.
Las necesidades de los y las viguesas contrastan con los mensajes de sus políticos, empeñados en crear una ciudad marca, siguiendo el modelo de Barcelona o Bilbao. Lo que los folletos turísticos no muestran es que un 29,6%de sus hogares depende al 100% de las ayudas sociales. La proporcion de núcleos familiares que no perciben salario alguno ha crecido un 55% con la crisis. A esto se suma que en Galicia se encuentra el 30% de los inmuebles vacíos del Estado. EnVigo, éstos representan un 13% del total: 18.000 casas vacías, el doble que el número de personas registradas en el listado de demandantes de vivienda de protección. A pesar de ello, «no existe en la ciudad una oferta de vivienda accesible para la gente con bajos ingresos», explica Diego Lores, de la Oficina de Derechos Sociales del barrio de Coia.
A la luz de estos datos parecería lógico que la inversión en políticas sociales fuese significativa. Sin embargo, el Área de Bienestar Social ha llegado a «ahorrarse» hasta un tercio de su presupuesto por imponer criterios demasiado restrictivos a la hora de conceder ayudas. El Ayuntamiento sólo dispone de 17 trabajadores sociales, uno por cada 17.000 habitantes.
Caridad pública
Gran parte de los programas son gestionados por empresas privadas. Clece, de Florentino Pérez, recibe millones de euros por la gestión del plan de ayuda en el hogar y por el de intervención familiar. La madrileña Grupo 5 es la concesionaria del albergue municipal, y las políticas sociales se han sustituido por programas de «cheques», en una suerte de caridad pública que ha venido a individualizar los problemas de cada familia y a poner parches a las necesidades de toda una ciudad. «Las políticas sociales están destinadas a la gestión de la miseria y al control de la pobreza», denuncia Diego Lores, y sirven «como propaganda política para un Concello que dice tener el mayor gasto social de Galicia», en contra de lo que reflejan los datos.
Las reivindicaciones sociales que en los 60′ y 70′ eran lideradas por las asociaciones vecinales están ahora encabezadas por nuevos movimientos sociales en torno a un urbanismo crítico, de recuperación de los barrios, y por colectivos pro derechos sociales. Estos movimientos han conseguido victorias en torno a luchas concretas, como la paralización de un proyecto de centro comercial en el barrio de Cabral, en un monte comunal que los vecinos se negaron a vender, o la colocación de un barco histórico en una rotonda del barrio de Coia, que los habitantes consiguieron detener durante más de 3 meses.
Vigo es una ciudad más compleja que la imagen que reciben los turistas desde sus cruceros atracados en el puerto y la que quieren mostrar sus gobernantes. Tiene más que ver con factorías en huelga por falta de pagos, con edificios en ruinas pero escondidos tras lonas pintadas, con el precario equilibrio entre tener trabajo y no tenerlo, o con barrios movilizados para intentar detener la enésima obra faraónica proyectada por el gobierno municipal.
Cercanías: una radiografía diferente de nuestras ciudades. La Marea-Diagonal. 2016
….El Plan General de Ordenación Urbana de Vigo fué aprobado en 1971 después de un largo y conflictivo debate en todos los niveles de información y decisión de la Ciudad. Sin embargo, y debido a las controversias habidas, ya antes de la aprobación definitiva del Plan, se hablaba de la necesidad de su revisión, pues se argumentaba que no podría desarrollarse de forma eficaz por la falta de coherencia interna que el prolongado debate había originado en los documentos del Plan. (así comenzaba la Memoria del PGOU de Vigo de 1972)…
El planeamiento vigente en la actualidad en el Concello de Vigo es el Plan General de Ordenación Urbana de Vigo, aprobado definitivamente por acuerdo del Consello de la Xunta de Galicia de 29.4.1993, con sus modificaciones puntuales, habida cuenta de la declaración de nulidad contenida en la sentencia de 10.11.2015 del Tribunal Supremo que afectó a las órdenes de la Conselleira da CPTOPT del día 16.5.2008 de aprobación definitiva y parcial del PXOM (DOG nº. 106, del día 3.6.2008; BOP nº. 151, del 6.8.2008) y del Conselleiro de la CMATI del 13.7.2009 de aprobación del documento de cumplimiento de la Orden del día 16.5.2008 (DOG nº. 144, del día 24.7.2009; BOP nº. 175, del día 10.9.2009).
Se debe precisar que el planeamiento general vigente con anterioridad al 2008, conocido como PGOU 93 o Plan General de 1993, en realidad se trata del denominado “Expediente de subsanación de deficiencias en la adaptación del PGOU de Vigo de 1988 a la LASGA (Ley 11/85, de 22 de agosto de adaptación do solo a Galicia. La aprobación definitiva de dicho PXOU 1993 fue publicada en el DOG nº 87 del día 10.5.1993 y su normativa fue publicada en el B.O.P nº 133, el 14.7.1993
El Pleno del Concello de Vigo, en sesión extraordinaria y urgente, del 18.12.2015, adoptó el siguiente acuerdo:
- Primero: Proceder a la elaboración de un nuevo Plan Xeral de Ordenación Municipal adaptado a la legislación vigente que substituya al actual Plan General de Ordenación Urbanística de 1993, denominado “Subsanación de Deficiencias en la Adaptación del PXOU a la Ley 11/1985, de 22 de abril, de Adaptación de la del Suelo a Galicia” conforme con las disposiciones normativas contenidas en la legislación urbanística vigente así como en concordancia coas lexislación de solo, ambiental e sectorial de aplicación.
- Segundo: Encomendar a la Gerencia Municipal de Urbanismo la tramitación del procedimiento de aprobación del nuevo PXOM y la realización de los trabajos necesarios para la elaboración del nuevo documento, sin prejuicio de la contratación de aquellos trabajos o asistencias que, de ser el caso, resultasen precisas a tal efecto.
- El procedimiento técnico y administrativo de dicho expediente de revisión del planeamiento general se está tramitando con el número de expediente 15313/411.
El Plan General de Ordenación Urbana (PGOU93) es la norma jurídica de obligado cumplimiento para la ciudadanía y la Administración. Comprende y regula las acciones y proyectos de renovación y crecimiento del Ayuntamiento de Vigo.
Vigo tiene que hacer un nuevo Plan General, sí o sí, aún cuando lo que Vigo plantea es cumplir la sentencia sin elaborar un nuevo Plan Xeral.
¿Cómo hacerlo?
«…Llevará tiempo pero lo solucionaremos…», dice el alcalde de Vigo Abel Caballero.
Ya que el Supremo lo anuló por no justificar adecuadamente la Xunta la exención de la obligatoria evaluación ambiental estratégica, pues que La Xunta haga ahora una nueva justificación mejor documentada, sin importar que ha pasado una década. La nulidad del planeamiento urbanístico de Vigo es un problema del ayuntamiento de Vigo y técnicamente hablando su solución está en el ayuntamiento, sin que se pueda descargar esta responsabilidad en la Comunidad Autónoma. Eso es la autonomía urbanística municipal, para lo bueno y para lo malo. La estrategia de dictámenes a la medida es costosa a las arcas municipales y es considerada por los tribunales como un “parche” de parte para suplantar su autoridad. Se trata de buscar un atajo que de aceptarse por la Xunta será inmediatamente impugnado judicialmente aumentando la inseguridad jurídica. No se puede olvidar que la sentencia de nulidad entendió que los defectos que debían subsanarse eran numerosos, que no pueden calificase en modo alguno de escasa relevancia y que, además, no se limitaban a un área o zona determinada, sino que abarcaban la totalidad del municipio.
La nulidad del PXOM de Vigo obliga a redactar un nuevo plan general, lo que en el mejor de los casos no baja de 2 o 3 años, y eso contando con la colaboración de la Xunta. El problema es el régimen transitorio durante este período y la posible paralización constructora en la ciudad. Otro problema es la solución que se quiera dar a las licencias y planes de desarrollo otorgados conforme al plan general anulado por el Supremo. El Tribunal Supremo sostiene que la nulidad del plan general determina la nulidad de las normas posteriores a las que sirva de cobertura -planes parciales y planes especiales- y por otro lado, que la nulidad del plan general no determina automáticamente la de todos los actos de aplicación, es decir las licencias, adoptados al amparo de aquel. De este modo, subsistirán los actos que sean firmes (no impugnados judicialmente).
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Los planes parciales y planes especiales aprobados definitivamente con anterioridad a la sentencia se habrían de entender inválidos por haber resultado nulo el plan general del que traen causa. Formalmente, dicha invalidez debería ser declarada judicialmente. En la práctica, supondrá que los planes parciales o los especiales no podrán ser aplicados.
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Las licencias que se hubiesen otorgado al amparo directamente de la normativa del Plan Xeral declarado nulo o de dichos planes parciales y especiales aprobados antes de la sentencia, siempre y cuando no hubieran sido impugnadas, no hubiera recaído sentencia firme sobre ellos o estuvieran suspendidas, tendrían plena eficacia, así como las obras que se hubieren ejecutado a su amparo.
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Las licencias solicitadas antes de la sentencia del Tribunal Supremo pero que aun no hayan sido otorgadas, y que son aplicación de los mencionados planes parciales o planes especiales aprobados definitivamente, no podrán otorgarse. Aunque dichos planes no hayan sido impugnados, carecen de validez al resultar nulo el Plan Xeral que desarrollan.
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Las licencias solicitadas antes de la sentencia del Tribunal Supremo y aún no otorgadas para solares que según el Plan Xeral anulado son directamente edificables, tendrían que otorgarse conforme al Plan Xeral de 1993 con las consideraciones que haremos a continuación
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Las licencias de obras que se soliciten después de la sentencia del Tribunal Supremo, habrían de concederse, conforme al Plan Xeral de 1993. Ahora bien, este plan no está adaptado a la legislación vigente, lo que obligaría al Concello a adaptarlo.
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Uno de los problemas es la solución transitoria de los ámbitos estratégicos en fase de tramitación, como ocurre en Samil, Cabo Estai o Tomás Paredes, área en la que falta solo la aprobación del último trámite para iniciar las obras.
Vigo hoy tiene una población de 294.098 habitantes y un parque residencial edificado de 133.830 viviendas, de las cuales 6.219 son unifamiliares (el 4,65% del total). Su parque de viviendas aún contiene más de un 16% del total de viviendas anteriores a los 60′, datando de los 60′ son 17.881 viviendas (el 13,4%), de los 70′ son 30.966 viviendas (el 23,1%), de los 80′ son 20.169 viviendas (el 15,1%), en los 90′ son 21.541 viviendas (el 16,1%) y de la década prodigiosa 2000-2009 son 22.244 viviendas (el 15,9% del total).
Cada mercado es local.
Cada municipio tiene su singularidad.
Cada municipio se retrata en su parque residencial.
…seguiremos analizando en próximas entregas los 250 municipios mayores de España