Estos gráficos representan el Parque Residencial del DISTRITO 4 SALAMANCA del municipio de MADRID
Son los Bienes Inmuebles matriculados en el Catastro, clasificados por año de inscripción y por tamaño.
Cada barra horizontal representa una década, siendo la más reciente la inferior (2010′), y la más antigua la superior (<1900).
El color representa el tamaño, del más cálido (<60 m2) al más frío (>180 m2).
SALAMANCA Distrito 4. compuesto de los Barrios de 041 RECOLETOS, 042 GOYA, 043 FUENTE DEL BERRO, 044 GUINDALERA, 045 LISTA y 046 CASTELLANA
Son 539,24 ha de superficie y una población de 143.244 habitantes (266 hab/ha), 73.666 viviendas y 61.545 hogares. Con un saldo vegetativo prácticamente nulo, estancado (en 2016 hubo 1.231 nacimientos y 1.549 defunciones), 70.811 automóviles y 12.861 locales con actividad; con pocos menores de 15 años (el 11,55%), y muchos mayores de 65 años (23,99%); con poca vivienda muy vieja (1% tiene más de 100 años) en proceso de renovación, mayoritariamente viviendas de gran tamaño (más del 15% de superficie mayor de 180 m2), precios de vivienda muy, y al alza (5,61% en 2016), con un escaso 11,57% de población extranjera viviendo en el 9,01% de los hogares (4.613), y dónde un 37,90% de las viviendas están ocupadas por solitarios (hogares unipersonales), y un 14,86% (9.149 hogares) son mayores de 65 años solitarios.
Aunque parece todo muy homogéneo, nada más lejos de la realidad.
Una ciudad del tamaño en población de la ciudad de Salamanca (la 45ª), dentro de la ALMENDRA de Madrid
Linda al N con las vías de María de Molina y Avda. de América, al S por las calles O’Donnell y c/ Alcalá que separan del Barrio de Retiro, al O por el Paseo de la Castellana y al E por la M30, el arroyo Abroñigal.
Estas tablas cualifican las viviendas del Distrito 04 SALAMANCA según su tamaño y su fecha de construcción.
Perfil educativo de los habitantes del Distrito SALAMANCA y sus BARRIOS.
Son datos fríos, sin cocinar.
Información para la toma de decisiones.
Información para el conocimiento.
Es el distrito número 4 de la división decimal administrativa y está situado al nordeste del casco histórico, conteniendo una de las porciones representativas del ensanche burgués madrileño, ya que es una de las consecuencias más importantes del llamado Plan Castro, de 1860.
Llega a estar totalmente urbanizado en 1929. El proyecto, sin embargo, acababa en las Rondas; al exterior de ellas, saltando las áreas previstas de crecimiento controlado, se originó un desarrollo urbano, más espontáneo, que dió lugar a la Guindalera y a la Fuente del Berro, más atípicos respecto a la línea del resto. A pesar del tiempo, el primer núcleo a que se ha hecho referencia, con las modificaciones impuestas por las circunstancias, ha conservado su característica de barrio burgués.
Simplificando al máximo la retícula de las calles, cuatro han sido las grandes arterias que, paralelamente a la Castellana, conforman el barrio de oeste a este: Serrano, Velázquez, Príncipe de Vergara y Conde de Peñalver; a este trazado longitudinal hay que añadir las principales perpendiculares: Alcalá, Goya, José Ortega y Gasset, Juan Bravo y María de Molina. La plaza del Marqués de Salamanca constituye, en cierto modo, el límite de las zonas acaudalada y popular. Tan sólo en la zona enmarcada por las calles de Villanueva, Claudio Coello y Goya pueden admirarse las “viejas viviendas”, características del modo de hacer del arquitecto Lecumberri, con sus amplios portales para carruajes, sus desahogados patios interiores y sus tres o cuatro plantas de altura máxima.
Al final del Ensanche, en la Ronda, en su cruce con la calle de Alcalá, tenía su origen la carretera de Aragón, que se convirtió en el principal elemento estructurador de la parcelación surgida al socaire del Ensanche y que, al prolongarse, creará distrito limítrofe.
La primera aproximación al Distrito de Salamanca hay que orientarla hacia las antiguas propiedades desamortizadas y los procesos seguidos por el capital en tiempos del nuevo Estado liberal.
«…El eje Prado-Recoletos-Castellana se alzaba claramente con el centro irradiador de prestigio, de un nivel social elevado. Acercarse o alejarse de él redundaba en el escalón social. De ello daba perfecta cuenta el Ensanche Norte, donde la segregación horizontal era muy marcada. Los lejanos cementerios eran tierras de niveles bajos o muy bajos, mientras que el meollo de Chamberí presentaba un grado superior. La categoría de las calles también se dejaba notar, con unos valores siempre superiores en las principales avenidas que en las calles de segundo o tercer orden, estrechas y malolientes. Incluso dentro de una misma vía, conforme el caminante avanzaba hacia el este, la categoría de los alquileres iba en ascenso: así, la calle de Sagasta (hacia el centro del sector, pegada al casco antiguo) ofrecía unos alquileres medios, mientras que la calle de Génova (continuación de la anterior, pero cuyo punto final era la plaza de Colón) enarbolaba unos alquileres medio-altos.
El nacimiento del Ensanche Este tenía su nacimiento precisamente en ese pasillo de prestigio, una circunstancia que era muy evidente en las primeras manzanas que levantaron los ahorros del marqués de Salamanca, cuya actuación inmobiliaria marcó el devenir de todo el sector. En el triángulo comprendido entre la calle de Alcalá y el paseo del Prado, junto a la plaza de la Independencia, se reunía la flor y nata del nuevo Madrid. Allí todas las viviendas disponían de servicio doméstico y portería, las calles estaban adoquinadas, la red municipal de alcantarillado y alumbrado por gas llegaba a todas las vías y sus habitantes disfrutaban de servicio de tranvía directo a la Puerta del Sol, inaugurado en 1871 por el marqués de Salamanca. Sin embargo, ni todos los edificios ni todas las calles estaban igualmente valorados, ni sus inquilinos poseían el mismo nivel socioeconómico. La cuantía de los alquileres disminuía a medida que se avanzaba hacia el nordeste, alejándose de la Castellana, o bien si se trataba de calles interiores. Así, la distancia entre los fastuosos palacetes de la plaza de la Independencia (donde se ubicaba la Puerta de Alcalá) y los inmuebles de la calle de El Cid, paralela al paseo de Recoletos, era enorme, si bien cualquiera de los alquileres de este espumoso rinconcito eran bastante elevados en comparación a otras zonas del Ensanche, como por ejemplo los barrios bajos de la capital…»
«…El resultado de los procesos puestos en marcha por las desamortizaciones situó a Madrid a la cabeza del país tanto en el volumen de ventas registradas como en el valor de tales transacciones. Así, en la primera se vendieron en Madrid 540 fincas urbanas (más del 10% del caserío de la capital) por un valor de 228,5 millones de reales, el 22,5% del volumen total de ventas registradas en toda España. Dos décadas después, el trasiego de cambios en la titularidad de las propiedades urbanas recibió un nuevo impulso dinamizador con la desamortización de Madoz.
Madrid volvió a ser el epicentro de las operaciones de compraventa ya que concentró la quinta parte del valor vendido (200 millones de reales de un total de mil). El enorme volumen de negocio que generó el nacimiento de tan suculento mercado inmobiliario, se vio gratamente favorecido por los diferentes procesos de reforma interior del casco urbano que el Consistorio aprobó en la década de los 40′ y 50′ de la mano de Mesonero Romanos. El derribo de conventos, antiguos palacios, viviendas y otros edificios, abría la puerta para una racionalización del espacio urbano comprendido dentro de la vieja cerca madrileña que podría haber solucionado algunos de los problemas de la ciudad. Sin embargo, el interés de los compradores de suelo desamortizado en el interior del casco urbano madrileño no fue tanto la promoción inmobiliaria y la solución de los problemas de vivienda popular como la obtención de plusvalías con la compra-venta de terrenos. A la adquisición de dichos solares acudieron muchas de las grandes fortunas del país, y entre ellas los beneficiados por la revolución liberal que buscaban consolidar sus riquezas recién constituidas con la sanción de honorabilidad que otorgaba la propiedad. También acudieron a dicha compra una porción de pequeñas fortunas que, comprando uno o dos solares y proyectando construir edificios de vecindad sobre ellos, querían obtener el título de propietario y asegurarse una renta segura con la que vivir en la capital.
Con semejante caldo de cultivo, era lógico que el sector de la construcción adquiriera un peso económico fundamental para la ciudad. El enorme negocio generado por el parqué inmobiliario madrileño, formado tanto por edificios como por solares, atrajo a este sector no sólo a grandes inversores y productores de ciudad como José de Salamanca o Miguel de Indo, sino que también auspició la modernización del mercado inmobiliario madrileño. Desde los años cincuenta en adelante, surgieron en la capital los primeros promotores colectivos bajo la forma de sociedades inmobiliarias, de crédito, cooperativas y entidades benéficas destinadas a la construcción y promoción de viviendas en Madrid. En este periodo surgieron nombres como los de La Peninsular, la Constructora Benéfica o la Sociedad Española de Crédito Comercial. Fue en este sector donde se refugiaron, por un módico jornal diario que a duras penas superaban las 2 pesetas, cientos de aquellos inmigrantes que inundaban la urbe. Decenas de cuadrillas de peones salpicaban las calles de la creciente ciudad derribando edificios, acondicionando calles, erigiendo casas de vecindad, reformando las existentes o abriendo plazuelas. No había falta de trabajo sino más bien necesidad de buenos brazos que empuñaran los picos y las palas, una necesidad que no haría sino acrecentarse con el inicio de las obras del Canal de Isabel II y del ferrocarril, circunstancia que provocó durante unos pocos años una situación de pleno empleo…
Entre Palacetes y Corralas. Procesos de segregación socio espacial en el nuevo Madrid (1860-1905) Vicente F., Carballo B. y Pallol R.
«…La actividad especulativa y la inoperancia inmobiliaria generada tras la bancarrota del Marqués de Salamanca convirtieron las vastas extensiones de tierra de labor integradas en la zona de Ensanche, en un vergel inmobiliario en el que propietarios y promotores no dieron el paso urbanizador hasta asegurarse de que sus frutos estuvieran maduros y forjasen grandes beneficios. Este fenómeno, rasgo común a las otras zonas de Ensanche, propició que miles de inmigrantes que llegaban a la capital se vieran expulsados a las nuevas edificaciones que surgieron en los nuevos lindes de la capital establecidos por el plan de Ensanche. Barrios como los de la Guindalera, Prosperidad o La Venta del Espíritu Santo tuvieron su razón de ser en este contexto…»
Borja Carballo Barral. Los orígenes del Moderno Madrid: El Ensanche Este…
Una breve semblanza del Marqués de Salamanca.
El Marqués de Salamanca. La Primera Crisis Inmobiliaria de España.
Un joven que sabe aprovechar el tiempo
José María Salamanca Mayol, que iba a ser el hombre más rico de España y tal vez de Europa, nació en la ciudad de Málaga en el año de 1811. Su padre, un prestigioso médico de esta ciudad, don José María Salamanca Paz, le envió a Granada a estudiar y en su Universidad completó su formación en Filosofía y Derecho. Sus contactos familiares (su padre era amigo del Presidente del Gobierno Cea Bermúdez) le llevan a ser alcalde de Monovar y posteriormente, en 1835, a la alcaldía de Vera en Almería. Ese mismo año se casa con Petronila Livermore, hija del rico comerciante inglés Tomás Livermore, y en 1836 es elegido Diputado en el Congreso. Finalmente obtiene un juzgado de primera instancia en Madrid en el año 1838. Teniendo en cuenta que había terminado sus estudios universitarios en 1828, no puede decirse que perdiera el tiempo.
También aprovecha el tiempo en Madrid
Pero un hombre tan ambicioso como José María Salamanca no se podía conformar con los ingresos de un juez de primera instancia. Con las miras puestas mucho más alto decide entrar en el mundo de los negocios. En aquellos tiempos eso significaba entrar en el mundo de la más alta sociedad de la capital de España. Para ello necesita dinero que le presta su cuñado el industria malagueño Manuel Agustín de Heredia. Enseguida consigue ser introducido en los salones de María Buchenthal, uno de los salones más prestigiosos de Madrid y donde acudía lo más granado de la sociedad. No tardó en entablar amistad con el marido de la anfitriona, el conocido banquero José de Buchenthal. Con él aprende a jugar en la Bolsa donde hace inversiones muy arriesgadas pero que salen bien y gana mucho dinero. A quienes le criticaban por su audacia financiera les contestaba: dos formas hay de hacerse rico, ahorrando ochavos o tirando onzas. Hoy diríamos, ahorrando céntimos o tirando euros.
El monopolio de la sal
En 1841 sale a pública subasta el Monopolio de la Sal por un precio de salida de 45 millones de reales por año durante cinco años. José de Salamanca, ya hombre adinerado y prestigioso financiero, convence a Buchenthal para ir juntos a la subasta y la ganan. Quedaron en sus manos la fabricación, administración y distribución de toda la sal de España. El riesgo era grande pero resultó un negocio magnífico. Por fin, don José Salamanca era inmensamente rico. Esta riqueza se reflejaba en su tren de vida y en su influencia social y política.
Banquero de Estado
En ocasiones la Hacienda Pública, de forma discreta, había tomado prestado dinero de Salamanca para gastos urgentes. Pero en 1843 se hace oficial un préstamo de 400 millones de reales que Salamanca hace al Gobierno presidido por Joaquín María López, que apenas tenía crédito con la banca, necesarios para obras públicas como carreteras y telégrafos. El Gobierno paga este empréstito con bienes inmuebles procedentes de la desamortización. Sin bancos de por medio, el negocio fue, de nuevo, fabuloso.
Mecenas del teatro
Pero no solo se dedica a los negocios rentables. Por aquellos años funcionaba en Madrid el Teatro Circo, dedicado como su nombre indica a espectáculos circenses. Salamanca lo compra y reforma el local para dedicarlo al teatro lírico. Su inauguración fue un verdadero acontecimiento cultural en la capital de España y desde entonces se sucedieron las funciones de ópera italiana protagonizadas por los mejores intérpretes de la época. El teatro no dio dinero a Salamanca pero incrementó de forma notable su en prestigio social ya que el teatro se convirtió lugar de reunión de los más granado de la sociedad española. Este teatro, situado en la Plaza del Rey, fue destruido por un incendio en 1876. En el mismo solar, ya en manos de otros propietarios, se construyó el Circo Price, volviendo a dar funciones de circo hasta fechas muy recientes pues no fue hasta el año 1970 en que cierra sus puertas definitivamente y es derribado. Su lugar lo ocupa hoy un edificio del Ministerio de Educación.
Los ferrocarriles
En los tiempos del monopolio de la sal, Salamanca se da cuenta de las dificultades que presentaba la distribución de este producto debido a la mala calidad de las comunicaciones es España, a través de una red de carreteras en muy malas condiciones de mantenimiento. Fue entonces cuando empezó a pensar en los ferrocarriles, inexistentes hasta entones en nuestro país. La apuesta era arriesgada pues se consideraba una forma peligrosa de viajar. En el mes de abril de 1845 consigue la concesión para la construcción y explotación de la línea de tren entre Madrid y Aranjuez. Para asesorarse convenientemente viaja a Inglaterra y visita a George Stephenson, el ingeniero que construyó la primera locomotora de vapor. Visitó la primera línea férrea de Gran Bretaña entre las ciudades de Stockton y Darlington que circulaba a la escalofriante velocidad de 28 kilómetros por hora aunque ya se estaban construyendo otras líneas con mejor tecnología y más veloces. A su regreso a España constituye una sociedad con 43 millones de reales, contrata ingenieros ingleses y, finalmente, en febrero de 1851 se hace el viaje inaugural entre la capital y la ciudad de Aranjuez. Inicialmente no tuvo mucho éxito y fue conocido vulgarmente como el tren de la fresa pues se decía que solo tenía utilidad para ir a recoger esta fruta en la primavera. Pero, como era de esperar, este medio de locomoción termina por imponerse y Salamanca prolonga esta primera línea hasta Albacete primero y Alicante después. Más adelante participa en el tendido de la línea Madrid-Irún y también el a construcción de ferrocarriles en Francia, Alemania, Italia e incluso los Estados Unidos.
Salamanca político
Mientras estaba organizando el comienzo de sus proyectos ferroviarios, José Salamanca entra en política y en 1847 es nombrado ministro de Hacienda en el gabinete que preside Joaquín Pacheco. Pocos meses después cae Pacheco pero Salamanca permanece en el ministerio de Hacienda del nuevo gabinete presidido por Florencio García Goyena. Cuando dimite García Goyena la reina Isabel II ofrece formar gobierno a Narváez, enemigo declarado de Salamanca que se ve obligado a exiliarse en Francia. Estos avatares no eran raros en la política de aquellos años. Finalmente puede regresar a España a finales del año 1849 y retoma su proyecto de ferrocarril.
En la cima de su riqueza y poder
Salamanca no cesa de hacer negocios con éxito. Participa en las obras del anal de Isabel II que traen agua a Madrid. Crea la primera empresa de alquiler de coches de España. Dispone de varias residencias en Madrid, así como en París, Lisboa, Berlín y Roma. Su pinacoteca incluye cuadros de Murillo, Velásquez, Zurbarán y Goya. Sus varias residencias estaban lujosamente amuebladas y decoradas con bronces, cristalerías y cerámicas. Su fortuna fue calculada en cuatrocientos millones de reales, cifra fabulosa en aquellos tiempos. En 1863 la reina le otorga los títulos de Marqués de Salamanca y de Conde de los Llanos con grandeza de España. Salamanca lo tenía todo. Pero no.
La ruina: El negocio inmobiliario
Todo el mundo ha oído hablar del barrio de Salamanca en Madrid, que es hoy uno de los barrios más elegantes y caros de la capital de España. Debe su nombre a que fue construido por José Salamanca en lo que sería su último negocio. Ultimo y malo.
En el año 1863 compra diversos solares a la altura de la puerta de Alcalá. En total más de dos kilómetros cuadrados. El proyecto incluía la construcción de doscientas manzanas entre las que hoy son calles de Serrano y Claudio Coello. Un barrio moderno, de calles anchas y paralelas, como había visto en otras capitales europeas. La inversión necesaria era enorme incluso para una persona como Salamanca. Para acallar las críticas que consideraban demasiado alejado este barrio, construyó una línea de tranvía entre la Plaza de Oriente y la Puerta de Alcalá. La construcción avanzaba lentamente y sufrió retrasos por la utilización de malos materiales aportados por contratistas poco escrupulosos. Por este motivo algunos edificios se derrumbaron lo que aumentó aun más el costo de la obra. Para hacer frente a tantos gastos Salamanca ha de ir vendiendo sus propiedades: casas, tanto en España como en el extranjero, cuadros, valores en Bolsa, obligaciones de ferrocarriles. Vende su palacio del paseo de la Castellana al Banco Hipotecario. Según finaliza la construcción de viviendas las va hipotecando para conseguir más fondos y seguir construyendo. Pero se vende poco y no puede pagar sus préstamos. Pierde dinero y, por lo tanto, amigos, apoyos e influenza social. Con la restauración de Alfonso XII renace la esperanza pues es nombrado diputado y senador. Consigue nuevas concesiones de obras (canal del Duero en Valladolid, estuario del Urumea en San Sebastián) con las que esperaba ganar dinero para seguir las obras en Madrid. En uno de los viajes a San Sebastián para supervisar los trabajos allí en marcha, sufre un episodio febril, seguramente una neumonía. Se traslada urgentemente a su residencia de Vista Alegre en Madrid, última que le quedaba, y fallece el día 21 de enero de 1883.
En sus bolsillos solo tenía un billete de cien pesetas. No era suficiente para pagar su entierro.
José de Salamanca, el Marqués de Salamanca, el hombre más rico de España, murió en la más absoluta ruina a causa de la primera crisis inmobiliaria de los tiempos modernos. Pero su obra, que no llegó a ver terminada, permanece hoy como un emblema de la ciudad de Madrid. De todos sus negocios este fue, sin duda, el peor. Pero es por el único por el que se le recuerda todavía.
Salamanca fue, sin duda, el primer inmobiliario español, es decir el primer capitalista que entendió el negocio inmobiliario en el sentido moderno de la palabra. En 1864, “en pleno éxito económico y con plétora de disponibilidades”, Salamanca compró una enorme extensión de terreno (12 millones de pies, aproximadamente) “detrás de Recoletos y de la Fuente de la Castellana” con el propósito de crear una sociedad con capitalistas ingleses dedicada a la urbanización y construcción en lo que hasta entonces eran tierras de labor, aprovechando el Plan de Ensanche de Madrid aprobado por su Ayuntamiento.
La operación no le salió al fallarle la sociedad con los ingleses; ideó, luego la creación de un Banco Hipotecario, pero encontró feroz oposición; probó, por ultimo con una emisión de obligaciones del “Nuevo Barrio de Recoletos. Terrenos y Construcciones; al final, según el mismo confiesa en carta dirigida a su hijo Fernando “tuve yo que quedarme por mi cuenta con todos los terrenos” y dedicarse a la construcción de casas “con grandes sacrificios, pues he tenido que pagar el interés del dinero muchas veces al 8 por 100… con esa lucha he llegado a construir el barrio más cómodo de Madrid”.
La crisis de Salamanca la atribuye Torrente Fortuño a la confluencia de varios factores: un ritmo de inversiones demasiado rápido; inmovilización del activo (terrenos del barrio de Salamanca, inmuebles, palacios, pinturas; economía de consumo (lujo) y descapitalización (baja de cotización de valores en bolsa[1], aumento de los intereses pagados).
Para remediar esta situación, Salamanca acudió al crédito y cuando se agotaron estas posibilidades recurrió a las realizaciones de activo, venta de valores en las Bolsas de Madrid y París, venta de inmuebles, venta de obras de arte (cuadros, libros, bronces).
Todos los intentos de Salamanca por salirse su angustiosa situación resultaron al final inútiles. París contempló la subasta de sus colecciones de arte y meses más tarde la “ejecución” de quien antes era conocido como el príncipe Salamanca por el Tribunal de Comercio, por una letra impagada de 150.000 francos.
El 16.2.1876 vendió al Banco Hipotecario su palacio del barrio de Recoletos por 8 millones de reales, “no realizando ciertamente un buen negocio”.
La entrada de José de Salamanca y Mayol, el marqués de Salamanca, en el negocio de la especulación y la promoción inmobiliaria madrileña gracias a la compra masiva de grandes extensiones de suelo urbanizable desde 1862 en el Ensanche Este de la capital, fue comparable a la de un elefante en una cacharrería. En sólo 4 años el gaditano llegó a acaparar más de 100 fanegas de terreno urbanizable en el Ensanche Este (unos 3 millones de m2), el 6% de su superficie total, la mayor parte a las afueras de la Puerta de Alcalá, una de las áreas a las que la especulación afectó en mayor grado. El volumen y la forma en que adquirió estos terrenos fueron su ruina por varios motivos. En primer lugar, el marqués de Salamanca tardó muchísimo en aterrizar en el negocio de la especulación inmobiliaria madrileña, haciéndolo ya en la década de los 60′, demasiado tarde, ya que compró terrenos a un precio excesivamente revalorizado y con un nulo margen para obtener nuevas plusvalías. Además, los adquirió de forma rápida, sin apenas negociación y mostrando un interés inusitado por hacerse con la mayor cantidad de superficie cercana al eje Recoletos-Castellana, la más cara, inflando aún más los precios de partida demandados por los vendedores, entre los cuales se hallaban algunos de los grandes propietarios ya citados como Francisco Maroto, Erice o los herederos de Del Río, que no tenían necesidad de vender sus propiedades salvo a precios que les generasen suculentos beneficios, cantidades que estuvo dispuesto a pagar el marqués.
El deseo que le movió a comprarlos por un desembolso de más de 14 millones de pesetas fue, según sus memorias, el de trasladar a Madrid otros modelos de promoción inmobiliaria exitosos en ciudades en expansión como Chicago, Nueva York, Londres o París, que le sirviera para obtener unos beneficios considerables con la puesta en marcha del Ensanche. Cierto es que su idea original no fue llevar a cabo esta empresa inmobiliaria de forma individual, sino que se vio abocado a ello al fracasar en Londres la creación de una sociedad que capitalizara dicha actividad. Sin embargo, una vez adquirido tanto terreno urbano a tan elevado precio, y ante la obligación de actuar a título individual para movilizar tanto pasivo acumulado, Salamanca tomó la decisión de construir “un nuevo Madrid” que revalorizara unos terrenos muy bien ubicados pero que no poseían infraestructura urbana alguna.
Con su iniciativa, el marqués de Salamanca se convirtió en el primer promotor inmobiliario moderno de la capital, ya que fue pionero en la compra de una gran cantidad de terreno urbanizable y cohesionado para edificar en él siguiendo un modelo constructivo homogéneo pensado para las clases medias de la capital. Y aquí radica la relevancia de su figura y su influencia en el proceso de segregación social del espacio oriental del Ensanche de Madrid. Al comprar masivamente terrenos en esta franja, además de influir en el crecimiento de la burbuja inmobiliaria de la primera mitad de la década de los 60 y de arruinarse posteriormente por este motivo, confirió a esta zona un carácter urbanístico homogéneo gracias al tipo de edificaciones que efectuó, con edificios espaciosos realizados con materiales de alta calidad, dotados de jardines, patios interiores, bañera y chimenea francesa en sus principales, etc., modelos que fueron posteriormente imitados por los siguientes propietarios que edificaron en los solares contiguos, consolidando la impronta burguesa del barrio

1866 Madrid
En sus primeras construcciones iniciadas en 1864, las manzanas 208 y 209 del Ensanche, situadas en la Ronda de Alcalá (origen de la futura calle Serrano), el marqués de Salamanca siguió las directrices del Plan Castro antes de que sus higiénicas disposiciones urbanísticas fueran cercenadas posteriormente, constituyéndose ambas manzanas en pruebas vivientes de lo que pudo haber sido el Ensanche y no fue. Situadas detrás de la Casa de la Moneda recién construida, cada manzana albergaba “10 casas con un gran patio central”, cuya disposición era de “sótanos en las crujías exteriores, bajo, principal, segundo, tercero y buhardilla”. El factor en el que más difería respecto a los inmuebles del casco antiguo era la enorme extensión de terreno reservado para jardín privado, cumpliendo con la ordenación del Ensanche, que obligaba a que en cada manzana los espacios verdes abiertos ocuparan tanto terreno como los edificios. Disfrutar de amplios jardines interiores era una de las grandes atracciones de ese nuevo Madrid que estaba creando el marqués. Sin embargo, en el interior de cada inmueble subsistía la misma estratificación social en altura que regía en el casco antiguo, con 2 viviendas en los principales y los segundos que contaban con 400 m2 útiles cada una, 4 viviendas de 200 m2 en los terceros, y 12 pequeñas viviendas para obreros tanto en los sótanos como en las buhardillas de entre 30 y 40 m2. Mientras que los principales y segundos disponían de 17 estancias, 9 de ellas dormitorios (2 para criados) y el resto se destinaban para despensa, 2 WC, antesala, despacho, sala, comedor, cuarto de costura y plancha y baño (un lujo en el Madrid de la época), los terceros poseían 13 habitaciones, compuestas de 8 dormitorios (1 para criados), más despensa, despacho, sala, comedor y cocina. Por último, y para abastecer a sus inquilinos, la parte del edificio situado a ras de la calle estaba acondicionado para albergar 2 tiendas de todo tipo, como vaquerías, tiendas de vino y carbonerías, cuyo interior se dividía entre lo que era la tienda y el espacio de atención al público en la fachada exterior, mientras que hacia el interior aparecían varios compartimentos destinados a trastienda y almacenaje del género, y al fondo, dando al patio interior y al jardín común la vivienda en sí, que constaba de sala, comedor, despensa, cocina, WC y 4 dormitorios.
Ahora bien, las construcciones plurifamiliares posteriores que puso en marcha el marqués de Salamanca en las calles de Serrano, Jorge Juan, Claudio Coello y Lagasca, disminuyeron de calidad, ya que los materiales de construcción eran algo inferiores, estaban dotadas de una menor amplitud y su interior estaba mucho más compartimentado para implementar las rentas obtenidas de los alquileres por edificio. La raíz de tal cambio se halló en el rápido empeoramiento de su posición económica debido a la conjunción de varios factores en torno a la crisis económica de 1866, que trajo consigo el repentino derrumbe del valor del suelo del Ensanche tras años de continuada revalorización, la quiebra de multitud de sociedades, la desaparición de miles de puestos de trabajo y la consecuente reducción de la demanda habitacional. A ello se le unió el encarecimiento prolongado del crédito (tanto público como privado) del que se nutría Salamanca para obtener liquidez y seguir con la edificación de sus solares, y la anemia estructural de las cuentas del consistorio, que impidió el rápido acometimiento municipal de las obras de infraestructura y servicios necesarios para hacer habitable y atractivo el nuevo barrio que estaba creando. Por todo lo anterior, Salamanca se encontró con un pasivo inmovilizado enorme, una falta de liquidez para construir abismal y unos préstamos insalvables a corto plazo concedidos a un alto interés, lo que le hizo quebrar en 1869, año en el que el ayuntamiento otorgaba paradójicamente su nombre al barrio que había edificado de la nada.

1885 Madrid
Obligado a malvender todos sus inmuebles a medida que los construía, o a entregarlos como fianza de los sucesivos préstamos que incumplía, el marqués de Salamanca optó por rentabilizar al máximo sus inversiones para reducir su deuda mediante la división de las siguientes manzanas edificadas en un mayor número de inmuebles y con una mayor compartimentación interior. Sin embargo, aun habiendo sido reducida la calidad de los inmuebles plurifamiliares de finales de los 60′ y la primera mitad de los 70′ en relación a las iniciales manzanas 208 y 209, éstos seguían siendo mejores que la gran mayoría de los existentes en el resto de la ciudad, con la salvedad del barrio de Argüelles, situado en su margen occidental. De esta forma, en pocos años se erigió el primer frente oriental de manzanas edificadas en los pares de la calle Serrano, germen de un barrio que menos de una década después sería comparado “con los más hermosos de otras grandes ciudades europeas”.
Pero el marqués de Salamanca no sólo emprendió la edificación de inmuebles plurifamiliares en sus solares del Ensanche Este. También construyó pequeños hoteles unifamiliares destinados a una pujante burguesía que aspiraba a vivir, en la medida de sus posibilidades, en palacetes similares a los que la aristocracia poseía en el casco antiguo como símbolo público de reciente su triunfo socioeconómico. Estos hoteles constaban de planta baja, principal y segundo y disfrutaban de un pequeño jardín privado a sus espaldas que albergaba la portería, las cuadras y la cochera. La promoción más destacada fue la denominada Ladera de la Castellana, iniciada en 1865, que ideó el marqués en torno a la calle Martínez de la Rosa, conocida popularmente como la de la “S” por su forma, y que estaba compuesta de 12 hoteles cuya fachada daba a la calle mencionada, al Paseo de la Castellana o a la calle Serrano. Estos hoteles, que tenían tres tipologías distintas, se caracterizaban por poseer un sótano en el que se hallaban los cuartos donde trabajaba el servicio, es decir, cocina, despensa, cuarto de planchado, lavadero, carbonera y bodega; un bajo donde había comedor, salón, despacho, gabinete, vestíbulo y sala de billar; el principal y el segundo, donde se concentraban los dormitorios de la familia, con tocadores, gabinete, baño y ropero; y un sotabanco, donde dormían los sirvientes de la casa. Una similar distribución tuvieron los diez hoteles que el marqués ubicó en los alrededores de la Puerta de Alcalá, situados en los pares de la calle de Villanueva y en los solares de la calle Recoletos situados en la franja desgajada de su palacio una vez que se vio inmerso en la vorágine de malvender sus edificios para liquidar sus hipotecas.

1900 Madrid

1902 Madrid
Amplios y cómodos edificios plurifamiliares y hotelitos individuales con jardín para la burguesía, inimaginables en el interior de las cercas madrileñas, y en un número que superaba el centenar, fueron ofrecidos por el marqués de Salamanca a su población. No obstante, éstos no fueron rápidamente vendidos ni alquilados ya que en los primeros compases del nuevo barrio, además de a la difícil coyuntura económica y política nacional (crisis de 1866 y Sexenio), tuvo que enfrentarse al hecho de que una buena parte de la sociedad madrileña acomodada le achacaba que se hallaba fuera de la ciudad, apartado, sin buena comunicación con el casco antiguo (epicentro de la sociabilidad capitalina) y carente de los servicios urbanos más indispensables. El escritor canario Benito Pérez Galdós recogió estas suspicacias en varias de sus novelas poniéndolas en boca de personajes madrileños de nacimiento como Barbarita o Rosalía Pipaón. Barbarita, que residía en un principal propio de la calle de Pontejos, señalaba en Fortunata y Jacinta que no cambiaría su vivienda “por ninguno de los modernos hoteles, donde todo se vuelve escaleras y además están abiertos a los cuatro vientos”, como tampoco trocaría “su barrio, aquel riñón de Madrid en el que había nacido, por ninguno de los caseríos flamantes que gozan fama de más ventilados y alegres. Por más que dijeran, el barrio de Salamanca es campo…”. De modo similar se expresaba Rosalía Pipaón en Tormento, quien demandaba “vecindad por todos lados. Me gusta sentir de noche al inquilino que sube; me agrada sentir aliento de personas arriba y abajo. La soledad me causa espanto, y cuando oigo hablar de las familias que se han ido a vivir a ese barrio, a esa Sacramental que está haciendo Salamanca más allá de la plaza de toros, me da escalofríos”

1908 MADRID. DISTRITO BUENAVISTA. BARRIO LA GUINDALERA
Y en el otro extremo, La Guindalera. Y El Madrid Moderno.
A principios del siglo XX donde finalizaba el municipio de Madrid, a la vera del arroyo Abroñigal, entre éste y el Canalillo, en el barrio de la Guindalera, distrito de Buenavista, había unas grandes huertas dedicadas a la flor, hortalizas y árboles frutales. Sin lugar a dudas la abundancia del líquido elemento era primordial para que estas huertas aguantaran hasta finales de los años 50′.
De formación contemporánea y origen similar a la Prosperidad, el barrio de la Guindalera, en el distrito de Salamanca, fue creciendo de manera irregular ocupándose sus solares por modestas casitas obreras y por hotelitos más ostentosos para veraneos y fines de semana. De estas primeras construcciones del siglo XIX nada queda. Si se mantienen, en cambio, grupos de viviendas de pisos que se construyeron en las vías principales del barrio, las calles Cartagena y Pilar de Zaragoza, donde se pueden ver ejemplos de la arquitectura del inicio del siglo XX con esgrafiado en fachada.
Las viviendas obreras y las de recreo que se construyeron entre los últimos años del XIX y los primeros años del siglo XX, y que constituían lo más representativo del barrio primitivo, se han demolido casi en su totalidad a lo largo de los últimos 30-40 años de manera sistemática. En 1888 la Guindalera contaba con 762 habitantes y estaban ya adjudicadas las calles de Ardemans, Béjar, Cartagena, Francisco Mejía, Eraso, Pilar de Zaragoza, Agustín Duran, Francisco Santos y Martínez Izquierdo. Estas calle han sido el núcleo principal en el que se encontraban los edificios más representativos de arquitectura popular que conformaba el barrio original. Se puede decir que las pocas muestras que aún quedan están en serio peligro de sobrevivir al no contar con ningún tipo de protección que las ampare. Aunque, a decir verdad, de existir, nada garantizaría que no fueran víctimas de la piqueta, pues el ansia especulativa y el desprecio por los “documentos” históricos que ofrece la arquitectura queda más que manifiesta en algunas desafortunadas intervenciones ejecutadas por el Ayuntamiento de Madrid.
Dentro del antiguo barrio de la Carretera de Aragón o de la Plaza de Toros (en referencia a la antigua Plaza situada donde ahora se encuentra el Palacio de los Deportes de la Comunidad), a la izquierda de la Carretera de Aragón (actual calle de Alcalá), y junto a la actual Plaza de Toros de las Ventas, que sustituyó a la anterior en 1930, se comenzó a construir en 1890 una colonia de viviendas unifamiliares cuyo promotor llamó Madrid Moderno. La iniciativa del arquitecto Julián Marín, propietario de los terrenos fue secundada por el promotor Manuel Santos Pineda, quien trás los numerosos problemas que tuvo con el Ayuntamiento vendió los 62 hoteles construidos a Francisco Navacerrada Sánchez.
Su construcción, entre 1890-1892, constó de una 1ª fase de viviendas unifamiliares neomudéjares en las calles Castelar, Roma y Cardenal Belluga, debidas a Julián Marín.
Tras los problemas de la promoción con el Ayuntamiento, la legalización estuvo a cargo del maestro de obras Mauricio Martínez Calonge en 1894, que continuó la 2º fase de viviendas de estilo neomudejar en las referidas calles, a partir de esa fecha y hasta 1901.
Finalmente se produjo una 3ª fase viviendas de estilo modernistas en la calle Roma, a cargo, entre otros, de Valentín Roca Carbonell, de 1905 a 1906.
Al parecer, la relación de amistad de Santos Pinela con el Partido Liberal en el poder, al que perteneció, le permitió comenzar la construcción sin tener todavía las preceptivas licencias. El cambio de gobierno que dió paso a los Conservadores supuso que el Ayuntamiento de Madrid le negase las licencias y le paralizase las obras. Después de 2 años de recursos administrativos, Santos Pinela vendió la colonia construida al contratista Navacerrada. Éste se hizo cargo de las deudas y, una vez que legalizo la urbanización, entregó las nuevas obras al maestro Martínez Calonge para que finalizase el proyecto.
Con la aprobación en 1925 de la ley de casas económicas cambia la situación y se pretende fomentar la construcción de viviendas dirigidas no a la clase obrera (como eran las casas baratas a las que se refería la ley de 1921), sino a la clase media. Decíase que los límites de 30.000 y 6.000 pesetas anuales señaladas en la Ley de Casas Baratas respecto al coste de la edificación y máximo de ingresos del beneficiario no podía ser alterado. Se ampliaba, por tanto, el coste de la edificación a 60.000 como el máximo de ingresos del beneficiario y, lo que es más importante, se establecía un aval del Estado a los intereses de las cédulas inmobiliarias emitidas para la construcción de casas con destino a las cooperativas de funcionarios… como la medida del Gobierno más eficaz… del programa del Directorio.
La promulgación de estas medidas, tendentes a fomentar la construcción de bloques en altura en los terrenos del Extrarradio, significaba un freno a los estudios sobre las colonias de viviendas y al tema del Plan Regional. Al plantear que la ciudad era todavía un hecho inconcluso que debía ser finalizado, en realidad se retomaban las ideas de Núñez Granés y se daba un extraño salto atrás en la concepción de la ciudad: Durante estos años se intentó enfrentar, de nuevo, el bloque de alquiler a la colonia de casas baratas y sólo cuando fracasa la posibilidad de realizar un importante número de casas económicas para la clase media (para los cuellos blancos) se produce en las colonias de casas baratas una racionalización constructiva. La rígida aplicación de los esquemas tayloristas acaba por minimizar los supuestos estilos arquitectónicos y así una colonia de viviendas obreras de bajo presupuesto —como es, por ejemplo, el Madrid Moderno— adopta una expresión arquitectónica donde el lenguaje es consecuencia del proceso constructivo. Todas y cada una de las viviendas son entonces idénticas y esa uniformidad contrasta con otro tipo de colonias de viviendas, destinadas a la clase media, en la que la adopción de una expresión formal significa, precisamente, el lujo de la moda: y en este sentido el taylorismo imperante en El Madrid Moderno, su racionalismo constructivo, se enfrenta a la labor casi artesanal con que se construye el monumento racionalista de la Colonia Residencia.
Carlos Sambricio. La Política urbana de Primo de Rivera. Del Plan Regional a la Política de Casas Baratas.

1934 Madrid
El origen de la promoción de casas baratas para las clases más modestas y de las cooperativas se remonta a finales del siglos XIX, aunque ambas cobraron más importancia en las primeras décadas del siglo XX. En 1907 fue creado el Instituto de Reformas Sociales que cuatro años después promulgó la 1ª Ley de Casas Baratas, con varios objetivos, asegurar unas mínimas condiciones de higiene en las viviendas, fomentar el crédito a la construcción, etc.
En años siguientes 1921, 1922 y 1925, hubo nuevas leyes, intentando mejorar las condiciones, permitir la cesión de terrenos por parte del Estado y organismos locales, premiar la construcción… Aunque estas iniciativas no tuvieron mucho éxito por distintos motivos, entre ellos la especulación del suelo, se construyeron varias colonias, algunas desaparecidas, y otras supervivientes, hoy día sin duda revalorizadas.
La 2ª Ley de Casas Baratas en 1921 promovía la formación de cooperativas y surgieron una serie de ellas para la construcción de viviendas a determinados colectivos, militares, funcionarios, ferroviarios, periodistas, carteros, etc.
En el barrio de la Guindalera, la zona cercana al Arroyo Abroñigal, actualmente cubierto por la M-30, a principios del siglo estaba formada por huertas, la Huerta de Flores, de Ochoa, del Rubio, etc.

1924 Colonia Los Carteros
En el Distrito de Salamanca son 3 las Colonias Históricas aún en pie: la de Los Carteros, promovida en 1922 por la Sociedad Coopetativa de Casas Baratas para carteros, sobre ella Huerta del Catalán, proyecto de Enrique Martí Perla de 1920, formada por 120 viviendas unifamiliares rodeadas de un jardincito, promovidas a lo largo de toda la década por la Sociedad Cooperativa de Casas Baratas para Carteros enclavada entre las calles de Martínez Izquierdo, Orcasitas, Brescia y Avenida de Brasilia.; la de Fuente del Berro ideada por Gregorio Iturbe entre 1925 y 1926 vendidas a 30 años por unos precios que oscilaban de las 25.000 a las 30.000 pesetas; y la de Iturbe III o Madrid Moderno construida también por Iturbe entre 1927 y 1931 bajo el nombre de Colonia Cooperativa Madrileña de Casas Baratas y Económicas.
Colonia La Propiedad Colectiva: Está situada entre las calles del General Díaz Porlier, Ayala y Don Ramón de la Cruz. Fue construida en 1928 por el arquitecto Luis Martínez Díez. Cada edificio consta de 6 pisos, ático y patio común.
Colonia La Constructora Benéfica: Estaba situada entre las calles de Cartagena, la desaparecida de los Gremios (hoy un tramo se denomina Eduardo Vicente) y la avenida de América. La construcción de la avenida de América y del edificio de Repsol hizo desaparecer la mayor parte de la colonia. Estaba formada por casas de 1 o 2 plantas y fue construida por la Constructora Benéfica hacia 1922.
Colonia Fuente del Berro: Conocida también como colonia Iturbe I. Se construyó en terrenos de la quinta Fuente del Berro. Está situada entre las calles de Peñascales, Antonio Toledano, camino de Vicálvaro y Enrique D’Almonte. Fueron construidas 184 viviendas en varias fases por el arquitecto Enrique Pfitz y López en 1926 y colaboró el ingeniero José de Arroz Sigue una estructura ortogonal adaptada a la topografía del terreno. Consta de viviendas de 1 y 2 plantas. Toma el nombre de colonia Iturbe por su constructor, Gregorio Iturbe, pero es más conocida por colonia Fuente del Berro, nombre que se debe a la antigua fuente del Berro, situada en la calle de Gabriel Abreu, junto al parque del mismo nombre.
1943 Madrid

1946 Plan Bidagor Madrid.

1963 PGOUM
La N-II y la M-30.
Por Decreto 1284/1969, de 12 de junio, se apruobó la modificación del vigente PGOU-1963, en lo que se refiere a las determinaciones contenidas en el Plan Especial de Ordenación del sector de la avenida de la Paz, de Madrid, que igualmente se apruobaba.
El 8.12.1976 salía en el Diario El País, la siguiente reflexión-reportaje
El plan de la avenida de La Paz, un gran negocio para algunas inmobiliarias
La realización del Plan Especial de la avenida de La Paz -según la exposición montada en los locales del Colegio de Arquitectos de Madrid por un despacho de profesionales- supondrá importantes trasvases de población y de movimientos financieros. Los más perjudicados serán las 22.000 personas, de las 72.000 que viven en la zona, que se verán obligadas a abandonar sus viviendas por el sistema de la expropiación, y que coinciden en líneas generales con los habitantes de los barrios más pobres. Los más beneficiados serán los grandes propietarios del suelo, para los que no se prevé el sistema de expropiación, sino el de compensación, con lo que la plusvalía y los beneficios generados, por valor de muchos miles de millones de pesetas, quedarán en sus manos. Sobre esta base, Jose Andrés Manzano ha elaborado el siguiente informe.
Una de las grandes jugadas especulativas que permitiría el Plan consistiría en la posible transformación de la actual estación de Atocha, (unas sesenta hectáreas), en un gran complejo familiar-comercial similar al de AZCA, de la avenida del Generalísimo. Según las actuaciones previstas, se potencia una actuación inmobiliaria y de obras públicas en la que van a circular más de 320.000 millones de pesetas, se construirán unas 54.000 viviendas y se instalarán en toda la zona unas 280.000 personas nuevas.La idea de la apertura de una vía de tráfico Norte-Sur, utilizando la vaguada del Arroyo del Abroñigal, constituye una constante en todos los planes generales que ordenaron el crecimiento urbano de Madrid en este siglo. La idea básica de la que será la autopista de La Paz se menciona ya en el Plan Zuazo-Janssen, de 1929; en el Plan Bigador, de 1941, y en el Plan General del Area Metropolitana, de 1961.
El informe analiza el hecho de que sólo cuando la industria del automóvil ha adquirido un auge muy importante, y se produce el apoyo oficial a la concentración del capital en el sector de obras públicas (ambos íntimamente unidos), es cuando se acomete su realización.
La avenida de La Paz forma parte del Tercer Cinturón de Madrid. contemplado a su vez en el programa de la red arterial de Madrid confeccionado como proyecto el 1962 y aprobado el 1967. La avenida tiene características de autopista, es decir, elevado standard de diseño, control total de accesos, enlaces a diferente nivel, etcétera. Tiene 13,5 kilómetros de longitud y una anchura mínima de 120 metros, con cuatro vías y tres carriles para cada vía. El Ministerio de Obras Públicas proyectó y construirá la autopista, mientras que el Ayuntamiento aportará el suelo necesario. La superficie afectada por el Plan se extiende desde la zona de la estación de Chamartín hasta la de Entrevías, en el sur de Madrid. siguiendo la línea ligeramente curva del Arroyo Abroñgal, incluyendo la zona ferroviaria e industrial de Atocha-Delicias y Embajadores. Son 1.290 hectáreas en total.
Población
Dada la gran extensión del Plan, los asentamientos de la población y de la industria actuales son muy variados,, desde las chabolas de Entrevías hasta los pisos de catorce millones del Pinar de Chamartín. Agrupándolas por bloques de caracteres podríamos mencionar:,- Las viviendas construidas por sus mismos moradores en la posguerra, bajas, pequeñas, algunas con pequeñas huertas adosadas, sin alcantarillado ni agua corriente, con calles de tierra en estado natural, ocupadas por peones de albañil, traperos y trabajadores de los oficios peor pagados. Pertenecen a esté grupo los barrios de Valdevivar, Querol, las viviendas del Arroyo Abroñigal en su cruce con López de Hoyos, las bolsas aisladas de las colonias lbarrondo, Mahou y Quinta de la Paloma, marginadas del resto de su zona: los barrios de San Pascual y la Alegría (más de novecientas viviendas). Al sur de la avenida del Mediterráneo y de la Albufera, el Plan afecta al límite occidental del Puente de Valletas. con las colonias de Doña Carlota, Peña Prieta y Puente Vallecas, suburbios sur Gidos en la segunda mitad del siglo pasado, de pésimas condiciones higiénicas. Siguen más núcleos de infraviviendas. como las sesenta chabolas de las familias gitanas de Tres Ojos. Algunos núcleos han desaparecido ya, al ser expropiadas las viviendas. Las viviendas ocupadas por capas medias, muy variablemente extendidas a lo largo de la franja del Plan. Son desde bloques de tres plantas hasta chalets de una o dos plantas con jardín, que gozan de una cierta urbanizacion y de los servicios mínimos. Citemos, por ejemplo, los chalets de los números impares. 231 al 265. de Arturo Soria, muy degradados o incluso abandonados; la colonia de los Carteros, al sur del parque de las Avenidas la ampliación del barrio de la Concepción, construído por Banús, con una altísima densidad de población (más de 2.000 habitantes por hectárea), la colonia de los Parques, las de Iturbe y Fuente del Berro, ocupadas por una población envejecida.
Las grandes urbanizaciones de clase media alta y alta, como puedan ser las promociones del Pinar de Chamartín, con pisos entre cuatro y catorce millones; el parque de las Avenidas, bloques de hasta de diez plantas, con todos los servicios urbanos, y el complejo del barrio La Estrella, en la prolongación de O’Donnell. Las diferentes zonas industriales, de las que la más importante es la concentración de Atocha, Delicias. Embajadores, donde la Renfe es la gran propietaria, con unas 150 hectáreas de suelo. ocupadas en buena parte por las estaciones de Atocha y Delicias. La zona industrial y de servicios de la calle Fernández Shaw, la zona de «industria limpia», entre el parque de las Avenidas y la. autopista de Barajas, que cuenta, también, con edificios de grandes empresas de tecnología avanzada, como NCR, Philips. Y ya en el Norte, una zona ocupada por almacenes de industrias de la construcción. como Construcciones y Contratas. de maquinaria. o de textil.
Existen también algunas pequeñas zonas específicas. como la ocupada por los conventos de las Reparadoras y otras instituciones religiosas, o las instalaciones deportivas del Club de Tenis Chamartín.
Futuros cambios
Todas estas diferentes tipologías han sido tenidas en cuenta a la hora de cambiar los usos del suelo afectado. El informe destaca el claro favoritismo hacia los grandes y medianos propietarios de suelo y el oscuro destino de los barrios más pobres. Los sistemas utilizados serán tres: compensación, expropiación y cesión de viales.El primero deja abierto totalmente el camino a la iniciativa privada. Los propietarios del suelo urbanizan a su cargo y luego construyen directamente, con lo que el beneficio queda en sus manos. Este sistema les interesa sobre todo a los grandes propietarios, que cuando poseen el sesenta por ciento del terreno del polígono pueden expropiar, incluso a los restantes propietarios, en caso que éstos no acepten formar parte de la Junta de Compensación. El procedimiento se presta a todo tipo de contactos entre el gran capital y la Administración. El más fácil acceso a la información de los organismos públicos permite a los propietarios conocer las líneas del plan a tiempo para proceder a la compra de los terrenos necesarios.
Este sistema se aplicará a la mayoría de los terrenos hoy concentrados en pocas manos. Los afectados serán los posibles inquilinos existentes, que pueden verse obligados a desalojar sus domicilios mediante el pago de una indemnización.
El sistema de expropiación consiste en que la Administración desaloja de sus terrenos a los propietarios, indemnizándoles. Si luego se construye o se realizan obras. la plusvalía generada queda en manos de los expropiadores. El sistema se utiliza generalmente en aquellas zonas en las que el terreno está dividido en parcelas muy pequeñas y donde ninguno de los propietarios tiene poder económico suficiente para urbanizar por su cuenta. En el caso de la avenida de La Paz. este sistema se aplicará (de hecho se está aplicando ya) justamente en los barrios más pobres,
El sistema de cesión de viales es el ejemplo más claro de la colaboración entre Administración y la iniciativa privada. Los segundos ceden a los organismos oficiales los terrenos destinados a los urbanizan y condicionan, y luego pasan a cobrar el importe de las obras. La plusvalía generada al revalorizar los terrenos queda en manos de los propietarios, que se han quedado con las parcelas donde se construirán, o ya están construidas, las viviendas.
Si el Plan se va realizando según las previsiones. unas 22.000 personas de las 72.000 que habitan la franja tendrán que abandonar sus barrios.
La gran mayoría de los afectados serán de las zonas de infravivienda. En cambio, se calcula en unas 54.000 viviendas nuevas a edificar, lo que significa una población de 280.000 habitantes.
El presupuesto destinado por el Ministerio para construir la autopista es de 4.016 millones, desglosado en 763,1 para el tramo Manoteras-María de Molina, 521,1 para María de Molina-O’Donnell, 273,3 de O’Donnell a puente Tres Ojos, y 488,7 de aquí hasta el Nudo Sur. Por su parte, el Ayuntamiento gastará otros 4.011 millones en indemnizaciones a expropiados y urbanizaciones.
Esta inversión pública propiciará una operación inmobiliaria en la que la iniciativa privada pondrá en circulación unos 324.000 millones de pesetas. De ellos, unos 110.000 millones se destinarán a la construcción e infraestructura de los edificios, unos 81.000 millones son el precio de los cambios de propiedad del suelo, 42.000 millones serán los beneficios del capital financiero y 94.000 millones los beneficios de inmobiliarias y promotoras. Según el informe, estas cifras económicas se han obtenido de cuatro folletos informativo-publicitarios de otras tantas inmobiliarias que actúan en la zona.

1985 PGOUM

1997 PGOUM
APE.04.09 CLUB SANTIAGO (9.619 M2 RESIDENCIAL)
Espacio deportivo-religioso, sobre lo que era un descampado, de iniciativa privada de 53.374 m2 de parcela, dónde quedan por materializar 9.619 m2 de edificabilidad residencial. Y el descampado contiguo… De los pocos solares anónimos y vacío?
APR.04.10 SERRANO C/V ORTEGA Y GASSET (TERCIARIO) y APR.04.01 CALLE PEYRE
Por medio de la propuesta Modificación de Plan General MPG.00.332, quedaba definido un ámbito discontinuo, APR.04.01 c/Peyre (barrio de Salamanca), APR.04.10 c/Serrano, API.02.12 Estación Sur (barrio de Arganzuela), API.16.22 Arroyo del Santo PP-II2 (Fortaleza) y APE.19.10 Valderribas (Vicálvaro), promovido por EL Corte Inglés, planteando un incremento de edificabilidad en 3 centros comerciales (Serrano, Retama y Avda de los Angeles) en 25.300 m2, aportando para dotaciones públicas 7.762 m2 de suelo en c/ Peyre y Avda de la Gran Vía del Este.
La ejecución del planeamiento del nuevo APE.00.02 se realizaría mediante gestión por actuación integrada, y sistema de ejecución por compensación y convenio urbanístico. Pero presentado una vez, y requerido de modificaciones el 14.4.2011 por la CAM, volvió a la carga. El 25.10.2011 el Ayuntamiento en Pleno aprobó las correcciones y el 30.11.2011 provisionalmente, siendo el 19.1.2012 cuando aprobó definitivamente la MPG. Sin embargo, el Tribunal Superior de Justicia de Madrid, sentenció el 21.6.2013 la anulación definitiva de la MPG.
APR.04.03 PASAJE PRINCIPE DE VERGARA
Con el objetivo de eliminar el cuerpo edificado situado en el fondo del pasaje propiciando su conexión con la c/ general Pardiñas, racionalizando las alineaciones interiores, y ordenando la nueva edificación de cara a rematar las medianeras existentes, surgen 1.140 m2 de edificabilidad residencial, iniciativa privada y sistema de gestión por compensación.
APR.04.09 COCHERAS METRO/PTE DE VENTAS
«Quedó en el dique seco como consecuencia de la calificación que debía asignársele desde el punto de vista urbanístico para cubrir los costes necesarios de actualización de la cochera. Era un proyecto aún sin madurar cuando cambió el Gobierno», explica el consejero delegado de Metro, Juan Bravo.
Cuatro Caminos, Ventas, Plaza Castilla y Pacífico, son las cocheras de Metro de Madrid, que en febrero de 2014 saldrían a subasta para sanear las cuentas de la empresa. Lucha de intereses, sanear unas cuentas o servir a las necesidades locales de los barrios. La batalla no ha hecho más que empezar.
La actual ficha del PGOU-1997 ofrece 24.827 m2 de edificabilidad residencial y 7.870 de uso terciario, junto a 6.314 m2 de zonas verdes, 450 m2 de equipamiento público, y 6.327 m2 de servicios de transporte. Habrá de repensarse muy bien la ordenación, el procedimiento de gestión, y el calendario de actuaciones con demoliciones?
En pleno barrio de la Guindalera y a la entrada del Parque de las Avenidas, ha sido noticia recientemente la subasta por parte de la CECA (Confederación española de Cajas de Ahorro), de su sede, siendo adjudicado al tándem Pryconsa-Amenábar («dícese» 30 millones de €), con cambio de uso de terciario a residencial. Ahora toca hacer números si derribarlo (120 viviendas), o rehabilitarlo (150 viv). Una escasísima oportunidad de intervención en El Barrio.
Y todos quieren INVERTIR en el Barrio de Salamanca; aquella silueta noble que da al Paseo de la Castellana, o el Paseo de Recoletos, con los exigüos restos de una fachada con «hotelitos «(palacetes) ya está perdida…; y los tradicionales «capitalistas» con edificios de titular único viviendo de sus rentas; y las fortunas venezolanas buscando rentabilidad para sus dólares; y las presiones de las cadenas comerciales por localizar amplios espacios de venta y exposición, en planta baja o edificios enteros; y las cadenas hoteleras en edificios cada vez más exclusivos; y los edificios de oficinas para corporaciones de profesionales, imagen para sus sedes corporativas,… dónde va a quedar el carácter residencial, de viviendas, con hogares en El Barrio de Salamanca?
La dinámica urbana. Todo cambia para seguir igual.
Cada mercado es local.
Cada municipio tiene su singularidad.
Cada municipio se retrata en su parque residencial.