Estos gráficos representan el Parque Residencial del municipio de AVILA
Son los Bienes Inmuebles matriculados en el Catastro, clasificados por año de inscripción y por tamaño.
Cada barra horizontal representa una década, siendo la más reciente la inferior (2010′), y la más antigua la superior (1900-1909).
Cada color es un tamaño, del más cálido (<60 m2) al más frío (>180 m2).
La barra inferior (DELVI) representa el cálculo hecho desde Otropunto para la obtención de la Demanda Latente de Vivienda (la demanda latente: la configuran personas que no tienen vivienda y que por su perfil sociológico (edad) y socioeconómico (no están en desempleo) son potenciales compradores). Es una estimación del número máximo de viviendas que constituyen la demanda encubierta de una zona y que se basa en las personas con el perfil de los actuales compradores pero que todavía no han constituido un hogar.
Son datos fríos, sin cocinar.
Información para la toma de decisiones.
Información para el conocimiento.
Ávila es una ciudad y municipio de 231,9 km2, situado en la provincia de Ávila, en la comunidad autónoma de Castilla y León. Es capital de la provincia homónima y de la comarca de Ávila —que comprende el Valle de Amblés y la Sierra de Ávila—, así como sede del partido judicial número 3 de la provincia y de la diócesis homónima. Se encuentra situada junto al curso del río Adaja y se trata de la capital de provincia más alta de España, a 1.131 m sobre el nivel del mar, en virtud de lo cual en su casco urbano son relativamente frecuentes las nevadas durante el invierno. La ciudad presenta un clima mediterráneo continentalizado con matices montañosos. En 2012 su término municipal concentraba el 34 % del total de población de la provincia.
El término municipal de Ávila (con un perímetro muy irregular) limita al norte con los de Cardeñosa, Mingorría, San Esteban de los Patos, Tolbaños, Berrocalejo de Aragona, Mediana de Voltoya y Ojos-Albos, al este con el de Santa María del Cubillo, al sudeste con los de Navalperal de Pinares y Herradón de Pinares, al sur con el de Tornadizos de Ávila, al suroeste con el de Gemuño, al oeste con los de El Fresno, La Colilla, Martiherrero y Marlín y al noroeste con los de Bularros y Monsalupe.
Tiene 8 núcleos núcleos de población: Aldea del Rey Niño, Alamedilla del Berrocal, Ávila, Bernuy-Salinero, Brieva, Narrillos de San Leonardo, Urraca-Miguel y Vicolozano
El suelo dentro del municipio está destinado a 5 usos fundamentales: áreas arboladas, campos destinados al cultivo de cereal, pastizales, riberas, eriales y zonas urbanizadas. La superficie arbolada del municipio se encuentra al norte de este, los cultivos de cereal a lo largo del valle de Amblés y al sur de la ciudad, mientras que los pastizales se localizan fundamentalmente en la zona este.
Tras la fundación romana y la asimilación de la población autóctona vetona de la zona -pues no existen indicios claros de un asentamiento prerromano en el casco histórico- la ciudad pasaría al poder visigodo. Ávila cayó, al igual que la mayor parte del territorio peninsular, bajo dominio musulmán a comienzos del siglo VIII, y no sería reconquistada de forma definitiva por las tropas cristianas hasta el siglo XI. Experimentó un notable auge durante el siglo XVI, para verse posteriormente sumida en una prolongada crisis y declive hasta el siglo XIX, en el cual la construcción del ferrocarril consiguió dar un empuje al desarrollo económico.
Ávila posee los títulos de «Ávila del Rey» -otorgado por Alfonso VII-, «Ávila de los Leales» -otorgado por Alfonso VIII- y «Ávila de los Caballeros» -otorgado por Alfonso XI-, todos ellos presentes en la bandera de la ciudad. La seña de identidad es su muralla medieval completa, de estilo románico, destacando también otras construcciones representativas como la catedral del Salvador– cuyo cimorro se monta sobre la muralla- o la basílica de San Vicente. Ha sido considerada tradicionalmente como «ciudad de cantos y de santos« y su casco histórico medieval, en excelente estado de conservación, fue declarado Patrimonio de la Humanidad en 1985.
- La ciudad antigua
El interior de la ciudad mantiene aún hoy día el trazado típico de las ciudades romanas tipo hiberna (castros estables), de contorno rectangular, con dos calles principales (cardo y decumano) que se cortan ortogonalmente en el centro, donde estaba el foro. Actualmente este trazado aparece solo parcialmente modificado, reconociéndose fácilmente antiguas entradas romanas en las puertas de San Vicente y Gonzalo Dávila, donde los cubos defensivos originales fueron conglobados en la muralla medieval. También se mantienen las manzanas cuadrilongas recuerdo de las insulae romanas. El cardo máximo corresponde a la actual calle de Vallespín; mientras que el decumano máximo lo constituirían la calle de los Caballeros y la calle de Bracamonte. Todas ellas confluyen en la plaza del Mercado Chico, que fue el antiguo foro. Los puentes sobre el río Adaja y sobre el río Chico son de origen romano. De la época romana también dataría supuestamente una antigua ermita sobre la que se construyó posteriormente la Basílica de San Vicente.
La ciudad medieval
En lo relativo a la fecha exacta de construcción de la muralla, el símbolo de la ciudad, existe cierto debate. La historiografía más antigua (siglo XVI) afirmaba que fue levantada entre 1090 y 1099 (prácticamente inmediata a la reconquista cristiana de la ciudad) sobre muros con pasado romano, visigodo y musulmán, atribuyéndola un origen mítico, al ser supuestamente construida en sus orígenes por Alcideo, hijo de Hércules. Otros autores más modernos proponen una reconstrucción inicial a finales del siglo XI de las viejas murallas romanas, para protección ante un eventual ataque musulmán, para ya a mediados del siglo XII acometerse la construcción de la muralla actual. La catedral de la ciudad se comenzó a construir en la segunda mitad del siglo XII, con la intervención en el proyecto del arquitecto francés Giral Fruchel. A finales de la Edad Media la muralla de Ávila contaba con un foso y, necesariamente, con puentes levadizos. Sin embargo estos elementos desaparecieron con la entrada en el siglo XVI.
La ciudad moderna
A principios del siglo XVI en el casco viejo de la ciudad, dentro de la muralla, aparecían dos zonas muy diferenciadas: la zona norte, entre la catedral y el Mercado Chico, y la zona sur. En la primera se encontraban los palacios y las viviendas de los hidalgos y los clérigos, mientras que en la zona sur se localizaban las viviendas de los judíos y los musulmanes. Los moriscos estaban instalados al norte, fuera de la muralla, así como al sur, poblando los arrabales de Santiago y San Nicolás. De los distintos tipos de ciudades que se fueron formando en la España de los Austrias a Ávila se le asignó la etiqueta de «ciudad conventual».
Durante el Siglo de Oro español (1550-1650) la ciudad afrontó una intensa renovación urbana, en la cual se levantaron multitud de conventos y palacios. A partir del siglo XVII la ciudad empezó a sufrir una crisis demográfica, que cristalizó en un progresivo abandono de la mitad oeste del recinto amurallado, al tiempo que se consolidó una estructura urbana más firme en la mitad este del recinto y el Mercado Grande se constituyó como centro neurálgico de la ciudad. Los primeros proyectos para el abastecimiento de agua de la ciudad se remontan a 1509, año en el cual se diseñó una canalización que llevara agua desde las Hervencias hasta una fuente en la plaza del Mercado Chico, sin embargo este proyecto no tomó forma definitiva hasta el año 1635.
Durante esta etapa renacentista también se erigió el antiguo ayuntamiento de la ciudad, por parte del maestro de cantería Pedro de Viniegra, entre 1510 y 1517, sin embargo las obras no se concretarían definitivamente hasta 1591. También se construyeron la Alhóndiga (1593), las Carnicerías (1590), el Matadero (1563) y el Peso de la Harina. En 1676 la ciudad de Ávila contaba con un total de 8 hospitales. Durante el reinado de Felipe IV (1621-1665) se construyó la Universidad de Santo Tomás de Ávila, que se mantuvo en activo hasta 1807, año en el cual el movimiento de la Ilustración puso fin a la institución. En 1704, con motivo de la Guerra de Sucesión Española, las autoridades de la ciudad llevaron a cabo distintas operaciones de restauración de la muralla, con el objetivo de hacer frente a un hipotético ataque angloportugués. También en el siglo XVIII tuvo lugar la creación del parque del Rastro, un paseo arbolado situado en la parte sur de la ciudad, contiguo a la muralla, así como la construcción de la Real Fábrica de Algodón, obra que finalizó en 1788 y que corrió a cargo en un primer momento de dos arquitectos abulenses, Ceferino de la Serna y Juan de Mendina, para ser rematada por José de la Vallina.
La ciudad contemporánea
La plaza del Mercado Chico fue ideada en origen por el célebre arquitecto Ventura Rodríguez en el siglo XVIII, aunque finalmente no sería construida hasta mediados del siglo XIX por Juan Antonio Cuervo, proceso en el que se llevó a cabo también la edificación del nuevo ayuntamiento, por Ildefonso Vázquez de Zúñiga.
A lo largo del siglo XIX se especuló con la posibilidad de derribar la muralla —no llevada a cabo, naturalmente— en un contexto en el que muchas otras ciudades españolas llevaban a cabo esta misma acción, argumentándolo sobre la base de que estos muros dificultaban el desarrollo y crecimiento de los núcleos urbanos, suponiendo la demolición un símbolo de modernidad. La supervivencia de la muralla quedaría asegurada, sin embargo, con su declaración en 1884 como Monumento Nacional.
A mediados del siglo XIX la ciudad comenzó a expandirse hacia el este, en torno a la recién inaugurada vía del ferrocarril. Esto daría lugar a un pequeño ensanche, en el que incluyeron los jardines del Recreo y San Antonio. El jardín de San Antonio se encuentra en la zona nordeste de la ciudad, entre el Paseo de don Carmelo y la Avenida de Santa Cruz de Tenerife. En su extremo este está delimitado por la vía férrea. El parque surgió como paseo y alameda pública durante el siglo XVI, coincidiendo con la fundación del convento de San Antonio. El parque quedó configurado tal como se conoce hoy día en el año 1859. En 1872 la alameda se sustituyó, a raíz de una enfermedad que atacó a estos árboles, por los jardines existentes en la actualidad. Otra seña de identidad del parque es la fuente de La Sierpe, situado en el paseo central. El jardín del Recreo se trata de un pequeño parque situado junto al convento de Santa Ana. Sobre este espacio triangular que se utilizó durante el siglo XVIII como Escuela Militar, el arquitecto municipal Ildefonso Vázquez de Zúñiga redactó en 1861 un anteproyecto de hermoseamiento que se concretó en el parque existente en la actualidad. En el templete del jardín, —construido inicialmente en 1921 en la plaza de Santa Teresa y trasladado definitivamente en 1934 al Recreo— tienen lugar conciertos de música durante el período estival.
A lo largo del siglo XX la ciudad consiguió mantener, a pesar del gran crecimiento demográfico, su conjunto histórico-arquitectónico, en un proceso que hizo multiplicar por dos la superficie total de suelo urbano. Durante este siglo se crearon los parques de San Roque y San Vicente. El paseo de San Roque consiste en un espacio arbolado situado al este del recinto amurallado. Aunque ya había previamente una zona arbolada, el pequeño parque que existe hoy en día fue establecido en el año 1946. El parque de San Vicente está situado junto a la homónima puerta de San Vicente. Este espacio ajardinado quedó configurado tal como hoy en día en el año 1961, tras las actuaciones del Ayuntamiento por embellecer el entorno de la muralla. En el año 1973 se instaló un busto del poeta Rubén Darío en el parque del Rastro.
La ciudad cuenta además hoy día con el parque del Soto, una amplia zona verde y de recreo, situada al sur de la ciudad en la ribera derecha del río Adaja. Tiene una superficie total de 40,74 ha. Este parque, que ya existía a principios del siglo XX, goza del estatus de Zona Natural de Esparcimiento, otorgado por la Junta de Castilla y León, desde el año 2011.
En octubre de 1984 la antigua Real Fábrica de Algodón, conocida en estas fechas como la «Fábrica de Harinas», sufrió un incendio —ya había tenido otro previamente en 1924—que condujo a su destrucción parcial, el mismo día que empezaba a tramitarse el expediente para convertirla en Bien de Interés Cultural. Ante el mal estado del edificio y tras un agrio debate se decidió llevar a cabo la demolición parcial de las ruinas de la fábrica en septiembre de 1994, que se terminaría de completar en marzo de 1996. Ya en el siglo XXI, la ciudad vivió cierta polémica en relación a la construcción de un edificio de corte moderno de cuatro plantas en la plaza de Santa Teresa —frente a la muralla—, diseñado por el arquitecto navarro Rafael Moneo (Premio Nacional de Arquitetura 2015).
La organización del entramado urbano de Ávila se define a partir de un “centro” paulatinamente alargado y desplazado hacia el Este -que se prolonga desde la plaza del Chico (Mercado Chico) a la de Santa Ana a través del nodo del Grande (Mercado Grande), más la rama colateral de la Avenida de Portugal-, que puede ser identificado con la ciudad histórica. Dentro ella se diferenciaban claramente una serie de espacios más o menos contiguos: el Centro-Intramuros, verdadero elemento original dentro del recinto amurallado, con su casalicio apiñado sobre las abigarradas calles, y una orla completa de arrabales -Cuatro Postes, San Nicolás, Las Vacas, Extramuros- como evidencias de las primeras expansiones, de misma raíz medieval, del tejido construido. Atraída por el ferrocarril, la “ciudad burguesa” apenas se desarrollará por el frente oriental -San Roque-, a favor de los bonancibles condicionamientos topográficos de la superficie de erosión berroqueña. Está contenida configuración, a lo largo del tiempo, sufrió una gran transformación desde el momento en el que la ciudad comenzó a experimentar un incremento sustancial de la población. Fue entonces, al comedio del siglo XX, cuando comenzaron las ampliaciones progresivas y la edificación de nuevos terrenos, cada vez más alejados, destinados a satisfacer la creciente demanda residencial.
Si en la ciudad histórica, aquejada intensamente por los procesos de abandono comunes a los centros urbanos españoles, la modificación más sustancial será la ocupación selectiva de los escasos espacios que van quedando libres -huertas conventuales, jardines o corrales privados- y la sustitución, renovación, restauración o rehabilitación en su caso, muy parcial, de las bajas edificaciones precedentes por modernos edificios en altura –mediatizados en lo posible por la restricción de volúmenes y la adaptación a la fisonomía del entorno-, la cuantiosa necesidad habitacional registrada en la capital se resolverá, en una primera fase, hasta bien entrado el decenio de los setenta, con la aparición de los nuevos barrios inmediatos a aquélla -y su característica tipología constructiva plurifamiliar en bloques o manzanas abiertas, en alturas de tres y cuatro plantas-.
De esta forma, prosiguiendo con el sentido natural en el agrandamiento del solar urbano hacia levante, evitando en lo posible el obstáculo fluvial y los pendientes escarpes del mediodía, al mismo tiempo que se preservan las más valoradas panorámicas de las murallas y su perímetro de lienzo y torres, y hasta llegar a las vías del tren, auténticas barreras para la continuación del desarrollo en este sector, irán surgiendo, o completando su incipiente crecimiento previo, dando acomodo a los relevantes aumentos del vecindario de la época (7.946 y 8.639 habitantes entre 1950 y 1970 y de 1970 y 1981, respectivamente) los barrios de San Antonio-Estación y Santo Tomás. Más lentamente será abierto un nuevo sector de expansión urbana en el Sur –con origen en La Toledana y el mismo Santo Tomás-, ya en el fondo de la fosa tectónica y más allá del arrabal de San Nicolás -muy remozado-, que se irá dinamizando hacia el valle del río Chico a medida que se van agotando las posibilidades del avance oriental; y que se erige desde los años ochenta-noventa en la porción urbana que concentra los polígonos residenciales de mayor dinamismo: Valle Amblés-Universidad; soportando en gran medida los incrementos demográficos más notables (7.794 residentes entre 1981 y 2001 y 11.041 más hasta 2011), en una suerte de modernos ensanches de morfología reticular, con elementos residenciales de densidad media en manzana cerrada o bloque, en las proximidades de varios de los principales equipamientos de la capital (Plaza de Toros, Estadio Municipal, Hipermercado, Hospital Provincial, Psiquiátrico, Escuelas Universitaria y Politécnica de la Universidad de Salamanca).
En el extremo contrario, a septentrión, la evolución constructiva de las dos últimas décadas también ha alcanzado al valle del arroyo de Las Pozas, una suave vaguada en la plataforma estructural, que dilata las piezas heredadas de San Antonio-La Cacharra-Encarnación, y que, encorsetado hacia el Norte por la línea férrea a Salamanca, dibuja unas zonas de baja edificabilidad en torno al Seminario y a la Universidad Católica de Ávila y el Centro Asociado de la UNED, donde el adosado ha sido el tipo constructivo predominante. Similares tipologías de residencia unifamiliar en hilera, adosadas o aisladas, se han levantado coetáneamente en algunas urbanizaciones que han ido estirando considerablemente los bordes de la ciudad (téngase en cuenta que 3.320 edificios destinados a vivienda se construyeron entre 1991 y 2011, el 41,4% de todos los existentes). Una de menor extensión es la aparecida en la otra orilla del Adaja, con vistas al núcleo amurallado. Pero la más significativa es la de Las Hervencias, en la carretera de Villacastín, allende la barrera del ferrocarril y del homónimo polígono industrial de específica localización al lado de la fábrica de Nissan, y cercana a la Residencia Sanitaria Nuestra Señora de Sonsoles, a la Escuela Nacional de Policía y al Centro Comercial “El Bulevar”.
La estructura territorial que descansa sobre esta malla geomorfológica, y más allá de la propia ciudad que le confiere un carácter netamente urbano al municipio, se articula en función de una serie de núcleos de tamaño demográfico reducido, de entre 24 y 282 habitantes, de tendencias contrapuestas a lo largo del último decenio, en una tónica de estancamiento general (27 personas más entre 2001 y 2011) que contrasta con las pérdidas de décadas atrás, y que apenas suman el 1,4% de los residentes en el término. Se trata de entidades incorporadas a la administración local abulense entre 1976 y 1977, cuya modestia poblacional, mitigada por la renovación del caserío, la proliferación residencial en parcelas individuales, algunas de uso principal ya, e incluso por la instalación de equipamientos de ocio (Naturávila), de servicios (centro penitenciario de Brieva) o industriales (polígono de Vicolozano), no es óbice para ensalzar el protagonismo que adquieren como componentes esenciales en la organización del espacio rural que circunda a la ciudad.
En este espacio rural que circunda la ciudad encontramos una serie de entidades de población pertenecientes al término municipal de Ávila. Se denomina entidad singular de población a cualquier área habitada de un término municipal claramente diferenciado dentro del mismo y que es conocida por una denominación específica que la identifica sin posibilidad de confusión. Estas entidades singulares pueden estar constituidas por uno o varios núcleos de población, o por diseminados que engloban a las edificaciones o viviendas que no pueden incluirse en el concepto de núcleo.
Ávila es, primero y antes de cualquier otra conceptualización, un centro administrativo. Es capital de provincia, con todo lo que esa circunstancia ha supuesto para el desarrollo moderno de los enclaves urbanos del país. Y se erige, como fue constatado al comienzo, en núcleo de referencia para la provisión de servicios a una parte de la población provincial. Un centro administrativo lastrado de tradición, así ha sido enfatizado en alguna ocasión, ya que son los servicios derivados de su condición capitalina y la tradición comercial los fundamentos sobre los que descansa, aún, el grueso de la actividad.
Es la pervivencia de un legado histórico en lo que al funcionamiento de las relaciones económicas y de la trabazón de la ciudad con su entorno se refiere. La herencia de una ciudad histórica, que sin talla productiva de entidad, encuentra en esa misma tradición y en la riqueza patrimonial la manera de afianzar -por la vía del turismo- su especialización.
Al tiempo, la ciudad se ha erigido en enclave logístico. El Centro Logístico de Ávila -CELOGA-, situado parejo al Polígono de Las Hervencias y con reserva de suelo para su ampliación, puede hacer valer, finalmente, por su virtualidad como plataforma intermodal y puerto seco, el idóneo posicionamiento geoestratégico de la ciudad media y pequeña capital de provincia en el haz de comunicaciones ferroviarias de mercancías de Madrid con el norte del país y en las cercanías del eje dinámico de la A-6.
La ciudad de Ávila viene a ocupar por número de habitantes, de esta forma, el octavo lugar en la clasificación del sistema de asentamientos de la Comunidad, el noveno para ser más correctos, al considerar por entero a las áreas urbanas -ciudad media más municipios de su entorno-, ya que la exigüidad residencial de los seis términos que, siguiendo la tipología del Consejo Económico y Social para el conjunto de Castilla y León, se señalan como de influencia urbana la hace bajar, en el cómputo añadido (3.224 residentes), de ese escalón -representando el caso más tímido, solo por delante de Aranda de Duero, de crecimiento rururbano. Unos términos municipales colindantes con el abulense muy pobres residencialmente hablando, donde exclusivamente uno supera los 1.000 habitantes y otros dos los 500, en una conjunción de lábiles incrementos padronales en el trascurso del último decenio (653 habitantes más) que difieren sensiblemente, rompiendo la pauta de las áreas urbanas ya consolidadas, de la dinámica demográfica acaecida dentro de los límites del municipio capital: el segundo con mayores ganancias, tras Burgos, en términos absolutos y el de proporciones más altas de aumento del vecindario a lo largo de los primeros años dos mil (23%) de las ciudades principales de la Región.
A lo largo de más de sesenta años, la transformación espacial de Ávila se ha producido al compás que han marcado las dinámicas poblacionales. Del pequeño núcleo originario, en torno al casco medieval -intramuros y extramuros- se pasó, sin solución de continuidad, a una ciudad que se expandía, más allá de los límites históricos, por una serie de barrios que iban surgiendo al socaire del desarrollo migratorio procedente de la provincia y, sobremanera, del medio rural circundante (16.585 personas). La atracción urbana y el tímido apogeo de unas actividades que demandaban mano de obra propiciaron la temprana colmatación residencial -decenio del 50 a los 70- de las zonas adosadas al “centro” de la capital (2.737 edificios destinados a vivienda fueron construidos en esa época). Desde los años ochenta, la potenciación de las bases económicas a partir del estímulo del turismo, las mejoras de la función administrativa y comercial y el impulso de la producción industrial, unidas al hecho natural de la emancipación y reproducción de parte de la abundante población en edades y situación de hacerlo -generaciones del baby boom de los sesenta y primeros setenta-, y a pesar de las regresiones habidas en los saldos vegetativos durante los noventa, contribuyeron como factores de consuno a la expansión (7.794 habitantes y 1.964 edificios levantados) de la Ávila finisecular.
Una ampliación de la ciudad que no ha conocido límites durante la primera década del siglo XXI: 11.041 habitantes y 2.284 nuevas edificaciones; en un ensanchamiento del perímetro urbanizado sin precedentes, dadas las bajas densidades medias de ocupación habitacional de las modernas promociones de vivienda. La movilidad residencial hacia la periferia, que en el caso que nos ocupa no hace sino reforzar el modelo de ciudad compacta, sin los efectos de difusión conocidos en las áreas urbanas del presente, no es óbice para que Ávila manifieste las contradicciones del crecimiento residencial efectuado -siguiendo, además, esa estrategia decidida de abandono de los espacios tradicionales-. Así son los trazos actuales de la ciudad del boom inmobiliario, la que, por encima de las necesidades reales -demanda efectiva-, que vienen marcadas por las pulsaciones poblacionales, se dimensiona desorbitadamente en función de una conjunción de intereses urbanísticos totalmente lastrados, a la postre, por la crisis que vivimos.
Nunca antes en la historia de la ciudad se han construido tantas viviendas, ni tantas de ellas permanecen vacías (y sin vender, como lo atestigua el balance de transacciones inmobiliarias). Al significativo número de las alojadas en el casco y en los bloques levantados en los barrios más populares -en esa suerte de trasvase residencial intraurbano-, el último decenio concluido arroja resultados verdaderamente elocuentes: el 46% de la producción inmobiliaria de esos años se encuentra desocupada. Y ello en una década, bien es cierto, de importancia en lo que a afianzamiento del vecindario se refiere. Un periodo en el que cobran fuerza tanto las ganancias por movimientos migratorios como por la propia dinámica positiva del crecimiento vegetativo de la población.
La Ávila contemporánea se fragua al calor de las disposiciones contempladas en el Plan General de Ordenación Urbana de 1998, prolongado en su fundamentación de asociar una alta disponibilidad de suelo urbanizable a la mejora de la capacidad de acceso a la vivienda por la Adaptación-Revisión de 2005, que es el instrumento de planeamiento vigente a día de hoy. Entre 1998 y 2004 se desarrollan 22 de los 40 planes parciales previstos, construyéndose 11.253 viviendas, la mitad de las proyectadas, pero mucho más de las necesarias, ya que en ese lapso de tiempo la ciudad se incrementó en 4.676 habitantes. En 2005 se delimitarían otros 18 nuevos sectores de suelo urbanizable -y uno aparte en Vicolozano como ampliación del polígono industrial-, con capacidad, nada más ni nada menos, para 11.560 viviendas (manteniéndose a su vez el propósito de edificar las 10.500 que quedaban pendientes), esgrimiéndose la máxima de no introducir incertidumbre entre unos agentes -promotores, constructores y financiadores- activos e implicados en plena vorágine de optimismo urbanizador.
Tras el estallido de la “burbuja” inmobiliaria, la ciudad prepara su futuro de la mano de una nueva herramienta planificadora -en estado de Avance- que estima una población horizonte en 2030 de 100.000 habitantes (recogiendo la idea del “Plan 100.000” esbozada por el Plan Estratégico de Desarrollo Industrial de la Ciudad de Ávila, lanzado en 2006) y hasta 11.000 nuevas viviendas -además de un nuevo espacio industrial junto a la autovía a Salamanca, otro hospital, un tercer centro comercial, el recinto ferial, entre otras actuaciones de calado-, que se añadirían a las 8.189 desocupadas según censo del 2011. Una visión harto generosa, a nuestro juicio, por cuanto la progresión demográfica da señales de agotamiento y de un cambio de tendencia que en el mejor de los escenarios proyectados situaría el contingente poblacional de la capital, para 2027, en 60.325 habitantes -bajando en la hipótesis más factible a los 54.390-.
El Plan de Ordenación Urbana de 2009 contempla un total de 17 barrios o unidades urbanas en la ciudad: Recinto Amurallado, Centro, Santiago, Arrabal del Puente, La Encarnación, San Antonio, Santo Tomás-Universidad, La Toledana, Hervencias Industrial, Hervencias Residencial, Tiro Pichón, Ciudad Deportiva, Valle Amblés, Hervencias Industrial – Bomberos, Dehesa del Pinar, Zurra y Academia. Las unidades urbanas con mayor densidad de viviendas son Centro y Santiago, con 54,73 y 53,77 viviendas/ha respectivamente.
Ávila como ciudad media y como centro provincial, según los argots utilizados para su definición. Capital de una provincia de 8.050 kilómetros cuadrados (8,5% de la superficie regional) en la que la diversidad, la falta de cohesión y los desequilibrios son la norma. Diversidad por su particular configuración física, de la que se derivan condiciones ecológicas contrastadas, que ha condicionado, de siempre, unos modos de ocupación y de organización espaciales claramente contrastados. Falta de cohesión y desequilibrios como lo demuestra el hecho de que 227 de los 248 municipios que parcelan la provincia (el 91,5%) tengan menos de 2.000 habitantes y sean considerados como rurales profundos. También por cuanto la capital no ha desarrollado un proceso de acumulación social y económica que haga gravitar en torno a sí a la totalidad del espacio que administra. Y es que ésta representa el 36% del total de habitantes provinciales, en una relación once puntos menor que la establecida para el conjunto de la Comunidad, en la que, como se recordará, 47 de cada 100 residentes en ella lo hacen en una de sus doce ciudades principales. Ese papel como centro de la provincia no es tal, diluyéndose por buena parte de ella, en lo que no ayuda las distancias internas ni la anfractuosa fragmentación natural. En sectores el protagonismo recae en una serie de núcleos de tamaño intermedio, de entre 2.000 y 9.000 residentes, considerados como centros de servicios a escala comarcal. 14 enclaves con gran pujanza y reafirmación en lo que a fijación del número de habitantes se refiere (6.286 más en el lapso 2001-2011), que se encuentran, eso sí, desigualmente repartidos por el mapa, lo que compromete ciertamente sus posibilidades como elementos reequilibradores de la trama territorial.

Area Funcional Estable de AVILA
El área funcional estable de Ávila y su entorno afectará a 64.968 habitantes, es el primer paso que la administración regional da en la provincia abulense dentro de su proyecto del nuevo modelo de ordenación del territorio, fundamentado en la Ley 7/2013 de Ordenación, Servicios y Gobierno del Territorio de la Comunidad de Castilla y León
El Ayuntamiento de Ávila tramitó una modificación del Plan General para unir la ciudad con un complejo deportivo y de ocio (Naturávila) situado a 3 kilómetros del casco urbano, modificación que se llevó a cabo precisamente cuando se estaba tramitando también la revisión del propio Plan General sin que existieran razones objetivas para que esta modificación no pudiera llevarse a cabo dentro del propio proceso de revisión del planeamiento, dato que es destacado por los tribunales y que posiblemente ha tendido una gran importancia a la hora de anular esta modificación. Consecuentemente no se comprende cuál pueda ser la justificación de la Modificación, en un municipio con excedente de viviendas, que no ha ejecutado las previstas en el planeamiento vigente y cuyas previsiones no tienen respaldo en un posible incremento poblacional.
DEMOLEDOR por INSENSATO.
Los tribunales, tanto el Tribunal Superior de Justicia como ahora el Tribunal Supremo (sentencia del 18.6.2015) no entienden la necesidad de llevar a cabo esta modificación del Plan General que prevé la construcción de 3.396 nuevas viviendas, y una amplia zona comercial, cuando todavía no se han construido más de la mitad de las viviendas que preveía el plan en vigor, en concreto de las 17.278 nuevas viviendas previstas en el planeamiento todavía faltaban por construirse 10.670, por lo que no se entiende la urgencia y la justificación de esta modificación para otras 3.396 viviendas.
Además, el desarrollo previsto que tenía como finalidad la unión de este complejo deportivo y de ocio con la ciudad a través de 3 sectores situados a lo largo de la carretera CL 505 suponía la creación de una ciudad lineal a modo de apéndice, tal y como se puede apreciar en los gráficos que se adjuntan al final de este artículo, lo que supone una vulneración del principio de ciudad compacta, tal y como se concreta en el artículo 27 del Reglamento de Urbanismo de Castilla y León aprobado por Decreto 45/2009, de 9 de julio. Según este artículo, que concreta y precisa el principio de ciudad compacta, se exige que los nuevos desarrollos tengan colindancia con el suelo urbano al menos en un 20% del suelo a desarrollar, salvo “cuando el sector que se va a clasificar esté separado del suelo urbano por otros sectores de suelo urbanizable, con los cuales sea colindante en al menos un 20 por ciento de su perímetro”. Como no se cumplía este requisito de colindancia en un 20% lo que se hace, de forma fraudulenta, es dividir el suelo en tres sectores de tal manera que solo uno de ellos lindaría con el suelo urbano y los otros dos lindan con este nuevo sector, de tal manera que se intenta así dar cumplimiento al requisito de que el 20% del suelo colinde con el suelo urbano para dar cumplimiento de esta forma al criterio de ciudad compacta, solución que no es admitida por los tribunales de justicia.
Pero la situación en la provincia de Avila no es extraordinaria. Navás del Marqués (1.600 viviendas, dos hoteles de lujo y un campo de golf en zona protegida), Candeleda (urbanización Navalpilón de 431 chalets y un hotel de lujo con 200 plazas hoteleras), Cebreros (una urbanización de 3.000 viviendas y un campo de golf), Villanueva de Gómez (7.500 viviendas y tres campos de golf en zona de pinares protegida), Villanueva de la Vera (‘Jardín Botánico del Golf’ y 270 viviendas de lujo), Guisando (30 chalets tras aprobar un plan que desarrollará, aparte del campo de golf, una urbanización de 1.100 viviendas) o Piedralaves (se proyecta el mayor complejo de turismo rural de España).
Todos comparten la puesta en valor del territorio natural ??
«…los responsables de la Junta de Castilla y León en Ávila parten de la concepción de especular o, como ellos llaman, ‘poner en valor’ el espacio natural tan formidable que tiene Castilla y León y la interpretación es hacer una urbanización que, precisamente, destroza ese valor. Y crean ciudades tan grandes como los pueblos que urbanizan…»
…urbanizaciones salvajes situadas en los mejores parajes naturales de la provincia…
¿Es que no hay otro sitio para construir?
¿Dónde está la demanda que necesita vivienda? Mucha vivienda vacía y la gente buscando vivienda.
Oferta y demanda.
Hoy Avila tiene una población de 58.358 viviendas (las proyecciones previstas no se cumplen), y un parque edificado residencial de 34.002 viviendas, de las cuales 3.347 son unifamiliares (el 9,84% del total).
Tiene el honroso mérito de ser la capital de provincia con mayor número de viviendas vacías (porcentualmente hablando, eso supone un 23,8 % del parque total residencial). Eran casi 8.200 según el Censo de 2011.
La ciudad no absorbe el stock de vivienda nueva.

fotografía aérea sur de AVILA por AguirreArce SL
Y aquí si que la década prodigiosa 2000-2009 lo es; se levantaron la friolera de 11.081 viviendas, el 33% del total de Avila (más del doble que en la década anterior), en los 90′ habían sido 5.382 viviendas (el 16% del total), poco más que en los 80′ con 4.618 viviendas (el 14%), y es que en los 70′ fueron 6.079 viviendas (el 18%). Pero todavía queda más del 10% de viviendas anteriores a 1960.
Cada mercado es local.
Cada municipio tiene su singularidad.
Cada municipio se retrata en su parque residencial.
Seguiremos analizando en próximas entregas los 250 municipios mayores de España