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Valdepeñas es un municipio de 488 km2 y una ciudad española de la provincia de Ciudad Real, dentro de la comunidad autónoma de Castilla-La Mancha. Comprende además del núcleo urbano, el barrio de Consolación a 11 km de distancia en la A-4 dirección a Madrid km 185, que se fundó en la década de 1940 como núcleo de colonización de tierras de labranza y las casas de los Baños del Peral, a 7 km por la carretera de La Solana.
Está situada en un amplio meandro del río Jabalón rodeado de cerros (estribaciones de Sierra Morena que marcan el límite sur de la llanura manchega justo en esta localidad) y por abundar en su subsuelo la roca caliza.
El tercio NE de Valdepeñas (hacia Manzanares y Daimiel) es una llanura típica de la comarca de La Mancha, en la que la vegetación natural es casi inexistente y está cubierta de cultivos, fundamentalmente de vid. La mitad NO del término (hacia Moral de Calatrava) se caracteriza por la presencia de sierras cuarcíticas (que es donde se concentra la mayor diversidad de flora y fauna) y por la existencia de la única manifestación volcánica de Valdepeñas, que es una característica típica de la comarca del Campo de Calatrava. Al SE del término municipal, destacan pequeñas zonas de cultivos, intercaladas entre “cerrillos” y vaguadas, que se corresponden con una morfología típica del Campo de Montiel.
La topografía del término como se corresponde con su ubicación en la llanura Manchega es poco accidentado con una altitud media entorno a los 705 m. Pero a lo largo del mismo encontramos una serie de accidentes geográficos que rompen con esta monotonía. En el oeste se sitúan Sierra Prieta y la Sierra de Siles, que alcanzan cotas de 915 m., y en el este, la Sierra de los Bailones, con 890 m. El contrapunto a estas sierras viene dado por el cauce del río Jabalón y sus afluentes con alturas de 670 m. También destacan algunos promontorios elevados de residuos de construcción de varias decenas de metros que se levantan cercanos al casco urbano de Valdepeñas. La altitud del casco urbano oscila entre los 720 y los 695 m. Existen dos vertientes diferenciadas; una al norte del municipio, de dirección noreste – suroeste, marcada por la presencia de una vaguada; y otra en el sur, de este a oeste, provocada por el arrollo de la Veguilla. En el extremo occidental del municipio la construcción de varias infraestructuras, edificaciones y carreteras, ha dado origen a la presencia de diques artificiales que dificultan la escorrentía en situaciones de fuertes lluvias.
Estos puntos conflictivos se sitúan en la confluencia de las vegas de ambos arroyos con las infraestructuras. Al suroeste, el arroyo de la Veguilla con las urbanizaciones en el límite del núcleo urbano donde se pasa de los 698 a 692; y al oeste, en la confluencia del arroyo o cañada con la autovía A-IV y la carretera CM- 412, donde se pasa de los 692 a 702 metros.
Los términos municipales con los que limita Valdepeñas, son, Manzanares y Membrilla al N, Moral de Calatrava al O, San Carlos del Valle, Alhambra, Montiel y Torre de Juan Abad al E y Santa Cruz de Mudela y Torrenueva hacia el S.
Los cauces fluviales que discurren por el término municipal de Valdepeñas, son de carácter irregular y temporal, permaneciendo secos durante una gran parte del año y la mayor parte, solamente llevan agua durante las épocas lluviosas. El cauce más importante que atraviesa el término municipal de Valdepeñas es el río Jabalón, afluente del río Guadiana que riega buena parte de la geografía valdepeñera, de E a O. También hay que señalar la existencia de diversos arroyos de régimen intermitente pertenecientes a la cuenca del Jabalón, que discurren por el término municipal. La mayoría de estos arroyos nacen en las sierras cuarcíticas de Valdepeñas o en sus inmediaciones. Encontramos por el SO el arroyo Royo de las Fuentes; en el este el Arroyo de las Casas de Madero y el Barranco del Porquero; por el N naciendo en la sierra de Siles, el Barranco del Molinillo.
El Arroyo del Peral que discurre desde el E hacia el centro del término municipal, desapareciendo en la confluencia de la autovía A-IV, destaca por la existencia de un núcleo urbano en sus márgenes en uno de sus tramos. Es un arroyo que discurre por una zona con manantiales que dieron origen a unos “baños” de agua ferruginosa que le dieron el nombre. En la actualidad es una importante zona de segunda residencia y de ocio en la naturaleza.
El arroyo de la Veguilla (al que se le une el arroyo de la Jarosa) discurre encauzado por el casco urbano de Valdepeñas. Dicho arroyo fue el causante en el pasado de graves inundaciones que se produjeron en Valdepeñas y que aún se producen en la actualidad cuando llueve torrencialmente. En la actualidad se está ejecutando un proyecto entre el ayuntamiento de Valdepeñas y la Confederación Hidrográfica del Guadiana para la mejora y adecuación del cauce de este arroyo a su paso por el núcleo urbano de Valdepeñas.
Al SE del municipio, ejerciendo de frontera natural entre los términos municipales de Valdepeñas y Torre de Juan Abad, se encuentra el Embalse de La Cabezuela declarado Refugio de Fauna por la Consejería de Agricultura y Medio Ambiente (DOCM de 3.7.1998), siendo el único embalse de gran entidad del término municipal. Este embalse se construyó para regular el caudal del río Jabalón y para abastecimiento de las poblaciones cercanas, disponiendo Valdepeñas una conducción desde dicho embalse, aunque aún no ha hecho uso de sus aguas, al no disponer de potabilizadora.
Son escasas las zonas húmedas de cierta envergadura en Valdepeñas. Únicamente existen referencias de una zona pequeña laguna temporal en los planos topográficos, junto al arroyo del Peral, que carece de vegetación natural y que únicamente tiene agua durante épocas muy lluviosas.
Según hemos podido constatar por nuestro trabajo de campo, existe otra pequeña zona húmeda junto a la carretera de Valdepeñas – Daimiel, en la zona conocida como “Marañón”. Dicha zona se caracteriza por la presencia de surgencias de agua procedentes de la sierra cuarcítica cercana, que originan una zona húmeda tipo “trampal o bonal” y el nacimiento de un arroyo que desemboca en el arroyo del Molinillo. Tiene una superficie de unas 7 has y su principal características es la presencia de una gran alameda de “populus alba” y de un sotobosque muy denso que cobija a una gran cantidad de especies de flora y fauna, incluidas especies de anfibios. La humedad es permanente, como lo atestiguan la presencia de comunidades de vegetación hidrófila, como el carrizo.
Hay que destacar las antiguas infraestructuras hídricas existentes, los CAZ de los molinos, que desviaban parte de las aguas del río Jabalón para ser aprovechada su fuerza motriz en los diferentes molinos de agua que existían cercanos al núcleo urbano de Valdepeñas, en los que molían el grano. Estos CAZ (desconocidos para muchos Valdepeñeros), vienen recogidos en los planos topográficos del Instituto geográfico nacional de la edición de 1953. En los planos topográficos actuales, vienen algunos topónimos que hacen referencia a estas canalizaciones (como el caz del molino del ratón). Se constata la presencia aún de estas canalizaciones en determinadas zonas y la existencia de algunas ruinas de los antiguos molinos.
En el cuadrante noroccidental del término municipal de Valdepeñas, se localiza el límite S del acuífero 23. Existen otros 2 acuíferos locales, que se corresponden con las cuencas del río Jabalón y la cuenca del arroyo del Peral.
El Acuífero 23 es el principal de la Cuenca Alta del Río Guadiana, tanto en extensión como en capacidad. Está considerado como sobreexplotado y vulnerable a la contaminación por nitratos de origen agrario. En la actualidad se intenta consensuar un Plan (Plan del Alto Guadiana) que pretende regenerar el acuífero 23 sin perjudicar a los agricultores que son los principales usuarios del agua del acuífero. En el pasado, Valdepeñas se abastecía de varios pozos situados en dicho acuífero, en la zona denominada “La Berzosa”. Hoy en día se siguen utilizando sus aguas para el riego agrícola, principalmente de vid, pero debido al descenso en los niveles freáticos y a su alta concentración de nitratos, ya no se utilizan para abastecimiento.
El acuífero de la cuenca del Peral, se localiza al NE del municipio, correspondiendo con las calizas lacustres del techo del Neoógeno. Es un acuífero de gran extensión, alrededor de los 45 km 2 pero su potencia es pequeña, entre 1 y 5 m. El zócalo impermeable corresponde a pizarras paleozoicas y en la zona central a granito. En general se encuentra somero, entre 15 y 20 m. Se trata de una cuenca prácticamente colgada con poca capacidad de embalse que hace imposible regular los posibles excesos que se produzcan en épocas lluviosas. Casi la totalidad de la extensión se encuentra drenada por los pozos propiedad del Ayuntamiento, principalmente el de Ojo de Santa María, que en los años 80′ era una de las principales fuentes de abastecimiento de Valdepeñas. En la actualidad dichos pozos siguen teniendo un caudal importante de agua, pero no se están utilizando para el abastecimiento debido a la gran concentración de nitratos que tienen sus aguas.
El acuífero del río Jabalón, se extiende en la parte S-SO del término municipal. El acuífero principal corresponde a los niveles detríticos intercalados en la formación del Mioceno inferior. El espesor de la formación suele estar entre los 30 y los 70 m. Los niveles piezométricos suelen estar próximos a la superficie, oscilando entre los 2 y 4 m, llegando en algunos caso a ser surgentes.
Al S del término municipal, en el paraje del Vado de la Guijas, se encuentran 6 sondeos. Estos sondeos con un caudal teórico de 15 l/s por cada pozo, en su día fuero utilizados como puntos de abastecimiento del municipio, pasando posteriormente a dejarlos como reserva ante algún problema eventual de abastecimiento. Las aguas del acuífero son utilizadas para el riego de los cultivos próximos a la vega del río Jabalón, principalmente leñosos y algunos cereales.
De los orígenes de Valdepeñas existen abundantes indicios de asentamientos prehistóricos y de las sucesivas culturas que deambularon y poblaron la Península Ibérica, entre los que cabe hacer mención especial, a la Ibérica y a la Romana.
A finales del s XII aC surge a 7 km escasos, al sur de la actual Valdepeñas, lo que hasta el momento es el mayor enclave ibérico de toda nuestra región, denominado el Cerro de las Cabezas. El Oppidum, poblado, ibérico del cerro de las cabezas, recogió en realidad las culturas de la edad del Bronce Final y la Ibérica, ocupando un enclave estratégico para las comunicaciones, dentro de la comarca del Alto Jabalón y las regiones naturales limítrofes: el Levante, Andalucía y la Meseta Interior.
En la ribera del Río Jabalón nació y creció un esplendoroso enclave humano que, con el tiempo se situaría en el germen de la cultura ibero/oretana. Sobre una elevación natural del terreno, de fácil defensa, lo que les permitía ocupar una mayor cantidad de tiempo en las faenas agrícolas, recolección, ganadería, búsqueda de metales, construcción de herramientas, etc. y a sus gobernantes, ocupados en el control militar y económico del territorio, las comunicaciones, y en definitiva de ejercer el poder político de la época.
El control que sobre el territorio se tenía era a través de pequeñas torres fortificadas, se han encontrado vestigios apenas a un kilómetro del Cerro de las Cabezas.
Casas cortijadas y quinterías, guardando la proximidad al poblado y a sus avanzadillas defensivas, buscaban la feritidad de las tierras bajo el control del «oppida» y extraían de ellas él sustentó agrario y ganadero tan necesario e imprescindible, para mantener el modelo social y económico en lo que se sustentaba esta sociedad.
El casco urbano del Cerro de las Cabezas, fue haciéndose más complejo con el paso de los siglos, al mismo tiempo que se producían los progresos sociales y tecnológicos, pasando de las estructuras rectangulares, 4 o 5 m de largo por 2 de ancho, que se unían unas con otras a la organización del espacio entre los siglos V al IV aC, trazando calles, regularizando los sistemas de habitación y mejorando las importantes estructuras defensivas con la construcción de una nueva muralla, en el s IV, sobre la del s V y la partición en 2 mitades del poblado con otro lienzo de muralla. Torres de vigilancia en los accesos al poblado y bastiones dispuestos a lo largo de todo el perímetro, completaron las estructuras defensivas de este importante enclave, como se ha demostrado en las sucesivas campañas arqueológicas acometidas en el Cerro y descritas en la documentación técnica de Juan Vélez Rivas y Javier Pérez Avilés, a quién hemos seguido para elaborar estas breves notas.
Su acrópolis heptagonal, ofrecía un aspecto importante, con una arquitectura ciclópea en los muros exteriores, mientras que acogía a las clases privilegiadas en sus entrañas. Desde ella debieron percibirse de modo especial los últimos momentos de la vida de este asentamiento, definitivamente destruido en el s III aC Oretanos y Carpetanos dejaron su huella, recogida por importantes cronistas geógrafos e historiadores grecorromanos y latinos.
La huella romana más clara, a juicio de los investigadores que han escudriñado los orígenes de Valdepeñas, se encontró durante la construcción del Convento de los Padres Trinitarios.
De época visigoda queda constancia de su influencia a partir de Eurico así como de las continuas plagas de langosta que tuvieron lugar en esta época, recoge Jesús Martínez en «Valdepeñas y sus vinos» citando la «historia francorum» de Gregorio de Tours, 584 dC, «… no quedaba: Viña, fruto, ni hierba que no hubiese sido devorado por los insectos».
También de dominación musulmana aporta a estas notas ( las notas reflejadas en la publicación de Ángela Madrid y Medina). Parece probable, por los indicios que han perdurado hasta nuestros días que existió una Fortaleza-Castillo levantada por los árabes, pero, cómo explicar que la fachada norte de la Iglesia, cristiana, de Nuestra Señora de la Asunción haya permanecido, completamente elegibles hasta bien entrado el siglo XIX, dos inscripciones musulmanas de procedencia desconocida y contenido tan interesante como el que portaban en sus caracteres hebreos.
La villa de Valdepeñas fue fundada tras la batalla de Las Navas de Tolosa por la Reina Doña Berenguela, mediante la agrupación de varias aldeas cercanas. Desde la Reconquista, toda la zona había sido cerealista, la presencia del viñedo en Valdepeñas y alrededores como cultivo alternativo fue un relente que con posterioridad se extendería al resto de la región.
Y el pueblo pasaría a estar controlado por la Orden de Calatrava. En 1582 Felipe II vende el pueblo al Marqués de Santa Cruz por 104.985 reales y deja de pertenecer a la Orden de Calatrava.
En Valdepeñas el viñedo representó un 20 % y se desarrolló como monocultivo a partir del s. XVIII, y el viñedo constituyó un poderoso agente privatizador de tierras de utilización comarcal por la consideración de plantíos duraderos. Con la regresión de la extensión cultivada en el s. XVII las tierras yermas o sembradas esporádicamente llevaron buenos viñedos y saneados ingresos, y debido a la creciente demanda de Madrid, varios concejos animaron a su plantación para librarse de las molestas servidumbres ganaderas. La vid vino a completar las economías agrícolas y supuso seguridad, ya que no requería siembras anuales y abundante mano de obra, su laboreo permitía dedicaciones parciales, daba cosechas todos los años y no dependía tanto de la coyuntura climática, poniéndose en estos años las bases para el espectacular desarrollo posterior.
Del auge económico de estos años en Valdepeñas, gracias al vino, existe una ingente cantidad de citas, ya sean por viajeros (de los que se habla en otro capítulo de este libro), ya fuera por transacciones económicas como la que figura en el año de 1625, cuando Felipe IV dicta una Real Provisión para que el Comendador de la Clavería pague al sacro convento de Calatrava 1.200 arrobas de vino de Miguelturra. Ya que en caso de no hacerlo, debe pagarse con vino de Valdepeñas.
En el año 1790, el entonces alcalde de la villa de Valdepeñas, don Antonio Mesías de la Puerta, reconoce una producción anual de 200.000 arrobas de vino.
Carlos III, a la sazón el mejor alcalde de Madrid, se sirve de las alcabalas (antiguo impuesto) de los vinos para urbanizar la capital. Y debido al auge comercial que Valdepeñas mantenía a través de sus caldos con Madrid, parte de las puertas de Alcalá y Toledo fueron sufragadas por los vinos de Valdepeñas.
De la calidad de los vinos valdepeñeros en aquella época, baste con reseñar una anécdota que recoge Richard Ford en su libro “Las cosas de España”: Las mejores viñas y bodegas son las que pertenecían a don Carlos y las del marqués de Santa Cruz. A propósito de éste, no estará de más recordar una anécdota que pone de relieve el abandono tradicional de los españoles y la manera que tienen de hacer las cosas. Este verdadero prócer (el marqués) uno de los más distinguidos entre los aristócratas por su jerarquía y su talento cenaba una noche con un embajador extranjero en Madrid. Este señor era gran aficionado y entusiasta del Valdepeñas (como todas las personas juiciosas deben serlo) y se tomaba mucho trabajo para conseguirlo puro, enviando a buscarlo a personas de confianza y barriles en condiciones. En cuanto el marqués se llevó a los labios la primera copa, exclamó: -¡Magnífico vino! ¿Cómo se las arregla usted para comprarlo en Madrid? Me lo envía -replicó el embajador- su administrador de usted en Valdepeñas y tendré mucho gusto en procurarle a usted un poco.
El s. XIX marca el inicio del auténtico apogeo y desarrollo industrial de Valdepeñas por diversos factores que se dieron cita a lo largo de la centuria.
En la vertiente política, Valdepeñas vivió acontecimientos históricos de enjundioso prestigio. El 6.6.1808, los valdepeñeros se opusieron a que las tropas francesas, de camino hacia Bailen, cruzaran la ciudad. Las tropas, comandadas por el general Ligier, intentaron doblegar a la población y al no conseguirlo optaron por dar un rodeo. El tiempo perdido por la resistencia de la ciudad parece que fue suficiente, junto con otros factores, para que el general Castaños reagrupara al ejército español y venciera en la batalla de Bailen, con la que se inicia la expulsión de las tropas napoleónicas del territorio español.
A mediados del siglo la vid alcanzó la categoría de monocultivo y se convirtió en la columna vertebral de la economía. Máxime porque el vino de Valdepeñas sirvió de contrapeso a la falta del vino francés que por esas mismas fechas, mediados del siglo, sufría la guillotina de la filoxera que azotó al viñedo galo y sentó las bases de una gran demanda de vinos de los demás países productores, entre los que se encontraba España, y lógicamente los vinos de Valdepeñas.
La demanda de vino de estos años trajo consigo la industrialización del sector. De hecho la industria más desarrollada de este siglo, en la provincia de Ciudad Real era la vinícola, que destinaba a la exportación la mayor parte de la producción, no sólo de vino, sino también de alcohol. Por lo tanto, Valdepeñas entró en el mercado de la industrialización, del comercio y del capital, de la mano del viñedo.
El broche en el siglo lo puso la llegada del ferrocarril en 1861 a la ciudad. Habiendo adquirido para entonces tal importancia el mercado del vino que se creó el denominado tren del vino, que partía diariamente desde Valdepeñas a Madrid con más de 25 vagones de dos tableros móviles cargados con más de 100 pellejos de vino. A esta línea hay que sumarle la de los enlaces provinciales que cambiaron el transporte del vino a través de los puertos de Alicante y Valencia, desde donde Valdepeñas exportaba a Filipinas, Cuba y toda Centro-américa.
Este auge comercial trajo consigo la creación de importantes bodegas cercanas al ferrocarril, alguna de las cuales todavía mantiene su antiguo asentamiento. De esta época data la que fuera la bodega más importante del momento: Luis Palacios, que llegó a enviar diariamente a Madrid 2.500 pellejos; las Bodegas Bilbaínas, que dispusieron de un ramal férreo propio desde su muelle de carga a la estación. Otra bodega importante fue la de Tomás López Tello, a cuyos vinos dedica elogiosas palabras el escritor Joaquín Belda en 1929, junto con el blanco de la viña San Ramón o el coñac Canalejas.
Desde finales del siglo XIX y principios del XX, la llegada del ferrocarril a Valdepeñas, la luz eléctrica, el agua potable y el ser cruce de caminos, hizo que fuera la villa más grande de toda la provincia, duplicando en habitantes a la propia capital. En 1895, la Reina Doña Cristina le da el título de Ciudad.
Inauguración del ferrocarril en Valdepeñas
La locomotora ha llegado ya a Valdepeñas con no poco contento de sus moradores. Este fausto suceso tuvo lugar el 24 del actual, y acerca de él nos dice lo siguiente uno de nuestros corresponsales en carta en aquella fecha:
» Hoy a las once de la mañana ha llegado a la estación de Valdepeñas el primer tren desde Manzanares. Vistosamente engalanados los coches y la máquina, y desplegando al viento el pabellón hispano que ondea en dos mundos, y formando en la posible armonía el ruido de la locomotora con los acordes de la música de aficionados que acompañaba al tren, notábase el contento y la satisfacción en la inmensa concurrencia que presenciaba este feliz suceso. Todas las clases han asistido a lo que puede llamarse la inauguración de la vía. Hermosas y elegantes damas, con sus lujosos trajes, se encontraban en amable confusión mezcladas con las graciosas niñas del pueblo.
En los coches de la empresa venían las corporaciones y los invitados por la autoridad a ser los primeros en abrir un camino que tantas ventajas les han de proporcionar en un porvenir no lejano. Hasta el día ha puesto de su parte, con lo benigno de la atmósfera, lo que faltaba para que los rayos de mayo no tostasen el cutis de las hermosas. La fiesta ha terminado con un gran almuerzo en una de las fondas de las diligencias del Norte y Mediodía, pronunciándose un brindis a nuestra reina, a la felicidad del país manchego ya la empresa que conduce y ejecuta los trabajos.
A los trabajadores de la vía se les ha repartido vino, presidiendo el acto el alcalde constitucional»
La Época, 25-05-1861
Si en el s. XIX se sientan las bases para que Valdepeñas inicie una ascensión, fruto de muchos siglos en los que estaba germinando su futuro, el s. XX supone un mazazo sin precedentes en los que, además de las convulsiones sociales del siglo de las que Valdepeñas, lógicamente, participa, hay que sumar la plaga de la filoxera.
La filoxera llegó a Valdepeñas en 1900; es curioso destacar cómo los calores estivales de la meseta retrasaron el avance filoxérico que se había manifestado en Europa 30 años antes.
Inmediatamente se procedió a repoblar los lugares dañados con cepas americanas; inmunes al insecto. Pero obviamente grandes extensiones de viñedo se perdieron. Sin embargo, y aprovechando el auge que trajeron consigo las nuevas plantaciones, el vino de Valdepeñas adquirió carta de naturaleza propia y se instaló cómodamente en las mesas de las tabernas de Madrid.
La crisis suscitada con la filoxera, creó una sensibilización que llevó a un empuje tecnológico y científico. Por ello, y dada la notoriedad de los vinos, el entonces Ministerio de Fomento creó en Valdepeñas la primera Estación Enológica y Campo de experimentación. Así es como, en 1925 y bajo la presidencia del marqués de Casa Treviño, se crea la Federación Regional de Viticultores. Además de estas acciones, y para defensa y promoción de los vinos de Valdepeñas, se crea en 1928, el Círculo Mercantil Vitivinícola. Sus diversas acciones dieron lugar a que el 1.5.1930, la Junta Regional Vitivinícola fije su capitalidad en Valdepeñas, y aunque la institución actual de la Denominación de Origen es posterior, el primer Estatuto del Vino, que data de 1932, ya recogía la Denominación de Origen Valdepeñas.Entre las décadas de 1940 y 1970 Valdepeñas sufre un estancamiento en su desarrollo económico quedándose anclada en la agricultura y la industria del vino tradicional y familiar, provocando que muchos valdepeñeros emigren hacia las grandes ciudades, haciendo que su población disminuya y se estanque durante este periodo.
En los años 80′ del pasado s XX, se lleva a cabo en Valdepeñas un intenso proceso de reconversión del sector vitivinícola. De las más de 600 bodegas tradicionales se cerraron muchas, hecho que dio lugar a la aparición de otras más grandes que desarrollaron técnicas punteras en la elaboración del vino y nuevas formas de producción, que han situado a Valdepeñas en un referente del vino y su cultura.
De entre todas las actividades económicas, en Valdepeñas ha sido y es la producción de vinos la que ha tenido, durante siglos, más peso en la actividad industrial y constructiva del municipio. Esta afirmación queda avalada por la gran cantidad de bodegas aún existentes. La producción de vino en cantidades industriales tuvo como reflejo el surgimiento de las bodegas principales a finales del siglo XIX, llegando la mayoría de ellas hasta nuestros días. Algunas de ellas son la Sagrada Familia, Dionisos, Juan Ramírez, Morenito, Miguel Martín, La Invencible, Félix Solís, Navarro e hijos, Miguel Calatayud, Navarro López, Luis Mejía, Martín Perona, Los Llanos o Bodegas Bilbaínas. El inmueble correspondiente a la Bodega «Los Llanos», situado en la esquina entre las calles Castellanos y Animas, fue adquirida por el Ayuntamiento de Valdepeñas por el precio de ciento veinte mil euros para su musealización y puesta en valor, pues cuenta con todos los elementos típicos de las bodegas: cuevas, jaraiz, un amplio patio, etc.
Valdepeñas ha experimentado una gran modificación urbanística en las últimas décadas que ha supuesto la desaparición, casi en su totalidad, de la llamada vivienda tradicional de concepción renacentista, con patio interior porticado en torno al cual se organizan las dependencias, y corrales en la parte trasera. Se ha reducido sobremanera el número de edificios que podríamos calificar ca- racterísticos de la arquitectura vernácula, históricos o modernistas. Prueba de ello es la relación y descripción de edificios citados por Angela Madrid a comienzos de la década de los años 80′ del s XX, en la que incluye abundan- tes manifestaciones histórico-artísticas que hoy apenas podemos contemplar.
Con todo, aún se conservan contadas casas de viviendas de este tipo. Así, a la Casa de Los Caminero, que sirve de sede al Museo de la Fundación Gregorio Prieto, podemos sumar las de la calle Veracruz nº 31 y la Casa de Los Vasco, en la calle Real. Esta se organiza en torno a un patio rectangular con co- lumnas toscanas. Cuenta con una capilla cuyo techo está cubierto con pinturas murales. Conserva un retablo de comienzos del Barroco, coetáneo a la construcción de la casa y cubierto con láminas de oro, con un cuadro en la parte alta que representa a San Juan Nepomucemo. Al exterior muestra una amplia fachada de tapial con encintado de ladrillo, aunque un tanto enmascarado por la cal. La portada, que se ubica en uno de los laterales, se divide en dos cuerpos. El inferior, arquitrabado, presenta unas jambas sobre pedestal y dintel moldurado que sos- tienen un entablamento liso, sin decoración, rema- tado por una potente cornisa. Sobre ésta, un balcón volado, con artística rejería, repite el esquema inferior, pero en este caso las jambas se adornan con aletas laterales. Conserva una portada en madera tachuelada. En el resto de la fachada se abren hasta siete vanos, además del pequeño, situado a ras de suelo para ventilación de la cueva. Destaca la bella rejería de la ventana del extremo del piso inferior. La ciudad no es precisamente pródiga en ejemplos de la arquitectura civil de los siglos XVI-XVIII, pero sí cuenta con diversos ejemplos de la arquitectura burguesa modernista de fines del XIX y comienzos del XX. Quizá tienen algo que ver en esta carencia los combates que se libraron en la jornada de 6.6.1808, que supusieron la destrucción de al menos un centenar de casas.
Un acontecimiento fundamental en la vida de Valdepeñas fue la llegada del ferrocarril, el 21.4.1861. Supuso un vuelco en las estructuras económico-sociales y urbanísticas de la ciudad, convirtiéndola en «[…] la más rica, industriosa y poblada villa de la provincia de Ciudad Real». La ciudad conoció entonces momentos de prosperidad y desarrollo, favorecidos por un ferrocarril que permitía comercializar más y mejor sus vinos. Este discurría por el sector O del pueblo y se convirtió en foco de atracción de fábricas, la mayoría asociadas a la transformación de productos agrícolas. Esta circunstancia dejará su impronta en el urbanismo de la transición del XIX al XX, con la polarización de la actividad industrial y la ampliación del entramado urbano hacia el Barrio de la Estación. La expresión más evidente de la nueva situación es la urbanización del Paseo de la Estación.
El propio edificio de la estación, constituye una interesante manifestación del gusto ecléctico y modernista del último tercio del XIX, en el que a los materiales tradicionales (ladrillo, madera, piedra, etc.) se suma el hierro, que se convierte en el protagonista. En ella destaca un cuerpo principal, de dos alturas en la parte central, dedicado a oficinas, sala de espera, taquillas y viviendas en la parte superior. Amplias marquesinas recorren sus dos frentes más largos, protegiendo el acceso a su interior y el andén principal. Aquí presenta porches de cerchas de hierro laminado sustentado por columnas de fundición, que imitan el orden dórico. En la fachada Este la marquesina, de madera, se apoya en ménsulas fabricadas en hierro. Las puertas y ventanas inferiores se cubren con frontón de arco rebajado, mientras las superiores presentan un frontón triangular, también rebajado. El tímpano es de azulejería. ventanas y puertas tienen recercos moldurados pintados en blanco. Actualmente el color combinado con éste es el azul.
Junto al edificio se encontraban edificaciones complementarias, como la antigua cantina, exenta, o los almacenes y muelles de carga y descarga, ya en desuso. Estos se disponen paralelos a un ramal secundario sin salida y son grandes plataformas macizas, largas y estrechas, construidas en ladrillo y piedra revocados, sobre las que se disponen a modo de firme sillares de granito. Están abiertos en tres de sus frentes, quedando el cuarto cerrado por la nave-almacén. La cubierta se resuelve con una bóveda de cañón metálica sustentada por columnas de hierro.
El paso del ferrocarril supuso el desarrollo de un auténtico entramado fabril, del que aún hoy, aunque abandonado en su totalidad, se conservan los restos de bodegas, alcoholeras, almazaras, tejeras o harineras. Calles empedradas, gruesos muros de tapial, altas naves destejadas y chimeneas apagadas son testigos mudos de un pasado próspero e industrioso, fundamentado en el aprovechamiento de la nueva vía de comunicación.
Se localizaron aquí complejos tan conocidos como las Bodegas Bilbaínas, junto a la Estación, con un ramal viario propio, grandes naves de tapial reforzadas con sillería en las esquinas, cubiertas a dos aguas y con escasos y pequeños vanos regularmente dispuestos. En su interior se localizan las dependencias y maquinaria propias para la elaboración del vino y su emblemática chimenea de ladrillo rojo.
También en este entorno se instaló La Alcoholera de Valdepeñas (Alcoholera Pérez Texeira, SA). También abandonada, cabe destacar, dentro del recinto, el edificio principal. Se construyó con mampostería y refuerzo de ladrillo en los ángulos. La cubierta es a dos aguas y presenta grandes vanos con arco de medio punto recercados de ladrillo, uno de los cuales se abre en el hastial. La chimenea, de ladrillo rojo, está muy bien conservada.
Uno de los cambios introducidos en la fisonomía del paisaje urbano valdepeñero de fines del XIX y comienzos del XX debido al auge de la industria vitivinícola fue la urbanización del Paseo de la Estación, que tal como hoy lo conocemos —con su templete en hierro elevado para actuaciones de la banda de música— data de 1912.
En sus inicios no era sino un ancho camino de tierra flanqueado por árboles, como demuestran las fotografías de la época. A ambos lados fue instalándose la burguesía acomodada, relacionada en la mayoría de los casos con el auge industrial de fines de siglo. Muchas de estas casas siguen en pie y ocupadas, aunque reacondicionadas en su interior. Al exterior todas obedecen a un mismo esquema compositivo. Las diferencias hay que buscarlas en los materiales empleados en su construcción o en la diferencia de alturas, que oscila entre dos y tres. Son fachadas de desarrollo horizontal, normalmente levantadas sobre zócalo de piedra, con grandes vanos rectangulares dispuestos simétricamente. Sus ventanas predominan en el piso inferior y los balcones en el superior, protegidos todos por rejas y habitualmente recercados en ladrillo o piedra. No faltan tampoco los miradores acristalados con estructura de hierro ricamente labrada, o las cresterías de hierro como coronación de las fachadas. Pero este afán constructivo no se redujo al Paseo de la Estación, sino que se extendió hacia las calles Capitán Fillol —prolongación natural del paseo hacia el centro—, Seis de Junio o Sebastián Bermejo. Podemos destacar, al respecto, las casas de Los Izarra (hoy de Don Miguel Cruz), las suntuosas fachadas de las casas de Ruiz-Poveda y Los Cruz, o el edificio del Casino.
La Casa de Los Izarras se sitúa en la esquina entre las calles Seis de Junio y Cervantes. Cuenta con dos partes claramente diferenciadas: la primera es la destinada a la residencia señorial, mientras que la segunda se empleó para el uso del servicio de la casa, como cuadras y para las cámaras. El cuerpo principal se organiza en forma de «U» abierta a un patio posterior. En el interior de esa «U» se instaló la escalera de comunicación entre plantas, de tipo imperial y rodeada de tres galerías que conducen a las distintas estancias. La iluminación de las galerías y escalera se resuelve a base de vidrieras emplomadas de medio punto, instaladas en el eje del tiro principal de la escalera. La estructura de la casa se ideó con muros de carga de tapial y viguería metálica, con cubierta a dos aguas de cerchas de madera y teja curva de cerámica sobre tablero de ladrillo tosco. Las galerías se soportan con vigas metálicas y columnas de hierro fundido. La fachada se compone de dos cuerpos horizontales. La planta baja sirve de base, con almohadillado de caliza sobre zócalo continuo. Sobre ella se levanta la segunda planta, con fábrica de ladrillo dispuesto en seco. Toda la com- posición se ve coronada con una potente cornisa soportada por canecillos de piedra. Los vanos de la fachada poseen arcos de descarga rebajados y recercados con piedra. La carpintería es de madera y la cerrajería en hierro de forja. Los revestimientos interiores son de estuco, en ocasiones pintado. Destacan los frescos pintados en el techo de la escalera y de las galerías.
Solo una de las casas burguesas de esa transición entre los siglos XIX y XX ha sido objeto de estudio arqueológico pormenorizado, con motivo de la remodelación de la Plaza de España. Se trata de la ya desaparecida vivienda que existía en la calle Real nº 5, junto al Casino. El Casino es un edificio modernista obra de Coquillat que fue construido en 1913 y se localiza en la calle Real nº 9. El Ayuntamiento de Valdepeñas lo compró en abril de 1977 al Círculo «La Confianza». En este momento se encuentra en avanzada ejecución un proyecto para rehabilitarlo y establecer en su interior una nueva Casa de Cultura municipal.
Al igual que sucede en el caso de Daimiel, existen casos recientes de injustificables pérdidas de inmuebles arqueológicos protegidos, que estaban incorporados en inventarios de gestión y protección patrimonial como podrían ser el Plan de Ordenación Municipal o la Carta Arqueológica. Es el caso de la vivienda situada en la calle Bernardo Balbuena nº 13, o de la situada junto a la Delegación de la Agencia Tributaria, en el Paseo de la Estación nº 42. Ambas se encontraban en relativo buen estado de conservación, con fachadas susceptibles de haber sido rehabilitadas y puestas en valor, pero han sido demolidas por completo de forma innecesaria. Lo que ha quedado en su lugar en un solar yermo, dando la impresión de que la acción destructiva perseguía básicamente acabar con los elementos que generaban una servidumbre de tipo arqueológico.
En ambos recientes casos, al igual que ha sucedido en otros previos, el Ayuntamiento de Valdepeñas —que es el único de la provincia que cuenta con un arqueólogo municipal en plantilla— y la Delegación Provincial de Cultura se han abstenido de aplicar algunas de las medidas que le Ley establece para proteger nuestro Patrimonio Histórico, priorizando los intereses constructivos frente a otras consideraciones patrimoniales.
El patrimonio cultural de la vid y el vino en La Mancha. Elementos arquitectónicos vernáculos en Daimiel y Valdepeñas por M. Torres Mas, L. Benítez de Lugo EnrIich y Jaime Moraleda Sierra
Planeamiento vigente
Las Normas Subsidiarias de Planeamiento General del término municipal de Valdepeñas fueron aprobadas el 11.05.1984. Su documentación de textos y gráfica es propia de la época, procediendo de una redacción comenzada a finales de los 70′ o muy principios de los 80′, con el planeamiento urbano municipal en sus comienzos en España. Destaca cierta indefinición normativa, y un voluntarismo respecto a las formas de gestión del desarrollo, en particular respecto a la obtención de los denominados sistemas generales.
Destaca, por sus efectos sobre la sobre‐densificación del centro urbano, una normativa poco precisa para ese ámbito, refiriendo las edificabilidades de las manzanas a los anchos de las calles circundantes, previstas en su factura de ciudad manchega para alturas de dos y tres plantas y sobre las que hoy se construye como mínimo una planta más y volada sobre el ancho original.
Además, las principales áreas calificadas como zonas verdes de uso público no han sido obtenidas en los 20 años de vigencia de las NNSS, ya que no se previó la forma de compensar a sus propietarios.
En Junio de 1988 se redacta y aprueba la actuación urbanística sobre el Polígono 3, “La Veguilla”, tras las inundaciones trágicas que afectaron fundamentalmente esa área. Es un planeamiento típico de ensanche, con suficiente densidad para hacer de esa área un nuevo foco de crecimiento de Valdepeñas.
En Agosto de 1993 se aprueba la Modificación Puntual de las Normas Subsidiarias de la zona “Baños del Peral”, que habían sido calificadas como reserva urbanizable para 134 ha por las Normas Subsidiarias municipales pero sin conllevar apenas determinaciones de planeamiento. Esa carencia documental, y el crecimiento de vivienda unifamiliar en muchos casos de auto construcción, pueden explicar el reciente interés por ocupar áreas más amplias y más cercanas al arroyo, incluso proponiendo la ocupación de áreas inundables.
En Diciembre de 2001 se redacta el Plan Parcial del Sector 14 A Parque Empresarial “Entrecaminos”, gestionado y urbanizado por el SEPES.
Se han redactado y aprobado además numerosas modificaciones puntuales sobre las Normas Subsidiarias, Planes Parciales desarrollando sectores urbanizables, Estudios de Detalle, Proyectos de Urbanización y Planes Especiales de Reforma Interior; el estado de desarrollo en el que se encontraba el planeamiento vigente al comenzar la redacción del POM era de casi colmatación de los suelos previstos. Los sectores S‐15 y S‐18 de reciente aprobación suponen un gran desarrollo de la zona norte de Valdepeñas, además de encontrarse varios proyectos en estudio para desarrollar zonas perimetrales al casco.
Todo ello da idea de la necesidad que ha experimentado el municipio de ir adaptando las condiciones de planeamiento a una situación de gran pujanza económica en algunas épocas, y con necesidades cambiantes de programa de vivienda, acceso de vehículos, abastecimiento comercial, dotaciones públicas, etc.
Las iniciativas presentadas a lo largo de la vigencia de las Normas Subsidiarias se han incorporado al documento de Áreas De Planeamiento Incorporado, que se presenta con las ordenanzas aprobadas y la ordenación propuesta en cada desarrollo.
De los 45 polígonos en los que se divide el denominado suelo urbano en las Normas Subsidiarias (que no reúne todas las condiciones para ser considerado como urbano), se encuentran colmatados por la edificación y urbanización, en mayor o menor medida, 41 de ellos. Solamente los polígonos P‐22 al P‐25 de la zona E del casco, parte del polígono P‐43 del Cerro de San Cristóbal, que no ha sido obtenido en su totalidad, y el polígono 42 en el margen oeste de las vías del tren, siguen sin contar con un desarrollo ajustado a la definición de suelo urbano, por lo que se han clasificado como suelo urbanizable.
En cuanto a los sectores, los únicos en los que ni siquiera se ha promovido una iniciativa son el S‐5 y el S‐16, residencial el primero e industrial el segundo. Los sectores S‐1.3, S‐1.5 y S‐2.1 son sectores industriales con actividad empresarial activa, por lo que ya cuentan con urbanización. Los sectores del paraje de Baños del Peral, S11, S‐12 y S‐13 no han tenido desarrollo urbanístico. El sector 13 desapareció a raíz de la Modificación Puntual de Baños del Peral, fundiéndose con los sectores 11 y 12.
El suelo disponible en Valdepeñas se ha colmatado prácticamente, quedando resquicios no urbanizados y espacios mal planificados.
La normativa urbanística vigente en el Casco y Ensanches
La normativa vigente de edificación en el Casco o centro urbano y en los Ensanches se basa exclusivamente en parámetros volumétricos: fondo edificable de 20 m desde la calle, altura, vuelos sobre la calle, y dimensión de patios interiores.
Este criterio deja sin aprovechamiento residencial las zonas interiores al perímetro de 20 m, situación mal aceptada desde los criterios actuales de equidistribución de cargas y beneficios de la propiedad urbana. La planta baja puede ser ocupada en su totalidad por edificación para usos de servicios y comerciales, lo que distorsiona el valor de esos espacios, y estimula la desaparición de jardines y arbolado para sustituirlos por techados de variado uso.
La normativa actual sobre dimensiones mínimas de patios, muy inferiores a las de otros planeamientos, ha llevado a la ejecución de edificios de viviendas donde los patios a los que se abren salones y dormitorios llegan en casos extremos a ser espacios circulares de tres metros de diámetro, donde las “esquinas” de lo que suele ser un patio rectangular son ocupadas por armarios de forma triangular con objeto de apurar al máximo la edificabilidad referida exclusivamente a referencias volumétricas.
Por otro lado, la normativa original de tipo volumétrico admite vuelos sobre determinadas calles, lo que aumenta la edificabilidad de las parcelas correspondientes sin otra razón que la anchura de la calle.
Parece preferible asignar índices de edificabilidad, en este caso por bandas de ocupación (veinte metros desde la calle, y resto de parcela reconociendo el mayor valor del primer espacio), procurando que por todos los conceptos –franjas de edificación, mayores patios, supresión de vuelos‐ se mantenga aproximadamente la edificabilidad que resultaría de aplicar la normativa vigente. Aproximación siempre aproximada, ya que la normativa vigente da lugar a edificabilidades distintas según sea la geometría de la parcela, la pericia del diseñador y la presión por obtener la máxima edificabilidad aún en perjuicio de la calidad de los espacios edificados.
La nueva normativa debe asegurar que los patios a los que abren salones y dormitorios en edificios de varias viviendas, y mayormente los patios a los que dan como única apertura las viviendas interiores, tengan unas dimensiones adecuadas a su función tanto de aireación como de independizar relaciones de vecindad.
Una forma de facilitar el nuevo reparto de edificabilidades en una parcela consiste en admitir un ático retranqueado de la fachada a calle, ya que el escaso ancho de las calles actuales no permite percibir esa ampliación retranqueada, en beneficio de la eliminación de los vuelos de edificación admitidos en la normativa vigente.Usos del Suelo Actuales
El análisis del suelo urbano existente indica que la mayoría del suelo está ocupado por usos residenciales, aunque en Valdepeñas se crea la peculiaridad de que existen múltiples bodegas absorbidas por el desarrollo del casco urbano. Dada la tendencia histórica de la ciudad de ser ciudad vitícola, existían muchas bodegas que se han ido rodeando de vivienda, creando un tejido urbano característico, con edificios residenciales con salpicaduras de bodegas en cada manzana. Muchas de estas bodegas han caído en desuso por problemas de acceso o de capacidad, y la tendencia municipal es incentivar a que estos establecimientos se instalen en zonas industriales, más aptas para su actividad dada la necesidad de circulación de mercancías, de carga y descarga, de almacenamiento, etc. El plano de Información I‐7.1 Usos del Suelo indica los usos actuales por manzana incluso por parcela en los casos de bodegas inmersas en la trama urbana. Este plano, si se contrasta con el de las Normas Subsidiarias, aporta información actualizada, y denota la falta de asignación de usos adecuados para ciertos ámbitos, como pueden ser zonas calificadas en las NNSS como dotacionales o equipamientos, cuando en la realidad son zonas de uso terciario.
La almendra central es claramente de uso residencial predominante, con las salpicaduras de uso industrial o terciario que confieren las bodegas a algunas manzanas. La zona noroeste, caracterizada por la Calle Estudiantes, es de uso dotacional, donde se ubican colegios públicos, el hospital y el parque Cervantes. Al sur de esta zona, por la calle de la Estación o Torrecilla, se ubican varias bodegas con tendencia a reubicarse en áreas industriales y pasar a formar parte del tejido residencial. La zona al noreste de la Avenida del Vino es de uso unifamiliar, si bien es la zona de expansión más reciente cuyo suelo aún no está del todo desarrollado. Al noroeste de la Avenida del Vino se ubica el polígono industrial de Valdepeñas, con numerosas naves industriales, y se encuentra casi colmatado. Otra zona industrial compuesta por varias empresas multinacionales es el triángulo comprendido entre la autovía A‐4 y las vías del tren, correspondiente al antiguo Sector S‐1, con Frimancha y la Olivarera presidiendo la zona. El borde perimetral este, hacia el norte y sur del casco urbano, presenta pequeñas industrias instaladas, algunas recientes (polígono industrial Industriópolis, al sur, S‐17 de las NNSS), y algunas de peso histórico como Viguetas y Forjados en la salida hacia Membrilla. En el lado O de la autovía se ubica el polígono industrial de SEPES, ocupando el S‐14 A de las NNSS, cuya ejecución se llevó a cabo en dos fases, la segunda desarrollada en los últimos meses. Entre la circunvalación de Valdepeñas y la autovía A‐4 se extiende un nuevo sector en construcción en la actualidad que comprenderá una zona terciaria de centro comercial, un área residencial tanto de bloques de vivienda como de chalets unifamiliares, y la gran atracción principal, un campo de golf.
En el POM se ha buscado la reubicación de los ámbitos de uso terciario‐industrial como son las bodegas, en lugares de vocación industrial y se ha delimitado una Unidad de Actuación para su conversión a uso residencial. Los nuevos sectores programados van a huir de la zonificación, para dar lugar a zonas que mezclen el uso residencial unifamiliar con el colectivo, de forma que haya diversidad de oferta residencial y no se creen grandes barrios de distintas calidades o niveles de vida. Valdepeñas es una ciudad que presume de esta circunstancia y que tiene una influencia directa sobre sus ciudadanos. La zona más apta para acoger el uso industrial es el margen de la carretera A‐4, ya que por temas de logística y accesos es la más indicada. Sin embargo, se va a mantener el impulso de pequeñas zonas industriales más blandas, combinados con zona terciaria para ubicar empresas pequeñas en los dos polígonos industriales al este del casco urbano, alternando algunos sectores residenciales con este tipo de uso.Zonas de Ordenación Urbanística Existentes
Atendiendo a la definición de Zonas de Ordenación Urbanística (ZOUs), éstas se definen por uso y tipología homogénea. El Reglamento de Planeamiento de la LOTAU, en el Anexo III, define las ZOUs como aquella área de suelo que presenta un tejido urbano característico y diferenciado, por disponer de usos globales y tipologías edificatorias homogéneas que permitan identificarla con respecto a otras. En la actualidad, en Valdepeñas existen 7 tipos de ZOUs, según la siguiente tabla:
ZOU EXISTENTE USO GLOBAL TIPOLOGÍA HOMOGÉNEA
1 Casco‐Ensanches Residencial Edificación en Manzana Cerrada
2 Veguilla Residencial Edificación en Manzana Abierta
3 Colectivo Residencial Edificación en Manzana Abierta
4 Unifamiliar Residencial Edificación Aislada
5 Baños del Peral Residencial Edificación Aislada
6 Consolación Residencial Edificación Tipológica Específica
7 Industrial Industrial Edificación en Manzana Abierta
Para el estudio de ZOUs existentes se ha tomado como base la ordenación urbanística programada en las Normas Subsidiarias, reflejando la planificación prevista y la información aportada. El Plano de Información I‐7.2 Zonas de Ordenación Urbanística define las zonas y los equipamientos comprendidos en ellas. A continuación se describen las zonas definidas y después se incluye unas tablas resumen con los equipamientos existentes en cada una de ellas, con el fin de establecer el déficit dotacional existente y el aprovechamiento sobrante en cada una.
Tras un estudio exhaustivo de los usos y tipologías en el centro urbano se considera una única ZOU nº 1, el suelo delimitado por aquellas manzanas regidas por la normativa urbanística vigente de Casco Urbano, Ensanche y Ampliación. Esta ZOU es discontinua ya que comprende las manzanas del casco urbano, exceptuando las colindantes a La Veguilla que componen una ZOU distinta. La ZOU 1 comprende los polígonos P‐1 al P‐17, P‐22 al P‐25, P‐28 al P‐29, P‐32 al P‐33, P‐35 al P‐37, P‐39, y el P‐41 al P‐43.
El tejido urbano de esta ZOU es de calles relativamente paralelas formando tejidos en cuadrícula, con viario de dirección los puntos cardinales para favorecer la orientación norte‐sur de las viviendas. La zona comprendida entre las calles Paseo de la Estación y Avenida de los Estudiantes presenta un entramado viario radial en torno al casco antiguo. La trama de la zona al sur de la Veguilla es más irregular sin una estructura intencionada, formando manzanas ligeramente más pequeñas que en el resto de la ZOU. El uso global de esta ZOU es residencial, exceptuando algunas antiguas bodegas que ejercen actividad en el centro, aunque la tendencia de estas industrias es reubicarse en las zonas industriales proyectadas. La tipología es mayoritariamente homogénea, compuesta de viviendas colectivas en altura, siendo ésta variable, entre dos y cinco plantas. Como excepción se localizan en el casco urbano varias edificaciones con mayor altura. En esta ZOU se incluyen las zonas dotaciones del noroeste del casco donde se ubican los colegios, el hospital y el parque Cervantes, y el Cerro de San Cristóbal al sur del casco.
La ZOU nº 2 de La Veguilla presenta características diferenciadas respecto al resto de ZOUs debido a que las NNSS trataban esta zona como polígono P‐3 con un Plan Especial de Reforma Interior asociado. La tipología edificatoria es residencial colectiva, de tipo manzana cerrada con patio de manzana, con alturas de cuatro plantas. El carácter de bulevar que tiene La Veguilla otorga a las manzanas colindantes una homogeneidad que las diferencia del resto. El uso global es residencial multifamiliar. Los polígonos que comprende esta ZOU son el P‐3, el P‐30 y el Parque del Este.
La zona denominada como ZOU nº 3, Colectiva, engloba aquellas zonas con edificación residencial en bloque compuesto por un colectivo de viviendas. Es una zona discontinua definida por los bloques localizados al noroeste adyacentes a las vías del tren y al parque Cervantes, la zona residencial en bloques al sur del hospital, los bloques situados al este del polideportivo, los bloques situados alrededor del auditorio y la zona de vivienda de protección pública al sur del núcleo al lado de la zona comercial que alberga los cines. La tipología de esta edificación es de bloque abierto en tres y cuatro alturas; el uso global es residencial multifamiliar. Los polígonos de las Normas Subsidiarias que comprenden esta zona son: P‐18, P‐19, P‐20, P‐26, P‐27, P‐31, P‐38 y parcela 4 del S‐6 A.
Las viviendas de tipo unifamiliar componen la ZOU nº 4, Unifamiliar, discontinua y con la mayor entidad al norte del casco urbano. Se recogen en esta ZOU las viviendas exentas, pareadas y adosadas, con parcelación variable pero con la característica común de albergar una única vivienda por parcela. Esta tipología se encuentra en las zonas de reciente desarrollo al norte del casco y una zona colindante por el oeste al Cerro San Cristóbal. El uso global es residencial unifamiliar. Corresponde a los Polígonos P‐19, P‐34, P‐21, P‐40 y sectores S‐3, S‐4, S‐7, S‐6 A y S‐6 B, S‐15 y S‐18 de las Normas Subsidiarias.
El paraje de Baños del Peral conforma una ZOU nº 5 en sí misma ya que la edificación supone una única tipología homogénea en el territorio mencionado, de viviendas unifamiliares adosadas de una planta en la mayoría de los casos, existiendo algunas de dos. El uso global es residencial unifamiliar.
Consolación es un núcleo con viviendas de carácter propio en el municipio de Valdepeñas, y constituye la ZOU nº 6. El conjunto de edificaciones compone una tipología única con viviendas agrupadas geométricamente de una planta. El uso global es residencial unifamiliar.
La ZOU nº 7, Industrial, recoge aquellas zonas urbanas con actividad productiva y terciaria localizadas en el perímetro del casco urbano: la zona de naves al sureste y este de la ciudad con apoyo en la circunvalación, la zona al noroeste de polígonos industriales adosados a la autovía A‐4 y el polígono de SEPES emplazado al oeste de la A‐4. El uso global es industrial. Comprenden los polígonos y sectores de las NNSS siguientes: P‐44, S‐10, S‐9, S‐8, S‐1, S‐2, S‐17y S‐14 A.
Consolidación del modelo territorial del núcleo de Valdepeñas
El modelo de ordenación por el que se opta responde al modelo compacto manchego de concentración de desarrollo.
Como visión general de la estructura del suelo urbanizable el crecimiento residencial principal de Valdepeñas se ha extendido hacia el este y noreste de la ciudad para asegurar la creación de una vía–parque de circunvalación que asegure una movilidad fluida en el futuro, y para asegurar la accesibilidad de la ciudad actual a los nuevos equipamientos que hayan de crearse en esa periferia, formando una corona perimetral bordeando la zona urbana.
Al S y al O se clasifica suelo urbanizable para ordenar los vacíos actuales entre la ciudad y la carretera de circunvalación o el ferrocarril. Al oeste de la ciudad, entre las barreras que suponen la circunvalación y la vía del tren, se encuentra una zona de crecimiento con ordenación complicada debido a los condicionantes urbanos como la subestación eléctrica, los corredores eléctricos y los trazados viarios que atraviesan la zona. Es una zona que ha crecido en algunas zonas sin ordenación definida, con una estructura viaria inconexa que solo funciona localmente. Por tanto los sectores previstos conllevan una ordenación individual con trama urbana independiente al resto de la ciudad y tipología residencial mixta, colmatando zonas que se encontraban degradadas o componían vacíos edificatorios dentro de la ciudad.
Los sectores de índole unifamiliar se ubican al N y al S de Valdepeñas. Se han destinado pocos sectores a esta tipología de baja densidad debido a los problemas conocidos que conlleva el modelo de gran extensión territorial: mucha demanda de vehículo e infraestructuras y poca aportación de ciudad. La zona de crecimiento oriental compone el desarrollo natural de la ciudad, con tipología similar y densidades parecidas. La zona meridional está compuesta por dos sectores en la falda del Cerro de San Cristóbal de carácter extensivo para responder a la demanda de tipología de baja densidad, y con escaso impacto visual por respetar las cotas más elevadas del cerro, que se mantienen como zona verde.
La zona industrial se ha localizado al noroeste, en el lado oeste de la autovía donde ya se encontraba ubicado el polígono industrial de SEPES, por tanto siguiendo la pauta ya marcada por implantaciones anteriores. Responde a una necesidad de expansión económica y expectativas de albergar grandes empresas de industria productiva, con trazado de grandes manzanas de viarios anchos y suaves curvas para permitir grandes parcelaciones y espacios únicos.
Respecto a la ordenación interna de los sectores se ha trazado la continuación de la circunvalación por el norte y una infraestructura denominada Vía Parque que estructura los sectores del noroeste mediante un viario de 25 m de ancho con parques acompañando el recorrido de forma que se establezca una conexión peatonal con las dotaciones públicas y los parques de la ciudad. La composición de las manzanas se ha proyectado con una estructura regular buscando la ortogonalidad y orientación sur-norte para conseguir una mejor eficiencia energética en la disposición de los edificios. Los espacios destinados a dotaciones se han proyectado con medidas amplias y adyacentes a zonas verdes.
Los núcleos periféricos de Baños del Peral y Consolación
La zona de vegetación abundante y entorno privilegiado de Baños del Peral se ha respetado casi en su totalidad, delimitando ámbitos de suelo urbano no consolidado en zonas de escaso desarrollo y sectores en las zonas perimetrales buscando la regularización de la urbanización unifamiliar que se ha ido asentando en la zona. La parte central del núcleo que alberga los baños árabes y el entorno del Arroyo del Peral se ha calificado como zona verde de Sistema General a obtener por los sectores urbanizables.
La pedanía de Consolación localizada a 14 km al N de la ciudad tiene carácter independiente del resto de Valdepeñas, con una estructura geométrica inusual que se ha optado por proteger. Se han delimitado dos sectores urbanizables en las zonas donde hay antiguos almacenes de silos y graneros para su reutilización o rehabilitación en zonas residenciales. Se ha delimitado un sector con la intención de regularizar la pequeña industria que ha proliferado en los últimos años; y se ha suprimido el nuevo desarrollo previsto al oeste de la autovía por su escasa viabilidad.
9 de Mayo 2018.- El proyecto ‘Valdepeñas ON’ que el Ayuntamiento de Valdepeñas presentó a la 3ª convocatoria de los fondos europeos de Estrategia de Desarrollo Urbano Sostenible Integrado (EDUSI) ha sido subvencionado con 5.000.000 de euros, que se destinarán a acciones que se materializarán entre el periodo 2018-2023 en Valdepeñas se invertirán a través de este proyecto 6.250.000 euros.
“Es una noticia que quizá sea de las más importantes de la última década en cuanto al alcance económico y la incidencia socio-económica que la misma tendrá en la sociedad”, ha manifestado el portavoz de Gobierno, Francisco Delgado, que ha valorado la noticia subrayando que “con este tipo de proyectos es obvio que el objetivo fundamental que persigue el equipo de Gobierno es que para el año 2023 Valdepeñas sea una ciudad inteligente, una ciudad sostenible, con calidad ambiental y una ciudad integradora”.
De este modo ha señalado que la aprobación del EDUSI ‘Valdepeñas ON’ da luz verde a una serie de proyectos que contemplan una inversión de 6.250.000 euros, de los cuales 5.000.000 € corresponderán a la subvención concedida por los Fondos Feder y 1.250.000 que aportará el Consistorio. Entre las acciones que se llevarán, relacionadas con la sostenibilidad medio ambiental, mejoras del acceso de nuevas tecnologías, eficiencia energética e inclusión social, destacan el cubrimiento de uno de los tramos del Canal de la Veguilla apostando por el medio ambiente, la regeneración económica de la zona así como un paso subterráneo en el barrio de San Pedro que mejorará su comunicación, además de nueva iluminación viaria Led, la puesta en marcha del Plan de Apoyo al Emprendimiento y al Empleo, la rehabilitación del albergue junto al yacimiento arqueológico del Cerro de las Cabezas y la mejora de acceso a la administración electrónica.
Sobre la ejecución de los proyectos Delgado resaltaba que se materializarán de manera progresiva durante los próximos 5 años, por lo que responde “a una política de ‘luces largas’, basada en una ciudad más allá de quién esté gobernando”. En este sentido advertía que “los ciudadanos, en general, tenemos la conciencia de que un proyecto existe cuando vemos una máquina en la calle, y esto lleva una tramitación administrativa compleja, por lo que durante el 2018 se hará toda la tramitación necesaria para poner en marcha cada uno de los proyectos”. “Es decir, que desde el punto de vista visual no será hasta 2019 cuando, hablando de obras, se vea algún tipo de movimiento”.
Por último tuvo palabras de agradecimiento para el anterior concejal de Desarrollo Empresarial, Jesús del Fresno, que renunció hace unas semanas a su acta de concejal por motivos laborales, por dejar hecho este proyecto de ‘Valdepeñas ON’ así como a los técnicos de las diferentes concejalías implicadas que han trabajado en el documento. También confió en que esta inversión desarrolle en Valdepeñas un movimiento económico que provoque una ‘causa-efecto’ en el índice del número de desempleados.
Por los pelos…
El documento urbanístico de TAU, impecable, así lo resume, el autor:
Comenzado a finales de 2004 por adjudicación de concurso público del Ayuntamiento, ha superado 3 modificaciones de legislación urbanística y 5 exposiciones al público (2 avances y 3 documentos de información pública).Ciudad de 28.500 habitantes en 2005, situada sobre el eje de la autovía A-IV, de gran potencia industrial, especialmente en el sector vitivinícola. El POM ordena el crecimiento residencial en forma concéntrica con diseño urbano pormenorizado para 700 nuevas hectáreas en unos cuarenta sectores. Se proyecta una Vía Parque que comunica los grandes espacios dotacionales de los nuevos desarrollos. Es un Plan modélico en cuanto a la recuperación de espacios públicos en el casco urbano, de típica traza manchega, actualmente sin espacios verdes y con mucha densificación. En la almendra central se ordenan espacios urbanos procedentes de antiguas bodegas o almacenes. Establece mecanismos viables de obtención de zonas verdes y dotacionales, y ordena los núcleos diseminados de Baños del Peral y Consolación.
Hoy Valdepeñas, centrado en su tecnología productiva basada en la producción vitivinícola, cuida su territorio como el gran «maná» de su existencia, el territorio, el agua, las cepas, la producción, la comercialización…
Poco más de 30.000 habitantes, y un parque edificado de 17.200 viviendas, que se plantea un POM en 2004, se publica la aprobación definitiva en 2011 (otra realidad claramente diferente), y tras 14 años no goza de todos los consensos, y finalmente las sentencias judiciales retrasan, paralizan, obstruyen, porque haberlas «haylas».
Cada mercado es local.
Cada municipio tiene su singularidad.
Cada municipio se retrata en su parque residencial.
Seguiremos analizando en próximas entregas los 350 municipios mayores de España