

Estos gráficos representan el Parque Residencial de MURCIA.
Son los Bienes Inmuebles, de uso VIVIENDA, matriculados a 1.1.2015, clasificados por tamaño y fecha de inscripción.
Cada barra horizontal representa una década, la inferior es la más reciente (2010-2014), y la superior la más antigua (<1900).
Cada color es un tamaño, del más cálido (<60 m2) al más frío (>180 m2).
La barra inferior (DELVI) representa el cálculo hecho desde Otropunto de la Demanda Latente de Vivienda (la demanda latente se configura por las personas que no tienen vivienda y que por su perfil sociológico (edad) y socioeconómico (no están en desempleo) son potenciales compradores). Es una estimación del número máximo de vivienda que constituye la demanda encubierta de una zona y se basa en las personas con el perfil de los actuales compradores de vivienda pero que todavía no han constituido un hogar.






Son datos fríos, sin cocinar.
Información para la toma de decisiones.
Información para el conocimiento.
Murcia es una ciudad y municipio de 885 km2, de la comunidad autónoma de la Región de Murcia. Centro de la comarca natural de la Huerta de Murcia y de su área metropolitana, está situada en el SE de la península ibérica a orillas del río Segura, en la depresión prelitoral murciana, a 40 km en línea recta del Mar Mediterráneo. Se divide de N a S en 2 partes diferentes separadas por una serie de sierras que conforman la llamada Cordillera Sur: Sierra de Carrascoy (1.065 metros), del Puerto (531 m), Cresta del Gallo (609 m), Villares (487 m), Columbares (647 m), Altaona (534 m) y Escalona (345 m). Estas 2 zonas se denominan: Campo de Murcia al S, que geográficamente forma parte del Campo de Cartagena y Huerta de Murcia al N de la sierra, constituida por la vega segureña. Entre estas 2 áreas, atravesando la sierra, se encuentran los pasos naturales del puerto de La Cadena, el puerto del Garruchal y el puerto de San Pedro. Murcia ocupa el 7º puesto en la lista de municipios de España por población.
El área urbana de la ciudad (o zona metropolitana), aunque no establecida oficialmente, comprendería a unos 10 municipios de la Región de Murcia, contando con una población de 650.000 habitantes, repartidos en 1.230,92 km2, con una densidad de población de 515 hab/km2. De este modo, el área urbana de Murcia ocuparía el 10º puesto en la lista de áreas metropolitanas de España.
Murcia es un importante municipio de servicios en la que el sector terciario ha sucedido a su antigua condición de exportadora agrícola por antonomasia, gracias a su célebre y fértil huerta, por la cual era conocida con el sobrenombre de la Huerta de Europa. Entre sus industrias más destacadas se encuentran la alimentaria, la textil, la química, la de destilación y la fabricación de muebles y materiales de construcción, estando muchas de ellas ubicadas en el Polígono Industrial Oeste, considerado uno de los más grandes de la península (compartido con el municipio de Alcantarilla).
La Vega del Segura, es un llano de inundación depositado sobre una fosa tectónica que constituye la depresión prelitoral murciana. Las elevaciones montañosas que la encajonan en sus flancos N y S están compuestas de materiales geológicos pertenecientes al dominio Bético. En la vertiente N aparece el denominado reborde interior de la depresión prelitoral, formado por una sucesión de suaves colinas, constituidas por areniscas y margas, restos de la sedimentación miocénica que queda en forma de resalte como consecuencia del hundimiento de la depresión del Segura. Sus alturas son modestas y aisladas, sin llegar a superar los 200 msnm, con los cabezos de Guadalupe, Espinardo, El Puntal, Cabezo de Torres, Monteagudo y Esparragal (límite con Molina de Segura), prolongándose en la Comunidad Valenciana a través de la Sierra de Orihuela. El zócalo S de la depresión está formado por las sierras de la referida Cordillera Sur, constituidas por materiales calizos, dolomías, esquistos, filitas y cuarcitas.
La disposición de la depresión prelitoral murciana, con la ciudad de Murcia está atravesada por los ríos Segura y Guadalentín así como los rebordes montañosos que delimitan el valle al N y al S (Cordillera Sur), que la separan de la llanura litoral del Campo de Cartagena. Los aportes y arrastres de estas colinas y montañas junto con las avenidas del Segura y el Guadalentín fueron rellenando y colmatando la depresión hasta formar una llanura aluvial de débiles pendientes. La ciudad de Murcia se encuentra en la parte central de la vega, a una altitud para el centro de la urbe de 42 msnm, mientra que la altitud del municipio varía desde los 25 m en el último tramo del río Segura en el municipio, hasta los 1.031 m en el Morro de la Fuente, en la Sierra de Carrascoy. La referida zona S del municipio, llamada Campo de Murcia, no es sino la cabecera o parte N de la llanura litoral del Campo de Cartagena, extendiéndose de forma descendente desde la Sierra de Carrascoy hasta los límites municipales de Fuente Álamo de Murcia, Torre Pacheco y San Javier. Un caso especial es el de la pedanía de Lobosillo que se sitúa como un enclave del municipio de Murcia en el centro del Campo de Cartagena.
La parte más occidental de la zona septentrional del municipio, la formada por las pedanías de Sangonera La Seca, Sangonera la Verde, Barqueros y Cañada Hermosa, constituye realmente la parte final del valle del Guadalentín, justo antes de su conexión con la vega del Segura (el punto en donde el río Segura entra en la depresión prelitoral), formando un valle encajonado entre la Sierra de Carrasco y al S y las estribaciones montañosas del reborde N de la depresión, al que también se le denomina campo de Sangonera.
El territorio del municipio de Murcia se organiza administrativamente en el núcleo urbano de la capital y 54 pedanías.
El distrito de la capital ocupa 12,86 km² del total del término municipal y se divide en 22 barrios, agrupados a su vez en 8 distritos. Dichos barrios son: La Purísima-Barriomar, El Carmen, Polígono Infante Don Juan Manuel, Santiago el Mayor y San Pío X en la margen derecha del Segura. En la margen izquierda se hallan La Fama, La Paz, Vistabella, Vistalegre, Espinardo, La Flota, San Basilio/Santa María de Gracia y San Antón. También en la margen izquierda se encuentran los 9 barrios del centro histórico, que corresponden a las 9 parroquias originarias de la ciudad medieval y sus arrabales: San Andrés, San Antolín, San Miguel y San Juan eran los barrios extramuros (los 3 primeros formaban el denominado arrabal de la Arrixaca mientras el último era el de San Juan del Real), mientras que San Lorenzo, San Nicolás, San Pedro, Santa Catalina, Santa Eulalia y Santa María/San Bartolomé estaban intramuros. El casco antiguo de la ciudad tiene aproximadamente 1,5 km de diámetro.
Actualmente, la extensión del núcleo urbano de la ciudad de Murcia supera ampliamente su distrito administrativo, habiéndose extendido por la práctica totalidad de la pedanía de Santiago y Zaraiche y por gran parte del territorio de las pedanías de Zarandona y Los Dolores, iniciándose también su extensión por terrenos pertenecientes a Churra y Puente Tocinos, formando asimismo un continuo urbano con las pedanías de San Benito (formada por el Barrio del Progreso y Patiño) o El Puntal.
A lo largo de los años se han producido diversos cambios en la organización administrativa. Así durante el Trienio Liberal (1820-1823), varias pedanías del municipio se convirtieron en municipios independientes. Sin embargo, volvieron a integrarse en el municipio de Murcia a partir de los años 1830 en adelante. Sin embargo, otras como las integradas en la comarca del Mar Menor quedaron segregadas en 1836. En 1960 y debido a la fuerte expansión demográfica de la capital de la Región, la mayor parte de la antigua pedanía de Espinardo se incorporó al distrito de la ciudad como barrio. Lo que no se anexionó a la ciudad forma actualmente la pedanía de El Puntal. En 1978 se segregó la pedanía de Santomera y se constituyó en un nuevo municipio que incluía El Siscar y La Matanza. En 1987, una superficie de 10,2 km² de la pedanía de Cañada Hermosa se incorporaron al municipio de Alcantarilla.
Murcia es el centro de un área metropolitana, su extensión y población total dependen de cada estudio, pero hay un amplio consenso en incluir dentro del área, al menos, los municipios de Alcantarilla, Alguazas, Beniel, Molina de Segura, Santomera, Las Torres de Cotillas y hay una tendencia creciente a incluir otros como Ceutí, Lorquí y Librilla.
El casco antiguo presenta las características de la ciudad musulmana con calles estrechas de trazado irregular y construcciones de 1 o 2 alturas. Durante el siglo XIX experimentó un gran desarrollo y la ciudad creció al otro lado del río constituyéndose el Barrio del Carmen. En el siglo XX se produce la apertura de la Gran Vía de Salzillo y se desarrollaron los ensanches y barrios periféricos, en torno a las salidas hacia Madrid y Barcelona. El crecimiento en polígonos se localiza fundamentalmente en el E de la ciudad (Santa Mª de Gracia, Polígono Infante don Juan Manuel, Vistabella, La Paz). Al O la trama urbana es confusa, en el crecimiento a lo largo de la carretera de Madrid hacia el Espinardo se mezcla la trama de las antiguas huertas con los nuevos polígonos.
La configuración urbana de los núcleos pedáneos está ligada ligada a la Vega del Segura y a la división en huertas irrigadas por los primitivos sistemas de acequias, el espacio urbano se compone de un entramado ortogonal de sendas que comunica las distintas pedanías con la capital, entre los caminos se sitúan pequeñas propiedades hortofruticolas con una vivienda de 2 o 3 alturas de baja calidad constructiva. En las útimas décadas la Huerta murciana está sufriendo crecimientos indiscriminados de promociones de viviendas unifamiliares destinadas a 2ª y 1ª residencia, que alojan a la población de la capital que han valorado la calidad paisajística de la zona y el menor coste del suelo.
El municipio de Murcia tiene una estructura particular que debe su origen en buena parte al medio físico en el que ubica, que ha condicionado su desarrollo histórico. Se compone de un núcleo central, Murcia al que atraviesa el río Segura; 53 pedanías y todo un entramado de caminos que vertebran infinidad de construcciones dispersas, asociadas a las huertas, pero que hoy en día, en muchos casos, son viviendas de 1ª residencia. Es por tanto un municipio con una estructura urbana compleja.
Los problemas que presenta la ciudad derivan en gran medida del actual planeamiento, el Plan pretendía proteger la zona de huertas de las construcciones ilegales organizando una trama de caminos ortogonales que organizaría el territorio en grandes manzanas, la edificación se localizaría únicamente en los frentes a los senderos con una edificabilidad muy baja, liberando el espacio interior para los cultivos. El resultado ha sido que los propietarios han construido sus vivienda y la de sus hijos en cualquier lado de su parcela fragmentando la huerta, sin ningún tipo de planeamiento ni si quiera de dirección facultativa. La postura política ha potenciado este tipo de crecimiento incontrolado ya que cuando se localizan las construcciones ilegales se impone una multa que en ningún caso supera los costes que supondría hacerlo legalmente.
La situación es caótica, carecen de infraestructuras, equipamientos, alcantarillado, los tendidos eléctricos van al aire. La urbanización consiste en el asfaltado del camino de acceso a cada vivienda, posteriormente solicitan al Ayuntamiento el alumbrado público y mejora de infraestructuras. Los equipamientos y comercios se localizan en la capital, el servicio público de transportes es insuficiente lo que provoca el aislamiento de muchas zonas.
Murcia tiene un clima muy árido, con temperaturas muy altas y escasez de lluvias, y tanto la población como las Huertas están sometidas a restricciones de agua durante todo el año, por otro lado en Otoño sufren «La Gota Fría» con lluvias torrenciales que provocan inundaciones, la situación se ve agravada por la falta de alcantarillado y la baja calidad de las edificaciones que no puede hacer frente al desbordamiento de las acequias arrasando catastróficamente la zona.
Dentro de la estructura urbana de la ciudad se distinguen claramente las distintas fases de desarrollo. El casco antiguo es prácticamente el mismo espacio en el que se ubicó la ciudad musulmana, sigue un entramado de calles estrechas, trazado irregular y construcciones que generalmente no superan las 5 plantas (aunque existen edificaciones de más altura construidas en los 80′); hoy en día se pueden ver los restos de la muralla árabe que protegía la ciudad y que aún hoy se conserva en ciertos tramos.
La ciudad mantuvo estos límites medievales hasta bien entrado el siglo XVIII, cuando se comenzaron a ocupar los terrenos situados a la otra orilla, comienza a modificarse su posición respecto al río, hasta entonces coincidente con su dirección dominante y que constituye su límite sur, iniciándose a partir de este siglo una forma de ensanche que terminará por integrarlo en la ciudad y alterar la estructura interior de esta parte antigua. En este momento la ciudad se abre superando los límites tradicionales de la urbe medieval pero sin seguir ninguna planificación general, se actuó sobre el tejido urbano con una planificación sectorial que intervino en la ciudad con actuaciones puntuales, especialmente importantes fueron las que afectaron al encauzamiento del río Segura a su paso por la ciudad, la apertura de la Plaza Belluga y la ordenación de su entorno, o las que suponen el desarrollo de las Alamedas en el nuevo desarrollo al sur del río.
Durante las primera mitad del siglo XIX se intentaron desarrollar diversos planes que aunque no se desarrollaron, si que aportaron ideas que luego serán recogidas por el Plan de 1963; así el Plan de 1920, propone el Ensanche Norte; el Plan César Cort de 1926, define el primer esquema de rondas; en 1949 el Plan Blein incide de nuevo en estructurar el viario principal mediante el sistema de rondas y la apertura de plazas (plaza Circular, Juan XIII, Diez Revenga) y de un eje N‐S que se transformará en la Gran Vía.
Como actuaciones sectoriales, por iniciativa pública, encontramos el caso de los 2 ensanches de posguerra: Vistabella construido por el Ayuntamiento y la barriada de Santa María de Gracia por la Obra Sindical del Hogar. También corresponden a este período los bloques de viviendas del Patronato Francisco Franco, concretamente los edificios conocidos como el Castillejo, los de San Basilio y algunas otras edificaciones aisladas, actuaciones todas ellas de menor entidad. Con la ley del suelo de 1956 surge el plan de 1963 dirigido por la Oficina Técnica Municipal, en la persona de Daniel Carbonell, se ejecutan las rondas y rompe con la tendencia anterior de planificación sectorial para hacer un Plan General extendiendo la ciudad y motivado fundamentalmente por la exigencia a los municipios de disponer de esta clase de instrumento por parte del Ministerio de la Vivienda, promotor de los nuevos polígonos de La Fama y San Juan, así como del polígono de la Paz. Hacia 1970 la Ciudad ve duplicada su población, superando el casco se llega a los 100.000 habitantes, cubriendo en 20 años lo proyectado en los planes de los últimos 50 años. Desde entonces, la evolución y el crecimiento continúan de un modo sostenido, repitiéndose este incremento en los últimos 20 años.
De orígenes inciertos, hay constancia de que fue fundada en el año 825 con el nombre de Madina Mursiya مدينة مرسيّة por orden de Abderramán II, probablemente sobre un asentamiento anterior de origen romano. Durante la Edad Media, Murcia llegó a ser capital de la cora de Tudmir (siglo X), posteriormente fue cabeza de distintos reinos de taifas de creciente importancia en los siglos XI, XII y XIII y entre 1243-1266 se incorporó a la Corona de Castilla como capital del Reino de Murcia, siendo además ciudad con voto en cortes y sede episcopal desde 1291.
Fundada por el emir árabe de Córdoba Abd-Al-Rahman II allá por el año 825. Pese a que la presencia de musulmanes en la región, se remonta al año 713 cuando el general Abdelaziz entró por el paso natural del valle del Guadalentín, camino de Cartagena, para enfrentarse a los hispano-visigodos.
Esto supuso en los primeros 100 años un completo caos pues se producían continuas guerras civiles entre las etnias que habitaban el territorio murciano. Es por eso que el citado emir envió a su ejército para pacificar la zona y fundar una ciudad en el centro del valle del rio Segura que favoreciera el desarrollo de toda la provincia. El lugar elegido fué una pequeña elevación del terreno que había junto al rio.
Posiblemente justo en esa elevación hubiese antes un poblado ibérico y algunas villas romanas, tal como lo revelan los numerosos hallazgos arqueológicos encontrados, entre otros emplazamientos, bajo la actual Gran Vía Escultor Salzillo. La ciudad se creó cercada por una muralla de 15 metros de altura jalonada con 95 torres defensivas, así como 9 puertas que la comunicaban con el exterior. Además, la ciudad quedó resguardada por el cauce del rio y por la acequia mayor que discurría por su lado N.
De todo aquello hoy solo queda en pie lo que se conocen como algunos «trozos de muralla» de las que la más importante es, visiblemente restaurada, una de sus torres y un trecho de muralla situada a la espalda del conocido Mercado de Verónicas, a la derecha del Palacio del Almudí. Otros muchos restos se encuentran diseminados por la ciudad pero dada su escasa relevancia histórico-arqueológica quedan relegados a permanecer ocultos, cuando no demolidos, en los sótanos y garajes de las nuevas edificaciones que han propiciado su afloramiento.
Ya en el siglo XIII, el desorden impera por todo el reino, lo cual mueve a la sublevación de poblaciones como Lorca, Mula, Cartagena y Aledo.
Por otro lado, el emir de Granada puja en la frontera con Murcia por invadir el reino y, a su vez, la Corona de Castilla tiene reconquistada desde 1213 la mayor parte de Albacete, provincia castellana entonces y durante toda la Edad Media, gracias a su anexión a las de Toledo y Cuenca.
Esto mueve a los últimos emires árabes a pactar con la Corona y convertir Murcia en un reino dependiente y protegido de la Corona, pasando a depender de guarniciones castellanas las principales ciudades de la región pero respetando la autoridad del emir moro. Así, entre 1243 y 1244 se lleva a cabo tal compromiso.

Murcia alquerías y acequias
En 1266 Jaime I de Aragón entra en la ciudad anexionándola al reino de Castilla y, finalmente, hacia finales de siglo, Murcia pasa a ser no solo reino protegido sino también gobernado por la Corona de Castilla. A partir de entonces, Murcia sufrió una transformación gradual orientada a adaptarse al modelo cristiano. Una de estas obras fué llevada a cabo por el propio Jaime I, que ordenó abrir una calle ancha y recta a través del zoco árabe que conectara la mezquita con la llamada «plaza del Mercado», típico enclave medieval donde se llevaba a cabo el comercio de la ciudad. En aquel entonces, la mezquita se hallaba situada en lo que hoy es la catedral, y la plaza del Mercado es la actual Plaza de Santo Domingo. La calle ancha y recta a la que hacía referencia es hoy Trapería. Esta calle, junto a la perpendicular calle Platería forman una encrucijada que recorre el casco viejo de la ciudad de un extremo al otro. Durante siglos, el punto donde ambas calles se intersectan formando una cruz fué conocido como las Cuatro Esquinas de San Cristóbal, por figurar una imagen del santo en una hornacina. Hoy se ha quedado en las «Cuatro Esquinas» aunque ni siquiera hay un letrero indicador: solo tres sucursales bancarias y una heladería conforman el enclave.
Los nombres de Trapería y Platería han permanecido hasta la actualidad y vienen de los días medievales de comercio con los talleres y negocios que trataban con malteses, genoveses, catalanes, etc.
Hacia finales del s.XIV y durante el s.XV fueron expulsados todos los moriscos de la región y pacificado los territorios tanto de la zona como de las fronteras con regiones vecinas, lo cual dió un período de estabilidad que se reflejó en el desarrollo de Murcia. Así, en el s. XVI, florecieron todas las ciudades del reino. El arte y la cultura también se vio revitalizado y se proyectaron magnas obras como la construcción de la Iglesia de La Merced (actualmente adyacente al edificio del Campus Universitario de La Merced, en la capital).
El s. XVII fué especialmente duro en Murcia por diversos factores: el clima que arrasaba cosechas enteras, epidemias que diezmaban la población y la presencia de piratas berberiscos que saqueaban sus costas impidiendo todo contacto exterior por mar.

1809 – MURCIA
El s. XVIII no fué mucho mejor en este sentido, pero comenzó el desarrollo de una economía minera e industrial que vendría a sumarse a la tradicional de siglos anteriores basada en los sectores agrario, artesanal y comercial. Después de esta época un tanto favorable, el siglo XIX se inaugura con una nueva crisis motivada por un período de sequías, seguido de importantes inundaciones, de la guerra contra Napoleón y la ocupación en 1809 de la ciudad de Murcia por las tropas francesas.
Además, las fiebres palúdicas asolaban ciudades como Cartagena y Caravaca, la fiebre amarilla causaba estragos en Mazarrón y Cartagena y el cólera hacía lo propio en Puerto Lumbreras y Lorca. Habrá que esperar a la mitad de siglo para que se invierta la situación. Políticamente, las ideas republicanas movieron a la revolución de 1868 y al estallido secesionista del 73 en el cual se proclamó el cantón murciano.

1925 – MURCIA
Murcia entra en el s. XX en un manifiesto subdesarrollo marcado por la imposibilidad de la región por incorporarse al mercado nacional e internacional pues se hallaba en una situación precaria, basada en una nada destacada industria de capital extranjero y un comercio que no había sido capaz de traspasar las fronteras regionales.
No obstante, el apoyo por parte del General Primo de Rivera (1923-1929) y su política puso en marcha una gestión eficaz en estas tierras. Así, Murcia se incorpora definitivamente al ritmo del país impulsando la industria, potenciando los sectores de conservas, cítricos y pimentón y modernizando su agricultura.
Con posterioridad se implantara la Republica en todo el Estado y tras la Guerra Civil, se configura una nueva España bajo la atenta mirada del General Francisco Franco. La Región es ampliada con la provincia de Albacete.

1931 – MURCIA
El entorno físico: la Huerta y la Ciudad
La ciudad de Murcia se sitúa en la llanura prelitoral formada por el corredor del Guadalantín-Segura, un sistema de fallas ocupado por una fértil llanura de aluvión, drenada por las aguas del río Segura, a las que se le unen las de su afluente el Guadalentín. La ciudad se emplaza justamente en medio de la llanura, junto al cauce del río. Este emplazamiento la expone a los peligros de las periódicas avenidas del río, que han arrasado en numerosas ocasiones la ciudad y su huerta y condiciona también la estructura y el crecimiento de la ciudad, constreñida por la fértil huerta que ocupa el espacio circundante e impide su crecimiento normal. Este espacio agrícola, determinado por una climatología imprevisible y por un violento régimen fluvial, es, sin embargo, un espacio económico sumamente dinámico y con una gran capacidad de adaptación a los cambios del mercado. Las condiciones climáticas, especialmente la falta de humedad, limitan el desarrollo de una agricultura de autoconsumo, lo que avoca a sus habitantes a completarla con la introducción de cultivos destinados al mercado (morera, pimentón, frutales, cítricos…). Esta estrategia económica se ve favorecida por la estructura de la propiedad de la tierra, que combina la gran propiedad con la pequeña explotación familiar. La necesidad de satisfacer la renta anual al amo obliga al colono a orientar la explotación hacia unos mercados cambiantes. Por su parte, los propietarios, o sus administradores, residentes en la ciudad, actúan no solo como perceptores de rentas sino que adoptan un papel activo a la hora de proponer cultivos, prestar semillas o introducir tecnología.
Esta estructura agraria entrará en crisis a partir de la pérdida progresiva del valor de las rentas, lo que provoca el lento desmantelamiento de las grandes propiedades agrarias y el acceso general de los colonos a la propiedad plena de las tierras. Proceso que se da a lo largo de todo el periodo estudiado, pero especialmente a partir de los años 40′ y 50′, y que, como veremos, impulsa la transformación de la huerta y el crecimiento de la ciudad.
De esta forma, a comienzos del XX, ciudad y huerta forman una unidad interdependiente: en las industrias de la ciudad se transforman los productos de la huerta, es residencia de la clase terrateniente y al tiempo provee las necesidades de los huertanos.
Esta estrecha relación explica, a nuestro juicio, el escaso interés demostrado por ampliar el solar urbanizado, pues, en efecto, apenas pasan de meras propuestas los intentos de realizar ensanches antes del periodo estudiado, pues éstos deberían hacerse a costa del fértil y productivo suelo de huerta. Una dinámica que se extiende hasta mediados del siglo, como tendremos ocasión de comprobar.
Así se podría entender Murcia como ciudad cerrada por la Huerta, pero esta catalogación choca con la altura de los edificios que, como veremos, es en general, baja, aunque esto puede relacionarse mejor con la mala calidad de los materiales constructivos empleados.
El hecho de que Huerta y ciudad formen una unidad, se observa también espacialmente, pues, junto al poblamiento concentrado de la ciudad, en la Huerta se da un poblamiento disperso, que se explica por la necesidad del colono de habitar la pequeña explotación familiar, una circunstancia que se observa en las imágenes aéreas, especialmente el vuelo de 1928. Más allá, el resto del término municipal, ocupado por montes (las sierras prelitorales de Carrascoy, El Valle y Columbares) y campo está despoblado o con un débil poblamiento concentrado.
Estructura urbana y condiciones materiales
Hacia 1923 la ciudad de Murcia, enclavada en medio de su huerta, conserva casi intacto el carácter medieval de su fundación, manteniendo innumerables adarves y calles estrechas y tortuosas, a pesar de que durante el XIX se han hecho algunas reformas y cortes de calles, y la desamortización de conventos permite abrir algunas plazas, (Santa Isabel y Romea). La ciudad apenas ha rebasado la cerca medieval, solo al S del río se extiende el barrio de El Carmen, que vive un gran desarrollo durante el XIX como barrio industrial y obrero, gracias a la llegada del ferrocarril en 1862. El viejo solar medieval sigue acogiendo las principales instituciones de la ciudad (Ayuntamiento, Gobierno Civil, Diputación, Obispado…), así como los barrios de mayor prestigio. Esta división, al N y al S del río, marca la historia de la ciudad durante todo el periodo estudiado.
El N, el corazón de la ciudad, se extiende de E a O en una franja más larga que ancha, de unos 1500 por 650 m, manteniendo un dédalo de calles estrechas y tortuosas. En su zona central, junto al río se encuentran los edificios más emblemáticos: catedral, palacio episcopal, ayuntamiento, instituto de segunda enseñanza, seminario y hospital y tras éstos, en torno a las calles Trapería, Platería, S. Nicolás, S. Pedro, Merced, Sociedad… y las plazas de las Flores, Sta. Catalina, Sto. Domingo, Sta. Isabel o Romea se encuentran las residencias de las principales familias de la ciudad y también los edificios de más altura. Este conjunto de calles estrechas y pequeñas plazas se encuentra articulado por las iglesias de las parroquias medievales y por los conventos que subsisten en este momento10. A esto hay que añadir los nuevos edificios públicos construidos durante el XIX y primeros años del XX, que no alteran significativamente la estructura de la ciudad: el Teatro Romea , el Manicomio, la Plaza de Toros o el Casino.
En los extremos oriental y occidental del casco urbano se sitúan los barrios más degradados de la ciudad: San Andrés y San Antolín al E y Santa Eulalia y San Juan ―especialmente la zona llamada de El Castillejo― al E. Aquí abundan los chiqueros, edificios en planta baja, construidos fundamentalmente de yeso, en los que en torno a un patio o un pasillo, se sitúan habitaciones de aproximadamente 20 m2, habitadas cada una por 1 familia, y que comparten un pozo ciego. Estos barrios serán desde muy pronto objeto de proyectos de saneamiento de mayor o menor recorrido aunque, a pesar de éstos, al final del periodo estudiado, en la década de los 70′, las condiciones de vida en ellos, aunque mejores, seguirán estando entre las peores de la ciudad.
Al S del río, el barrio de El Carmen, o simplemente, El Barrio, actúa como elemento al margen de la ciudad, separado de ésta por la barrera del Segura y desarrollado a partir del puente Viejo o de Los Peligros ―el único puente existente hasta la construcción del puente de Hierro o puente Nuevo en 1903―, mantiene la estructura en abanico, típica de su origen a partir del puente. La estructura viaria se instala sobre las comunicaciones ya existentes con Cartagena y Andalucía (Avenida Floridablanca y carreteras de El Palmar y Alcantarilla), así como la comunicación con la Costera Sur (calle de Torre de Romo). La estación de ferrocarril actúa todavía en 1923 como polo de atracción, pues la expansión de la ciudad aún no ha colmatado todo el espacio entre ésta y el ferrocarril. Es un barrio industrial donde se instala también una población obrera en casas de poca entidad junto a las fábricas, de las que algunos ejemplos han llegado a la actualidad. Junto a éstas también se encuentran algunas viviendas burguesas, especialmente en las principales calles.
Si el barrio crece a partir del puente, el centro lo constituye la iglesia del antiguo convento de carmelitas que le da nombre, convertida en parroquia tras la desamortización, enfrente de la cual se abre el Jardín de Floridablanca. En 1914 se instala aquí la Universidad de Murcia y desde 1921, aprovechando el espacio entre el río y el caserío del barrio, se construye el Cuartel de Artillería, con lo que se logra una de las aspiraciones del ayuntamiento durante el XIX.

1920 – MURCIA
La Ciudad Planeada 1923-1936
Durante los años anteriores a la Guerra Civil, Murcia vive una cierta contradicción: por un lado se encuentra en un estado de estancamiento y postración material, pero por otro, sus élites emprenden una dinámica renovadora que pretende transformar la ciudad y comienza siendo solo un discurso polémico para alcanzar, rápidamente, un amplio consenso. Este discurso, que pronto se convierte en programa modernizador, apenas tiene incidencia real, pero sienta las bases de las realizaciones posteriores, hasta el punto de que en gran parte va a determinar la evolución posterior de la ciudad.
Esta situación local coincide con una gran inestabilidad política a nivel nacional, que en gran medida impide acometer proyectos de envergadura como los que se proponen en Murcia. Los efectos de la crisis de 1929 y las polémicas internas que generan los planes de reforma provocan la paralización de éstos durante la II República, lo cual no significa que se renuncie a transformar, Murcia.
Con la instauración de la Dictadura de Primo de Rivera, las aspiraciones de sanear la vieja ciudad de Murcia, incorporándola a los estándares de modernidad que comienzan a imponerse y que el Estatuto Municipal obliga a alcanzar, animan el debate político. Serán el alcantarillado, la red de agua potable, la adaptación del callejero a la circulación de automóviles y la construcción de un ensanche los objetivos que se pretenden alcanzar.
La 1ª consecuencia del golpe de estado de 1923 en los municipios españoles es el cese inmediato de todos los alcaldes y concejales y su sustitución por vocales asociados, reclutados de entre los mayores contribuyentes. En la ciudad de Murcia, esta sustitución lleva a la alcaldía, de manera fugaz, a José Servet Magenis, entre el 1 y el 6.10.1923, siendo cesado por el gobernador civil, general Baeza, y sustituido por Recaredo Fernández de Velasco. Se iniciaba así, para el municipio de Murcia, una sucesión de alcaldes que lo son por decisión directa o indirecta de los gobernadores civiles y militares. Tanto Fernández de Velasco como su sucesor, José Cunqueiro Montenegro, son nombrados directamente por el gobernador, al igual que el resto de concejales, dentro del régimen de excepción que supone toda la Dictadura.
Menos de 3 meses después de la entrada en vigor del Estatuto Municipal, se presentaba al Ayuntamiento la propuesta de un Proyecto de Ensanche, saneamiento y urbanización de Murcia y construcción de casas baratas el 20.6.1925, aprovechando las posibilidades que ofrece la nueva norma a los ayuntamientos, en especial, la competencia para aprobar plantes de ensanche, algo que ya venía anunciando El Liberal.
El proyecto fue encargado en un primer momento a Jaime Lluch Terol y Emilio Arévalo, pero ante el rechazo del 2º, se nombra en sustitución a César Cort Botí, catedrático de la Escuela de Arquitectura de Madrid y verdadero director del proyecto y que contó con absoluta libertad política y material para realizar el trabajo.
El Plan es obra principalmente de César Cort, aunque comparta autoría formal con el ingeniero de caminos Jaime Lluch. Incluye la dotación de agua potable y el alcantarillado, que, junto a la pavimentación de algunas calles, eran las principales razones de la redacción del plan y serán, al final, las únicas actuaciones que se lleven a cabo, aunque en el caso del agua potable responde a un proyecto anterior.
Cort divide su plan en 2 grandes apartados: la reforma interior y el ensanche, de acuerdo con la legislación vigente; el ensanche, a su vez, se divide en N y S.
La planificación parte del análisis de la ciudad existente. Así, ordena los principales flujos de tráfico y los canaliza en 4 direcciones principales: Madrid, Alicante, Cartagena y Andalucía. A este fin, organiza la reforma interior en torno a grandes ―calles arteriales‖ que cruzan la ciudad canalizando el tráfico. La accesibilidad es, según José María Hervás Avilés y Alfonso Segovia Montoya, uno de los puntos centrales para Cort.
La principal de estas ―calles arteriales es la llamada Gran Vía Romea, que arrancaría del plaza del Arenal —que Cort convierte en el principal distribuidor del tráfico en la ciudad— y conectaría en línea recta con la estación del ferrocarril de Mula; sería el ―eje fundamental de la población, cuya construcción resolvería de momento todas las dificultades del tráfico, aumentaría las actividades locales y mejoraría notoriamente las cualidades de la estética urbana. Su financiación se lograría —al igual que el resto de avenidas de la reforma interior— con las plusvalías de la venta de los solares de las fajas de terreno adyacentes, que se expropiarían junto con los terrenos de la propia avenida. Ésta tendría una calzada de 15 m de anchura y aceras de 5 m, porticadas en el casco urbano, que desaparecerían en el ensanche, quedando una anchura total de 25 m.
De todo el Plan Cort quizá sea éste el elemento más característico y que pasará, con variaciones, a los futuros planes, siendo un precedente directo de la actual Gran Vía Salzillo. Aunque hay que señalar que, en el proyecto de Cort, esta avenida correría junto al Teatro Romea, evitando las polémicas pérdidas patrimoniales de la actual avenida: el Arco del Vizconde, los baños árabes de la calle Madre de Dios, y la iglesia del convento del mismo nombre.
Los años de la autarquía (1939-1959) imponen en materia arquitectónica la instauración de un nuevo discurso oficial que insta a romper con la arquitectura racionalista y a recuperar las esencias de la ciudad tradicional española. Si políticamente se evoca la España de los Austrias como modelo y referente, la arquitectura del nuevo régimen ha de evocar también aquel periodo.
El momento fundacional de la doctrina urbanística del primer franquismo viene dado por la Asamblea Nacional de Arquitectos, celebrada en Madrid en 1939 y organizada por los servicios técnicos de Falange. En ella están los que serán los hombres fuertes del urbanismo durante el franquismo, entre quienes destacan Muguruza o Bidagor y que, junto a otros nombres como Víctor D´Ors o Prieto Moreno, forman el llamado ―Equipo de Madrid. En este encuentro se fijan las bases, generales y un tanto abstractas, del nuevo urbanismo: crítica de la ciudad industrial y búsqueda de una nueva que haga posible el desarrollo del nuevo estado. Una ciudad ruralizante y con los ojos puestos en el pasado, más que en el futuro.
La falta de coherencia y el poco desarrollo teórico de la doctrina urbanística llevan a una cierta contradicción entre la tendencia historizante, más arquitectónica, que defiende la ciudad tradicional como un valor a conservar, y otra más rupturista, más urbanística, que apuesta por construir ciudades nuevas, opuestas a la ciudad liberal capitalista, para que habiten en ellas los hijos de la nueva España. Esta contradicción la veremos convertida en conflicto en Murcia, a propósito del derribo de los Baños Árabes y la apertura de la Gran Vía.
La doctrina urbanística del primer franquismo termina por cuajar, tras algunos ensayos a nivel local, en la Ley de 12.5.1956 sobre Régimen del Suelo y Ordenación Urbana. Por 1ª vez se promulga en España una ley concebida como un auténtico código urbanístico, aunque se evite el término en el título por sus referencias progresistas. La ley acaba con la legislación anterior (principalmente con el Estatuto Municipal y la Ley de Ensanche y Reforma de poblaciones) asumiendo muchas de las reglamentaciones anteriores pero también introduciendo novedades de gran trascendencia, encaminadas a crear un nuevo marco legislativo sistemático para el urbanismo en España.
El texto nace como un encargo del propio Franco que pide una ley para combatir la especulación urbana, aunque este objetivo queda pronto superado y la norma termina siendo un completo código urbanístico, si bien el principal inspirador del texto es Pedro Bidagor, hombre fuerte del urbanismo durante la mayor parte del franquismo, pues desde 1949 es Director General de Urbanismo. Esta ley es la culminación de su pensamiento y de su labor al frente de esa dirección general. El encargo hecho por el gobierno, encuentra una respuesta entusiasta en Bidagor, que entiende que la única manera de combatir la especulación es con una escrupulosa y completa planificación, y esa, la planificación, será el «leit motiv» del texto.
La ley tiene un periodo de gestación especialmente largo, pues su encargo se hace en 1949 el texto definitivo no se aprobará hasta 1956; entre medias se suceden los trabajos de redacción y los borradores. La tarea de redacción recayó sobre el equipo de arquitectos formado por el propio Bidagor, Gaspar Blein (redactor del plan de Murcia non nato de 1948) y Gabriel Alomar.
El crecimiento urbano pone a prueba las estructuras de las ciudades y también las bases y el discurso oficial del régimen, que se basaba, en parte, en la crítica a la ciudad (el abandono, el hacinamiento y las pésimas condiciones de vida de las ciudades, que llevan al obrero a la desesperación y, claro está, a la subversión) y la mitificación del entorno rural. Ahora el propio régimen animará la urbanización y se jactará de ello, aunque el crecimiento urbano dispare el déficit de vivienda en las ciudades.
La respuesta oficial a este problema consiste en la construcción de viviendas, obviando cualquier otro presupuesto. La política de vivienda, concebida como política sectorial, independiente del planeamiento urbano ―y casi del ámbito de decisión municipal― se convierte en el principal objetivo del urbanismo, que no en vano ha quedado incluido en el Ministerio de Vivienda.
Para la ejecución de esta política, así como las demás políticas sectoriales del momento, se hace necesaria una estructura legal ágil y flexible, que desde luego la Ley del Suelo no aporta, por lo que durante los años 60′ y primeros 70′ se dictan toda una serie de normas que constituyen una auténtica legislación paralela a la establecida por la Ley del Suelo. Entre éstas destaca por su importancia la Ley de Centros y Zonas de Interés Turístico Nacional de 1963. En 1º lugar, la creación de la Gerencia de Urbanización, órgano dependiente del Ministerio de Vivienda y encargado de preparar el suelo para las actuaciones urbanísticas de los planes nacionales de vivienda. Y en 2º lugar, la promulgación de la Ley de 21.7.1962, por la que se autoriza a la Gerencia de Urbanización a planear y ejecutar polígonos de vivienda, en ausencia o incluso en contradicción con el Plan General de Ordenación. Es el 1º reconocimiento por parte de la administración de ―la ineficiencia del sistema de planeamiento establecido por la Ley del Suelo, o, lo que se ha venido en llamar urbanismo operativo, opuesto al urbanismo ordinario establecido por la ley.
Y es justo en este momento cuando la administración debe gestionar la presión de la iniciativa privada, mucho más activa ahora, gracias a la liberalización y a la mayor disposición de capital de ésta. Ello explica que la especulación urbanística alcance proporciones nuevas, aprovechando la connivencia entre el capital privado y las autoridades franquistas, que deciden sacrificar la regulación urbanística al crecimiento económico. Esto tendrá 2 consecuencias principales: el aumento de la densidad de edificación en los cascos urbanos, y la expansión de las ciudades a costa del espacio circundante.
A todo esto hay que añadir que, en general, durante el franquismo, a través de la Ley de Bases de Régimen Local, de 1945, y su reforma, la Ley de Régimen Local, de 1950, los ayuntamientos quedan sometidos al poder central, para el que actúan casi como meros ejecutores. En este sentido el cargo de alcalde se convierte en un escalón de la carrera política de los hombres del régimen: es el caso del alcalde de Murcia Antonio Gómez Jiménez de Cisneros, previamente Delegado Provincial de Sindicatos y, tras su paso por la alcaldía nombrado Gobernador Civil de Logroño y Granada.
El aumento de la urbanización y la consecuente necesidad de hacer frente a una cada vez mayor demanda de vivienda así como el cambio de actitud por parte del Régimen que, a partir de los 50′ comienza a mirar con buenos ojos la modernidad, hacen que se abra paso la nueva arquitectura y un nuevo modelo de hacer ciudad: eliminando decoración superflua, normalizando elementos constructivos, dando entrada, en definitiva, a las ideas del movimiento moderno. El cambio se puede constatar en que el propio Ministro de Vivienda, Arrese, abogue por la construcción de edificios de doble crujía que eliminen los patios interiores y la manzana cerrada, la apertura de muros para que la luz penetre en el interior de la vivienda, y el predominio de las zonas verdes sobre el asfalto, de manera que el campo penetre en la ciudad. El cambio llegará a la mayoría de ciudades ―también a Murcia― a través de los polígonos de vivienda de promoción pública, creando nuevos barrios de viviendas racionalistas y funcionales, aunque también pequeñas ―40 m2― y construidas con materiales de mala calidad, que, debido a la mala gestión, terminarán por convertirse en nuevos guetos.
Mención aparte merece la política de vivienda, pues, como se ha visto, determina en gran parte la política urbanística del periodo. La dura situación material consecuencia de la guerra primero y el fuerte éxodo rural después hacen necesaria una intervención pública que ataje el problema.
Pero además no pueden olvidarse los réditos políticos y los efectos económicos que derivan de su solución, lo que explica que el régimen asuma como objetivo principal la construcción de viviendas, hasta el punto de determinar las actuaciones urbanísticas durante todo el franquismo.
La política de vivienda cumple varias importantes funciones, actúa como elemento propagandístico del régimen, al tiempo que se pretende lograr el ideal falangista de convertir al proletario en propietario, objetivo presente durante todo el franquismo; de hecho, la construcción de vivienda social se hace con el fin de ser vendida a los beneficiarios. Además, al dotar de una propiedad a las clases bajas, se consigue estabilizar la estructura social, al apartar de cualquier deseo reivindicativo a los grupos populares. Y, la construcción tiene un carácter anticíclico y gran capacidad para generar capital; por eso, sobre todo a partir de los 50′, el gobierno protege y apoya con subvenciones la industria de la construcción, una vez desterrado el ideal estatalista de los primeros años. Se consigue así fomentar una industria muy intensiva en mano de obra, mejorando el empleo y, en última instancia, el nivel de vida y los patrones de consumo en España.
Para lograr estos objetivos no se duda en adaptar la legislación previa, a la que se le añaden pronto nuevas leyes que permiten una intervención más decidida del Estado como agente urbanizador y que evolucionarán a la par del régimen. La Ley de Vivienda de 1939, texto muy breve, que, junto con el reglamento que la desarrolla, pretende estimular y regular la construcción de vivienda, crea la categoría de viviendas protegidas y un órgano que será fundamental durante todo el franquismo, el Instituto Nacional de la Vivienda (INV), encargado de autorizar y supervisar la promoción de viviendas. Ésta es la gran diferencia de esta ley con las anteriores, pues ahora la política de vivienda queda estrechamente sujeta al control estatal, gracias al INV, una institución de carácter ejecutivo, no solo normativo, que, dependiente del Ministerio de Organización Sindical , se encarga no solo de aprobar los beneficios fiscales, sino también de definir las características de la vivienda protegida mediante ordenanzas, redactar el plan general de construcción de viviendas protegidas, de carácter nacional, así como los planes comarcales.
Se establecen también las condiciones para acceder a una vivienda: ser español, mayor de edad y con empleo.
La importancia que esta ley da al recién creado INV como elemento central de la política de vivienda ―y que mantendrá en el fututo―, condiciona las decisiones que se tomen en adelante. Cualquier institución que quiera promover la construcción de vivienda protegida, debe someterse a la aprobación del Instituto. Este hecho, unido a la rigidez de la norma, hace que sean los organismos públicos los que más viviendas protegidas realicen, en el caso de Murcia, el Ayuntamiento y la Obra Sindical del Hogar (OSH).
El desarrollo legislativo no se detiene ahí. Se promulga la Ley de Viviendas Bonificables (25.11.1944), donde queda claramente expuesto qué se quiere conseguir con la ayuda a la vivienda: el objetivo de la ley es incentivar, mediante ayudas públicas, a la iniciativa privada para construir viviendas destinadas a las clases medias y así paliar el paro obrero. Una reedición de la Ley Salmón, aunque el balance de su aplicación no es muy satisfactorio: entre 1944 y 1955 apenas se construyen 120.000 viviendas.
Dado que ambas leyes (1939 y 1944), pero especialmente la de 1944, se orientan a favorecer la construcción de viviendas en general, solo las instancias públicas (OSH, ayuntamientos, diputaciones provinciales…) acometerán la promoción de vivienda para las clases más desfavorecidas que no pueden acceder al mercado. La concesión de ayudas está sometida a las directrices que impone el INV, lo cual determina que la promoción de vivienda ―pública o privada― y por ende, el urbanismo, estén controlados por el Estado, que decide dónde y cómo se construye.
La Ley de Viviendas de Renta Limitada, el 15.7.1954, renueva la legislación sobre vivienda anterior ―que apenas había conseguido aumentar el número de viviendas construidas― al refundir las 2 anteriores categorías de vivienda, protegidas y bonificables, en la nueva de viviendas de renta limitada. La ley alienta y regula la colaboración con la iniciativa privada a través de subvenciones y exención de impuestos, a cambio de cumplir las condiciones impuestas por el INV, una novedad impuesta por la constatación del fracaso de las normas anteriores y que será aprovechada para la promoción privada de vivienda destinada a la demanda solvente de las clases medias y altas. Bajo su amparo, por ejemplo, se construyen la mayoría de los edificios de la Gran Vía murciana.
La Ley también prevé la creación de un Plan Nacional de Vivienda, con el encargo de construir entre 1955 y 1960 más de medio millón de viviendas. El plan tuvo un éxito dudoso, al no lograr satisfacer la demanda de vivienda del país, especialmente de las clases bajas, que apenas accederán a la mitad de las viviendas construidas.
Aunque el mayor cambio en la política de vivienda durante el franquismo viene dado con la creación, en 1957, del Ministerio de Vivienda, que supone además, una profunda distorsión en el urbanismo español. El nuevo ministerio, dirigido por José Luís de Arrese, falangista convencido y arquitecto, viene a relanzar la política de vivienda centralizando su gestión. Con la creación del nuevo ministerio, la estructura institucional que preveía la Ley del Suelo pasa a estar al servicio del objetivo de construcción masiva de viviendas, en vez de controlar ―y frenar también― el desarrollo urbanístico, una novedad que, como vimos, distorsiona la aplicación de la ley.
Una de las primeras actuaciones del ministerio es la confección de un nuevo Plan de Vivienda en 1961 que abarca hasta 1976 y que aspira a doblar la cifra del plan anterior, construyendo más de 1.000.000 de viviendas. Tanto este plan como el anterior marcan el punto álgido de la intervención estatal en el ámbito urbanístico, aunque terminarán superados por la realidad y no serán capaces de revertir el déficit crónico de vivienda que aqueja a las ciudades españolas durante el periodo.
Tras la creación del ministerio se promulgarán 2 nuevas normas: la Ley de Viviendas Subvencionadas, de 1957, y la Ley de Viviendas de Protección Oficial, de 24.7.1963, que introducen también ayudas directas a la construcción que la ley de 1954 no contemplaba. La política de vivienda sigue orientada más a apoyar la construcción que a dotar de vivienda a la demanda menos solvente, las clases populares, que ahora se multiplican en las ciudades. Al mismo tiempo se mantiene y ahonda la colaboración con la iniciativa privada.
La consecuencia será que ―la ciudad pasa a ser, desde mitad de los 50′- el gran negocio de promotores, constructores, inmobiliarias y especuladores, sentándose las bases de una estructura del mercado de la vivienda que se mantiene hasta hoy basada en el dominio de la propiedad frente al alquiler. De esta manera aparece la gran ciudad anónima y masificada, caldo de cultivo del individualismo y la subversión, justo aquella contra la que clamaban los ideales falangistas. En cuanto a los aspectos formales, la calidad de la construcción sigue siendo baja, tanto para las promociones públicas, donde prima la cantidad a la calidad, como en las privadas, donde la falta de controles públicos lleva a aberraciones como los barrios de Gamonal, en Burgos o La Rondilla, en Valladolid.
La política de vivienda tiene, además, otra consecuencia, y es que, al ser concebida la de vivienda como una política sectorial, desligada del planeamiento urbanístico, el emplazamiento de las barriadas en las ciudades se hace sin ningún criterio ―más allá de buscar el suelo más barato―, lo que generará graves distorsiones urbanas. Esta falta de coordinación se acentúa incluso durante los 60′.
Estas circunstancias generales conviven en Murcia con el empeño por alcanzar los objetivos del programa higienista anterior a la guerra. Pronto quedará englobado dentro de la aspiración más general de urbanizar Murcia. El discurso más antimodernista y ruralista de los sectores extremos de Falange, tendrá poco eco en Murcia, donde se pretende más bien transformar la vieja ciudad en una urbe moderna, dejando atrás sus aspectos huertanos. Esto llevará al diseño y ejecución de un auténtico programa de renovación urbana que tendrá su símbolo en la polémica apertura de la Gran Vía. Un programa que se ejecuta al tiempo que la ciudad transforma profundamente sus bases económicas, al convertirse en un centro comercial e industrial.
Durante los casi 40 años de dictadura franquista, Murcia experimenta una profunda transformación que la lleva a superar definitivamente el solar medieval y a crecer a costa de la huerta, al tiempo que se adapta al paradigma de ciudad capitalista moderna. Esta transformación no comienza tímidamente hasta los 50′ y de forma acelerada durante los 60′. De forma que, durante los años 40′, la ciudad (que no ha sufrido destrucciones materiales durante la Guerra Civil al situarse en la retaguardia bélica durante todo el conflicto y no ser un importante objetivo estratégico) mantiene el viejo casco medieval en cuyo centro se agrupan las sedes de las principales instituciones de la ciudad, así como la residencia de las élites políticas y económicas. En la periferia de ese mismo casco siguen distinguiéndose los barrios populares, aquellos llamados a desaparecer bajo el impulso higienista pero que, de hecho, aun persisten.
El comienzo de este periodo, los años de la autarquía, está marcado por las carencias materiales. La postración económica impide o retrasa la realización de muchos proyectos, especialmente la promoción pública de vivienda o las infraestructuras. Durante la década de los 40′ el parque de viviendas en la ciudad está estancado o con tendencia a reducirse.
Durante los 40′, sin embargo, comenzarán, lentamente, los primeros movimientos para sanear la ciudad, poniendo en marcha los proyectos aprobados durante la II República e iniciando las primeras experiencias de promoción pública de vivienda, aunque este proceso será mucho más intenso y claro a partir de los años 50′ y, especialmente, durante los 60′ y 70′.
López-Molina García, Eduardo. 2015. Desarrollo Urbano de Murcia y su Contexto Histórico, 1923-1975
Los Grandes desarrollos residenciales en Murcia exceden lo creible. Acumulan una edificabilidad residencial prevista de 16.087.000 m2, para 123.746 viviendas (sólo por comparar Cartagena tiene hoy 123.121 viviendas), estando pendientes 109.840 viviendas (Elche tiene 110.674 viviendas).
Sectores no urbanizados, ZB-AZ1 ALGEZARES (527.966 m2 de suelo para 151.207 m2 de techo residencial para 1.163 viviendas, 1.113 pendientes), ZB-CT2 CABEZO DE TORRES (372.992 m2 de suelo para 145.223 m2 de techo para 1.117 viviendas), ZB-PM4 EL PALMAR (1.202.791 m2 de suelo para 421.451 m2 de techo para 3.242 viviendas, pendientes 3.092), ZC-GP05 (980.747 m2 de suelo para 131.846 m2 de techo para 1.014 viviendas), ZM-AB1 LA ALBERCA (372.752 m2 de suelo para 194.219 m2 de techo para 1.494 viviendas), ZM-BR1 BARRIOMAR (451.370 m2 de suelo para 270.831 m2 de techo para 2.083 viviendas), ZM-BR2 BARRIOMAR (293.779 m2 de suelo para 176.254 m2 de techo para 1.356 viviendas), ZM-CH4 CHURRA (598.919 m2 de suelo para 315.055 m2 de techo para 2.424 viviendas), ZM-CT1 (300.575 m2 de suelo para 180.368 m2 de techo para 1.387 viviendas), ZM-DR1 LOS DOLORES (352.219 m2 de suelo para 185.885 m2 de techo para 1.430 viviendas), ZM-PT1 PUENTE TOCINOS (796.738 m2 de suelo para 476.656 m2 de techo para 3.667 viviendas), ZM-PT2 PUENTE TOCINOS (1.080.494 m2 de suelo para 648.163 m2 de techo para 4.986 viviendas), ZM-SB1 SAN BENITO (311.446 m2 de suelo para 186.863 m2 de techo para 1.437 viviendas), ZM-SG2 SAN GINUS (239.049 m2 de suelo para 143.428 m2 de techo para 1.103 viviendas), ZM-SV1 SANGONERA LA VERDE (432.625 m2 de suelo para 200.933 m2 de techo para 1.546 viviendas), ZM-SV2 SANGONERA LA VERDE (797.328 m2 de suelo para 405.259 m2 de techo para 3.117 viviendas), ZM-ZN2 ZARANDONA (643.916 m2 de suelo para 384.215 m2 de techo para 2.956 viviendas), ZM-ZN3 ZARANDONA (943.961 m2 de suelo para 564.122 m2 de techo para 4.339 viviendas), ZU-CT3 CABEZO DE TORRES (1.612.302 m2 de suelo para 354.960 m2 de techo para 2.730 viviendas), ZU-SB-BM5 (596.895 m2 de suelo para 255.940 m2 de techo para 1.969 viviendas), ZU-SB-BM6 (5.407.348 m2 de suelo para 484.201 m2 de techo para 3.725 viviendas), ZU-SP-JA7 (5.298.343 m2 de suelo para 401.276 m2 de techo para 3.087 viviendas), o ZU-SR-GT12 (2.732.678 m2 de suelo para 208.630 m2 de techo para 1.605 viviendas).
O suelos urbanizados o en proceso de urbanización no edificados como ZA-ED3 (280.921 m2 de suelo para 209.908 m2 de techo para 1.615 viviendas, estando pendientes 600), o ZB-SV3 SANGONERA LA VERDE (416.329 m2 de suelo para 166.526 m2 de techo para 1.281 viviendas, estando pendientes 980), ZM-DR3 LOS DOLORES (434.379 m2 de suelo para 260.603 m2 de techo para 2.005 viviendas, pendientes 1.794), ZM-ED1 (230.297 m2 de suelo para 139.410 m2 de techo para 1.072 viviendas, 1.032 pendientes), ZM-PN7 EL PUNTAL (381.536 m2 de suelo para 208.475 m2 de techo para 1.604 viviendas, 1.281 pendientes), ZM-PN8 EL PUNTAL (257.151 m2 de suelo para 154.392 m2 de techo para 1.188 viviendas, 1078 pendientes), ZM-SJ1 SAN JOSU DE LA VEGA ( 501.472 m2 de suelo para 300.859 m2 de techo para 2.314 viviendas, 2.214 pendientes), ZU-SP-JA5 (3.361.483 m2 de suelo para 258.038 m2 de techo para 1.985 viviendas todas pendientes), o el sector SU-SU-SN6 (2.031.198 m2 de suelo para 483.428 m2 de techo para 3.719 viviendas, estando 2.011 pendientes).
Pero también, urbanizados en proceso de edificación como ZB-EG4 (330.930 m2 de suelo para 132.144 m2 de techo para 1.016 viviendas, pendientes 924), o ZB-GP2 GUADALUPE (459.427 m2 de suelo para 183.969 m2 de techo para 1.415 viviendas, estando 1.333 pendientes), o el sector ZU-SB-CV4 (2.075.662 m2 de suelo para 188.707 m2 de techo para 1.452 viviendas, quedando pendientes 687 viviendas).
Murcia tuvo Normas Subsidiarias de Planeamiento aprobadas el 19.11.1970, a continuación una Delimitación de Suelo Urbano aprobada el 21.2.1977, hasta la aprobación definitiva del PGOU-1977 el 27.12.1977; comenzó una Revisión del PGOU que no acabaría hasta el 30.5.2013, y por el camino aprobó la Revisión de la adptación del PGOU a la legislación del suelo de Murcia el 20.7.2006.
En la transformación y la ocupación del suelo del término municipal de Murcia han influido diversos factores que han incidido en la actual configuración del espacio murciano. Entre estos condicionantes, además de los de carácter socioeconómico y político, destacan las diferentes planificaciones territoriales y urbanas que han dado lugar a esta realidad. En este sentido, se identifican 2 procesos diferentes pero que se han producido en este periodo, por un lado el refuerzo de la capitalidad de la ciudad central y, por otro lado, la expansión de la edificación en el ámbito de huerta y las periferias al N de la ciudad.
Los objetivos, por tanto, se centran en la identificación de las transformaciones urbanas y territoriales más importantes del término municipal de Murcia durante el periodo autonómico (1977-2010) así como su caracterización morfológica y paisajística.
Para el 1º caso se parte de la hipótesis de que la transformación urbana que mejor representa el refuerzo de la centralidad de la ciudad de Murcia son los cambios en el centro histórico y, por tanto, ómo ha cambiado la edificación y el paisaje urbano de esta parte de la ciudad.
Respecto al 2º grupo de procesos, la ocupación territorial del entorno, se parte de la consideración de que los 2 procesos más representativos son: por un lado, la ocupación de edificación diseminada en los espacios periurbanos de huerta y, por otro, las nuevas operaciones residenciales y terciarias situadas en la periferia N de la ciudad de Murcia. Para el diseminado sobre la huerta de Murcia, se identifican los diferentes tipos de Huerta que han rodeado la ciudad y cómo ha sido transformado ese territorio con la ocupación de nuevas edificaciones. En lo referente a las nuevas periferias apoyadas en la nueva autovía A-7 se estudia el contexto en el que se produce la ocupación de las periferias a nivel global, identificando las características del caso de Murcia.
En el caso del término municipal de Murcia, los planes generales elaborados durante el periodo autonómico –1977 y 2001– y que han condicionado la actual realidad son 2: el Plan elaborado por Manuel Ribas Piera aprobado en 1977; y el Plan elaborado por la gerencia de urbanismo del Ayuntamiento de Murcia, aprobado en diciembre de 2001. También, se analizan los antecedentes, ya que algunos planes sectoriales tienen una cierta influencia en las determinaciones establecidas en el plan de 1977, al ser concebido como plan integral de todo el término municipal y atender, tanto la transformación y crecimiento urbano, como el resto del territorio municipal.
La Huerta de Murcia y su situación territorial
La singularidad de la Huerta de Murcia ha sido reconocida internacionalmente, al ser uno de los 6 paisajes de huerta que existen en Europa. Los otros 5 espacios de estas características se encuentran 2 más en España (curso inferior de los ríos Turia y Júcar), uno en Grecia (en el río Acheloos en la región de Etoloacarnania) y otros 2 en Italia (al E de la ciudad de Palermo, de Nápoles y las riberas regadas del curso inferior del río Tiber). Pero tanto el mismo informe europeo que clasifica estos paisajes, El medio ambiente en Europa: informe de situación de Dobris, elaborado por la Agencia Europea de Medio Ambiente, advierten de las alteraciones y presiones que estos espacios agrícolas están sufriendo.
En el caso la Huerta de Murcia la configuración territorial y administrativa del municipio de Murcia ha tenido, históricamente, unas características específicas en relación con la ocupación del espacio agrícola que rodea la ciudad. La vega de la huerta de Murcia se sitúa entre las 2 sierras que la delimitan hacia el NO y el SE. La superficie situada en la vertiente sur de la cordillera S configura el llamado Campo de Murcia con características muy diferentes a las de la Huerta. El análisis de un plano o fotografía aérea de este territorio agrícola vinculado a la huerta evidencia unas pautas de disposición de los asentamientos existentes apoyados en la estructura agrícola, con unas características tipológicas y morfológicas muy específicas. En el centro de todo este espacio se sitúa la ciudad de Murcia y, por tanto, la presión urbanística que todo este entono de la ciudad ha tenido, y sigue teniendo, ha condicionado la actual configuración territorial del municipio.
También en el ámbito administrativo se explicita esta compleja realidad, de hecho el municipio de Murcia ha contado siempre con numerosas pedanías formadas a partir de pequeños núcleos de población diseminados en el territorio; en la actualidad, el término municipal se divide en 55 pedanías, además de la ciudad de Murcia. Dentro de ese conjunto de pedanías se incluyen, tanto las denominadas de la huerta como las de campo; sin embargo, conviene hacer una distinción entre los núcleos insertados en la huerta y aquellos situados en campos de secano ya que su origen y características morfológicas son diferentes y han tenido un tratamiento diferenciado en el planeamiento.
La conocida como «Huerta de Murcia» se extiende a lo largo de la llanura por donde discurre el río Segura y su afluente el Guadalentín, comúnmente llamado a su paso por Murcia «El Reguerón». En 1º lugar, lindando con los márgenes del río Segura, encontramos las pedanías de El Raal, Alquerías, Santa Cruz, Los Ramos, Llano de Brujas, Torreaguera, Puente Tocinos, Beniaján, Los Dolores, La Arboleja, La Era Alta, Nonduermas, Guadalupe, Rincón de Seca, Rincón de Beniscornia, La Raya, La Ñora, Puebla de Soto, Javalí Viejo y Javalí Nuevo. En una 2ª línea, paralela al río, hacia el N, tenemos las pedanías de Cobatillas, El Esparragal, Monteagudo, Casillas, Cabezo de Torres, Zarandona, Churra, Santiago y Zaraiche, El Puntal y La Albatalia. Al E se situarían Cañada Hermosa, Barqueros. Y, por último, en torno al río Guadalentín y en las laderas de la parte N de las Sierras anteriormente mencionadas, se encuentran las pedanías de Sangonera la Seca, Sangonera la Verde, El Palmar, San Gines, Aljucer, La Alberca, San Benito, Santo Ángel, Algezares, Los Garres y Lages, San José de la Vega, Cañadas de San Pedro y Zeneta.

1963 – MURCIA
En el ámbito de la regulación urbanística durante el periodo autonómico, el 1ª documento que define los usos y edificaciones de este espacio es el Plan General de 1977 elaborado por Manuel Ribas Piera que integra en su regulación tanto el espacio urbano como el resto del territorio. Sin embargo, el Plan General de la Huerta de Murcia elaborado en 1967 es un antecedente que permite comprender, tanto la realidad actual de este territorio, como las propuestas del plan general de 1977.
Entre los años 1964 y 1967 Juan Goméz y González de la Buelga dirigió la redacción de un plan que afectaba al territorio de los municipios de Murcia, Alcantarilla, Beniel y Molina de Segura. Este plan, no sólo ordenaba el espacio de huerta, sino que también establecía directrices para las poblaciones o núcleos existentes en el ámbito. A nivel territorial, se rechaza en la versión final la construcción de la autopista que une Alicante con Granda atravesando la huerta, sin embargo, propone: mejorar las comunicaciones entre las distintas poblaciones, potenciar el crecimiento y las dotaciones de las poblaciones existentes; y, aún mas, crear dos nuevos núcleos industriales. Todo ello, con el objetivo de perseguir una descentralización respecto a la ciudad central. Un dato elocuente, en este sentido, es la previsión demográfica que plantea, previendo para el año 2000, una población de 342.000 personas en el ámbito del plan de la huerta, situando la mitad de estos habitantes –188.000 personas– en una serie de núcleos elegidos, para los que se prevé un desarrollo específico.
Respecto a las propuestas que el plan hace desde el punto de vista urbanístico, destacan 2 escalas de actuación: la 1ª, de carácter genérica, en la que se establece unas normas para la edificación diseminada que, a su vez, distingue 2 circunstancias, las edificaciones situadas en los bordes de los caminos y las zonas no limítrofes con éstos, mencionando una regulación específica para la edificación situada en las denominadas «carreteras congestionadas»; y una 2ª escala de actuación que se refiere al planeamiento específico para 10 zonas entre las que se encuentran, además de 2 nuevos asentamientos industriales, Alcantarilla, Santomera y 7 pedanías del término de Murcia –La Ñora, Javaí Viejo, El Espinardo, Beniaján, Algezare, La Alberca y El Palmar–. Para éstos se propone un planeamiento específico basado en una zonificación más propia de un planeamiento urbano para una ciudad de cierta entidad ya que establece la distinción entre casco, transición a ensanche y nuevos ensanches; unas categorías de difícil comprensión para unos núcleos de carácter eminentemente agrícola.
Este plan supone la apuesta por una ocupación clara de las pedanías situadas en el espacio de huerta, tanto desarrollando los núcleos urbanos existentes, como el denominado diseminado. En relación con este último, el diseminado, será valorado como un mal menor por el propio redactor del siguiente plan que regule este espacio.
Los Planes Generales de Ordenación Urbana de 1977 y 2001
El 1º Plan General de Murcia, redactado en 1977, ha estado vigente durante más 20 años por lo que este planeamiento, junto con sus sucesivas modificaciones, ha sido la base de la transformación de Murcia durante un importante periodo de la etapa autonómica.
Establece unas previsiones, tanto de población, como de nuevas viviendas para el año 1991. Respecto a la superficie que debería acoger ese número de viviendas y población, hay que señalar que partiendo de una necesidad de poco más de 1.063 ha, se propone un incremento de la superficie urbanizada que alcanza las 2.200 ha, una estrategia que el mismo autor del plan denomina un grado de libertad 2:1.

Los datos evidencian el gran incremento que se plantea para el ámbito externo a la ciudad y sus ensanches, teniendo en cuenta que sumando los incrementos de superficies planteados para los núcleos de las pedanías y la densificación de la huerta se oferta 1.300 hectáreas de suelo, mientras que la superficie de nuevo suelo vinculada a la ciudad central es de 900 ha. El plan confía al espacio de huerta casi el 60% de todo el crecimiento de superficie en el municipio, dando a la ocupación de la huerta propiamente dicha –sin las pedanías– una responsabilidad del 40% de la totalidad del crecimiento del plan.
La propuesta del plan incluye 3 calificaciones para el suelo residencial vinculado a las pedanías: casco urbano de las pedanías (zona 1c) para aquellos territorios que están consolidados por la edificación en el momento de elaboración del plan; transición a ensanche que aunque se matiza, a su vez, en cuatro casuísticas –en conservación (zona 2a), en contención (zona 2b), en colmatación (zona 2c) y en renovación (zona 2d)– únicamente afecta a las pedanías en los casos de colmatación y renovación, sujetándose a las mismas ordenanzas que las del casco urbano y se delimitan por unidades de actuación que deben ser gestionadas; y, la extensiva (zona 3c) que exige el desarrollo de estudios de detalle para su ejecución. Se incluye la zonificación para zonas industriales aisladas (4b), equipamientos (9ª) y zonas verdes (7ª) y, en casos muy específicos, las zonas 6a y 6b correspondientes a ciudad jardín y ciudad jardín extensiva.
La regulación de la mayoría de las zonas que no requieren un planeamiento de desarrollo se ajusta a las normas que establecen la construcción en el casco urbano de las pedanías y que se fija dependiendo de las anchuras de las calles y la clasificación de cada uno de los núcleos urbanos de las pedanías en intensivo (permitiendo entre 2 y 5 plantas de altura), extensivo (máximo 2 plantas) o medio (entre 2 y 3 plantas).
Las normas del plan establecen cómo se permite la denominada densificación de la huerta. Para ello la sección 22 define la zona 11 «agrícola de interés» integrada por los terrenos no urbanizables de cultivo intensivo situados en la huerta de Murcia y para los que establece una protección especial, no solo por razones agrícolas sino también paisajísticas, para encauzar la edificación de viviendas unifamiliares que tradicionalmente soporta.
Para conseguir la protección que permita la conservación de las actuales características agrícolas y paisajísticas se establecen qué edificaciones y actividades se permiten y cuáles se consideran excluidas en estos terrenos (norma 11.2). Se permiten las construcciones destinadas a explotaciones agrícolas que guarden relación con la naturaleza y destino de la finca, las instalaciones de utilidad pública que deban emplazarse en medio rural y los edificios aislados destinados a vivienda unifamiliar, sin posibilidad de formar un núcleo de población. De manera complementaria se prohíben los usos residenciales de viviendas agrupadas en bloques plurifamiliares, los equipamientos –a excepción de instalaciones deportivas al aire libre y los nuevos usos industriales y de almacén no ajustados a la actividad agrícola antes descrita.
Para regular la edificación en la huerta se distinguen 2 regímenes distintos de la edificación: alineada con frente a los caminos de huerta señalados en los planos; y, diseminada.
Estos 2 casos regulan con detalle las posibilidades de edificación y sus usos: por un lado, la edificación alineada se regula en la norma 11.4 y se establece la superficie mínima de parcela, altura y ocupación, así como las características de almacenes e industrias agrícolas o usos complementarios; por otro lado, la norma 11.5 regula la edificación diseminada, estableciendo superficies mínimas mucho mayores así como usos y condiciones más restrictivas.

PGOU 1977 – Sectores de ordenación y Polígonos de Ejecución – MURCIA
El plan de 1977, en relación con el espacio de la huerta, se plantea un doble objetivo de difícil equilibrio, el mantenimiento del paisaje y las características de la huerta, junto con el incremento de la superficie urbanizada, tanto en los núcleos de las pedanías como en el propio espacio agrícola –edificación alineada y diseminada–.
Aunque el plan descrito es el marco normativo en el que se ha desarrollado la ocupación de la Huerta durante la mayor parte del periodo autonómico hasta la actualidad, conviene mencionar que el plan siguiente, aprobado en 2001, mantendrá la edificación en estos espacios pero con nuevas determinaciones basadas en una nueva zonificación establecida que, de igual manera, considerará los caminos rurales como elementos estructurantes, de forma similar a los planes anteriores.
La llegada a España de este fenómeno de ocupación del suelo en las áreas urbanas tiene sus particularidades. La dispersión de la urbanización llega ya entrada la década de los 90, las políticas de ordenación del territorio vienen a ser reflejo de la lógica del mercado (European Enviroment Agency, 2006), que, entre otros aspectos, busca el cumplimiento del sueño de la ciudad jardín.
En la Región de Murcia, aunque ya existían algunos ejemplos de ocupaciones de baja densidad anteriores a la década 2000-2010 (Altorreal en Molina de Segura o Mosa Trajectum en Murcia), es en estos años cuando su extensión se hace mayor y se convierte en un tipo de desarrollo y asentamiento más habitual.

PGOU 1977 – Areas homogéneas
Se emprende un nuevo modelo protagonizado por el turismo residencial que lleva a la creación ex novo de pequeñas ciudades orientadas de manera exclusiva a nuevos residentes. Sus puntos de atracción radican en el contacto con la naturaleza, el clima, la seguridad, la exclusividad, utilizando las palabras de otros autores: «la idealización de la vida en el campo, uno de los principales temas del desarrollo suburbano metropolitano, apunta hacia el futuro y proporciona una alternativa saludable de vida a la supuestamente sucia y decadente ciudad».
El periodo comprendido entre los años 2001 y 2007 se caracteriza por una «desenfrenada» actividad constructora, enmarcada en una fuerte estabilidad económica nacional y regional. Llegada esta fecha, 2007, esta estabilidad desaparece y da paso a un periodo de parálisis, casi absoluta, de la actividad urbanística.
Los contextos económico, político y social se encuentran fuertemente relacionados entre sí y son directamente responsables del marco legal con el que se trabaja en materia de urbanismo y suelo, tanto a nivel nacional, como autonómico.
En la economía capitalista que envuelve estos años, en la que existe una visión estrechamente productivista del territorio, la vivienda no es, únicamente, un bien para dotar de cobijo a las familias, sino que se convierte en objeto de inversión especulativa muy atractivo. Se alcanza el «discurso económico neoliberal conforme al cual la regulación del mercado de suelo operada desde el planeamiento urbanístico es innecesaria.» La situación de pleno empleo y el bajo precio de las hipotecas disfrutado hasta los años 2006-2007 hacen el resto.
En la esfera política, el objetivo es asegurar la continuidad de la producción económica, lo que lleva en ocasiones a una dictadura del mercado de tal profundidad que llega a cuestionar la legitimidad de las regulaciones y los instrumentos.
El marco legal estatal y regional que legitima el modelo nace en este contexto económico y político, defendiendo la flexibilidad del mercado del suelo, con el objetivo de alcanzar una mayor liberalización. En este contexto, se deja en manos de las administraciones competentes la valoración del interés público de los desarrollos, reconociendo de forma expresa la Ley del Suelo de la Región de Murcia, en su exposición de motivos, su clara vocación municipalista y la autonomía de la administración local en materia de planeamiento. Se deja, así, en manos de la administración pública más próxima y, a la vez, más presionada por las demandas o exigencias del mercado el peso del planeamiento urbanístico y de la conformación del territorio. En la redacción de la Ley del Suelo de la Región de Murcia (LSRM) subyacen: aprovechamientos máximos; pero no mínimos; escasas exigencias justificativas para las modificaciones del planeamiento general; ausencia de regulación en materia de transporte público; laxos condicionantes para la configuración de los nuevos sectores de suelo urbanizable; y, otros ingredientes para la dispersión en el crecimiento urbano.
En la esfera social destaca el protagonismo del automóvil y de los medios de comunicación rápidos que, unidos a la ingeniería, permiten colonizar cualquier lugar. Una sociedad de consumo que, en un momento de incremento generalizado en las rentas familiares, favorece la promoción de vivienda unifamiliar (de 2ª residencia en muchos casos) y conlleva gran implicación en la dispersión urbana.
La nueva periferia de Murcia
Parece conveniente analizar y poner de manifiesto algunos parámetros cuantitativos que caracterizan, en cierta medida, el fenómeno de la dispersión.
Transformación de suelo: La ciudad dispersa consume grandes cantidades de energía y otros recursos naturales, actuando como si éstos no tuvieran límite. Según el informe nº 10/2006 de la Agencia Europea de Medio Ambiente «Urban Sprawl in Europe. The ignored Challenger»: en los últimos 50 años, la cantidad de superficie transformada por persona ha aumentado en las ciudades europeas más del doble; en los últimos 20 años, la superficie construida en muchos países de Europa occidental y oriental ha aumentado un 20%, mientras que la población sólo ha crecido un 6%; y, de acuerdo con los datos del proyecto de la Agencia Europea de Medio Ambiente «Corine Land Cover», entre 1990 y 2000, el suelo urbanizado ha aumentado en España en algo más de 170.000 ha, lo que equivale a un incremento medio de la superficie de nuestras ciudades de casi un 25% (European Enviroment Agency, 2006).
Los valores de ocupación de suelo artificial conocidos (Atlas Digital de las Áreas Urbanas, según datos IGN procedentes del proyecto Corine Land Cover), que se refieren a los incrementos experimentados entre los años 1987- 2000 y 2000-2006, arrojan una variación, en el 1º caso, del 46% y, en el 2º, del 24,8% para la Región de Murcia; concretamente, del 55,20% y el 28,50% respectivamente para el municipio de Murcia. Se obtiene, además, que el porcentaje de variación de suelo artificial de la Región de Murcia, en el periodo 2000-2006, fue el mayor de todas las comunidades autónomas españolas, siendo el incremento entre 1987-2006 el 3º.
El excedente de viviendas: El análisis de los movimientos poblacionales y de la evolución del parque de viviendas pone de manifiesto –obviando la especial importancia que para la Región de Murcia tiene el tipo de desarrollo urbanístico de 2ª residencia– que entre los años 2001-2007 se ha experimentado una transformación urbanística y un exceso constructivo que deja una gran cantidad de viviendas sin ocupar y de suelo transformado sin justificar.
En el año 2001, único año del que se dispone información referente a número de viviendas vacías, éstas, 95.589 en total (Atlas Digital de las Áreas Urbanas del Ministerio de Vivienda), suponían para la totalidad de la Región de Murcia un 16,10% del total de viviendas existentes (siendo la media nacional de 14,80%).
Densidad y Tipologías: Durante mucho tiempo, en defensa de los criterios de salubridad y la búsqueda del modelo extensivo, han sido fijados desde el propio marco normativo estándares de densidad máxima o techo máximo poblacional que tienen, con independencia de la tendencia seguida en el mercado, una gran responsabilidad en la ocupación extensiva del territorio.
Al estudiar el caso de la Región de Murcia a través de los datos de todos los Planes Parciales Residenciales tramitados entre 2001 y 2007 (periodo en el que se experimenta el mayor desarrollo, sufriéndose en 2007 una violenta paralización), se observa que la prevalencia de la mínima densidad (según la LSRM, sectores con aprovechamiento residencial inferior o igual a 0,25 m2/m2, equiparable a una densidad inferior a 25 Viv./ha, considerando una superficie construida por vivienda de 100 m2c) es absoluta. El 77% de la superficie sobre la que se ha tramitado en la Región de Murcia planeamiento de desarrollo de uso residencial entre los años 2001 y 2007 se encuadra en esta categoría (13.700 ha). Casi el 18% lo hace en la categoría de Baja Densidad (aprovechamiento inferior o igual a 0,50 m2/m2). Si se circunscribe el análisis para el término municipal de Murcia, los datos que se obtienen son muy similares: 76% en mínima densidad y 15% en baja (figura 29).
En el caso de la Región de Murcia, la proliferación de la vivienda unifamiliar, como objeto de los desarrollos residenciales, ha sido creciente en estos últimos años y con proporciones superiores a los de la media nacional. Los datos consultados en el INE y en el Centro Regional de Estadística de Murcia reflejan que se produce, hasta el año 2007, un incremento de las edificaciones de 1 planta, siendo las de 2 plantas las mayoritarias, y que la superficie construida y ocupada por edificio se ve incrementada hasta el año 2008.
La cuestión tipológica residencial no se limita a la elección del tipo propiamente edificado, sino que afecta también a otras cuestiones como la agrupación de estos edificios, su relación con el entorno y la accesibilidad.
Transporte: El automóvil privado y sus necesidades complementarias se convierten en elementos caracterizadores del nuevo paisaje metropolitano: nuevos viales de acceso a los nuevos desarrollos; grandes nudos viarios; vallas publicitarias que contaminan visualmente el paisaje; y, «depósitos» interminables de coches anexos a las nuevas edificaciones, entre otras instalaciones. Se desarrollan –en muchos casos «a posteriori»– una serie de infraestructuras viarias que tratan de dar solución al acceso requerido para los nuevos desarrollos y que se apoyan y nutren, en gran medida, de la Autovía A-7 en el caso de la ciudad de Murcia, con las consecuencias para el tráfico de la autovía que esto conlleva. Como acicate adicional a esta política, en el año 2008, desde el Ayuntamiento de Murcia, se comienzan a realizar los trámites necesarios para la implantación de la Línea 1 del tranvía.
Una línea tranviaria que conectará el centro urbano con la zona N de la ciudad, donde se sitúan la mayor parte de los nuevos centros comerciales y una importante proporción de los nuevos desarrollos residenciales. Para ello deberán ejecutarse cerca de 6 km de nueva infraestructura de los que poco más de 1 km cuenta con áreas consolidadas a ambos lados.
Las propuestas urbanísticas para la periferia de Murcia
El análisis de los datos poblacionales resulta especialmente útil en el estudio de la evolución de los asentamientos residenciales de un único municipio, especialmente cuando éste tiene unas ciertas dimensiones. En el caso del Término Municipal de Murcia, mayoritariamente 1ª residencia de su población, los datos nos muestran las tendencias seguidas en la elección de los emplazamientos residenciales, mostrándose en la evolución de la población del término de Murcia un claro aumento de la población en las pedanías del 1º cinturón. Si se considera el valor absoluto de incremento de población, se observa que las pedanías del 2º cinturón reciben mayor aumento que la ciudad de Murcia (que crece muy por debajo de como lo hace el término municipal).
Las pedanías de huerta y del Campo de Murcia incrementan su población casi en la misma cifra que el resto de pedanías –más próximas a la ciudad– juntas. En una hipotética proyección de futuro a 30 años, la ciudad de Murcia perdería casi un 10% de su peso poblacional, alojándose en ella casi la misma proporción que en las pedanías de huerta y del campo de Murcia.
Si se analiza lo ocurrido en el periodo entre 1991 y 2001, etapa que responde al planeamiento propuesto por el Plan General de 1977 de Ribas Piera, se observa que fue ya en aquel periodo cuando el crecimiento de las pedanías del 1º cinturón fue cobrando protagonismo. No así en el caso del resto de las pedanías, que han crecido más en estos últimos años. Al Plan de Ribas Piera se deben la mayor parte de los sectores residenciales de la franja N, de ahí la repercusión en el crecimiento de población en estas pedanías.
Dentro de los municipios no costeros, Molina de Segura se presenta como el municipio de la Región de Murcia de mayor tendencia de crecimiento, teniendo esta evolución parte de su justificación en el papel que esta población ha desempeñado y desempeña como destino residencial alternativo a la capital –sin menospreciar su propia evolución como ciudad–. A lo largo de estos años, este municipio ha acogido en algunas de sus urbanizaciones periféricas la residencia de un cierto sector de población de Murcia, actuando como ciudad dormitorio; entre otros factores de atracción destacan la cercanía, la comunicación, los tipos edificatorios residenciales de las urbanizaciones, la existencia de un campo de golf en algunos casos y los precios inferiores a los de Murcia. En concreto nos referimos a los casos de Altorreal, fundamentalmente, y también de La Alcayna.
Es de gran interés conocer las características de estos nuevos territorios, analizar los modelos arquitectónicos que van ocupando y construyendo esta periferia, así como los «artefactos culturales» que resultan fundamentales en el desarrollo metropolitano moderno. En el caso de los usos residenciales, además de ser relevante el papel del diseminado en la transformación del territorio, destacan la urbanización residencial como actuación de conjunto (con campo de golf en algunos casos y resort turístico, en otros) y las unidades residenciales cerradas, como elementos de carácter más puntual.
Si bien los datos referentes a estos años reflejan una clara tendencia hacia la ocupación suburbana, ésta es paulatina, tendiéndose a unificar las pedanías del 1º cinturón con la ciudad, sin perder en su unión apenas peso relativo.
Son los valores de la proyección teórica a 30 años los que, de llegar a producirse, invertirían la primacía de la ciudad y supondrían el cambio del modelo urbano actual.
En la periferia de la ciudad de Murcia, principalmente en su zona N, se han ido desarrollando a lo largo de los últimos años algunos ejemplos –tanto residenciales como comerciales– que caracterizan, con gran acierto, el fenómeno de la dispersión.
Dentro de los ejemplos más próximos a la ciudad se encuentran las urbanizaciones Mirador de Agridulce, Altorreal y La Alcayna (éstas últimas pertenecientes al término municipal de Molina de Segura), todas ellas al N de Murcia. El Mirador de Agridulce surge a modo de ampliación de la antigua Urbanización Agridulce (suelo urbano, ya en el Plan General de 1977), adyacente al Campus Universitario por el NO, desde el que se accede, con los problemas que esto ocasiona. El Programa de Actuación Urbanística (PAU) que desarrolla el ámbito (NP-IIa de Espinardo) es del año 1998, y abarca aproximadamente 20 ha donde se combinan las viviendas unifamiliares aisladas (400 viviendas donde se prevé aplicar la norma 6b de Ciudad Jardín Extensiva del Plan General de Ribas) con bloques de baja altura (200 viviendas donde se prevé aplicar la norma 3c Extensiva Baja). La Alcayna, –en Molina de Segura–, tiene su origen en el año 1978 y se desarrolla a base de viviendas unifamiliares aisladas. Contigua a la anterior, aunque sin ajustar sus delimitaciones, se encuentra Altorreal, procedente de una modificación del plan general de Molina de Segura en el año 1990. Altorreal es una urbanización residencial aislada, con campo de golf, donde los usos residenciales (mayoritarios) se distribuyen entre las viviendas unifamiliares y los bloques de baja altura. Se mezclan los destinos de 1ª y 2ª residencia, cuentan con un buen acceso, bien desde Molina o bien desde Murcia; en este último caso, a través de una carretera de 5,5 Km de longitud que, hasta la implantación de los nuevos centros comerciales, únicamente servía a estas urbanizaciones. Con acceso desde esta misma carretera se desarrolla otra urbanización residencial de menor entidad, Montepríncipe, que sólo se ha edificado parcialmente.
Ya en el término municipal de Murcia, en la pedanía de El Esparragal, situada en su zona N y a ambos lados de la carretera RM-A4 que une Murcia con Santomera, nacen 3 urbanizaciones residenciales de viviendas unifamiliares aisladas en suelo clasificado como Urbanizable No Programado en el Plan General de 1977: Los Ángeles en 1985, aproximadamente 10 ha desarrolladas en baja densidad con uso lucrativo exclusivamente residencial; Los Cantalares y su entorno, correspondiente a 3 ámbitos con origen en el año 1987 y que suman 54 ha; y, Montepinar con 84 ha en total, 52 ha desarrolladas en el año 1983 y el resto en el año 1995, con mínima densidad. La edificación en todas ellas está constituida por viviendas unifamiliares aisladas.
Con el tiempo, tanto la urbanización El Mirador de Agridulce como Altorreal, La Alcayna y las urbanizaciones de El Esparragal se convierten en un importante destino residencial para la población que trabaja en Murcia, cuyo acceso principal se resuelve desde la autovía A-7.
El caso de la urbanización El Portón de Los Jerónimos, ubicada aproximadamente 4 km al NO de la ciudad, también con acceso desde la A-7, urbanización residencial de viviendas unifamiliares mayoritariamente (32 ha), colindante a uno de los centros comerciales construidos recientemente (La Noria) y a la Universidad Católica San Antonio, de titularidad privada (UCAM). Hasta esta universidad llega desde el año 2011 el tranvía, para ello se destinan, de forma exclusiva, unos 3 km. de infraestructura, a partir de la prolongación de la línea que va hasta la Universidad de Murcia, en el Campus de Espinardo.
La urbanización La Ladera, de configuración más urbana que los ejemplos anteriores por ubicarse en continuidad respecto al núcleo de la pedanía de Churra, desarrolla un ámbito de suelo urbanizable no programado (UNP IV) del Plan General de 1977. El PAU aprobado en 1995 propone el desarrollo de casi 75 ha de superficie con la construcción de 670 viviendas unifamiliares (la mayor parte de ellas aisladas), además de otros usos en mínima proporción (15%).
Alejándonos de la zona anterior, encontramos el primero de los resorts turístico -residenciales desarrollados con un campo de golf en el término municipal de Murcia. Si bien no se encuentra en la periferia de la ciudad, merece ser referenciada por ser, junto al siguiente ejemplo, una de las primeras urbanizaciones con campo de golf implantada en la Región de Murcia. En el campo de Cartagena, al N de Los Martínez del Puerto, se sitúa uno de los muchos resorts que en la actualidad tienen acceso desde la carretera RM-19– que, a su vez, parte desde la A-30 a San Javier (antigua C-3319)–; en este ámbito se desarrolló la urbanización Mosa Trajectum, ubicada en una de las bolsas de suelo urbanizable no programado XIV del Plan de Ribas Piera, tramitándose en el año 1998 tanto su PAU como su Plan Parcial. Se trata de urbanización cerrada de baja densidad desvinculada de cualquier otro asentamiento, de uso casi exclusivo residencial y, mayoritariamente, de edificación en vivienda unifamiliar. La imagen que proyecta al exterior le dota de un cierto aire a parque temático que no deja de recordar a algunos de los ejemplos americanos, orígenes de este tipo de asentamientos.
La urbanización Torre Guill, que tampoco se encuentra en la periferia de la ciudad, a 12 km. de Murcia y emplazada aisladamente cerca de un entorno natural, aunque la urbanización está situada fuera del ámbito del Parque Regional de la Sierra de Carrascoy y El Valle. Procedente de un espacio clasificado como Suelo Urbanizable No Programado en el Plan General de 1977, se tramita el PAU en el año 1984 (el Plan Parcial en el año 2000), donde se plantea un desarrollo residencial de mínima densidad, fundamentalmente vivienda unifamiliar y apartamentos.
Se observa así, obviando los 2 últimos ejemplos, que al N de la ciudad de Murcia, teniendo como eje de E a O la autovía A-7, se dan cita los ejemplos más representativos de las formas de asentamiento que caracterizan el crecimiento urbano periférico, de las tipologías arquitectónicas que lo ocupan y, especialmente, de la relación de éstos con el entorno inmediato y no inmediato.
En esta zona se localiza, el mayor proyecto de conjunto comercial de la Región de Murcia, de gran importancia por su envergadura, por constituirse en pionero y por lo representativo de las tipologías arquitectónicas con las que se materializó. En éste se simboliza, de alguna forma, el proceso de terciarización comercial que ha experimentado el crecimiento urbanístico de la ciudad de Murcia en los últimos años. Este gran parque comercial se divide, tanto física como administrativamente, en 2: el correspondiente al Plan Parcial Nueva Condomina, donde se aloja el nuevo estadio de fútbol, ubicado al N de la autovía A-7; y, el que incluye las multinacionales de Ikea y Decathlon, entre otras, y tiene el Centro Comercial Thader como eje del conjunto, ubicado al S de la autovía.

PP Nueva Condomina: 2.123.445 m2 de suelo y 3.995 nuevas viviendas
El 1º de ellos desarrolla un ámbito de suelo urbanizable sin sectorizar de uso dotacional-residencial de aproximadamente 212 ha. El 2º, sin embargo, desarrolla el subsector ZP-Ch3-1 (O) destinado a actividades económicas y de 43 ha. Ambos desarrollos comenzaron su tramitación 16 meses después de la aprobación definitiva del Plan General. Además, en la zona N del Plan Parcial Nueva Condomina se localiza uno de los proyectos residenciales más llamativos de este periodo, donde se materializan cerca de 100.000 m2 de techo construido en 2 únicos proyectos, lo que representa únicamente el 20% de la edificabilidad residencial propuesta en el Plan Parcial. Se trata de Las Torres de Nueva Condomina Golf y las Terrazas Green Nueva Condomina, edificaciones que responden a la calificación de «residencial colectiva jardín y asimilables» del plan, conjuntos residenciales cerrados con espacios comunes privados. Dada su ubicación respecto a la ciudad y la no construcción del resto de la edificación residencial prevista en el Plan Parcial, ambos edificios han quedado en una situación de aislamiento y falta de servicios muy importante. Para viabilizar las propuestas anteriores y en gran parte planificadas «a posteriori», se desarrollan una serie de infraestructuras viarias que tratan de dar solución al acceso requerido y que se apoyan y nutren, en gran medida, de la autovía A-7, con las consecuencias para el tráfico de este viario de gran capacidad que la mezcla de tráficos de paso y distribución local conlleva.
Con menor representatividad, pero también en la zona N y vinculados a la autovía A-7 para su acceso, surgen el Centro Comercial La Noria en el año 2008, en la pedanía de La Ñora y el Centro Comercial El Tiro en Espinardo en 2009, colindante con el Campus Universitario. Si bien el 2º ejemplo opta por la tipología de contenedor más o menos anodino, donde todo cabe, La Noria pertenece al grupo de centros comerciales que pretende crear un ambiente similar al de la ciudad consolidada, a pesar de negarse a ella en su concepto o, incluso, suponer su propia amenaza.
Por la ubicación aislada de todos los ejemplos anteriores, su emplazamiento respecto a los ejes viarios –fundamentales existentes y creados–, su distancia respecto al núcleo consolidado, la definición de sus límites y su morfología, entre otros se concentran en este ámbito muchas de las características representativas del cambio en la dinámica del crecimiento urbano tradicionalmente seguido en la ciudad de Murcia y definitorio del nuevo modelo.
CONCLUSIONES
El intenso proceso de ocupación y transformación del territorio de las ciudades del Arco Mediterráneo Español ha tenido su particularidad en cada uno de los ámbitos de este espacio regional.
En el caso de la ciudad de Murcia y su entorno esas particularidades se han desarrollado, principalmente, según los tres fenómenos analizados: la transformación de la ciudad central, la ocupación del espacio huertano que rodea la ciudad; y, las nuevas periferias terciarias y residenciales, mayoritariamente apoyadas en la autovía A-7. No obstante, estos 3 procesos no han sido simultáneos ni han tenido una diferente incidencia en la configuración de la ciudad y su territorio. El primer y último proceso, la transformación del centro urbano y la creación de nuevas periferias, han reafirmado la idea de capitalidad regional de carácter urbano y metropolitano –en el primer caso por la reafirmación de su centralidad y en el segundo por la creación de una nueva ciudad lineal moderna y complementaria de la ciudad tradicional–. Sin embargo, el segundo de los procesos mencionados, el de la continua ocupación de la huerta, ha supuesto una pérdida de identidad de este espacio colectivo característico, sin ofrecer un modelo urbano o territorial específico y propio murciano que pudiera justificar dicha transformación.
La ciudad central, y concretamente el centro histórico de la ciudad, ha desarrollado una importante renovación de la edificación y del espacio público, especialmente durante la primera etapa autonómica. Esta apuesta de renovación ha permitido que Murcia haya mantenido su centro urbano como espacio relevante, así como, ofrecer una imagen de capitalidad renovada, a partir del mantenimiento, la conservación y restauración de las edificaciones históricas más relevantes, la transformación de sus espacios públicos urbanos más representativos, la peatonalización y la incorporación de nuevas edificaciones significativas.
La huerta de Murcia siempre ha contado con planeamientos que han considerado este espacio susceptible de recibir mayor cantidad de edificación, desde los primeros planes de la década de los sesenta hasta los planes generales municipales de 1977 y 2001. Si a las regulaciones anteriores añadimos una realidad que se ha empeñado en edificar este espacio superando las previsiones establecidas en el planeamiento, nos encontramos con una huerta cada vez más ocupada en la que no se han producido estrategias de protección eficaz de dicho espacio. La difícil ecuación de mantener el paisaje, permitiendo el incremento de la edificabilidad, ha resultado ser hasta la fecha más beneficiosa para la edificación que para el paisaje agrícola; pero, el incremento infinito de la ocupación no es posible si se apuesta por una preservación del paisaje característico de la huerta de Murcia.
Las nuevas periferias residenciales y terciarias han supuesto la creación de una nueva ciudad lineal a ambos lados de la autovía A-7, una nueva ciudad de Murcia que trata de ser complementaria desde el punto de vista de la capitalidad de la ciudad, incluso reforzarla como un espacio de necesidades ajustado a las demandas sociales y económicas actuales. A pesar de ello, parece evidente que la importante oferta de alojamiento, empleo y actividad del nuevo territorio compite con la ciudad tradicional y sus espacios de crecimiento en continuidad. En estos momentos, el cambio de ciclo económico ha ralentizado la ocupación y el desarrollo de estos nuevos espacios pero se impone una reflexión profunda sobre los efectos territoriales y medioambientales de este modelo de desarrollo y ocupación del territorio, especialmente, antes de que la actividad económica e inmobiliaria vuelva a resurgir.
En los 3 ámbitos anteriores, Murcia ha contado con un planeamiento cuya ideología se situaba más en el desarrollo o transformación del suelo y del territorio que en la conservación de la ciudad o huerta existente. Sin embargo, la valoración de los resultados en cada uno de los ámbitos no es igual: mientras en el centro histórico el planeamiento ha recibido una cierta aceptación de los sectores sociales y económicos, la transformación de la huerta, con unaideología no muy diferente, no ha tenido la aceptación anterior y, además, tampoco existe un reconocimiento explícito de los procesos de transformación de este territorio, por parte los distintos sectores implicados.
La realidad actual, comparada con la situación de partida en el año 1977, evidencia una ciudad y un territorio mucho más complejo, con una mayor ocupación del suelo. En esa configuración de las ciudades mediterráneas compactas tradicionales existía una clara distinción entre el espacio urbano y el agrícola, con débiles infraestructuras de unión entre poblaciones. Esa realidad de las fotografías aéreas de 1977 ha dado paso a un ámbito urbano y territorial en el que surgen urbanizaciones aisladas en el espacio agrícola y el territorio cercano, con una fuerte organización territorial basada en las grandes infraestructuras de comunicación y los grandes equipamientos terciarios. En definitiva, nos encontramos con un territorio más híbrido, con una nueva oferta de actividades y posibilidades, pero también, y sobre todo, con un espacio medioambientalmente más empobrecido y con unas formas de vida asociada cuyos costes energéticos resultan difícilmente asumibles a futuro.
Martí Ciriquián, P. y Moreno Vicente, E. 2014, La transformación urbana y territorial de la ciudad de Murcia y su entorno (1977-2010). Estudios Geográficos Vol. LXXV, 276, pp. 261-309
PLAN VIGENTE.
El Plan General se aprobó el 31.1.2001 definitivamente y posteriormente fue adaptado a la Ley Regional del Suelo (Decreto legislativo 1/2005) y aprobado definitivamente por según la Orden de 20.7.2006 (BORM 19.10.2006). Este plan mantiene la estructura básica que se estableció a finales de los años 70′. Entre los objetivos principales está el de colmatar los vacíos existentes, no solo en la segunda corona de la ciudad sino también de muchas de las pedanías que salpican el municipio que en algún caso han duplicado su población en los últimos 10 años. De entre los nuevos desarrollos que propone el plan, cabe destacar el complejo Nueva Condomina y Metrovacesa que supone la construcción de 3.700 viviendas, el desarrollo del nuevo estadio de fútbol con sus equipamientos deportivos asociados y una gran superficie comercial. Se proponen viales alternativos para conectar las pedanías del O (variante de Sangonera la verde).
Por otro lado, el plan delimita como suelo urbano todos los caminos que conectan el disperso urbano de la huerta, con la justificación de tratar de regularizar esta situación de crecimiento desordenado y espontáneo, las zonas de huerta o de campo que quedan entre medias quedan clasificadas en algún caso como Suelo Urbanizable especial para usos residenciales compatibles con la conservación ambiental del entorno y en otros casos como Suelo No urbanizable por ser inadecuado para el desarrollo urbano bien por encontrarse en los cauces fluviales o por tener algún valor medioambiental especial; de este modo se reclasifica una buena parte de suelo como urbanizable.
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El ladrillo como elemento del desarraigo social
La política municipal en este feudo del PP se ha basado en una promoción urbana desordenada que ha acentuado la desigualdad a política del PP de grandes eventos y urbanismo salvaje que ha sido la norma en el Levante español también ha afectado a Murcia de forma muy relevante. Los 20 años de Miguel Ángel Cámara al frente del consistorio murciano han resultado en la profusión del ladrillo y un aumento de la desigualdad. Una fórmula que ha laminado la presencia de la huerta en la ciudad a favor de esqueletos de hormigón y edificios sin construir Ante semejante panorarna, han surgido propuestas ciuiadanas para otorgar funcionalidad a estas infraestructuras en desuso.
Cámara llegó a la alcaldía en 1995 y el próximo 24-M no optará a la reelección. Le sustituye José Ballesta, otro hisrórico del PP regional, como cabeza de lista de la formación conservadora. La razón por la que el todopoderoso alcalde no repetirá tiene que ver con su imputación en el caso Umbra, un procedimiento que investiga supuestas irregulandades administrativas en la concesión de licencias de urbanismo. Cámara está imputado junto al exconcejal Fernando Berberena, y el omnipresente Jesús Samper, dueño del club de fútbol Real Murcia. Un dato es revelador El todavía alcalde hasta las próximas elecciones no sacó dinero de los cajeros automáticos en 2 años, tal y como destapó un informe de la Agencia Tributaria. La investigación de la trama desveló que durante los años 2005 y 2006 ni Cámara ni su mujer, Marisol Meroño, sacaron un solo € del banco, ni en efectivo, ni con tarjeta ni por cheque.
Además, las actuales políticas municipales han creado un entorno desigual de despilfarro, que ha servido para el enriquecimiento masivo de unos pocos constructores y empresarios que han visto incrementado su patrimonio, en ocasiones de manera ilegal.
Su participación en el desarrollo de los grandes ejes de la ciudad, a costa de olvidar las zonas más marginales, ha sido su sello de identidad. Barrios como San Andrés o El Carmen han sido completamente olvidados a favor de la ampliación de nuevos distritos como el de La Flota, que han crecido sin ningún control ni ordenamiento fijado.
La prioridad absoluta del gobierno del PP durante estos años ha sido la construcción de grandes centros comerciales al norte de Murcia, la zona sobre la que ha basado el plan urbanístico y donde ha ejecutado su gran apuesta política, la construcción del tranvía. Una línea de transporte creada para llegar a los espacios comerciales mientras las pedanías y barrios más humildes han tenido que contentarse con un servicio de autobuses de una ínfima calidad en cuanto a precio y servicio.
Sin embargo, los partidos que se presentan como opción de renovación frente al PP no han sabido construir una alternativa consistente que permita intuir un cambio de gestión en el Ayuntamiento de Murcia.
Cercanías: una radiografís diferente de nuestras ciudades. Diagonal-La Marea. 2016

Murcia 2020: Estrategia de ciudad es un proceso de reflexión de todos los agentes públicos y privados de cara a poder articular las políticas públicas y coordinar las iniciativas privadas a través de un único instrumento que favorezca la puesta en funcionamiento de intervenciones más adecuadas, eficientes y sostenibles para que Murcia se consolide como un referente de excelencia y calidad de vida en 5 modelos de crecimiento para la ciudad de Murcia: el modelo social, el modelo territorial, el modelo productivo, el modelo cultural y el modelo de ciudad inteligente.

Pero los «adáveres exquisitos» en forma de urbanizaciones incompletas han poblado la periferia, bajo la excusa del desarrollo turístico, con el cordón umbilical de la AP-7 colapsada y dejando la huerta arriconada y olvidada. Triste imagen da hoy la periferia de Murcia… Tardaremos décadas en digerir y re-transformar el territorio dañado.
Murcia tiene hoy una población de 439.889 habitantes y un parque residencial de 210.942 viviendas, de las cuales, 46.759 son unifamiliares (el 22,17%). Destacar que aún existen casi un 13% anteriores a la década de los 60′, datando de entonces 26.103 viviendas (el 12,4%), de los 70′ son 31.588 viviendas (el 15%), de los 80′ son 26.866 viviendas (el 12,7%), de los 90′ son 32.289 viviendas (el 15,3%) y de la década prodigiosa 2000-2009 son 63.509 viviendas (el 30,1% del total), y recordar que acumula una edificabilidad residencial prevista de 16.087.000 m2, para 123.746 viviendas (sólo por comparar Cartagena tiene hoy 123.121 viviendas), estando pendientes 109.840 viviendas (Elche, por ejemplo, tiene 110.674 viviendas).
Cada mercado es local.
Cada municipio tiene su singularidad.
Cada municipio se retrata en su parque residencial.
…seguiremos analizando en próximas entregas los 250 municipios mayores de España
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