ECIJA

ECIJA. Población (INE)

ECIJA Pirámide de Población

ECIJA. Bienes Inmuebles de Naturaleza Urbana y Uso RESIDENCIAL 2014-2017

ECIJA Paro

ECIJA Deuda


Son datos fríos, sin cocinar.

Información para la toma de decisiones.

Información para el conocimiento.


Écija es una ciudad y un municipio de 978,73 km2 perteneciente a la provincia de Sevilla en la Comunidad Autónoma de Andalucía y ubicado en la comarca del mismo nombre, a 125 msnm. Geográficamente se encuentra situada al E de la provincia y asentada en el valle del Genil. Limita al NO con la provincia de Córdoba, al S con la Sierra Sur de Sevilla y al O con la Campiña de Carmona. Écija se encuentra más cerca de Córdoba que de la capital provincial Sevilla.

Aparte de la ciudad de Écija, el municipio comprende 8 entidades; La Aceñuela, Los Arenales, Cerro Perea, Isla de Vicario, Isla Redonda, San Antón, Villanueva del Rey y Navalagrulla.

Popularmente conocida como Ciudad del Sol, la Ciudad de las Torres y la Sartén de Andalucía (por sus elevadas temperaturas, especialmente en verano), está considerada como uno de los centros artísticos más importantes de Andalucía.

Además cuenta con algunas urbanizaciones en las inmediaciones como son la Urbanización Via Augusta («Cuesta Blanca»), Urbanización Astigi y Urbanización Cerro de San Cristóbal.

El Término Municipal de Écija linda al N con Palma del Río, Hornachuelos, Fuente Palmera y Guadalcázar; al E, con La Carlota, Santaella y Estepa; al S, con Herrera, Marinaleda, El Rubio y Lantejuela y, al O, Marchena, Fuentes de Andalucía, La Luisiana y Cañada Rosal.El municipio de Écija forma parte de la comarca agraria de La Campiña, la cual se caracteriza por sus relieves suaves y pendientes poco pronunciadas, constituyendo terrenos especialmente aptos para el cultivo de herbáceas en unidades homogéneas. Prácticamente la totalidad del área municipal está ocupada por cultivos agrícolas, más del 98%; preferentemente de herbáceas de secano, seguidas por herbáceas en regadío.

El suelo urbano total (0,48%) puede diferenciarse entre los núcleos de población que ocupan el 0,44% del territorio, concentrándose en el núcleo de Écija la mayor parte. El resto del suelo ocupado por este uso se encuentra repartido entre las pedanías de Cañada de Rabadán, Cerro Perea, Isla Redonda – La Aceñuela y Villanueva del Rey. La otra fracción del suelo urbano es la que corresponde a las áreas residenciales, principalmente localizadas en las proximidades de la ciudad, y con una extensión total de 36,75 has, lo que representa el 0,04% de la superficie municipal.El término municipal de Écija presenta una superficie de 974 km2 (el mayor de la provincia de Sevilla), caracterizado por una disposición de terreno llano alterado por pequeñas ondulaciones que rompen la horizontalidad del paisaje. Situado a una altitud entre los 70 y 300 msnm, sus terrenos quedan configurados dentro de la Depresión Bética, con génesis terciaria y cuaternaria, siendo los suelos dominantes las margas amarillentas y grises, calizas blancas, silíceas y tierras areno-limosas con cantos rodados. Se encuentra atravesada de E a O con dirección N por el río Genil, con un caudal muy irregular que recibe su principal aporte de los deshielos estivales de Sierra Nevada y de las lluvias.

El casco urbano de Écija se sitúa sobre el margen izquierdo de la terraza baja del Genil; presenta una topografía en ligera pendiente entre la terraza alta y la baja, que ha sido origen frecuente de inundaciones, siendo la única elevación destacable el Cerro del Alcázar (114 msnm), situado a unos 16 m sobre el río. Esta situación en depresión escasamente defendible, ha sido la causa de su desarrollo en épocas de paz y replegamiento en etapas inciertas.

La hidrografía del término municipal se ve claramente marcada por el río Genil, que lo atraviesa en diagonal, de SE a NO. Dentro de la hidrografía, y aplicando los criterios del Mapa de Usos y Coberturas del Suelo en Andalucía, se ha incluido la superficie ocupada por el bosque de ribera, por equivaler la vegetación riparia de un río o cauce natural. Es esa cobertura la que rellena una mayor extensión, con casi 334 ha, es decir, el 0,34% de la superficie de estudio. El bosque de ribera se encuentra bordeando el río Genil, sobre todo en el tramo situado al norte del núcleo de población de Écija. Ocupa una estrecha franja a ambos lados del cauce y constituye una de las zonas menos alteradas de todo el término, en las que todavía persiste la vegetación natural, como el chopo (Populus nigra), álamo blanco (Populus alba), serbal (Sorbus domestica) o el aligustre (Ligustrum japonicum). Por estos motivos presentan un interés especial desde el punto de vista ambiental.

El resto del terreno antropizado se reparte entre los usos industrial, aprovechamientos mineros y canteras, y vertederos. En cuanto a las zonas industriales, Écija cuenta con 3 polígonos, La Campiña, Virgen del Rocío y El Mirador. En su totalidad, el suelo industrial del municipio representa el 0,12% del término. Los otros usos son en extensión mucho menos significativos, estando las canteras repartidas por todo el municipio con una extensión total de 66,5 has, y un vertedero de 17,2 has, representando el 0,07% y el 0,02%, respectivamente.El cauce del río, considerándosele una anchura media de 20 m entre márgenes, se extiende a lo largo de una superficie de 154 has. Las balsas y embalses, de pequeño tamaño, ocupan, en su conjunto, una extensión total de 80 ha. 1.890 hs de zona lagunar, como la laguna de Ruíz Sánchez, las situadas en los Rasos de Mochales, Laguna del Humoso, Laguna Gorda, y las pequeñas lagunas circundantes, han sido desecadas en los últimos años, mediante canales de drenaje, para dedicarlas a cultivo de herbáceas, siendo éstos de bajo rendimiento productivo, debido a la salinidad de los suelos.

Si hay un elemento paisajístico y modelador del paisaje en Écija no es otro que el río Genil, que actúa en tiempo geológico y nos ha legado uno de los principales elementos de relieve: la terraza aluvial. El Genil es clave en el emplazamiento de la ciudad de Écija, aunque, hasta ahora, haya sido un claro elemento de borde al que la ciudad ha dado la espalda. Sin embargo, la forma de ocupación del espacio sí está muy vinculada al río.

Los ecijanos han transformado la totalidad del territorio, las terrazas y las zonas de campiña, conforme a sus necesidades y posibilidades de explotación. De esta forma, lo más importante de este proceso de transformación ha sido la desaparición de la vegetación natural a favor de las tierras de cultivo.El núcleo principal, Écija, se caracteriza por una tipología estética tradicional, a excepción de las nuevas construcciones que no mantienen esta línea. Destacan desde la lejanía sus famosas torres barrocas, elementos definitorios y caracterizantes de la Ciudad como Ciudad de las Torres.

Común a todo el municipio es de destacar el enorme peso y dimensión que adquiere la actividad agrícola. Por eso hemos decidido no diferenciarlo dentro del comentario genérico, al tratarse de un paisaje presente en todas las unidades y fundamentalmente, la de las Terrazas y Huertas del Genil.

En general, el valor paisajístico del Término Municipal responde a aquellas zonas donde la vegetación natural se mantiene, al núcleo urbano histórico y a las extensiones de cultivos asociados a cortijos, molinos y caserío disperso, y allí donde las redes de caminos y los tendidos eléctricos no antropizan aún un paisaje, donde la escasez de elementos naturales e hitos de interés se ve compensada por los cambios cromáticos que ofrece la variedad de cultivos agrícolas.

Ciudad de una larga trayectoria histórica cuyos primeros pobladores, probablemente fenicios,  debieron asentarse en este lugar en el siglo VIII aC. Vestigios de un primer asentamiento de origen turdetano los encontramos en la zona más elevada denominada Picadero al SE de la actual población, defendida por el río Genil y el arroyo Matadero. Ocupada por los romanos en el 208 aC será en el 14 aC cuando el emperador Augusto funde la Colonia Augusta Firma Astigi, llegando a convertirse en capital de un convento jurídico de la Bética denominado Conventus Astigitanus. Su situación privilegiada en el cruce de caminos y su condición de puerto del Genil, entonces navegable, la llevan a vivir uno de los momentos más gloriosos de su historia. Durante la decadencia del Imperio, Écija debió mantener su prestigio, erigiéndose Sede Episcopal ya en época visigoda. El urbanismo islámico conllevará importantes transformaciones morfológicas, cuyos rasgos más significativos serán la construcción de la muralla y sus puertas y la  evolución orgánica de la trama urbana heredada. Salvo la aparición de algunos arrabales en el XV y XVI, la ciudad se desarrollará a partir de su trazado medieval hasta llegar al siglo XVIII, en que se produce una expansión con trazado ortogonal hacia el Oeste. Será en este siglo la etapa de mayor esplendor en Écija, no por su urbanismo, sino por la calidad y riqueza de su Arquitectura barroca. El hito en el siglo XIX lo marcan la Desamortización de Mendizábal que en Écija tuvo gran repercusión al contar con un importante número de conventos afectados y el derribo de puertas y murallas. Pequeñas intervenciones y ensanches parciales modifican la trama urbana de los últimos tiempos. Declarada Conjunto Histórico Artístico en 1966, la dinámica contemporánea supone la asunción de nuevas pautas funcionales que deben integrarse en estrategias de conservación y revalorización del Patrimonio Histórico ecijano.Prehistoria

En lo referente a la Prehistoria ecijana, hay un considerable vacío de datos debido sobre todo a la falta de excavaciones e investigaciones arqueológicas, debiéndose buscar la causa en la monotonía del paisaje y la inexistencia de una topografía llamativa para la detección de yacimientos arqueológicos. Según se desprende de las escasas investigaciones realizadas, en la comarca astigitana debió vivir una población paleolítica de cazadores-recolectores, análoga a la de las comarcas de Loja, Puente Genil o Palma del Río. Sus elementos más antiguos corresponden a culturas iniciales de graveras, caracterizadas por la presencia de complejos líticos de cantos rodados, quedando enmarcados cronológicamente dentro del Pleistoceno Medio. Éstas  evolucionarán durante el Pleistoceno Superior a industrias de cantos tallados evolucionados y piezas sobre lascas.

El Neolítico supuso una gran revolución cultural y económica, en base a la conquista de la producción agrícola-ganadera, con tendencia al sedentarismo e invención de la cerámica. El neolítico ecijano podría estar asimilado dentro del círculo del Bajo Guadalquivir, siendo un aspecto relevante de éste la cerámica llamada a la almagra. Dentro de este horizonte se observa que, mientras la domesticación fue más temprana que en otros círculos hispanos, la agricultura cerealista no fue autóctona, sino introducida por los neolíticos levantinos en la segunda mitad del V Milenio. La ubicación de los yacimientos neolíticos en Écija se localizan a las orillas del Genil, río Blanco, arroyos y lomas del término.

El horizonte Calcolítico presentará una serie de transformaciones importantes respecto al Neolítico: explotación minera y metalúrgica del cobre y oro, hábitats con cabañas circulares con techumbres de barro y ramajes, enterramientos colectivos frente al individual del horizonte anterior, aparición de la industria textil, nuevas formas cerámicas, etc. La campiña ecijana estaría integrada en el círculo cultural megalítico de la Sierra Norte de Córdoba. Aunque ésta presentará técnicas de construcción funeraria distintas a las de este horizonte debido a la geología de la campiña y a la falta de material para la construcción de tholos funerarios o silos, de los que se han localizado varios como los de Fuentidueñas, La Laguna, el Mocho, el Cascajo, etc…  Queda por contrastar si fueron utilizados como enterramientos o como silos para el almacenamiento de grano. Otros restos calcolíticos hallados en el término ecijano son piezas cerámicas, como el vaso campaniforme y flechas de cobre tipo Palmela.

Los datos referentes al Bronce Pleno en la campiña son parcos, con pocos puntos de apoyo que sustenten una ocupación de este sector durante esta Edad de la Protohistoria. Será en el periodo Orientalizante cuando se pondrán las bases del poblamiento en el casco urbano de Écija. Las recientes excavaciones efectuadas en el cerro del Alcázar han documentado restos constructivos y cerámicas orientalizantes con una cronología del siglo VIII aC. Este hecho ha puesto de manifiesto la entidad del hábitat durante este periodo protohistórico, siendo éste un lugar que facilita la defensa gracias a su topografía, quedando enmarcado por el río Genil y el arroyo Matadero. El poblamiento debió mantenerse durante la posterior época turdetana siendo este núcleo originario al que hace referencia Plinio bajo el nombre de Astigi Vetus .

Periodo Romano

En las obras de  infraestructura y en las ciudades del mundo romano se hace patente la gran capacidad de ordenación territorial y urbana de su civilización. En Écija la construcción de la colonia imperial se plantea como un proyecto nuevo, rotundo y unitario, cuya implantación no ha de  respetar ninguna preexistencia. Una red viaria de trazado hipodámico con parcelas edificables rectangulares, insulae, y dos ejes principales ortogonales, el cardo máximo y el decumanus. El eje E-O se hace coincidir con la Vía Augusta, y se constituye como el auténtico generador de la trama urbana. Estas dos vías principales confluyen en un espacio público central, el foro, donde habrán de situarse los edificios de carácter público relacionados con la vida municipal y religiosa.

La potente estructura implantada habrá de permanecer en el tiempo, adoptada íntegramente por los pueblos posteriores a la dominación romana y desfigurada por el organicismo de la etapa musulmana, pero reconocible aún en nuestros días. Así podemos identificar como vía principal las actuales calles Emilio Castelar y del Conde, que atravesaría el foro situado entre la Plaza de España y la calle Mármoles. Situadas en los extremos de los ejes romanos principales son reconocibles algunas de las puertas de la colonia, coincidentes con las actuales  Puerta de Palma y Puerta de Osuna.

De los edificios públicos apenas tenemos conocimiento, aunque por la trascendencia urbana de Astigi debieron ser interesantes muestras de la arquitectura romana, caracterizada por su funcionalidad, monumentalidad y orden.

La fundación de la Colonia Augusta Firma Astigi en 14 aC parece haberse realizado sobre un núcleo prerromano situado en el cerro del “Picadero” cuya primera habitación se remonta al siglo VIII aC, en el contexto de la reactivación poblacional atestiguada para el bajo Guadalquivir en los últimos momentos del Bronce Final. Las excavaciones realizadas en este sector de la ciudad atestiguan un hiatus estratigráfico para los siglos V y IV aC que puede ponerse de nuevo en relación con lo que se sabe del poblamiento de la época en nuestra región, un poblamiento que se “reactiva” en los años finales de la etapa turdetana, como se constata en muchos otros oppida bajoandaluces.

Los estratos posteriores a esta “refundación” de la Astigi prerromana se documentan con especial vitalidad en “El Picadero” y ocupan un lapso temporal que se extiende sin solución de continuidad, entre los siglos III y I aC, de manera que la “romanización” de la ciudad no parece haber traído aparejada un crecimiento importante del núcleo urbano, cuya extensión hacia el E vendría delimitada por el cauce del río Genil. En estos momentos, la ciudad, que puede tal vez identificarse con la Astigi Vetus de Plinio, sería un oppidum de carácter secundario en la jerarquía poblacional, lo que explicaría su ausencia en los diversos relatos que narran los acontecimientos correspondientes al Bellum Hispaniense, y ello, a pesar de la cercanía del emplazamiento de la futura colonia a los lugares en los que se produjo la confrontación bélica (Vrso, Carruca)

Si es durante el siglo VIII aC cuando se crean las bases del poblamiento local, no será hasta el año 14 aC, con la fundación de la Colonia Augusta Firma Astigi, cuando tenga lugar un cambio importante en la concepción urbanística de la ciudad. Esta fundación, recogida en fuentes clásicas como Plinio, se fundamenta en aspectos económicos y estratégicos: la riqueza agrícola de la campiña astigitana, su situación en un importante cruce de caminos de toda la Bética, el peso que tuvo el Singilis como vía fluvial para la salida de productos agrícolas hasta Roma a través del Mediterráneo, para ello, se dividió el territorio en centurias y se repartió entre los colonos romano-itálicos procedentes de la deductio (licenciados del ejército). Gracias a ello, pronto se convertirá en una de las principales ciudades exportadoras de aceite y cereal de toda la Bética. En cuanto al topónimo Colonia Augusta Firma Astigi , el término Colonia se refiere al status jurídico de Astigi, el cognomina colonial Augusta significa que es una fundación colonial, ya sea del propio Augusto o de alguno de sus sucesores; el cognomen Firma expresa una variedad de conceptos como esperanza, lealtad, fidelidad, etc.Aunque tuvo su origen en la Astigi Vetus, la planificación urbanística de la Astigiromana fue creada ex novo. Fue realizada a partir de un parcelario urbano ortogonal dispuesto en función de 2 ejes principales: el Decumanus Maximus –con una orientación E-O- y el Kardo Maximus –con una orientación N-S–, encontrándose el Foro en el cruce de estas 2 vías, el cual fue documentado arqueológicamente en parte en las excavaciones arqueológicas realizadas en la Plaza de España (El Salón). A partir de las vías ya mencionadas, se fueron trazando calles paralelas y perpendiculares hasta quedar un plano reticulado con unas dimensiones de 78 ha, formando manzanas en las que se ubicaban las viviendas. A través de testimonios literarios de la Edad Media, sabemos que el trazado de la primitiva cerca romana era de doble paramento, construido en piedra y de gran envergadura. El único testimonio documentado arqueológicamente consiste en un núcleo de opus caementicium localizado en la calle Juan Páez 5 y 7, delimitando un recinto con un perímetro de 3.200 m. Extramuros de la ciudad se localiza la corona de necrópolis, teniendo constancia arqueológica de los recintos funerarios ubicados al N, O y S de la Colonia .

A partir de la fundación augustea, Astigi experimentará un gran auge económico a través del comercio oleícola llegando a ser considerada una de las ciudades más importantes de la Bética. Acorde con su condición de capital del Conventus Iuridicus Astigitanus fue la planificación de las áreas forenses de la ciudad, algunos de cuyos elementos más significativos han visto la luz en las recientes excavaciones realizadas en el Salón: un centro de culto imperial con una superficie superior a los 9.000 metros cuadrados, rodeado de estanques monumentales en cuyo interior se han localizado importantes restos escultóricos, arquitectónicos y epigráficos; Al Sur de este recinto se extiende el Foro de la Colonia, pavimentado con grandes losas de caliza que ocupa un área de casi 20.000 metros cuadrados. Por último, un nuevo recinto público se localiza al Oeste del Foro Colonial, con una superficie de algo más de 5.000 m2.

De la Astigi Tardorromana sólo contamos con parcos datos proporcionados por las intervenciones arqueológicas realizadas: se constata el retraimiento del perímetro de la ciudad cuyos ejes vertebradores se trasladan ahora hacia el N, al entorno de la actual Parroquia de Santa Cruz -Sede Episcopal en época visigoda, atestiguada por el magnífico sarcófago de piedra hallado en el lugar en 1885-; así como el robo y saqueo del material constructivo de los grandes edificios públicos, materiales ahora reutilizados en estructuras domésticas.

Periodo Musulmán

La conquista islámica

La entrada de las tropas musulmanas en la ciudad de Écija se produce en 711 al mando de Tariq ibn Ziyád, quien en su camino a Córdoba tras la derrota de los visigodos, procedió al asalto de las murallas de la ciudad, que terminó siendo tomada por la fuerza, al contrario que Sevilla, donde un pacto entre asaltantes y sitiados permitió el control de manera pacífica. Por el contrario, las fuentes hablan explícitamente de la conformación de una gran y tenaz oposición al ejército islámico, que estableció su campamento junto a una fuente a 4 millas de la ciudad, lugar que adoptó el nombre del caudillo islámico y que tradicionalmente se ha identificado con el de la Fuente de los Cristianos.

La conquista de Écija supuso un salto cualitativo en el avance de la dominación árabe de la Península Ibérica, al situar bajo la nueva hegemonía las campiñas medias del Guadalquivir y permitir el avance sobre el gran centro que era y será Córdoba. De esta manera se inauguraba una larga etapa que terminará en 1240 cuando las huestes del rey castellano Fernando III conquisten la ciudad como jalón fundamental en su avance hacia la toma de la baja cuenca del Guadalquivir. Se trata con seguridad de la etapa de la historia de Écija menos conocida por la parcialidad de las fuentes y la ausencia hasta el momento de estudios en profundidad, lo que evidentemente tiene sus secuelas en el aspecto que aquí nos interesa, el urbanístico y arqueológico.

Durante toda esta etapa Écija mantuvo un estatuto de capitalidad reconocido, de alguna manera herencia de su pasado romano y de su ubicación al pie de la gran arteria de comunicaciones –arrecife en las fuentes– que unía Córdoba con Sevilla, y, a mayor escala, el mar y el mar. Ya desde los primeros momentos de la organización de la conquista, en época omeya, pasó a convertirse en la capital de la cora (provincia), el distrito de carácter civil, judicial, religioso, fiscal y militar por el que el nuevo estado pasaba a articular el territorio conquistado, que en este caso resultaba ser de considerables dimensiones, por lo que se procedió a su compartimentación en distritos inferiores –aqálim– de carácter administrativo y fiscal, al menos cinco según las fuentes. Estas destacan, a la manera paradoxográfica clásica, su riqueza agrícola, la fertilidad de sus campos y la importancia de sus mercados.

En el momento de la conquista las tropas musulmanas se encuentran una ciudad con un urbanismo heredero del de época romana y visigoda, y en el que el elemento más característico es la muralla. Con la dominación islámica se fijará la configuracion del tejido urbano de la ciudad en su espacio intramuros hasta mediados del siglo XX.

Hipótesis de restitución de la muralla romana y trazado de la muralla medieval. GARCÍA-DILS, S.: Colonia Augusta Firma Astigi. Tesis doctoral inédita. 2010.

Traza Musulman

La ocupación islámica del territorio andaluz, con un alto grado de  urbanización relativa, se caracteriza por la adopción de las principales ciudades existentes como núcleos poblacionales propios, sin  recurrir a la creación exnovo de grandes urbes. Así el urbanismo islámico de Écija adopta las líneas generales de la Astigi romana para someterla a algunas transformaciones  entre las que destacamos la construcción de la muralla y de las puertas de la ciudad,  así como la desfiguración del perfecto trazado viario.

A finales del XI terminará consolidándose la muralla, encerrando una medina que irá creciendo en su interior, destruyendo el trazado hipodámico romano y ocupando sus principales edificios. La red viaria se hace flexible, adaptándose orgánicamente a los requerimientos del hábitat musulmán, donde la casa se convierte en verdadero elemento generador.  La medina queda fuertemente aprisionada intramuros, con lo que su traza permanecerá sin grandes posibilidades de cambio hasta la actualidad.

Apenas tenemos conocimiento de los edificios públicos existentes en época árabe, es lógico presumir la existencia de una mezquita alhama en su núcleo central y de un Alcázar, a lo que habría que unir un mercado, unos baños y algunas madrazas.

Con la llegada de los musulmanes se introducen en la Bética los esquemas medievales, siendo Écija el primer lugar donde los árabes encontraron alguna resistencia visigoda después de la victoria del río Barbate. A partir de estas fechas, Écija constituirá la capital de una Cora o provincia, llamada Istichcha (“las ventajas se han reunido”). Será descrita por las fuentes árabes una y otra vez como una notable ciudad a orillas del Genil, con importantes mercados y rodeada de campos fértiles y amplias vegas.

Las líneas generales del urbanismo de la Madina eran herederas directas de la Astigi Imperial -recordemos que según las fuentes islámicas el recinto amurallado romano se mantuvo hasta que Abderramán III decretó su destrucción en el año 913, como medida de castigo a los ecijanos por su apoyo al rebelde Ibn Hafsun-, y sus rasgos más definitorios son aún rastreables por las huellas que quedan en la ciudad: manzanas irregulares, callejuelas estrechas y sinuosas, existencia de adarves, etc. La construcción de la muralla y del alcázar ocupando el sector sureste del recinto murado durante la 2ª mitad del siglo XII, va a fijar los límites de la ciudad. Los restos de otras estructuras, bien domésticas o civiles, son hasta ahora poco conocidas. Más sorprendente resulta el hallazgo de una makbara localizada intramuros en las excavaciones arqueológicas realizadas en el Salón de un cementerio. Con una cronología que abarca desde el siglo IX al XIII, se encontraba situada en el centro de la Madina. Los arqueólogos la vinculan con la existencia de una mezquita localizada en un solar inmediato, donde hoy se encuentra el Convento de San Francisco o bien a espaldas de éste, en la parcela que posteriormente ocuparon las Carnicerías reales.

A la caída de la dinastía Omeya de Córdoba, el territorio de Écija es objeto de disputas entre 3 Reinos de Taifas regidos por bereberes: la Carmona de los Banu Birzal, el Morón de los Banu Dammar y la Granada de los Banu Ziri, cayendo en manos de los Banu Abbad sevillanos, hasta que en 1240 pasa a formar parte de los territorios de la corona de Castilla.

Periodo Cristiano

Écija se sometió a partir de esta fecha a Fernando III mediante una capitulación, la cual garantizaba a los musulmanes no sólo salvar sus vidas y sus propiedades sino conservar su propio estatus jurídico, religión y autoridades fiscales. Fernando III confió su tenencia a su heredero el infante D. Alfonso, que a su vez la daría a su amigo D. Nuño González de Lara.

Fue repoblada por cristianos que se ubicaron en un principio en la Calahorra o Alcázar, hasta que años más tarde al abandonar los musulmanes en masa la ciudad, se asentaron en ella los repobladores castellanos. Lo hicieron con arreglo a un Repartimiento que dividía la ciudad en 4 collaciones en forma de cruz, inspirada por una clara idea religiosa, confirmada por el nombre y distribución dada a las parroquias: Santa Cruz, Santa María, San Juan y Santa Bárbara; a fines del siglo XIV, se le añaden 2 collaciones más, Santiago y San Gil, que responden al crecimiento de los arrabales por el S y E de la ciudad.

El estado ruinoso actual de la muralla se debe no únicamente a su deficiente construcción original, con materiales pobres y mal compactados, sino también a la falta de mantenimiento en los últimos siglos.

Desde su construcción hasta la caída de Granada en 1492 el recinto amurallado fue objeto de frecuentes restauraciones y consolidaciones. Así, por ejemplo, en 1324, en el reinado de Alfonso XI, el infante don Felipe, conocedor personal de la realidad que presentaba la muralla y las necesidades defensivas de la ciudad, concedió al concejo, para la reparación de la parte exterior de la cerca, la décima parte de las rentas de la cal y las tejas de Écija y su tierra. En 1390 el procurador en Cortes por Écija solicitaba de Enrique III que devolviera a la ciudad el cobro de las penas por juegos prohibidos que le había quitado su padre Juan I, para atender a la labor de los muros, que son muy viejos e muy antiguos e muy flacos e se an mui mucho a reparar en ellos y en 1418 Juan II ordenaba al Concejo de Écija entregar todos los maravedíes destinados al reparo de las murallas por ser necesarios para los muros, torres y castillos de la ciudad.

El mantenimiento se mantuvo más o menos constante hasta mediados del siglo XVII, si bien ya desde fines del anterior, y perdida su finalidad militar, se autorizaron demoliciones en algunas torres y lienzos de la muralla que ofrecían peligro, demoliciones que fueron haciéndose cada vez más frecuentes con el transcurso del tiempo.

El estado ruinoso que presentaban los muros y barbacanas en 1784 provocó que la Corporación emplazara a los maestros de obras y obrero mayor para que llevaran a cabo un reconocimiento general de los mismos. En el informe presentado dan cuenta de las murallas y torreones deteriorados. Debido al excesivo número de éstos, el Municipio ordenó a los maestros mayores que declarasen bajo juramento qué murallas y barbacanas de las examinadas se encontraban en verdadero estado de ruina, cuáles podían seguir en pie reedificándolas, y las que se mantendrían firmes sin necesidad de reparo. Sería en 1785 cuando en cumplimiento de una Real Orden dictada al efecto, el cabildo acordaría derribar las partes de la muralla que no sirviesen de apoyo a ningún edificio. El derribo de las murallas de Écija en el siglo XIX no respondió a una necesidad real de “ensanche”, al contrario que en la mayoría de las demás ciudades españolas en estos años. De la misma manera que en Córdoba y Sevilla, se trataba más bien de seguir la moda impuesta por la nueva ideología liberal.

1572 Vista de Ecija, del Civitaes Orbis Terrarium, de Braun, Hogenberg y Hoefnagel

El 3.5.1240 el rey castellano Fernando III tomó la ciudad y se instalaron los cristianos en la Calahorra o Alcázar, como muestra palpable de su incorporación a la Corona de Castilla. Los musulmanes continuaron habitando la ciudad y su término bajo la garantía de los tratados como tributarios del rey cristiano hasta que en 1262 Alfonso X el Sabio determinó que la abandonaran en masa, aunque hasta el siglo XVI perduró un núcleo –la Morería– de bastante importancia si bien en continuo retroceso. Tras el abandono, que tiene lugar entre 1262 y 1264, se procedió al Repartimiento por collaciones de los bienes inmuebles que habían dejado, así como del denominado “término de la legua” y las aldeas. Este repartimiento se efectúa en forma de cruz inspirado por una clara idea religiosa, afirmada además por el nombre y la distribución que se da a las parroquias: Santa Cruz al N; Santa María al E, en la puerta del río; San Juan, hacia la Puerta Cerrada, al O; y Santa Bárbara, junto a la Puerta de Osuna, al S.

Se adopta sencillamente la forma de los calvarios medievales, identificando a Santa Bárbara con el pueblo fiel postrado a los pies de su Señor. No todo el gran espacio urbano pudo ser ocupado por los repobladores, y se tienen noticias hasta fines del primer tercio del siglo XIV de la existencia de solares y casas vacías, producto de las dificultades poblacionales de estos momentos. La pretensión del monarca mediante la repoblación de la ciudad y la división de su territorio según los nuevos patrones cristianos era convertir a Écija en el gran bastión defensivo de la campiña sevillana, junto a Carmona, en un entorno por entonces de carácter fronterizo. Se instituyó en Écija una capitanía mayor de Andalucía que duró mientras fue fronteriza del reino de Granada siendo el primer Capitán General Don Nuño González de Lara.

A lo largo del reinado de Alfonso X alcanzó Écija los mismos fueros y privilegios de Córdoba, ampliándolos después dicho monarca (1276) al declararla “libre e independiente de otra alguna y que tuviese feria franca”, y fue en este reinado cuando los partidarios del infante Enrique se hicieron con el control de la ciudad antes de ser derrotados en los campos de Morón en el enfrentamiento de este infante contra el rey. Durante más de 2 siglos Écija estuvo en la frontera del reino de Granada, estableciéndose frecuentes escaramuzas y participando activamente en los hechos de armas (Loja, Coín,…) que culminaron con la toma de Granada. En este período comienza a asentarse la nobleza entre sus muros y ya desde el siglo XIV hasta el XVIII la nómina nobiliaria Ecijana no cesará de enriquecerse. Frente a ésta pujanza el concejo ecijano guardó celosamente sus privilegios solicitando constantemente su confirmación por la realeza. Mientras se desarrollaba la guerra con Granada, la ciudad fue sede de la Corte varias veces, instalándose la Reina Isabel en el convento de Santa Inés.

El advenimiento de una nueva época generará la implantación de nuevos usos y la conformación de espacios que responden a las nuevas necesidades sociales que conllevan las transformaciones espaciales pertinentes adecuadas al modelo de organización del espacio de corte occidental y feudal. Un caso paradigmático en este sentido va a ser la formación de la Plaza Mayor de Écija, que desde el siglo XV comenzará aglutinar las funciones administrativas y el mercado central, ya en casi completa coincidencia con la forma y las dimensiones de la actual Plaza de España.

1786 ECIJA. Propiedad del suelo, por Manuel Sebastián de Luzguiños.

Ciudad Barroca

El ideal urbanístico barroco no tuvo gran repercusión en la Écija de su tiempo, que sin embargo experimentó entre los siglos XVI y XVIII una importante dinámica arquitectónica que caracterizará definitivamente su fisonomía urbana. Nos referimos a la singular construcción de numerosos palacios y casas de aristócratas, hacendados y burgueses adinerados, que junto a la cuantiosa arquitectura sacra y algunos edificios públicos,  salpicarán toda la ciudad de  obras  barrocas de inestimable valor.

Arquitecturas de gran interés tipológico que se adornan con una amplio repertorio de soluciones formales donde se conjugan las distintas artes y oficios, edificios llamados a cualificar la imagen urbana de la ciudad que hoy conocemos, sin olvidar el característico perfil en el que se destacan las famosas torres ecijanas.

En cuanto al urbanismo, además del desarrollo extramuros de la ciudad, es de destacar el singular proceso de privatización del viario urbano, bien por la implantación de grandes edificios conventuales y hospitales que digieren sectores del parcelario  incluyendo su viario, o bien por la construcción o ampliación de casas-palacio que tras su adquisición absorben las calles más inmediatas.

1811-1829 ECIJA

Será en el siglo XVI, al amparo de las nuevas corrientes renacentistas, cuando aparezca una nueva concepción urbanística. En ella será primordial un planteamiento de higiene urbana, de revitalización y embellecimiento de la ciudad, así como la ampliación de los espacios públicos y del trazado viario. Estas obras de infraestructuras y servicios públicos como el abastecimiento de agua a la ciudad, el establecimiento de mercados y hospitales, la apertura de plazas, se hacen, sobre todo, a costa de la trama urbana medieval. A lo largo del periodo comprendido entre los siglos XVI al XVIII, las transformaciones urbanísticas son escasas pero de excepcional importancia. El Concejo acometió, en el último cuarto del siglo XVI, la traída de aguas entendida como servicio público para el fomento de la higiene, al mismo tiempo que supuso una revolución estética por la construcción de fuentes ornamentales, como la Fuente de las Ninfas. Para asegurar la higiene urbana se crearon vertederos en varios puntos de la ciudad (en el Puente, el Valle, etc.) y se llevó a buen término la revitalización de varios trazados urbanísticos de la ciudad, como la creación de la Alameda y la reorganización de la Plaza de Puerta Cerrada, creándose un espacio abierto, y una alhóndiga y pósito para el pan, al igual que un mesón que atrajo a numerosos mercaderes y viajeros.

1866 ECIJA. “Plano descriptivo de la ciudad de Écija dividido en cuatro cuarteles y dieciséis barrios. Año de 1866”.

La expansión económica de Écija durante el siglo XVIII repercutirá sobre todo en algunos linajes nobiliarios, posibilitando la realización de grandes obras privadas que junto con las construcciones faraónicas realizadas por la iglesia -sobre todo en Parroquias y Conventos-, otorgarán a la ciudad la fisonomía barroca que le dará fama.

En el siglo XIX, la invasión francesa y la agitación social y política llevarán a la ciudad a la decadencia. Se inicia así un proceso de sustitución de la arquitectura del pasado que llega a su punto culminante con la Desamortización de Mendizábal en 1836, la cual decretaba el desalojo de todos los conventos habitados por menos de veinte religiosos/as. Los inmuebles desalojados fueron sacados a subasta pública, y a veces incluso vendidos a precio simbólico. Aquellos edificios que no fueron vendidos inmediatamente quedaron a disposición del Ayuntamiento quien, cuando no decidía su demolición, lo destinaba a los más peregrinos usos.

Écija no aprovechó la oportunidad, ni siquiera años después, con las ventajas ofrecidas por la Ley General de Desamortización de 1855 para emplear los fondos resultantes de la venta de bienes municipales en la construcción de la línea férrea. La falta de esta iniciativa vendría motivada por el conservadurismo de la élite local que careció de la visión de futuro suficiente como para percibir que el desarrollo del comercio e industria pasaba por este medio de transporte de manera inexorable como ya se había demostrado décadas antes en Inglaterra.

La condición rentista de los grandes propietarios agrícolas de la ciudad, privó a Écija de aprovechar el ferrocarril como medio fundamental para la comercialización de los productos cosechados en sus ricas tierras, impidiendo el intercambio entre agricultura e industria, esencial para el desarrollo económico y factor fundamental para el proceso de modernización. Esa falta de visión de futuro hizo perder la oportunidad de dirigir el trazado desde Lora del Río hasta Écija, por lo que la línea finalmente se dirigió hasta Palma del Río. El ánimo de muchos astigitanos aún seguía en pie y no se perdían las esperanzas de abrazar prontamente al progreso.

Mientras, la situación de las comunicaciones de Écija con las capitales de provincia más cercanas era lastimosa. La ciudad que no contaba con buenos y rápidos enlaces, sufrió incluso con la construcción del ferrocarril Córdoba-Sevilla la desaparición de algunos servicios importantes como los de diligencias y mensajerías aceleradas que discurría por la carretera general. El enlace con Palma del Río, donde se hallaba la estación más próxima, era dificultoso por la precariedad del camino de acceso y lo arriesgado del paso del Guadalquivir, ya que aún no estaba construida ni la carretera ni el puente de hierro que permitiría vadear con seguridad el río. Era evidente que la economía ecijana se resintiera, puesto que la salida de los productos de la tierra era limitada y poco competitiva frente a las localidades agraciadas por la llegada del ferrocarril. Las pérdidas económicas producidas por las dificultades en el transporte de mercancías provocaron que la economía local llegase a una situación agónica. La actitud ultraconservardora de los mayores contribuyentes, que no quisieron aportar el capital que les pedía la Compañía ferroviaria, impidió que la ciudad fuese un nudo fundamental en esa nueva línea que desde Madrid llegaría a Cádiz. 

Aún 40 años después, en 1892, se alzaban lamentos en los que se expresaba como la línea férrea que unía Madrid-Córdoba-Sevilla-Cádiz, debía haber discurrido por Écija, denunciando como la cerrazón de los caciques locales, que consideraron la empresa ruinosa, había impedido a la ciudad dar el paso decisivo para el progreso social y económico.Ya se advirtió en 1872 de la misma cuestión, indicando la necesidad de unir Écija con cualquiera de las vías generales de Sevilla, Cádiz o Málaga, ya que estos centros provinciales eran los mercados naturales de los frutos de la comarca ecijana. Y se le ha de dar la razón a este anónimo articulista cuando hace referencia a los proyectos fracasados, viendo la población pasar los años y no encontrar ningún tipo de alternativa. A comienzos de aquel año la única alternativa plausible parecía ser la de unir Écija con la línea que pasaba por Marchena. Incluso corrían rumores en la población de la visita de uno de los empresarios de la línea de Córdoba-Málaga, propietario del ramal de Marchena -Utrera, que trataba de continuar el mismo hasta Écija y Osuna para llegar después a empalmarlo por Casariche o cualquier otro punto de la línea general antes citada.

1873 ECIJA (IGN)

«…Durante la 2ª mitad del siglo XIX, se inician los proyectos de modernización de la ciudad: es en estas fechas cuando comienza la política de ensanches de calles y alineaciones en el tortuoso viario medieval, derribándose puertas, arquillos y postigos.

En 1872 se llevó a cabo la división en distritos administrativos. El resultado fue la creación de 6 distritos y 12 barrios repartidos de dos en dos en cada uno de aquellos. Los distritos fueron denominados de la siguiente forma: Cárcel, Santa Cruz, Concepción, Teatro, Alcolea y la Inclusa. Esta división fue ratificada en las Ordenanzas Municipales de 1889, aunque a finales de 1890 se procedió a su reforma elaborándose un nuevo proyecto en el que se conformaban 5 distritos –1º Santa Cruz; 2º Ayuntamiento; 3º La Victoria; 4º Inclusa; y 5º Teatro– y 9 barrios.

El proceso desamortizador iniciado en los años finales del siglo XVIII, y continuado a lo largo de la centuria decimonónica en las 2 etapas comprendidas entre 1834-1855 y 1855-1874 prácticamente dejaron incólume la herencia urbanística.

Las grandes transformaciones que trajo aparejada la Revolución industrial no tuvieron su reflejo en Écija. Únicamente unas mejores condiciones económicas alentadas por los beneficios agrícolas pueden explicar los cambios urbanísticos que sí se llevaron a efecto.

Madoz contaba un total de 227 calles “por lo general estrechas, tortuosas e irregulares, distinguiéndose por su longitud las llamadas Caballeros, Lebrón, la Victoria, Puente, Cava, Carrera, Carmen, Merinos y Mayor”. La escueta pero precisa descripción evidencia como la morfología de la ciudad heredó la trama medieval configurándose con tal potencia que a grandes rasgos llegaría intacta hasta la contemporaneidad.

No hubo ningún plan de ensanche, fundamentalmente por lo innecesario de su expansión a priori, pero sobre todo por no contar con una burguesía emprendedora, verdadero motor para la transformación y configuración de nuevas áreas urbanas donde poner en práctica las nuevas exigencias que la modernización requería para las viviendas y la vida en sociedad. Sin embargo, la actuación de las autoridades municipales, procedentes en su inmensa mayoría de este sector social, reflejarán esas exigencias en otras intervenciones que estudiaremos a continuación.

El positivismo imperante asumido desde una concepción de vida urbana tendrá como consecuencia la paulatina implantación entre los ecijanos de una visión de su ciudad cada vez menos ruralizada. Todas las transformaciones urbanas iniciadas en la Écija decimonónica irán paralelas al interés por presentar una nueva ciudad adecuada a los nuevos tiempos, aunque ni población ni economía exigiesen aumentar o reorganizar la trama urbana. Para ello, se establecerán normativas acordes que tengan como finalidad renovar y mejorar a través de estos cambios la imagen urbana y la vida de los vecinos.

1895 Ecija. Plano de Población (IGN)

La Écija del siglo XX se convertirá en una ciudad de servicios, en la que se promocionan viviendas de nuevo tipo para dar alojamiento a nuevas clases sociales.

El paso para convertir Écija en una ciudad moderna hay que rastrearlo lentamente a lo largo de la segunda mitad del XIX y primera del XX. Es un proceso que en este tipo de ciudades medias es mucho más lento y más particular, dependiendo de las características de cada núcleo urbano. Y Écija, de gran pasado histórico, ha sido fruto de sus pobladores tanto material como espiritualmente. La idiosincrasia de una población fuertemente marcada por el Antiguo Régimen, se dejó sentir no solo en el carácter de la humanidad que la habitaba sino en las realizaciones materiales de una sociedad muy jerarquizada y dependiente de los estamentos más poderosos. Las explotaciones agrícolas y propiedades, aún la mantuvieron a finales del Diecinueve dentro de la élite de ciudades españolas que más contribuían al erario público.

«…Podemos establecer en definitiva, tres etapas en la conformación de la ciudad desde el inicio de la contemporaneidad:

1ª.- De 1808 a 1870: Desde los primeros cambios introducidos por los franceses hasta la realización de los planos parciales de las plazas y calles, y formación del plano geométrico o general, instrumento esencial para la reforma interior. Una reforma iniciada lentamente, que superaba las desordenadas actuaciones, que puntualmente y de forma muy localizada, se venían produciendo con diferentes resultados finales. Se irían poniendo las bases, con las actuaciones públicas y privadas, para una nueva manera de intervenir en la ciudad.

2ª.- De 1870 a 1931. Esta etapa fue la más fructífera en la transformación urbana de Écija. La burguesía propietaria e ilustrada, que sustituyó a la aristocracia terrateniente, ejerció el control del poder municipal introduciéndose en el mismo una parte representativa de la burguesía comercial, y actuando ambas como elementos dinamizadores del cambio de actitud respecto a la gestión de la ciudad; aunque no siempre con la misma intensidad y acierto. Dos hitos importantes marcan la primera parte de esta etapa que arranca con el reinado de Amadeo de Saboya, prosigue por el breve periodo republicano para desarrollarse a lo largo de la Restauración: la apertura de la avenida Miguel de Cervantes a partir de 1878 y la llegada del ferrocarril en 1879, ambos fueron paralelos a la puesta en marcha de nuevos servicios públicos (alumbrado, higiene y abastecimiento de agua,…) que siempre mejoraron a los anteriores. La segunda parte, que se inicia con la Dictadura de Primo de Rivera hasta el advenimiento de la II República, queda marcada por la actuación del alcalde primorriverista, Luis Saavedra y Manglano, y su plan de mejoras de las infraestructuras urbanas y construcciones públicas de 1925. Con este, quiso proporcionar a la vez una nueva imagen a la ciudad y trabajo para los desempleados. No hay que olvidar que contó para ello con la supervisión técnica, aunque no con su continua presencia, del primer arquitecto titulado que ejerció como tal para el Ayuntamiento, nos referimos a Francisco Azorín Izquierdo. El impulso dado por Saavedra no cesó ni siquiera tras su destitución como Alcalde, quedando sus sucesores comprometidos con las tareas iniciadas. Dos de sus propuestas deben ser consideradas fundamentales, no solamente por su relevancia para la ciudad, sino por que fueron desde entonces, los proyectos que acapararon la atención de las distintas adeministarciones locales: el abastecimiento y distribución de agua y el abovedado del arroyo del Matadero.

3ª.- De 1931 a 1950: Igualmente podemos establecer dos periodos claramente visibles, el primero de 1931 a 1936 y el segundo de 1936 a 1950. Durante el transcurso del periodo republicano se intentó proseguir, pese a la falta de recursos, con el ambicioso plan de reformas urbanas de Saavedra y Manglano. Sin embargo, de gran importancia fue la creación de la Oficina Técnica Municipal para coordinar todas las actuaciones que se emprendiesen en la trama urbana, edificaciones e infraestructuras. Su andadura se iniciaría con Antonio Gómez Millán al frente de la misma, pero su nombramiento como arquitecto provincial algunos meses después, privaría a nuestra ciudad de su presencia. Su sustituto, José Granados y de la Vega, sería desde finales de noviembre de 1931 pieza clave en todas las intervenciones realizadas, siendo su actividad esencial para comprender los cambios de la ciudad en los 27 años que estuvo ligado a la misma. La continuidad del arquitecto a lo largo de periodo tan convulso y drámatico, Guerra y Posguerra-Autarquía, proporcionó a las diferentes coroporaciones un inestimable conocimiento de las necesidades y prioridades del urbanismo ecijano, aunque no siempre se viera concluir lo proyectado…»

La conformación de la ciudad contemporánea: Écija, 1808-1950. Clemente M. López Jiménez. 2013 Tesis Doctoral dirigida por Dº Mª Angeles Raya Raya. Universidad de Córdoba. Departamento de Historia del Arte, Arqueología y Música.  Facultad de Filosofía y Letras.

El Plan Extraordinario de Mejoras de la Ciudad de 1942.

 

Lo que sí se construyó fue un nuevo puente ferroviario a comienzos de 1945 que sustituiría al antiguo puente de hierro para poder ser usado por los trenes expresos y rápidos de la línea Madrid-Cádiz. Se ubicó a escasa distancia del de hierro con objeto de evitar gastos en el desvío del tramo. En febrero de 1945 se tenían construidas las cimentaciones y las cuatro pilas centrales de seis metros de altura, que soportarían los cinco arcos sobre los que se asentaban la vía y estribos. El nivel del arco con la plataforma por donde iría montada la vía llegaba a los ocho metros. A la par se realizaba un trabajo de relleno y explanación en la margen derecha del río. En agosto, ya estaban alzados los cinco arcos y se estaba procediendo al relleno de mampostería. También se estaban construyendo el muro de contención y el paso por debajo de la vía férrea. El puente quedó abierto al tráfico ferroviario a finales del año 1945, pasando a partir de entonces el de hierro a ser usado por el tráfico rodado, revirtiendo su propiedad al Municipio en marzo de 1947.

Sin embargo, los años de 1944 a 1946 fueron cuando más obras y reformas iniciaría el Municipio, destacando la ocontinuación de la construcción y adaptación de edificios para centros de enseñanza, realizándose en el de la calle Emilio Castelar los proyectos parciales segundo, tercero y cuarto. La atención a las viviendas se centró en el inicio de 5 proyectos de diferentes tipologías que sumaban casi el centenar de hogares. El de mayor envergadura fue un grupo de 30 protegidas y financiadas con el apoyo del Instituto Nacional de la Vivienda que se adjudicaron en subasta por un valor de 898.543 ptas. De éstas, en junio de 1945 se encontraban construidas diez casas hasta cubrir aguas, aunque no se pudieron terminar en su totalidad por la falta de madera para las techumbres. De las otras veinte estaba realizada la cimentación, aunque se tuvieron que suspender las obras hasta que el INV comunicase al Ayuntamiento que se procedía al otorgamiento de la escritura de hipoteca del solar y construcciones sucesivas. Igualmente se estaba a la espera de disponer de veinte vagones de cemento que se habían solicitado pafra continuar las obras. Otro grupo de 10 viviendas ultraeconómicas, dependientes en este caso de la Junta Local de Obras Sociales, que no habían podido ser concluidas por la falta de cemento, recibieron una inversión de 125.000 ptas. Y por último, se presentaron los proyectos para la construcción de un grupo de 12 casas de tipo rural patrocinados por la Obra Sindical del Hogar, con un presupuesto aproximado de 500.000 ptas., y de 4 bloques con veinticuatro viviendas para maestros y funcionarios en la avda. María Auxiliadora.

El primer Planeamiento General del Municipio. El PGOU 1980.

La elaboración del Plan General Municipal se remonta en su intencionalidad a la década de los años 60′, sin que tuvieran continuidad los trabajos realizados por los distintos equipos encargados de los mismos. El Plan vigente se debe a una iniciativa que comienza en el año 1972, con una información urbanística basada en su mayoría en datos de 1970, realizándose diversos Estudios y Avances de Planeamiento que carecieron de una continuidad efectiva.Durante la formulación del Plan se produce la aparición de la Ley Reformada y, con ello, el perfeccionamiento de los criterios y técnicas de redacción, en base a la experiencia de más de 20 años de vigencia de la Ley de Régimen del Suelo de 1936.

En 1978 la Corporación Municipal encarga la redacción del Plan a un equipo de Arquitectos, que recoge gran parte de los trabajos realizados hasta entonces, como ellos mismos reconocen en la Memoria, actualizan algunos datos de la información urbanística, como los referentes a la población, con el censo de 1975.

El Plan se aprueba inicialmente por el Ayuntamiento el 28.6.1979, y provisionalmente el 18.10.1979, pasando a la Dirección Provincial de la Consejería de Política Territorial e Infraestructura de la Junta de Andalucía para su aprobación definitiva si procede, en fecha de 19.12.1979.

En base al Documento presentado y a una reunión celebrada en el Ayuntamiento de Écija con fecha 9.4.1980, presidida por el señor Alcalde y a la que asisten los miembros de la Comisión Municipal Delegada de Urbanismo, el Secretario Municipal, Técnicos redactores del Planeamiento y el Arquitecto Jefe de la Dirección Provincial de Urbanismo de la Junta de Andalucía, este último elabora un informe sobre la idoneidad del Plan, que adolecía de diversas carencias y obsolescencias. En base a este informe se propone la devolución del Plan al órgano redactor, a fin de que se diluciden, completen y corrijan los extremos que se derivan del referido informe, que se contraste el documento con la metodología del Pliego de Prescripciones Técnicas que en su día redactó la Dirección General de Urbanismo para los contratos de Planes Generales y que conscientes de la dificultad de cumplimentar a corto plazo el documento unitario requerido se propusiera por el Ayuntamiento la aprobación Parcial del Planeamiento de aquellas partes que se estimen prioritarias:

a) Suelo Urbano, que engloba el Casco Histórico Artístico con las rectificaciones que en base al cumplimiento de la Ley, Reglamento y consideración de este informe se deriven.

b) Suelo Programado que se considere prioritariamente urgente, sobre todo industrial.

Esta aprobación atípica venía justificada por la urgente necesidad que tenía Écija de disponer de un planeamiento que permitiera el normal desarrollo de la actividad edificatoria, al objeto de no paralizar un sector que es vital para la vida económica del Municipio. Fue aprobado en su totalidad el Planeamiento en Suelo Urbano, comprendiendo el Casco Histórico-Artístico, Casco Protegido y Polígonos de Extensión, así como parte del Suelo Urbanizable Programado, dejando sectores de Suelo Industrial pendientes de un mejor estudio posterior, incidiendo en la información urbanística, que se juzgaba a todas luces insuficiente y mal elaborada. Asimismo quedó en suspenso la normativa referente al Suelo No Urbanizable, por contener conceptos y determinaciones contrarios a la Ley del Suelo vigente por entonces, debiendo además realizarse la delimitación del perímetro urbano de los Núcleos de Población de Cerro Perea, Isla Redonda y Villanueva del Rey, como los más consolidados dentro del Término Municipal.

En base a estas consideraciones, se aprobó definitivamente el Plan en fecha 7.11.1980.

1980 constituye una fecha de inflexión en la evolución de la ciudad. El Plan General intenta clarificar la intervención en el Centro Histórico, pero también pretende conformar el desarrollo, teniendo en cuenta los asentamientos preexistentes, residenciales e industriales, el desmantelamiento del ferrocarril y, sobre todo, prestando mucha atención a las componentes geográficas y topográficas del asentamiento y su significación cultural.

Actualmente los datos indican que Écija camina hacia una estructura de desarrollo económico sólido, mecanizando la agricultura, industrializando y comercializando los productos del campo y desarrollando un importante sector de servicios, todo lo cual reactiva la construcción y potencia la transformación urbana.

El Plan del 80 apostó por 3 determinaciones fundamentales:

  • La puesta en valor del Centro Histórico determinando los elementos a proteger y devolviéndole en lo posible el carácter de ciudad con cerca medieval muy bien conservada pero oculta.
  • Ordenar la periferia, recuperando la abandonada red del ferrocarril, desviando la N-IV para que la ciudad se volviera a asomar al río, recuperando el Parque de San Pablo. También se planteaba la integración de los asentamientos periféricos y, fundamentalmente, la recuperación de todo el borde del río.
  • Encauzar el incipiente desarrollo industrial zonificando dicho uso con suficiente generosidad y en los puntos donde existiera tendencia a su desarrollo y utilización, apoyándose en la red ferroviaria de circunvalación por poniente, por coincidir ya algunos asentamientos industriales y fundamentalmente por ser la zona que, desde un estricto criterio de análisis visual menos dañaba a la ciudad histórica. En esa zona se ha desarrollado el Polígono Industrial El Barrero, se han conservado los antiguos asentamientos industriales ligados a la antigua estación del ferrocarril e, incluso, fue posible recalificar dicho uso y redactar dos planes parciales residenciales (UPR-3 y UNP-3) que, con la Barriada de La Alhambra y el viejo asentamiento que tiene como eje la Carretera de Cañada Rosal reconforma toda la periferia por poniente.

También se consideró un lugar adecuado para el desarrollo industrial el aprovechamiento de los terrenos delimitados por el meandro norte del Genil, zona en la que se ha desarrollado el Polígono Industrial de El Limero y el Parque Deportivo de la ciudad, recuperando un espacio degradado y sin uso y aproximando la ciudad al río en su fachada norte.

La variante de la Autovía ejecutada por el MOPTMA más hacia el sur alteró sustancialmente las previsiones del Plan por el este y sur de forma positiva, posibilitando que los nuevos enclaves industriales se alejaran del Casco (Polígono Industrial Maza y Marín, La Campiña, etc.), y no lo contaminaran ni visualmente ni de tráfico. Al mismo tiempo ha supuesto el desarrollo de suelo urbanizable no programado UNP 4-5 donde se prevé la construcción de algo más de 1.000 viviendas, lo que va a suponer, sin lugar a dudas, el ensanche de la ciudad hacia el S.

El planeamiento modificado de 1987.

Al objeto de completar las determinaciones del Plan que habían quedado en suspenso, el Ayuntamiento decide la contratación de un Arquitecto Municipal, que al mismo tiempo pueda realizar el seguimiento de la parte aprobada y emitir los informes urbanísticos necesarios.

Tras un estudio del Plan aprobado, y analizando la incidencia que el mismo va a tener en el desarrollo urbano de la Ciudad, se verifica la congruencia del informe emitido por el Arquitecto de la Dirección Provincial de la Junta de Andalucía, a la par que se constatan una numerosa serie de errores, tanto en la calificación del suelo, como en la propia trama física del Planeamiento, debido principalmente al hecho de haberse utilizado una cartografía anticuada que no contemplaba la realidad actual. De esta forma se califican, por ejemplo, como urbanizables, terrenos prácticamente consolidados y con todos los servicios urbanos, dejando en otros casos sin calificar otros con actuaciones de hecho que no se contemplan.

Ecija PGOU 2009. Sectores vigente planeamiento anterior

Como primera medida se decide actualizar al máximo posible la cartografía, encontrándose en el MOPU los planos del núcleo urbano realizados en octubre de 1979, según vuelo fotogramétrico del mismo año. Dado que faltaba completar el núcleo urbano y realizar la planimetría de los núcleos de población, se utilizó una subvención otorgada por la Junta de Andalucía para la terminación del Plan encargándose los vuelos correspondientes y la consiguiente realización de los planos, obteniéndose los mismos en octubre de 1981, con lo que se agotó sobradamente la citada subvención.

Con los datos obtenidos y el conocimiento de la problemática real de la población se modificó sustancialmente el Plan General aprobado, cambiándose en muchos casos la clasificación del suelo, el trazado viario, el equipamiento comunitario necesario, realizando las delimitaciones de los perímetros urbanos de los núcleos de Cerro Perea, Isla Redonda y Villanueva del Rey y, en general, adecuando el planeamiento a la realidad física del territorio.

En lo referente a la información del Plan, se corrigió el dato de población, por ser el más significativo para unas previsiones más correctas, puesto que en principio parecía excesivo el techo poblacional previsto de 50.000 habitantes al término del período de 8 años.

El documento del Modificado recoge las modificaciones necesarias para la adecuación del Planeamiento a las necesidades y realidades de la población y el territorio, intentando ser lo más realista posible en su confección, mediante el contacto directo con los propietarios de los distintos tipos de suelo, al objeto de garantizar en la medida de lo posible la facilidad en la gestión del Plan.

ECIJA PGOU 2009 Plano Ordenación Estructural

El instrumento de planeamiento vigente es el Plan General de Ordenación Urbanística de Écija-2009, aprobado definitivamente de forma parcial por Resolución de la Comisión Provincial de Ordenación del Territorio y Urbanismo de fecha 23.10.2009, con Documento Complementario aprobado por el mismo órgano en su sesión de fecha 14.5.2010 y redactado por el equipo dirigido por Fernando J. González Beviá y Desiderio Sanjuán Martínez

PLAN ESPECIAL DE PROTECCIÓN, REFORMA INTERIOR Y CATÁLOGO. DOCUMENTO DE AVANCE DE PLANEAMIENTO CONJUNTO HISTÓRICO-ARTÍSTICO DE ÉCIJA

La ciudad de Écija fue declarada Conjunto Histórico-Artístico por Decreto de 16.6.1966. La Delimitación efectuada en aquella fecha incluye el recinto intramuros, las dos márgenes del río Genil y parte de la periferia urbana. Posteriormente, en octubre de 1992, la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía realiza un Estudio de Definición del Conjunto Histórico de Écija, en el que se propone una nueva Delimitación del Conjunto Histórico que modifica el declarado anteriormente.

Uno de los objetivos del Plan Especial fue la revisión del ámbito y contenido del Conjunto Histórico-Artístico adaptándola tanto a la situación física actual como a los nuevos conocimientos y métodos de trabajo sobre la ciudad. Tal ámbito no se limita a las áreas incluidas como Bien de Interés Cultural (BIC) en el Conjunto Histórico, sino que abarca otras partes del territorio contiguo de modo que sus determinaciones y actuaciones programadas contribuyen a la protección global de los lugares más cualificados. Dadas las características del asentamiento urbano de Écija no sería posible ordenar ni proteger el Conjunto Histórico sin extender el Plan Especial a su nueva delimitación.

Hay que hacer notar que en el Conjunto Histórico-Artístico de Écija existe un gran número de edificios que son merecedores de conservar ya que, aunque son elementos que no destacan de manera singular, forman la esencia de la trama histórica y el ambiente urbano característico de esta Ciudad. Sus muros, patios interiores y fachadas están siendo barridos por las construcciones modernas de mayor confort pero resultantes de una manera de vivir importada y sin identidad cultural propia.

El ámbito del Plan Especial engloba 3.281 parcelas, espacios significativos, jardines y elementos construidos aislados. Este número incluye los 824 inmuebles construidos en los últimos años y 69 solares, lo que hace un total de 2.388 edificaciones que pudiéramos llamar tradicionales.

En concreto, se catalogan 1.008 edificaciones (un 42,2% del total) en todas sus categorías, 27 espacios urbanos, 20 elementos construidos aislados y los jardines de interés, además del nomenclátor de calles antiguo.

El Plan Especial ó PEPRICCHA de Écija es la figura de planeamiento actualmente en vigor para la delimitación del Conjunto Histórico materia de Patrimonio Histórico-Artístico al Excmo. Ayuntamiento, asesorado por una Comisión Local de Patrimonio, presidida por el alcalde y con un representante de la Delegación de la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía en Sevilla. El Plan Especial se presenta de forma equilibrada como un Plan de Protección del Conjunto Histórico, como Plan de Reforma Interior y como Plan de Mejora Urbana.

Hoy tras más de 13 años de vigencia del actual Plan Especial de Protección, Reforma Interior, y Catálogo del Conjunto Histórico de Écija (PEPRICCHA), la Corporación Municipal durante la Sesión Ordinaria del mes de noviembre de 2015 dió luz verde al avance de la revisión de dicho Plan.

“…se trata de la modificación de la normativa urbanística y de gestión para el casco histórico. Tenemos la idea inicial de que los/as vecinos/as y las asociaciones y entidades que lo deseen realicen sus propuestas y aportaciones. Un cambio de idea de ciudad, una ciudad amable, con zonas peatonales, calles exclusivas para el tráfico y otra para que transiten solamente los vehículos de personas que viven en dicha calle. Además, necesitamos bolsas de aparcamientos para que se acceda lo menos posible al centro con los vehículos. Una ciudad limpia, que recicle, sin contaminación lumínica, con más zonas verdes, zonas innovadoras con red wifi. Todas estas ideas se trasladan a la normativa. La idea es dividir a la ciudad en dos zonas, intramuros, queremos proteger el casco histórico de Écija tal y como están protegidos, y otra zona de extramuros, fuera del casco histórico, con una normativa más blanda…”

PEPRICCHA ECIJA

Así decían en 2003, las bases de la convocatoria para la «penúltima» remodelación de la Plaza de España de Ëcija, corazón de la ciudad y testigo de su historia milenaria:

«…en la actualidad, Écija presenta graves problemas derivados de un uso indiscriminado del automóvil en un reducido recinto histórico de calles estrechas y tortuosas heredado de la época islámica y apenas modificado posteriormente, al que la apertura a finales del siglo XIX y principios del XX de la calle Miguel de Cervantes hizo muy permeable al vehículo hasta el mismo centro geográfico del casco. La concentración de la vida comercial, administrativa, cultural y cívica en este centro sitúa este binomio de accesibilidad-atracción de flujos en el foco de los graves problemas de tráfico y aparcamiento que convierte en un caos la ciudad.

A esto se une el importante crecimiento que ha experimentado el parque de automóviles en los últimos 5 años (un 21%), frente a un crecimiento poblacional más moderado (3.7% en 7 años) y el uso sin control de éste para los cortos desplazamientos dentro del casco.

El Plan Especial de Protección, Reforma Interior y Catálogo del Casco Histórico Artístico (PEPRICCHA) pretende mejorar y controlar los accesos al Centro, reordenar el borde del Conjunto, establecer una jerarquía viaria, regular el aparcamiento en el Centro, recuperar calles de reconocido valor, y asimismo recuperar los espacios públicos y ejes históricos de la ciudad.

La aparición de restos de gran importancia arqueológica ha obligado que el aparcamiento subterráneo reduzca su ubicación a la mitad oeste de la plaza de El Salón, ocupando una superficie en planta de aproximadamente 2.107 m2. Éste se desarrolla en 4 niveles bajo la rasante, con un total de 299 plazas de aparcamiento; la mitad de las cuales se destina a residentes en la zona, y la otra mitad será de uso rotatorio. Con la previsión de peatonalizar la superficie de la plaza así como las calles adyacentes, se ha dispuesto la rampa de acceso al aparcamiento a través de la Av. Miguel de Cervantes y la de salida, en el acerado S de la propia plaza.

Las plantas subterráneas están diseñadas con calles de circulación formando un anillo con aparcamientos a ambos lados y rampas situadas en el centro de las mismas. Las plazas se han proyectado para vehículos grandes, de 2’50m de anchura y 5’00m de fondo, con calles de 5’50m de ancho mínimo. La altura libre mínima entre plantas es de 2’70m. En previsión de que en superficie se puedan plantar árboles de pequeño porte, la cara superior del primer forjado se proyecta situada a una profundidad media aproximada de 1’50m respecto de la cota de terminación de la plaza.

En lo que respecta a estructura ésta será de hormigón armado con pantallas, pilares y losas. La cimentación será, igualmente, mediante losa de hormigón armado. El acabado de las zonas de rodadura y aparcamientos se resolverá con pavimento de hormigón con partículas de cuarzo y corindón fratasado mecánicamente.

Para la ventilación del aparcamiento el proyecto básico prevé en principio utilizar bancos en superficie, convenientemente distribuidos, que contengan las rejillas de entrada y extracción de aire. En todo caso, este sistema no ha sido definido gráficamente en el proyecto básico.

Se trata, en definitiva, de afrontar un proyecto de ciudad, que fundamentalmente consiste en la revitalización urbanística de su centro neurálgico unida a una estrategia que resuelva los incontables problemas de tráfico en esta zona. 

La intervención objeto de este concurso consiste en el nuevo diseño del espacio público de la Plaza de España que atienda básicamente a los siguientes parámetros:

  • Recuperación de la Plaza como lugar de estancia, paseo y encuentro de los ciudadanos, propiciando su uso en actividades cívicas, culturales y de ocio. Juega aquí un importante papel la percepción histórica que el ecijano tiene de El Salón, como se ha descrito en apartados anteriores.
  • Puesta en valor del espacio público en sus aspectos representativos atendiendo a la presencia del Ayuntamiento y de la arquitectura de interés presente en la Plaza o que visualmente forma parte de su paisaje.
  • Consideración general de la propia plaza y de las calles confluyentes como la zona comercial por antonomasia de la localidad, favoreciendo este uso, que debe seguir siendo compatible con el residencial.
  • Adaptación de la Plaza y su entorno a un uso peatonal preferente, teniendo en cuenta las expectativas indicadas de ordenación de tráfico general de la zona circundante: vehículos oficiales del ayuntamiento, zonas de carga y descarga, taxis y transporte colectivo.
  • Adopción de sistemas y elementos de control pasivo de las rigurosas condiciones climáticas estivales, con especial atención a la relación entre su eficacia y su mantenimiento. De igual manera, en la elección general de los materiales y el diseño constructivo debe primar los criterios de sostenibilidad y coherencia con los usos previstos y respeto a los valores arquitectónicos del lugar.
  • En todo momento la definición del espacio urbano debe asumir el proyecto de aparcamiento subterráneo en desarrollo y no entrar en contradicción con su construcción y sus aspectos funcionales. En especial debe tenerse en cuenta los puntos de entrada y salida tanto de vehículos como peatonales, sin que se admitan cambios de ubicación ni modificación de sus elementos estructurales básicos. Sí podrán ser diseñados todos las instalaciones emergentes de los mismos, tales como cubriciones, cerramientos, acabados, etc. Hay que señalar que el sistema de ventilación del aparcamiento subterráneo no está concretado en el proyecto básico, por lo que se permite que concursante, a la vista de este proyecto y en coherencia con él, proponga su ubicación y formalización en superficie.

21.1.2004 La Comisión Provincial de Patrimonio, presidida por la delegada provincial de la Consejería de Cultura de la Junta en Sevilla, María Isabel Montaño, informó favorablemente en su sesión de ayer sobre la modificación del proyecto relativo a la intervención en la Plaza de España de Écija, conocida como El Salón, propuesta por el Ayuntamiento astigitano.

22.9.2008 Este Salón «es una ruina»

16.9.2009  Las interminables obras de la plaza del Salón de Écija

14.6.2014 Arqueólogos desenterrando restos del cementerio islámico hallado en la Plaza del Salón de Écija

11.4.2016  El nuevo Ayuntamiento de Écija no estará listo hasta 2019Hoy Ecija tiene una población de 40.270 habitantes y un parque edificado de 17.742 viviendas, de las cuales, 622 son anteriores a 1900, y otras 500 anteriores a la Guerra Civil. 

Écija es una ciudad media dentro del sistema urbano andaluz y ostenta la condición de centro comarcal, con funciones  de capitalidad dentro de su área territorial de influencia. El crecimiento urbano en las ultimas décadas no ha sido excesivo, por lo que nos encontramos con la coincidencia espacial del centro urbano y del Centro Histórico. Así, los nuevos requerimientos funcionales deben enfrentarse a una estructura urbana y arquitectónica que difícilmente puede adecuarse a las  dinámicas actuales.

Los nuevos medios de transporte, la inserción de los usos terciarios en unas tipologías básicamente residenciales, el déficit de equipamientos comunitarios, la necesidad de vivienda con nuevos parámetros de habitabilidad y confort, son cuestiones que deben abordarse desde una perspectiva amplia, que pasa necesariamente por la recuperación del patrimonio edilicio y urbano heredados.

La Mancomunidad de Municipios de la Comarca de Écijacomo agrupación de los municipios de Écija, La Campana, La Luisiana, Cañada Rosal y Fuentes de Andalucía, con el objetivo principal de promover y dinamizar el desarrollo integral de la comarca a través de la cooperación y coordinación de actuaciones, lo va a intentar por tercera vez. Presentará proyecto a la tercera convocatoria de Fondos Europeos de Desarrollo Urbano Sostenible (DUSI) Opta a 10 millones de € para actuaciones de crecimiento sostenible, ciudades inteligentes y desarrollo social. La solución en un par de meses..


Cada mercado es local.

Cada municipio tiene su singularidad.

Cada municipio se retrata en su parque residencial.


Seguiremos analizando en próximas entregas los 350 municipios mayores de España